Diferencia entre revisiones de «TALAMANTES FRAY MELCHOR DE; Su vida en México»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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'''SEVERO APARICIO, O. DE M. Obispo Auxiliar del Cuzco'''  
 
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Revisión actual del 22:09 16 jun 2019

TALAMANTES VIAJA A MEXICO

Entre los documentos personales, certificaciones y credenciales de las autoridades, así eclesiásticas como civiles de Lima, llevaba consigo el Padre Talamantes están: la licencia de su provincial fray José Pagán, con fecha de 20 de setiembre de 1798, autorizándole para pasar a España, como también la licencia del Virrey del Perú para el mismo fin. Llevaba también certificaciones y letras comendaticias sobre su persona de las autoridades así de la Universidad como de la curia eclesiástica.

En base a estos documentos deben rechazarse, por infundadas y tendenciosas, ciertas versiones divulgadas, en los días de la prisión del religioso, como causas de su salida del Perú: como “que tuvo que ausentarse por sus proyectos subversivos” (Juan López Cancelada); que de Lima “se había huido de la noche a la mañana” (fr. Andrés Bonilla, superior de la Merced de México); que “había salido fugitivo de la Provincia de Lima” (Manuel Beristain) etc. En este aspecto los hechos demuestran todo lo contrario.

Talamantes se embarcó en el Callao con destino a Acapulco, adonde llegó en noviembre de 1799. Luego se dirigió a la Capital de México, donde se presentó a los superiores del Convento grande y mostró las credenciales y licencias que llevaba. Los religiosos mexicanos le brindaron fraternal acogida en el convento de la Capital, y hasta tanto se hubiesen hecho las paces entre España e Inglaterra, que estaban en guerra, entonces el religioso pasaría a la Península.

Escribe doña Emilia Romero que el religioso limeño “al poco tiempo de llegar a México logró trabar amistad con la flor y nata de la intelectualidad de entonces, encontrando amplio campo para sus actividades y distinguiéndose al mismo tiempo por sus dotes oratorias y su sólida instrucción”.[1]Frecuentaba las casas de marqueses, del alcalde, de algunos miembros del Ayuntamiento y de otros criollos importantes. Mantenía también relaciones de amistad con el sacerdote Juan Saint, capellán del Virrey.

El 9 de diciembre del 1803 tuvo lugar la inauguración de una estatua ecuestre al rey Carlos IV, en la plaza mayor de México, obra del escultor Manuel Tolsá,[2]conocida con el nombre de «El caballito». Para celebrar este hecho se convocó a un certamen poético, al que se presentaron más de 200 concursantes. En calidad de jueces del certamen intervinieron destacados intelectuales; entre ellos fue designado el Padre Talamantes, pero éste se excusó de participar.

Al empezar la publicación del «Diario de México» el 1° de octubre de 1805, el P. Talamantes fue designado como revisor por el director don Jacobo Villaurrutia, por habérsele mencionado religioso “como uno de los literatos más a propósito para el cargo de censor”.[3]

Talamantes fue un orador de fácil palabra y de cautivante elocuencia. El P. Juan Ignacio Villaseñor, de San Felipe de Neri, al ser llamado a declarar en el proceso del mercedario, dirá: “que lo conoce con motivo de habérsele aficionado por las prendas de literatura que notó en sus sermones”.[4] Luis González Obregón, el primero que intentó una biografía de Talamantes, afirma que fue “muy elocuente como orador sagrado” y que los sermones que predicó en México “le conquistaron envidiable reputación entre las personas doctas de su tiempo”.

González Obregón menciona tres sermones que conoció, dos manuscritos y uno impreso: «Sermón político-moral, predicado en la real capilla del Palacio mayor de México,» del 28 de marzo de 1800; «Panegírico de la gloriosa virgen y doctora Santa Teresa de Jesús» que dijo, el 15 de octubre de 1802 en la Iglesia de los Padres Carmelitas Descalzos, publicado en 1802; y la «Oración Fúnebre en las exequias de los soldados españoles muertos en la guerra», pronunciada, el 18 de noviembre de 1803, en la catedral de México.[5]Hay que añadir el «Sermón de Nuestra Madre Santísima de la Merced», predicado en la hoy desaparecida Iglesia de la Merced de la capital mexicana.

