Diferencia entre revisiones de «SEÑOR DE LOS MILAGROS; Devoción en Perú»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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'''JOSÉ ANTONIO BENITO RODRÍGUEZ'''
 
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Revisión actual del 05:54 16 nov 2018

DEVOCIÓN MULTISECULAR MESTIZA GLOBALIZADA

Conviene destacar que ya en la génesis del acontecimiento del Señor de los Milagros, los protagonistas no son peruanos sino extranjeros. El primero, parece que de nombre Benito y apellido Angola por su procedencia, era africano y pintó la imagen del Señor de los Milagros alrededor del año 1650, a pedido de sus hermanos de una cofradía del barrio de Pachacamilla, en la ciudad de Lima. Otro protagonista singular lo constituye Sebastián de Antuñano, el «vizcaíno español», como reza en la lápida del santuario.

En 1684, Antuñano se había dirigido a la ermita del Señor de los Milagros y, mientras contemplaba la santa efigie, había sentido una voz interior que le susurraba claramente: “Sebastián, ven a hacerme compañía y a cuidar del esplendor de mi culto”. Puesto de rodillas ante la imagen, le había ofrecido un servicio incondicional hasta la muerte. Terminadas las obras, un violento terremoto asoló la ciudad de Lima, Callao y las localidades vecinas, sembrándolos de muerte y ruinas, en la madrugada del 20 de octubre de 1687. Por la tarde de aquel día, Sebastián de Antuñano tuvo la idea de sacar en procesión un lienzo que era copia del Cristo del mural. Fue así que se inició la primera procesión de las tradicionales procesiones de octubre del Señor de los Milagros del convento de las Nazarenas, en el corazón de Lima.

En su primer recorrido llegó hasta la Plaza Mayor y al Cabildo limeño, donde recibió muestras de fervor por parte de los fieles y vecinos de ambos lugares. Aquella replica es la misma que hoy en día sigue acompañando en los meses de octubre en su recorrido por la gran Lima. Gracias a un documento de 12 de octubre de 1700, conocemos la compra efectuada por Antuñano en 1699 al Maestre de Campo don Diego Manrique de Lara del “sitio que llaman «del Santo Cristo de los Milagros», que es una cuadra en cuadro y otra cuadra en cuadro de diferentes personas y en ella está incluso un pedazo que compré al convento de Santo Domingo y asimismo está incluso otro solar que es sobre el que estaba el muladar grande de Pachacamilla” en 1688”.[1]

La tercera protagonista fue una mujer ecuatoriana, Antonia Lucía de Maldonado o del Espíritu Santo, nacida un 12 de diciembre de 1646 en Guayaquil y, quien, muerto su padre, se había instalado con su madre en el puerto del Callao. Se casó aquí con Alonso Quintanilla, pero, después de algunos años de matrimonio vivido en castidad, conscientes de que el Señor les había destinado para una vocación especial, convinieron en separarse. Él entró en los franciscanos y ella fundó un beaterio (recogimiento de mujeres) que denominó Colegio de Nazarenas; beaterio que fracasó por exigencias excesivas de los donantes. Antonia de Maldonado también decidió entregarse al culto del Cristo y fundó el Beaterio, y posteriormente Monasterio, de las Nazarenas, adscrito al santo Cristo, a comienzos del Siglo XVIII.

Antonia empezó su obra en el Perú con la creación de un beaterio en el Callao. Posteriormente, se trasladó a Lima para perfeccionar su trabajo. Todo parecía caminar bien cuando surgió el primer obstáculo: la institución necesitaba una autorización real para poder funcionar. Antes de lograrlo, murió la Madre Antonia Lucía. El Beaterio designó por superiora a la Madre Josefa de la Providencia, que, a los dieciocho años de muerta la Venerable, logró transformar el Beaterio en convento, cuando en febrero de 1720 el Rey de España, Felipe V, dio licencia para la fundación del Monasterio de las Nazarenas. Por parte de la Santa Sede, la aprobación fue dada por la Bula del Papa Benedicto XIII, el 27 de agosto de 1727: observarían las Constituciones de las Carmelitas Descalzas y vivirían -como era deseo de la Madre Antonia Lucía del Espíritu Santo - como nazarenas.

Los tres protagonistas más importantes son extranjeros, ninguno peruano, pero sin embargo están plenamente identificados con Perú, al punto que todos mueren en Perú. De hecho Lima y Perú convertirán al Señor de los Milagros en su patrono. Esta incipiente globalización y gradual mestizaje, a través de las instituciones, se refleja con toda claridad en los símbolos de su insignia principal: el escudo nazareno creado en 1980.

