VAN UFFELDRE DE SANTO TOMÁS, Fray Adrián

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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VAN UFFELDRE DE SANTO TOMÁS, Fray Adrián (Flandes, 1598?; Panamá, 1651) Fraile Dominico

El aporte de Fray Adrián Van Uffeldre de Santo Tomás en Panamá, se escribe en un contexto de fidelidad al evangelio, de defensa a los derechos de los indígenas y su aporte etnohistórico haciendo de él, mayor defensor de los indígenas en Panamá. De origen flamenco, nace aproximadamente en 1598. A los 14 años ingresó a los dominicos, en el Convento del Rosario en la ciudad de Lima, Virreinato del Perú. Ordenado sacerdote en Europa a los 24 años, vuelve a América 1622, y llega a la ciudad de Panamá con destino a Lima. Por necesidades pastorales le solicitan sirva en las reducciones del Valle del Guaymí (provincias de Veraguas y Chiriquí), y en 1637 es trasladado a la provincia del Darién. En 1651, después de 29 años de una gran labor apostólica, y con 53 años, muere en el convento de la vieja ciudad de Panamá.

Las misiones del Guaymí

A su llegada Panamá, las violaciones a las leyes de indias eran constantes, el rey estaba lejos, y estas tierras se encontraban en manos de muchos gobernantes que hacían caso omiso a las legislaciones vigentes.

En 1615, se da el levantamiento de los indígenas en el Valle del Guaymí, por la actitud del gobernador López de Sequeira que intenta repartir a los indígenas en encomiendas. Para enfrentar el levantamiento, el gobernador organiza una acción militar argumentando que se han alzados entre seis a siete mil indígenas y es necesario reducirlos y detener el caos. Como respuesta a la campaña militar, Fr. Valderas, denuncia ante el Rey al gobernador. El religioso entre otras cosas argumenta: que la acción militar contra los indígenas, viola las leyes de Indias de 1542. La respuesta no se hizo esperar, y el religioso logra detener la campaña del gobernador.

En esta espera para viajar a Perú, lo contacta gobernador de Veraguas, Lorenzo del Salto, quien le solicita apoyar la misión del Guaymí. Él, acepta y se inicia una nueva etapa en la cristianización del Valle del Guaymí. Transcurrido un tiempo, surgen conflictos entre el gobernador Lorenzo Del Salto y el religioso, por la fundación del pueblo de San Lorenzo de los Reyes. El gobernador quería que el nuevo pueblo esté bajo encomienda, y según las nuevas normas, el pueblo debe estar libre de encomienda. Viendo la resistencia, Del Salto no sigue insistiendo, pero para 1625, con el traslado de San Lorenzo, el gobernador rechaza el lugar donde querían construir el pueblo e impone a los indígenas el lugar, que beneficia a un amigo suyo, pero es desventajoso para los nativos. Conocedor del problema, Fr. Adrián, hace que los naturales acepten el lugar, pero escribe una carta detallando la situación al Presidente de la Audiencia en Panamá.

La respuesta es inmediata; se autoriza a los indígenas a poblarse donde ellos quieran. La reacción del gobernador fue no tener actividad comercial con dicho pueblo, ocasionando la falta alimento. Todo pueblo recién fundado, era apoyado por el gobernador hasta lograr ser autosuficiente. En medio de este conflicto, en 1623, el gobernador Lorenzo Del Salto, reconociendo la labor del religioso, envía una carta el primero de mayo, solicita a su Majestad el reconocimiento de los méritos ganados por Fr. Adrián en su labor misionera. Este reconocimiento era el otorgarle el estipendio que a los otros curas de esta provincia se les daba de la caja real. Escribe el gobernador:

...“…tan justamente lo merecen por un trabajo y en especial Fray Adrián de Santo Tomás a quien en conciencia debe V. Majestad hacer mucha merced Por lo que ha trabajado y trabaja en la dicha reducción según consta de los autos… si no fuera por esto, las reducciones de los indios se traducirían en un gran gasto para la corona; y con el trabajo de los frailes, no se tiene que gastar en campañas militares”

La Iglesia detiene la violencia y la muerte de nativos y españoles; pero la expansión colonial no se detiene. Entre 1625 y 1626 cambian al gobernador Lorenzo Del Salto y lo reemplaza Don Juan Cortéz de Monrroy. Es con él que Fray Adrián, logra fundar el pueblo de San Lorenzo de los Reyes, con todo lo que estaba estipulado en las leyes de indias.


