Diferencia entre revisiones de «VILLARROEL, Gaspar de»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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“''Ingenio despierto, el pulpito parecía que sería su carrera, donde dio pruebas de su verbo fácil, claro y suntuoso, aun en la misma corte ante Felipe IV''”<ref>Egaña, 241</ref>, que en 1637 lo presenta al papa Urbano VIII para la sede de Santiago. Elegido en el consistorio del 20 de abril de 1637, en 1638 es consagrado en Lima y llega a Santiago en marzo de 1652. En su obra más famosa confiesa que “''A mí me hicieron Obispo por Predicador, y sé del arte lo que basta, para apacentar mis ovejas''”<ref>Gobierno, I, cuest. 1, art. 13, n. 75, 170-171</ref>. Sucesivamente es trasladado a Arequipa (11 de diciembre de 1651) y  promovido como arzobispo de Charcas el 27 de enero de 1659.
 
“''Ingenio despierto, el pulpito parecía que sería su carrera, donde dio pruebas de su verbo fácil, claro y suntuoso, aun en la misma corte ante Felipe IV''”<ref>Egaña, 241</ref>, que en 1637 lo presenta al papa Urbano VIII para la sede de Santiago. Elegido en el consistorio del 20 de abril de 1637, en 1638 es consagrado en Lima y llega a Santiago en marzo de 1652. En su obra más famosa confiesa que “''A mí me hicieron Obispo por Predicador, y sé del arte lo que basta, para apacentar mis ovejas''”<ref>Gobierno, I, cuest. 1, art. 13, n. 75, 170-171</ref>. Sucesivamente es trasladado a Arequipa (11 de diciembre de 1651) y  promovido como arzobispo de Charcas el 27 de enero de 1659.
  
Se destaca en Villarroel “''el autentico doctrinario del tiempo de los Austrias: suma fidelidad a la religión y sumo acatamiento al trono''”<ref>Egaña, 242</ref>, y también se sostiene que la “''historia de la Iglesia hispanoamericana [...] no registra otra figura en que resplandezcan con más brillo la bondad humana y el verdadero espíritu del cristianismo''”<ref>Encina, III, 401</ref>
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Se destaca en Villarroel “''el autentico doctrinario del tiempo de los Austrias: suma fidelidad a la religión y sumo acatamiento al trono''”<ref>Egaña, 242</ref>, y también se sostiene que la “''historia de la Iglesia hispanoamericana [...] no registra otra figura en que resplandezcan con más brillo la bondad humana y el verdadero espíritu del cristianismo''”<ref>Encina, III, 401</ref>virtudes todas que se conjugan con su ser “''criollo no sólo por el lugar de nacimiento sino también por la sangre [y por] su hondo sentimiento americanista de que estaba lleno''”<ref>Vargas, 3</ref>.  
virtudes todas que se conjugan con su ser “''criollo no sólo por el lugar de nacimiento sino también por la sangre [y por] su hondo sentimiento americanista de que estaba lleno''”<ref>Vargas, 3</ref>.  
 
  
 
Villarroel visita dos veces su obispado,  conociendo directamente los problemas que narra, además que en su Gobierno, en las cartas al rey Felipe IV y al gobernador de Chile<ref>Colección, Lizana, 180-218</ref>, de las cuales se desprenden: la penosa condición de la diócesis; la carencia del clero y su general pobreza; la difícil labor evangelizadora, los peligros de los viajes, la dispersión de los indígenas y el general desconocimiento de los idiomas; las inestables relaciones con los indios alzados y pacificados en 1641; los cataclismos naturales. En 1646 convoca el sínodo, pero no lo celebra, a causa del terremoto de 1647. El prelado se ocupa de la reconstrucción, en especial de la catedral, y el día de San José de 1650 se vuelve a celebrar en ella. Fray Gaspar “''fue un modelo  de obispo: celoso evangelizador, cuidadoso en su deberes; sobrio, pobre y humilde, fue el prototipo del pastor entregado''”<ref>Silva, 260</ref>y contribuye a la producción de “''las grandes obras misionológicas''”<ref>Leturia, I, 23</ref>.  
 