Coronados por la cruz nazarena se dividen en cuatro campos: a) la figura del esclavo Angola pintando al Señor, b) el escudo de la ciudad de Lima, c) la figura del roble, símbolo de Vizcaya (España), el lugar de origen de Sebastián de Antuñano, y d) la fachada de la Iglesia de las nazarenas; en el vértice inferior una cinta roja, con el emblema, lema y año de fundación de la Hermandad; y sobre el fondo, el hábito morado con el cordón blanco (vestimenta tradicional nazarena). Hallamos entonces una representación de los actores centrales de esta historia: los afrodescendientes, la autoridad civil local, los devotos (encarnados en la figura del español Antuñano), la orden de religiosas Carmelitas Descalzas Nazarenas, y por supuesto la Hermandad.[2]

“Lo esencial es invisible para los ojos”

“Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos”. Las palabras escritas por Antoine de Saint-Exupéry en «El Principito» cuadran muy bien para el patrimonio inmaterial, y específicamente para una devoción que se expresa multitudinariamente en la procesión del Señor de los Milagros, en la ciudad de Lima.

En torno a la procesión del Señor de los Milagros de Nazarenas, en Lima brotan múltiples realidades culturales (Hermandad, Monasterio de Nazarenas, Liturgia, Devotos, Autoridades civiles y eclesiásticas, Comerciantes, Prensa…) que la convierten en una vivencia espiritual compartida por cientos de miles de peruanos, tanto en Lima como fuera de la metrópoli. En un país tan social, cultural, económica y étnicamente diverso, “el Señor de los Milagros asume un rol integrador que no es ni transitorio ni meramente simbólico”.

Frente al avance de la tecnología globalizada y de la modernidad en la cultura contemporánea, el acontecimiento del Señor de los Milagros está logrando humanizar, personalizar, revitalizar aquellos lugares del mundo donde la modernidad tiende a deshumanizar y despersonalizar a la sociedad. No sólo porque la migración internacional ha trasladado este culto por casi todo el mundo (EEUU, Europa, Asia), sino porque aprovecha eficazmente la tecnología de la comunicación mundializada para difundir su impacto religioso.[3]

Del Perú se ha dicho que es un camino permanente por el que han peregrinado sus gentes a lo largo de su historia milenaria. El motor de este caminar es el fervor religioso, alma del cuerpo social peruano y estimulante de sentimientos, actitudes, gestos. La meta, generalmente, eran y son los santuarios religiosos. En ellos se da una constante invitación a la alegría (cf. Rm 15, 13), a la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5, 5).

En un santuario –según la tradición católica-, el pueblo de Dios aprende a ser la «Iglesia de la alegría»; quien ha entrado en el misterio del santuario sabe que Dios ya está actuando en esta historia humana; que, a pesar de las tinieblas del tiempo presente, desde ahora raya el alba del tiempo que ha de venir; que el Reino de Dios está ya presente y, por esto, nuestro corazón puede llenarse de alegría, de confianza y de esperanza, pese al dolor, la muerte, las lágrimas y la sangre que cubren la faz de la tierra. El Salmo 122, uno de los que cantaban los peregrinos en camino hacia el templo, dice: «¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor!». Se puede comprobar en los numerosos santuarios peruanos y, en especial, en el Santuario del Señor de los Milagros de Nazarenas de Lima, objeto de nuestro análisis.

La «devoción» en el caso del Señor de los Milagros de Lima es una forma de fe-confianza, por la que se establece una relación profunda entre el Señor de los Milagros y la persona, el «devoto». Él sabe que puede contar con el Señor y que nunca se verá defraudado. La devoción, que puede nacer por tradición familiar, se convierte paulatinamente en una relación cada vez más personal, alimentada por los milagros del Señor y expresada por el devoto con términos de intenso y profundo cariño.

Uno de los momentos más tiernos se da al «velar»; efectivamente, el devoto deja la «vela» encendida para simbolizar que deja su corazón delante del Señor, que no lo olvida. Pero el rasgo más entrañable de este amor del limeño o la limeña al Señor de los Milagros es la presentación de los niños ante la imagen; lo que desea un padre o una madre al presentar a su hijo, es que ese niño sea siempre un devoto del Señor de los Milagros.

Resultan conmovedoras también las distintas formas que el devoto adopta para conectar con el Señor en personalizada oración: mirar el icono y dejarse mirar por él, cargar el anda, colocar flores, orar, cantar, participar en los sacramentos (confesión y comunión), caminar (casi siempre en compañía), ofrecer un sacrificio, llevar el hábito, dar una limosna, recibir la bendición. El rico patrimonio inmaterial vivo se concreta en las crónicas elaboradas, poemas, himnos, canciones, oraciones.[4]


Reconocimiento oficial como «Patrimonio Cultural» de la Nación


Hay dos declaraciones oficiales estatales importantes sobre el Señor de los Milagros. La primera del año 2005, la Resolución Directoral Nacional Nº 1454/INC del Instituto Nacional de Cultura, y su declaración de la «Festividad del Señor de los Milagros» como Patrimonio Cultural de la Nación. La segunda, el Proyecto de Ley Nº 4022/2009-PE, convertido en Ley Nº 29602, por la que sedeclara al Señor de los Milagros como «Patrono del Perú», “símbolo de religiosidad y sentimiento popular” del Perú.