Cabe también mencionar “un legajo con varias piezas oratorias” consideradas como inconducentes a su causa, cuando Talamantes fue aprehendido y todos sus papeles y escritos le fueron secuestrados. Ese legajo fue remitido al Consejo de Indias, donde el Fiscal, en su dictamen, califica dicho legajo de sermones como “enteramente inútiles” y sin “la menor relación con esta causa” de Talamantes.[6]

No extraña la existencia de aquel «Informe a S.M. a favor de fr. Melchor Talamantes, hecho por el Ilustre Ayuntamiento de esta Nobilísima Ciudad de México», remitido a Madrid en junio de 1807. Escrito que Talamantes califica como “apreciable documento”, concedido “por una libre y espontánea oferta de ese ilustre Cuerpo, sin que yo me hubiese servido de medio alguno para obligarlos; [...] firmado de todo el Ayuntamiento, sin excepción de alguno de sus individuos”.[7]

ENCARGADO DE LA COMISION DE DEMARCACION DE LÍMITES ENTRE LUISIANA Y TEXAS

La provincia de Luisiana estuvo bajo el dominio de España desde 1763. Pero por el tratado de 1800 Francia obtuvo la cesión de dicho territorio para establecer en la América del Norte una base política y comercial. Sin embargo, este, proyecto no podía ser aceptable a los intereses de los Estados Unidos. Por lo cual, en marzo de 1803, el Presidente Jefferson envió una comisión ante el gobierno francés, con instrucciones precisas sobre el asunto.

El resultado de las platicas fue la compra de Luisiana por los Estados Unidos por 60 millones de francos. El acuerdo se formalizó por el tratado de cesión de 30 de abril de 1803, con los mismos límites con que España cediera a Francia en 1800. En diciembre de 1803 tuvo lugar la entrega formal del territorio a su nuevo dueño.

De ahí el interés de España por conocer y tener bien señalados los límites entre sus dominios y la Luisiana, que acababa cambiar de dueño. Muestra de esta preocupación es la real orden de 20 de mayo de 1805, dirigida a don José de Iturrigaray, virrey de Nueva España (1803-1808). En ella el Rey le decía que era “indispensable reunir cuantos documentos y noticias históricas y geográficas sean posibles para acreditar las épocas de nuestros establecimientos en los diferentes puntos de las Provincias Internas de Nueva España, especialmente en la de Texas y costa adyacente”. Y ordenaba la búsqueda y examen de los papeles referentes al asunto y su remisión a la Secretaría de Estado.[8]

El Virrey pidió a don Nemesio Salcedo, comandante general de las Provincias Internas, con sede en Chihuahua, se encargase de la búsqueda y remisión a la Corte de los mencionados documentos existentes en el Archivo de la Comandancia. Al cabo de un mes, Salcedo remitió al Virrey un breve informe sobre el asunto, mismo que fue pasado al dictamen del Fiscal de lo Civil don Ambrosio Zagarzurrieta, quien, el 31 de diciembre de 1806, afirmando que el informe de Salcedo no correspondía al objetivo deseado, e indicaba la necesidad de revisar detenidamente los diversos archivos relativos al asunto, y para esta labor sugería el nombramiento de “un sujeto instruido y laborioso”.

El Virrey dispuso de inmediato que se cumpliese “como pide en todo el Señor Fiscal de lo Civil”. Entre otras personas fueron consultados el Capellán del Virrey y la Real Audiencia. En respuesta propusieron que para la Comisión “ninguno podría ser más útil que el Padre Talamantes, religioso mercedario, que tiene buena salud, reúne una instrucción muy fina, posee una crítica sabia, y sin destino particular en su Religión [Orden], puede destinar todo el tiempo necesario a un objeto de tanto interés”.[9]

Por decreto virreinal de 27 de enero de 1807 se creaba la Comisión encargada de estudiar los límites entre Luisiana y Texas. El Virrey decía al P. Talamantes en el decreto: “por constarme que a su buena salud reúne un talento y una ilustración muy finas, poseyendo una crítica sabia, y no teniendo ocupación alguna en su Religión que pueda impedirle hacer este servicio al Rey y al Estado”[10]. El 29 de enero, Talamantes respondía al Virrey: “obtenido para ello el consentimiento del Prelado de este Convento, acepto desde luego la comisión que V. Excia ha tenido la bondad de confiarme”.

Aparte del amanuense, como ayudante y encargado de hacer los planos fue nombrado Gonzalo López de Haro, teniente de fragata y ayudante del cuerpo de pilotos de la Real Armada.

Talamantes hizo una lista completa de bibliotecas y archivos que debía utilizar para el desempeño de su misión. Luego dio comienzo a una nutrida comunicación epistolar con personas y autoridades en torno al asunto, nombrando corresponsales suyos allí donde fuese necesario.

Pronto la celda que ocupaba el religioso en el Convento de la Merced se convirtió en gabinete de estudio, adonde empezaron a llegar manuscritos y documentos del archivo de la Secretaría del Virreinato, de las provincias internas, consistentes en legajos, pergaminos, crónicas antiguas y libros viejos, cartas, mapas, planos y derroteros, etc. relativos a la materia.

El religioso se dedicó a la clasificación y examen minucioso de cuanto documento fuese útil para su comisión. Estudiaba y confrontaba documentos, hacía sus extractos y anotaciones críticas, copiaba y traducía. Muestra elocuente del intenso trabajo personal es la cantidad considerable de papeles que quedaron, escritos de su puño y letra.