La educación y la formación: Para Fr. Adrián, la educación adquiere tal importancia que lo lleva a crear, un colegio que llenará dos funciones. Enseñarles a leer y escribir a los indígenas por una parte, y por otra, una formación cristiana donde ellos sean los encargados de catequizar y animar las incipientes comunidades de la época. Con la nueva situación, el saber leer y escribir era importante, ya que les permitiría a los indígenas estar en mejor posición para enfrentarse a la no aplicación de las leyes de India. El testigo Antonio Sardin dice: “…dicho Señor Gobernador vio que allí el dicho padre llamaba a los dichos muchachos y sacando ellos cartillas que traían hechas de mano del susodicho iban deletreando en ellas, conociendo las letras de la misma de forma que van aprendiendo los niños en la escuela que para ser gente nueva mostraban en esto el cuidado que se avía tenido en su enseñanza…”

Fray Adrián, quiere un desarrollo integral de la persona. Se puede decir, que esta fue la primera escuela fundada en áreas indígenas. Él les dota de nuevos instrumentos para enfrentar la novedosa realidad en la que viven, porque no sólo las armas eran parte de ella, sino también, el conocimiento tenía un lugar preponderante.


Las misiones del Darién Después de la labor realizada por Fray Adrián en las misiones del Guaymí, es trasladado en 1637, a la Provincia de Santo Domingo del Darién, por orden del gobernador Enrique Enríquez; para que con Julián Carrisolio de Alfaraz, logren la reducción de los “indios darienes” que no han podido ser reducidos. El día 7 de agosto de 1637, el Gobernador expide el siguiente comunicado: “…por cuanto confiado del celo dato del Padre Presentado fray Adrián de Santo Thomas predicador general de la orden de Predicadores y reductor de la Provincia del Guaymí le tengo dadas mis instrucciones para que en compañía del dicho Julian Carrisolio vaya a la dicha reducción a la Provincia del Darién le mando que son su parecer haga y ordene todo lo que conviniere pues quedo cierto que confiriendo las materias resolverán lo más acertado…”

Es así que el religioso y Julián Carrisolio, inician la labor de reducir y cristianizar el Darién. El 9 de febrero se reunieron los indígenas de las quebradas de Capetín, Mirasate, Cupe, Yabi, Pueru, Toroque, Tuquesa y Anexa, Guir loquia, Tupissa, Puereu y Tese. En total unas 300 personas más o menos. Les hablan de lo importe de aceptar la fe católica y las ventajas de vivir política y cristianamente en un poblado. Después de la explicación, se les pide a los indígenas que se pronuncien libremente en relación a la propuesta. La cita que se transcribe, deja ver la postura de los darienes y misioneros:

“… y que libremente cada uno, dijese su parecer ahora que estaban en sus tierras y nosotros solos, y sin armas para que en todo tiempo contasen que ellos de su voluntad propia y sin violencia ninguna, querían ser cristianos y ser vasallos de su Majestad…”

Los darienes aceptan y con ella se inicia una relación de confianza ellos, Fray Adrián y Carrisolio. El trabajo del religioso dominico será muy conocido y para el año 1642, el 2 de enero, recibe una carta del Maestro General de la Orden de Predicadores, Fray Nicolás Rodussius, en la que reconoce su labor y le anima a continuar su obra evangelizadora. El 24 de noviembre del mismo año, como respuesta a la solicitud que él había hecho, la Sagrada Congregación de Propaganda Fide le otorga el título de “Misionero Apostólico”. En 1650, enfermo, Fray Adrián es sacado del Darién y llega al convento de los Dominicos en ciudad de Panamá. Al año siguiente, 1651, según datos del padre Alberto Ariza, O.P., muere en esta ciudad los 53 años. La muerte de Fray Adrián trajo consternación en la ciudad y a los indígenas del Darién:

“… Faltando su principal defensor ante el Gobierno, se seguirían las temidas arbitrariedades. Efectivamente, so pretexto de amparar a los misioneros, la Audiencia de Panamá instaló un puesto militar en uno de los pasos estratégicos de la entrada al Darién. Inmediatamente las tribus se sublevaron, ensañándose principalmente en los misioneros capuchinos, y destruyendo gran parte de las obras logradas con tanto trabajo en tantos años. Gracias a la influencia de los dominicos, se logró que los desastres no fueran mayores…”

La acción profética de la Iglesia en América indígena, vuelve a hacerse presente en la voz y las acciones de Fray Adrián, en el istmo de Panamá.