Por su parte la UNESCO, en la 32ª reunión celebrada en París en 2003, da la pauta para entender el significado de una devoción religiosa como ésta en el al ámbito de la cultura cristiana: “Se entiende por «patrimonio cultural inmaterial» [PCI] los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana. A los efectos de la presente Convención, se tendrá en cuenta únicamente el patrimonio cultural inmaterial que sea compatible con los instrumentos internacionales de derechos humanos existentes y con los imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible”.

El patrimonio cultural inmaterial del Perú lo componen las manifestaciones culturales como el folclore, el arte popular, las tradiciones orales, la gastronomía, las ceremonias, las costumbres mágico-religiosas, las leyendas, las fiestas populares, la medicina tradicional, los saberes, las formas de organización social, el manejo de tecnologías, y las lenguas que surgen o se enmarcan dentro de la República del Perú. Una característica del patrimonio cultural inmaterial es que se transmite de generación en generación y es recreado constantemente por las comunidades que lo practican.

Este patrimonio infunde un sentimiento de identidad y continuidad que contribuye a promover el respeto de la diversidad cultural y creatividad humana. La Ley General de Patrimonio Cultural de la Nación (Ley Nº 28296) establece los alcances del patrimonio cultural inmaterial: “Integran el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación las creaciones de una comunidad cultural fundadas en las tradiciones, expresadas por individuos de manera unitaria o grupal, y que reconocidamente responden a las expectativas de la comunidad, como expresión de identidad cultural y social, además de los valores transmitidos oralmente, tales como los idiomas, lenguas y dialectos autóctonos, el saber y el conocimiento tradicional, ya sean artísticos, gastronómicos, medicinales, tecnológicos, folclóricos o religiosos, los conocimientos colectivos de los pueblos y otras expresiones o manifestaciones culturales que en conjunto conforman nuestra diversidad cultural”.[5]

Se ha dado incluso una Sentencia por parte del Tribunal Constitucional del Perú, (19 de marzo de 2013) confirmando las declaratorias frente al requerimiento de inconstitucionalidad interpuesto por don Lucero Robert Tailor Moreno Cabanillas contra la resolución expedida por la Primera Sala Especializada en lo Civil de la Corte Superior de Justicia de La Libertad, de fojas 43, su fecha 6 de abril de 2011.

En uno de los acápites llega a resolver: “Este Tribunal ha tenido también oportunidad de referirse a la devoción al Señor de los Milagros, destacando que «congrega anualmente multitudinarias procesiones por las calles de distintas ciudades del Perú, e incluso en otros países por iniciativa de peruanos presentes en ellos» (STC 06111-2009-PA/TC, fundamento 40). Por todo ello, a juicio de este Tribunal, la secular tradición del Señor de los Milagros constituye actualmente una expresión cultural, que se encuentra enraizada en la sociedad peruana”.[6]

Nada tan sintético para valorar la «devoción al Señor de los Milagros», bien fundamental del rico patrimonio inmaterial del Perú, como la Exposición de Motivos del Proyecto de Ley Nº 4022/2009-PE, convertido en la Ley Nº 29602. Precisamente, la mencionada Resolución Directoral Nacional Nº 1454/INC del Instituto Nacional de Cultura, sustentó la declaración de la «Festividad del Señor de los Milagros» como Patrimonio Cultural de la Nación, en los siguientes argumentos:

“A lo largo de más de trescientos años se ha venido desarrollando un culto que reúne distintos elementos que son expresiones de una fe y religiosidad popular y que a partir de este culto, al «Señor de los Milagros», se ha ido creando una festividad que tiene como centro la procesión, acto religioso que es actualmente casi un peregrinaje y una de las manifestaciones religiosas más importantes en América Latina y, en su género, una de las expresiones de multitudes más importante del mundo.

Alrededor de la fiesta religiosa católica, la fiesta popular se expresa en la música de claras raíces negras y mestizo-criollas, en el consumo de productos gastronómicos característicos y otras especialidades, como la cerería y la imaginería, que se agregan a la manifestación de misticismo religioso. Igualmente, como en otras ferias y festividades que ligan lo religioso y lo festivo popular, las corridas de toros de la «Feria del Señor de los Milagros» o la «Feria de Octubre» se han venido haciendo parte de la tradición.

Por estas características la Festividad del Señor de los Milagros, a través de un muy largo proceso, expresa la integración de diversas tradiciones culturales (afro-peruana, andina e hispano-criolla), en torno a la veneración de la imagen del «Cristo morado» y en torno a una fiesta popular que se ha convertido en parte de la tradicionalidad en el país. Se trata de una manifestación cultural de religiosidad y fiesta que tiene significados muy importantes en el imaginario y la vida de grandes sectores de la población dentro del espacio urbano, popular y criollo principalmente limeño; por lo que constituye parte de nuestro Patrimonio Cultural y como tal debe ser declarado”.