En el desempeño de su Comisión, Talamantes no estuvo libre de dificultades. Por haber solicitado a la Inquisición el préstamo de las obras del Abate Reynal y de Róbertson y otros documentos, referentes a los límites, recibió de sus ministros muestras de malquerencia. Por otra parte, el nuevo comendador del Convento, al tomar posesión de su cargo, el 4 de mayo de 1807, en típica forma de hostigamiento, hizo cerrar temprano las puertas, impidiendo la salida del amanuense que trabajaba hasta tarde. Ante situación tan incómoda, Talamantes, con licencia del Provincial, se vio obligado a alquilar una habitación, frente al convento, y trasladarse a vivir allí para seguir trabajando en la Comisión.

Por carta de 8 de abril de 1808, el Virrey le pidió la terminación de la obra, de modo que pudiese “concluirla dentro de pocos meses”. El religioso hizo llegar al Virrey el «Plan de la Obra» junto con el opúsculo «Nota Instructiva», y ambos escritos fueron remitidos al oidor decano Ciríaco González Carvajal, quien no pudo menos que reconocer “este ímprobo y delicado trabajo emprendido ya por este religioso”.

El 27 de mayo el Virrey comunicaba a Talamantes que, por “las ocupaciones de esta Superioridad”, había designado al González Carvajal para entenderse con él en todo lo referente a la Comisión de límites. En esto el oidor preguntó al Virrey por la morada del Comisionado, y éste trasladó la pregunta a los superiores de la Merced. Obtenida la respuesta, el Virrey instó al comendador Bonilla a que hiciese volver a los claustros al religioso.

Hubo intercambio de cartas sobre la morada del fraile entre el Virrey, el oidor, el Provincial, el comendador y Talamantes, en que éste, justificando su actitud, se defendió con la licencia del Provincial a la mano. Entre tanto, por el asunto de la morada del religioso, durante junio y julio quedaron casi paralizados los trabajos de la Comisión. Estando así las cosas, empezaron a llegar las noticias de los recientes acontecimientos ocurridos en España, los que en México tendrán consecuencias graves y trascendentales.

Cuando al amanecer del 16 de septiembre de 1808 Talamantes fue aprehendido, sus trabajos sobre límites quedaron interrumpidos y todos sus papeles incautados. La misma Comisión fue encargada a José Antonio Pichardo.

Hemos mencionado los dos escritos remitidos al Virrey en calidad de anticipo del trabajo de la Comisión: la «Nota Instructiva», de la cual Talamantes decía en carta al Secretario de Estado Pedro Ceballos: “mi proyecto ha salido más feliz de lo que yo podía esperar”. Ella contenía indicaciones acerca de los documentos existentes en la Secretaría de Gracia y Justicia, relativos a los límites de Texas; descripción de las piezas más importantes, amén de planos y mapas contenidas en las «Memorias de Texas» y «Colección de Memorias de Nueva España».

El «Plan de límites de la Provincia de Texas y demás dominios de S. Majestad en la América Septentrional Española», esquema preparado por Talamantes, tras una “aplicación incesante”, que constaría de cinco partes y cuyo contenido se pone pormenorizado.

A la aprehensión de Talamantes, quedó una impresionante masa de papeles referente a la Comisión de límites, formada por extractos, comentarios, notas, traducciones y copias, de puño y letra del mercedario. Dicha documentación fue ordenada en doce opúsculos al parecer por José Antonio Pichardo, sucesor de fray Melchor en la Comisión de límites.

Todo ello se conserva hoy en la sección de Historia del Archivo General de la Nación, en la ciudad de México. También cabe mencionar aquí más de 60 cartas de Talamantes, en torno a su labor en la Comisión de límites, escritas con sencillez, claridad y corrección de forma, y que revelan el espíritu crítico y perspicaz del autor, así como su dominio del género epistolar.


NOTAS

  1. EMILIA ROMERO, Fray Melchor Talamantes, precursor y protomártir en Historia Mexicana, 41 (1961) 30.
  2. Manuel Tolsá y Sarrión; nació el 4 de mayo de 1757 en la villa de Enguera, Valencia. Llegó a la Nueva España en 1791. Además de ser un reconocido arquitecto e ingeniero, se desempeñó como Director de Escultura de la Academia de San Carlos en la ciudad de México, donde murió en la Nochebuena de 1816.
  3. Documentos Históricos Mexicanos (=DHM). Obra Conmemorativa del primer Centenario de la Independencia de México. Dir. GENARO GARCÍA, tomo VII, México, 1910, 146.
  4. DHM, VII, 101.
  5. LUIS GONZÁLEZ OBREGÓN, Fray Melchor Talamantes. Biografía y escritos póstumos, México, 1909, p. VIII.
  6. Archivo Histórico Nacional, Madrid, Consejos. Causa de infidencia. Legajo 21082. Dictamen fiscal, ff. 10-11.
  7. DHM, VII, 184, 187.
  8. Archivo General de México, Historia 542.
  9. Archivo General de México, Historia 541, f. 1.
  10. Ibíd., Historia 542, f. 23.


SEVERO APARICIO, O. DE M. Obispo Auxiliar del Cuzco

©Revista Peruana de Historia Eclesiástica, 4 (1995) 169-196