Villarroel visita dos veces su obispado,  conociendo directamente los problemas que narra, además que en su Gobierno, en las cartas al rey Felipe IV y al gobernador de Chile<ref>Colección, Lizana, 180-218</ref>, de las cuales se desprenden: la penosa condición de la diócesis; la carencia del clero y su general pobreza; la difícil labor evangelizadora, los peligros de los viajes, la dispersión de los indígenas y el general desconocimiento de los idiomas; las inestables relaciones con los indios alzados y pacificados en 1641; los cataclismos naturales. En 1646 convoca el sínodo, pero no lo celebra, a causa del terremoto de 1647. El prelado se ocupa de la reconstrucción, en especial de la catedral, y el día de San José de 1650 se vuelve a celebrar en ella. Fray Gaspar “''fue un modelo  de obispo: celoso evangelizador, cuidadoso en su deberes; sobrio, pobre y humilde, fue el prototipo del pastor entregado''”<ref>Silva, 260</ref>y contribuye a la producción de “''las grandes obras misionológicas''”<ref>Leturia, I, 23</ref>.  

Revisión del 16:41 22 may 2014

(Quito, 1590; Charcas, 1665) Religioso, Obispo.

Nacido en Quito, probablemente en 1590[1], pertenece a la generación criolla de América, siendo su padre, Gaspar, natural de Guatemala y la madre, Ana Ordóñez, natural de Barquisimeto. En Lima recibe la Confirmación de manos de Toribio de Mogrovejo y en 1607 ingresa a la Orden de los Ermitaños de San Agustín; hace su profesión religiosa en 1608, y sucesivamente es ordenado sacerdote. En 1620 es doctor en teología por la Universidad de San Marcos y enseña en la misma universidad. En su Orden es Definidor provincial, Vicario provincial y Prior de Cuzco, y viaja a España, pasando por Buenos Aires, Lisboa, y Sevilla hasta Madrid (1630-1638).


Ingenio despierto, el pulpito parecía que sería su carrera, donde dio pruebas de su verbo fácil, claro y suntuoso, aun en la misma corte ante Felipe IV[2], que en 1637 lo presenta al papa Urbano VIII para la sede de Santiago. Elegido en el consistorio del 20 de abril de 1637, en 1638 es consagrado en Lima y llega a Santiago en marzo de 1652. En su obra más famosa confiesa que “A mí me hicieron Obispo por Predicador, y sé del arte lo que basta, para apacentar mis ovejas[3]. Sucesivamente es trasladado a Arequipa (11 de diciembre de 1651) y promovido como arzobispo de Charcas el 27 de enero de 1659.

Se destaca en Villarroel “el autentico doctrinario del tiempo de los Austrias: suma fidelidad a la religión y sumo acatamiento al trono[4], y también se sostiene que la “historia de la Iglesia hispanoamericana [...] no registra otra figura en que resplandezcan con más brillo la bondad humana y el verdadero espíritu del cristianismo[5]virtudes todas que se conjugan con su ser “criollo no sólo por el lugar de nacimiento sino también por la sangre [y por] su hondo sentimiento americanista de que estaba lleno[6].

Villarroel visita dos veces su obispado, conociendo directamente los problemas que narra, además que en su Gobierno, en las cartas al rey Felipe IV y al gobernador de Chile[7], de las cuales se desprenden: la penosa condición de la diócesis; la carencia del clero y su general pobreza; la difícil labor evangelizadora, los peligros de los viajes, la dispersión de los indígenas y el general desconocimiento de los idiomas; las inestables relaciones con los indios alzados y pacificados en 1641; los cataclismos naturales. En 1646 convoca el sínodo, pero no lo celebra, a causa del terremoto de 1647. El prelado se ocupa de la reconstrucción, en especial de la catedral, y el día de San José de 1650 se vuelve a celebrar en ella. Fray Gaspar “fue un modelo de obispo: celoso evangelizador, cuidadoso en su deberes; sobrio, pobre y humilde, fue el prototipo del pastor entregado[8]y contribuye a la producción de “las grandes obras misionológicas[9].


La pasión apostólica por la salvación de las almas y el aprecio por la formación cultural son dimensiones fundamentales de su episcopado. Desde Mendoza escribe: “He visitado este obispado y confirmado siete mil personas... He pasado la Cordillera o Sierra Nevada, provincia de Cuyo, donde en 16 años no se vio Obispo. Ando a caza de almas” (26 de marzo de 1642). Desde Santiago comunica que “Yo por mi persona, juntando lo último de mi edad con la primera edad, sabiendo que mi silla es cáthedra, leo a mi clero la Theología Moral, por aquellas palabras de San Ambrosio: primus discendi ardor nobilitas et magistri. Tanta demostración ha sido menester para vencer en los eclesiásticos la dificultad con que se entra en los trabajos del estudio sin la esperanza del premio” (2 de noviembre de 1641). Villarroel escribe que “sólo el estudio es el alivio de mi trabajo” (2 de mayo de 1653) y mientras se debate sobre las relaciones y competencias entre la Santa Sede y la Corona española con respecto a América, Villarroel compone su Gobierno Eclesiástico (1656-1657), donde dice ser el “primer Obispo que sin pasión ha querido poner en paz los Prelados y los Ministros” (Santiago, 2 de mayo de 1653).