La organización de la procesión y su «interioridad»

Cuando uno contempla por vez primera la procesión, sobre todo en lugares multitudinarios como la Avenida Tacna, da la impresión de caos y desorganización. Sin embargo, en octubre Lima cambia de rostro, y se organiza para facilitar el evento esperado y preparado a lo largo del año; lo que normalmente es una preocupación angustiante se torna en algo secundario: se libera un espacio físico y mental donde el centro de las cosas será ocupado por el Señor, para visitarlo, para ir a su encuentro y hacerse encontrar por Él.[7]


Incluso, el tráfico se convierte en un caos pasajero, destinado a ser superado lo mejor posible: las calles de Lima son ahora el espacio de la representación de esta «dramaturgia sacra» en la que todos tienen su rol, desde los carteristas hasta los confesores y las carmelitas nazarenas, por citar los extremos, y un largo etcétera entre los que hay que citar: la banda de músicos, los cireros, los mistureros, la Policía nacional la cuadrillas de hermanos cargadores, las sahumadoras, las cantoras, los penitentes, los devotos, los curiosos, los vendedores ambulantes…

De todos ellos, tienen rol protagónico los cargadores, elegidos ente los miembros de la Hermandad, a quienes toman la prueba física y los distribuyen correctamente en el lugar del anda, de acuerdo con el tiempo de pertenencia a la Hermandad, la talla que debe ser pareja a la del lado opuesto del anda, y la habilidad necesaria para llevarla. Para poder pertenecer a la Hermandad se necesita que haya vacantes.

Los integrantes son cargadores hasta los 75 años. Al llegar a este límite de edad, el Hermano cargador, si desea continuar, debe pasar el examen médico de levantamiento de peso, concediéndosele el privilegio de continuar por un período de dos años. Para pertenecer a la Hermandad es necesario pagar una licencia de 150 soles al año, amortizable en cuatro cuotas. El capataz dirige la cuadrilla de acuerdo siempre con las instrucciones del directorio. Las 20 cuadrillas se reúnen todos los meses. El máximo representante es el mayordomo general.

El Directorio está conformado por los siguientes cargos: capataz, sub-capataz, secretario, tesorero, fiscal, sub-fiscal, protesorero. Ellos mismos solventan los gastos de funcionamiento del Directorio. Los socios honorarios organizan diversos tipos de actividades para recaudar fondos. Todos los domingos sirven hasta 700 personas en el Restaurante Rodolfo. Los cargadores integrantes de una cuadrilla tienen diferentes funciones: los esquineros llevan ritmo y dirección de las andas; los templadores («burros») cargan el peso mayor y mantienen el equilibrio del anda; y los auxiliares. En total son 36 los que cargan el anda.

Cada cuadrilla tiene doscientos hombres y divididos en cinco sectores, cada uno de los cuales carga el anda por un recorrido de unos 50 metros cada uno. Una vez jubilado de la Hermandad, el Hermano cargado obtiene ciertos beneficios familiares. Si está al día en los pagos y fallece, su familia recibe ayuda para solventar los gastos de entierro hasta un monto de 5.000 soles. En este caso, los integrantes de la Hermandad hacen «somería», que significa ir al cementerio y hacer celebrar una misa con la participación de algunos miembros de las cuadrillas y el grupo de las cantoras. Se forma comisión de 20 personas que se acercan a la tumba, le ponen flores y suelen dedicar un discurso a la memoria de la persona fallecida.


Cronistas de la procesión

Son numerosos los textos periodísticos que cada año narran toda o alguna de las secuencias de la maratoniana procesión. Al respecto, es muy ilustrativa la descripción que se dio en 1914 en la revista «Variedades» (24 de octubre):

“En este año ha sido excepcional materialmente la concurrencia de devotos a la clásica procesión del Señor de los Milagros. Una de las pocas cosas que restan del Lima antiguo es esta procesión de las capas moradas y los sahumadores de plata. Días de turrones, de cordones blancos, de pequeñuelos vestidos con el hábito nazareno, los de la procesión de los Milagros reviven la prestigiosa leyenda de una Lima de mejores días.

En los balcones se dejan ver viejos brocados, asoman los azafates pintorescos de antaño luciendo pintorescas y floridas ofrendas, y en la mística romería las devotas cantan viejos responsos alzando aguda y clamorosamente la voz; y entre los que siguen la romería mística apuntan rostros extraños, figuras vestidas con la jerga tradicional de las mortajas, morenas que llevan el pie desnudo por amor fervoroso al Señor que salva del mal, que cura la enfermedad, y que devuelve a la vida a los moribundos.

Los hermanos salieron en esta ocasión orgullosos de su procesión, pocas veces vióse mayor y más respetuosa concurrencia; en algunas calles el gentío era asfixiante y, para quienes vieron el cortejo sin prejuicios, no dejó de ser imponente el paso inacabable de la muchedumbre rezadora que entonaba cánticos, elevaba clamorosamente la voz al cielo pidiendo misericordia. A pesar de las moratorias no fueron pocos los clásicos y labrados sahumadores, las pavitas afiligranadas, las ricas mantas moradas de vapor de seda, los hábitos lujosos dentro de su simplicidad severa, el aire compungido y a la vez picarón de los tradicionales zonzos limeños que siguen el cortejo.

Sea porque hay mayor cantidad de gente desocupada, sea porque la situación financiera que atravesamos mueve a las almas a confiarse más en Dios, el hecho positivo es que este año la procesión de los Milagros ha sido considerada como una de las más concurridas desde hace mucho tiempo”.

Dos textos de José Carlos Mariátegui son también elocuentes al respecto. El primero muy breve titulado «La procesión tradicional» (La Prensa, 20 octubre 1914):

“Ayer y anteayer, como todos los años, ha desfilado por las calles de Lima, de iglesia en iglesia, la procesión del Señor de los Milagros. Ha pasado imponente, pausada, rumorosa, fragante, solemne. Y su paso ha revivido en nuestro espíritu el recuerdo de tiempos lejanos, en que floreció el dulce misticismo de nuestros abuelos…

Esta procesión tradicional viste a Lima de un risueño ropaje de fiesta. Discurren por las calles gentes innumerables con hábitos morados y la ciudad se envuelve en fragantes y azulosas nubes de sahumerios. Y el color de los hábitos varía ente las más distintas y complicadas tonalidades del morado. Morado oscuro, cárdenos, rojizos, lilas. Violentamente cárdenos como ojeras que enciende el pasado, tímidamente violetas como las coronas que ponen su fúnebre nota en la cámara de los niños muertos. La hemos visto pasar meditativos. Ha desfilado delante de nosotros como una romería interminable.

Devotas aristocráticas y elegantes, sahumadores vestidas de tosco hábito, morenos sudosos, monaguillos adolescentes a quienes la solemnidad del momento pone una extraña seriedad en los semblantes, mozos alocados que corren, que alborotan y aprovechan de la fiesta como un campo propicio para sus galanterías. La imagen ha pasado lenta, cadenciosamente, alumbrada por pesados cirios. Y en su torno han subido al cielo los cánticos piadosos de los fieles y las nubes azulosas del sahumerio”.

El segundo artículo apareció con el seudónimo «El Cronista Criollo» y con el mismo título de «La Procesión Tradicional» (La Prensa, 10 abril 1917) le valió el premio de la Municipalidad de Lima. “La primavera de Lima -primavera anodina, neblinosa, gris, indefinida y cobarde- tiene dos días que resucitan súbitamente la tradición y la fe en la ciudad. En ellos la procesión del Señor de los Milagros dice la renovación y el florecimiento de la religiosidad metropolitana y hace pasar por sus calles híbridas, -virreinales y modernas- una fuerte, melancólica y pintoresca onda de emoción…

Hay en estos días una intensa resurrección del misticismo en Lima, asfixiado y sojuzgado ordinariamente por el vértigo y el olvido de la ciudad moderna. Y se parece esta resurrección a esos súbitos despertares piadosos que asaltan las almas de los hombres vueltos escépticos, fríos y cerebrales por el análisis, por la vida y por la duda”.


Poemas

Muchos poemas y cánticos han brotado de tantas vivencias como las del poeta Carlos Germán Amezaga quien pregunta en su poema «El Señor de los Milagros»:

“¿Dónde va tanta gente? Páranse los tranvías, llénanse los balcones de acicaladas tías, y pizpiretas mozas corren por las aceras; gentes enmascaradas –digo- mulatos fieros; y zambos de agresivos rostros patibularios con túnicas violetas, sogas y escapularios.

¿Dónde va tanta gente? Doblemos esta esquina en que un torrente humano bate y se arrodilla ¡Oh qué gran espectáculo! ¡Qué singular conjunto!

Para un pintor de genio ¡qué más soberbio asunto!

La procesión avanza toda luz y colores al chin-chin de la música, desparramando flores.

Y el sol de primavera con su esplendor difuso, antes que un convidado representa un intruso”.


O el de Nicomedes Santa Cruz (1925-1992), quien llevó a cabo un movimiento de reivindicación del legado folclórico de raíces afroperuanas presente en sus composiciones al Señor de los Milagros.

¡Paso a nuestro Amo y Señor andas, lienzos y candelabros!
¡Paso a nuestro Salvador, el Señor de los Milagros!
La calle es un río humano por cuyo cauce la gente
muy acompasadamente camina desde temprano.
"¡Avancen, avance hermano: no estorben al cargador!",
* grita el Capataz Mayor que las cuadrillas comanda.
"¡Paso que vienen las andas, paso a nuestro Amo y Señor!".
Por la calle se desborda aquel torrente morado;
gimen los pies maltratados, la fe permanece sorda.
La multitud que lo aborda da marco al rey de los cuadros:
caída y descalabros en aquella mar mulata
y cual velero de plata andas, lienzo y candelabros.
Sobre el lienzo de Jesús la tarde pinta una sombra.
Sobre las frentes se nombra señal de la Santa Cruz.
Bajo un cirio -santa luz- a Ti, Señor, me consagro;
y de tus perfiles magros venga a nos tu redención
que nunca negó perdón el Señor de los Milagros.