OBRAS (citadas en Silva, L. Episcopologio, 270-271)

1. Primera Parte de los comentarios y dificultades y discursos literales sobre los Evangelios de la Cuaresma, Lisboa 1631.

2. Sermón de la Canonización del Glorioso S. Ignacio de Loyola, Lisboa 1631.

3. Segunda Parte de los comentarios, dificultades y discursos literales y místicos sobre los Evangelios de la Cuaresma, Madrid 1632.

4. Semana Santa. Tratados de los comentarios y dificultadas y discursos literales y místicos sobre los Evangelios de la Cuaresma, Sevilla 1634.

5. Sermón en la fiesta que celebro la Religión de Nuestro Patrono San Agustín en el Convento de San Felipe a los desagravios del Smo. S. del Altar por los desacatos que le hicieron en el saco de Tirlimón, Madrid 1635.

6. Judices Commentariis literalibus cum moralibus aphorismis ilustrati, Madrid 1636.

7. Gobierno Eclesiástico Pacifico y Unión de los Dos Cuchillos Pontificio y Regio, Madrid 1656.

8. Primera parte de las Historias Sagradas y Eclesiásticas Morales, con quince misterios de nuestra fe, de que se labran 15 coronas a la Virgen Santísima Señora Nuestra, Madrid 1660.

9. Segunda Parte de las Historias Sagradas y Eclesiásticas Morales, Madrid 1660.

10. Primera Parte de los comentarios, dificultades y discursos literales, morales y místicos, sobre los Evangelios de los Domingos de Adviento y de todo el ano, Madrid 1661.

11. Segunda parte de los comentarios, dificultades y discursos literales y místicos sobre los Evangelios de la Cuaresma, Madrid 1662.

12. Primera y Segunda Parte y Semana Santa de los comentarios, dificultades y discursos literales y místicos sobre los Evangelios de la Cuaresma y Semana Santa, Madrid 1663.

13. Relación del terremoto que asolo la ciudad de Santiago de Chile en las ruinas del Perú. La Sociedad, 1863.

14. Sermón de Nuestro Patrono San Agustín (R. Briceño, Repertorio).

15. Cuestiones Quodlibéticas escolásticas y positivas (citado en J. T. Medina, Ensayo de Bibliografía).

16. Historias Sagradas y Eclesiásticas Morales, Madrid 1660.

17. Preces Diurnae et nocturnae (citado en R. Briceño, Repertorio).

18. Catorce cartas al Rey y diez R.C. del Rey al Obispo (publicadas por E. Lizana M.)



Notas y referencias

  1. Vargas, 7
  2. Egaña, 241
  3. Gobierno, I, cuest. 1, art. 13, n. 75, 170-171
  4. Egaña, 242
  5. Encina, III, 401
  6. Vargas, 3
  7. Colección, Lizana, 180-218
  8. Silva, 260
  9. Leturia, I, 23

BIBLIOGRAFÍA

LIZANA, E. Cartas de los Obispos al Rey. 1564-1814, I , Santiago 1919

EGAÑA A, DE, Historia de la Iglesia en América española. Desde el Descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX. Hemisferio Sur, Madrid 1966

ENCINA, A. Historia de Chile, III, Santiago 1952

LETURIA, P. de. Relaciones entre la Santa Sede e Hispanoamérica. 1493-1835, I-III, Roma-Caracas 1959-1960;

SILVA, C. Historia Eclesiástica de Chile, Santiago 1925;

SILVA, L. El “Gobierno Eclesiástico Pacifico y Unión de los Dos Cuchillos, Pontificio y Regio”, de fray Gaspar de Villarroel, en Anuario de Historia de la Iglesia en Chile, 3 (1985) Mismo, Gaspar de Villarroel, en Episcopologio Chileno. 1561-1815.

VARGAS, R. Tres figuras serenas del episcopado americano, Lima 1966.


MARIO L. GRIGNANI