Plegaria de un niño al Señor de los Milagros
Oh Señor de los Milagros, baja y escucha mi canto
Tú que amas tanto a los niños: porque es muy débil mi voz...
oye mis tiernos cariños Oh, Señor de los Milagros:
y dame tu bendición gracias por haber venido.
Con lágrimas en los ojos, yo sé que me has atendido,
te imploro paz y perdón. Pues Tú eres mi único Dios.
Hijo de Santa María, Tú que nos amaste tanto.[8]


O un ensayista y poeta como César Toro Montalvo:[9]

“Este libro significa el elogio ferviente permanente, e interminable, que desde niño, mi madre me enseñó a seguir en la fe al Señor de los Milagros. Dejo constancia, además, que en oportunidades he recibido varios milagros que se hicieron realidad. Como escritor y hombre de letras, sobre todo, su bondad infinita me ha premiado con creces, y seguirá haciéndolo por el resto de mi vida. Obviamente, dentro de este camino, sigo siendo Hermano del Señor de los Milagros, que cada año, en octubre, como todos sus fieles, visto el hábito morado o el detente milagroso. En su homenaje vaya el tributo de este libro.

Mi editor y toda su familia, enfervorizados, sobre todo, se unen a esta cruzada que es inagotable y generosa. Es una obra de la fe cristiana referida al Cristo de las maravillas, el Cristo de Pachacamilla, a sus cofradías y hermandades, que constituyen un todo histórico del enorme bastión de la fe escrita, que los limeños, el Perú entero, de todas las razas, edades, profesiones, oficios y seres; durante cada año –de tiempo interminable- le seguimos agradeciendo, sin dilación y duda, al Cristo del Señor de los Milagros”

O un periodista como Carlos Jurado Silva «El Decimista del Pueblo»:
Mi señor crucificado danos pues tu bendición
a tus hijos maltratados que oramos con devoción
Señor, a Ti que has sufrido sangrando tu corazón,
elevando mi oración que nos bendigas te pido:
Consuela a los afligidos que de impotencia han llorado
y aunque sea grande el pecado con que te hemos ofendido atiende nuestro pedido


Mi Señor crucificado,
ahuyenta todas las guerras los odios y las venganzas
que todo sea bonanza paz y dulzura en la tierra ,
a los demonios destierra y en tinieblas encerrados
mantenlos encadenados para que jamás retornen
y así evita que trastornen
a tus hijos maltratados,
para que cesen peleas de padres de hijos y hermanos,
para vivir como humanos termina ya esta odisea,
que nuestro mundo no vea tristeza y desolación,
que no haya más destrucción,
y nunca momentos agrios, oh Señor de los Milagros, danos pues tu bendición.
Apiádate mi Señor de tanto martirio y pena,
rompe las duras cadenas que nos producen dolor.
Condúcenos, oh Creador, cambiando el llanto en canción,
mira cuando en procesión todos vamos a tu lado,
y alivia a los agobiados que oramos con devoción.[10]


Sin olvidar a los que desde fuera vienen como peregrinos:[11]

Oh Señor de los Milagros, Sol y nardo del Perú.
Hijo de la Madre Virgen que vistes morado tul
En la pared te pintó un moreno, como yo,
en Pachacamilla santa, culto de Antonio León
El Virrey Conde de Lemos jamás te pudo borrar
De las almas del incario Manco Cápac de la luz
Te ofrendamos, por tus llagas, cuando brote en la oración,
Con nuestros santos peruanos y santa Rosa hecha flor.
A los pies de tu pasión guardián la Virgen María
Con el apóstol San Juan mitigaron tu dolor
Don Sebastián Antuñano, Sor Antonia Maldonado,
Te ofrecen la preeminencia de ser esclavos, también
Míranos con ojos bellos, Divinísimo Hacedor.
Recuerda: somos pequeños, mostaza de compasión.
Por el Espíritu Santo, gozamos en el carisma
De bendecir con tus manos a los pueblos, sin la tilma
Esta sagrada novena la comenzamos, Jesús,
Por los cinco hemisferios, frutos de la Santa Cruz
son de Ana Catalina, profetisa del amor,
Estas páginas divinas del viacrucis, rojo alcor.
En Lima, es tu procesión, como el Rímac, cerca al Tacna
se desbordan los cargueros por las calles del perdón
Escríbenos, Tú, Maestro, por la Hermandad Nazarena.
En tu corazón, fiel claustro bajo el INRI salvador.


Himnos


En los himnos se condensa y concentra la identidad y la misión de una institución. En su letra y música coreadas regularmente por los grupos, especialmente en las procesiones, reviven la historia, el espíritu, la proyección de la devoción.

Himno de 1943 (Letra, P. Tarsicio Mori; música: P. David de Zurinaga):[12]

¡Señor de los Milagros! De Lima eres el Rey:
En el Perú Tú imperas, Tu amor es nuestra ley.
1 ¡Señor de los Milagros! En esa Cruz bendita,
estás, Jesús, muriendo por darme vida a mí;
corresponder yo quiero tu bondad infinita,
mi ingratitud llorando, yo quiero darme a Ti.
2. ¡Señor de los Milagros! Tú ves cómo de hinojos,
los niños, los ancianos, el hombre y la mujer,
se postran a adorarte, y el llanto de sus ojos,
te dice, Jesús mío, que tuyos quieren ser.
3. ¡Señor de los Milagros! Te damos nuestras vidas,
te damos nuestras almas y nuestro corazón.
Muriendo por nosotros, Jesús, Tú nos convidas,
a darte nuestra nada, en cambio de tu amor.
4. ¡Señor de los Milagros! Que caiga tu divina
sangre sobre mi alma, que tan impura está;
si sobre mi alma impura tu caridad se inclina,
mi alma bella y pura y santa quedará.
5. ¡Señor de los Milagros! La gracia te pedimos
De recoger tu llanto, tu sangre y tu dolor.
En nuestras pobres almas…si el crimen cometimos,
De un día traicionarte… ¡Perdónanos, Señor!
6. ¡Señor de los Milagros! Conquista todo el mundo
Con fuerza omnipotente atráelo hacia Ti
Levántalo, Rey mío, del piélago profundo
De la desgracia inmensa que el Mal encierra en sí.
7. ¡Señor de los Milagros! Concédenos la suerte
Gloriosa de adorarte con invencible fe.
Concédenos la gracia de recibir la muerte
En tu costado abierto y sepultarme en él.
8. ¡Señor de los Milagros! Tu Madre Inmaculada
La Reina de los fieles implora tu perdón
Por nos, hijos ingratos, que con la cruel lanzada,
Hemos transverberando tu amante corazón
9. ¡Señor de los Milagros! Que en la nación peruana,
arda eterna la llama divina de tu amor,
que tenga eternamente la dicha soberana,
de amarte y de servirte a Ti, su salvador.
10. ¡Señor de los Milagros! De espinas la corona
Nosotros hemos puesto en tu divina sien
Nosotros te hemos muerto… ¡Perdona, Oh Rey, perdona!
Y de tu amor concédenos el divinal Edén
11. ¡Señor de los Milagros! Reina siempre en tu Lima,
reina siempre en sus hijos y reina en la Nación.
Que tu pasión y muerte a todos nos redima,
y sea para todos eterna salvación.
12. ¡Señor de los Milagros!. Tu regio cetro extiende
En nuestra Patria amada, de uno a otro confín;
En todos los peruanos el sacro amor enciende
De luchar contra todo lo que te ofenda a Ti.

1954 Isabel Rodríguez Larraín (1903).[13]

Todo el fervor y las manifestaciones populares han sido recogidos por el himno que hoy se canta en todos los lugares:

Señor de los Milagros, a Ti venimos en procesión
tus fieles devotos a implorar tu bendición.
Faro que guía a nuestras almas la fe, esperanza, la caridad,
tu amor divino nos ilumine nos haga dignos de tu bondad.
Con paso firme de buen cristiano hagamos grande nuestro Perú
y unidos todos como una fuerza te suplicamos, nos des tu luz.

2002 Mons. José Ignacio Alemany.[14]

Su letra fue compuesta en el año 2002 con la finalidad de dar más profundidad teológica a la devoción popular. La música de este himno la compuso (15 de mayo de 2002) el padre redentorista Juan Cruz Echeverría, profesor de música de Mons. Alemany en el seminario menor. También hay música compuesta para este mismo himno por una religiosa de las hermanitas de los ancianos desamparados que vivía en Alemania.

Jesucristo, Señor de los Milagros,
Tú eres Dios verdadero y Redentor
¡Salva a Lima! ¡Protege nuestra patria!
¡Que tengamos trabajo, paz y amor!
En tu cuadro: Dios Padre nos invita
a escuchar a su Hijo muy amado.
Tú, en la cruz, del amor nos das la prueba,
y el Espíritu Santo nos es dado.
Si los hombres comienzan a quererse,
compartiendo sus bienes como hermanos,
construiremos tu Reino aquí en la tierra
con el signo más fuerte: ¡Nos amamos!
De la Nube Señora y Madre nuestra,
como vida y dulzura te aclamamos.
Esperanza de todos los mortales,
lleva al cielo a tus hijos desterrados.


Plegarias

Incontables son las oraciones recitadas de modo personal y colectivo, a diario o con motivo de novenas, en el templo o en la calle. Seleccionamos una pequeña muestra.

1917 G.I. En Perú Mundial

Gracias te doy Señor. Ante Ti, de hinojos, con la más grande emoción, pobre mi alma y lágrimas, en mis ojos sólo tiene lágrimas.

Fuiste para mí tan bueno lágrimas que te ofrezco cuando yo desesperada en acción de gracias mirando tus cinco llagas.

Recibe mis versos; pedía por el que amo; acepta mi hábito; brotó de cada una de ellas; sé el sostén del nido, un fresco bálsamo que tú has bendecido un rocío blanco y antes que me vaya que me llenó de esperanzas.

Señor quiero darte -y ante el estupor de todos- toda mi alma
Se operó el milagro y volviste a la vida anegada de lágrimas al que yo más amo.
¡Sé tú mi estandarte!

1920 Fr. Bernardino Izaguirre

Oh Jesús Crucificado, que en imagen milagrosa te manifiestas tan lleno de misericordia para esta ciudad de Lima; nosotros miembros de la Congregación destinada a promover tu culto en este sagrado recinto, postrado aquí a tus plantas, te agradecemos el beneficio de la Santa comunión que acabamos de recibir; te estrechamos con amor y gratitud en nuestros pechos, declarándote que res nuestro único tesoro. Y aunque somos ingratos pecadores ya arrepentidos d nuestra lealtad pasada, nos atrevemos a ofrecerte ¡oh buen Jesús! La comunión de esta mañana como un acto de reparación, para que uses de misericordia con nuestros hermanos, hijos tuyos desnaturalizados, que no cesan de ofenderte. Sí, misericordia, y perdón, oh Señor de los Milagros, misericordia y perdón para todo el Perú; misericordia y perdón para todos los pueblos de la tierra. No castigues, Señor, al mundo según la multitud de sus culpas.

Y, sin mérito alguno de nuestra parte, pero unidos a tu plegaria en la Cruz, nos atrevemos a decir contigo a tu divino Padre, de lo íntimo de nuestras almas: Padre Celestial, perdona a los hombres pecadores, que no saben lo que hacen. Vuelve el aprisco de tu divino Hijo a las ovejas descarriadas.

Oh Salvador misericordioso, dígnate recibir esta plegaria, que nosotros, cual hijos tuyos amorosos, te dirigimos como un acto solemne de reparación y desagravio para que no sea castigado el mundo rebelde y contumaz porque tu Padre, Dios de bondad, alargue sus misericordias y realices la con versión y santificación de las almas. Así lo esperamos por los merecimientos de tu inmolación en esa Cruz.

Nos sentimos felices de contribuir de este modo al bien de nuestros hermanos; y hacemos el propósito de reiterar aquí a tus plantas esta misma plegaria de reparación y desagravio en el próximo retiro de la Congregación. Infinitamente sea alabado.[15]

1972 Anita Fernandini De Naranjo

¡Señor de los Milagros! Oh, Cristo Redentor,
Oye esta mi plegaria que es prenda de mi amor,
Protege a nuestra patria, Oh, Cristo Redentor,
Protege a nuestra patria, Oh, Cristo Redentor,
Con Lima yo te aclamo, con Rosa del Perú,
de rodillas proclamo al Cristo Rey de la paz,
De rodillas proclamo al Cristo Rey de la paz.
¡Señor de los Milagros! Oh, Cristo Redentor,
Oye esta mi plegaria que es prenda de mi amor,
Protege a nuestra patria, Oh, Cristo Redentor,
Protege a nuestra patria, Oh, Cristo Redentor,

Antiguas estampitas que han circulado en Lima y de las que existen algunos ejemplares en el Archivo de las Carmelitas Nazarenas: Oración del alma al Señor de los Milagros:

  • Jesucristo: Hija mía, ¿por qué estas triste? ¿Qué te apena?
  • El Alma: ¡Señor! Que no puedo más. Sufro horriblemente, la cruz que llevo encima es muy pesada, me abruma y quisiera verme libre de ella. Lloro sin cesar, me angustio, busco en vano quien me consuele, y mi único desahogo es quejarme, sollozar y dar rienda suelta a mis lágrimas.
  • Jesucristo: Desahoga en buena hora tu corazón angustiado. No me ofenden las lágrimas ni las quejas amorosas. Que yo te hice sensible al dolor y a las penalidades, a los contratiempos y a la cruz. Pero óyeme con atención. Te quiero de veras, deseo hacerte feliz y se consolar, pues conozco por experiencia lo que es acerbo dolor y pesada cruz.”

Oraciones a Jesús Crucificado:[16]

a. Jesús mío, aquí estoy delante de Vos, como un amigo con otro. Estréchame con el lazo de vuestro amor, tan apretadamente, que nunca pueda apartarme de Vos.

b. ¡Oh Señor mío Jesucristo! Te adoro pendiente de la Cruz, coronada de espinas tu cabeza. Ruégate que tu Santísima Cruz me libre del ángel malo. Amen, Jesús, Páter, Ave y Gloria.

Toques al corazón

Acude pecador vertiendo llanto que hoy te tiende Jesús piadoso manto
A llorar te convida tu pecado que muerte a tu alma, miserable, has dado
Piensa bien que quedándote obstinado puedes ser al instante condenado
Quizás en breve mueras de repente quizás mueras hoy mismo impenitente.

NOTAS

  1. Archivo General de la Nación, Sección Notarial, Protocolos de Sebastián de Carvajal, protocolo 413, folios 787-789v..
  2. COSTILLA, Julia “El culto limeño al Señor de los Milagros (siglos xvii al xxi): fundamentos históricos para repensar una devoción mestiza”, en Revista Peruana de Historia Eclesiástica, 2011, Lima, nº 13, 169-204.
  3. José SÁNCHEZ AREDES, http://www.pucp.edu.pe/puntoedu/index.php?option=com_opinion&id=5741, PUNTO EDU, Semanario de la PUCP, Lima, 24-30 octubre 2011.
  4. El Papa Francisco, clausuraba el domingo 5 de mayo de 2013 con una Misa en la Plaza de San Pedro las Jornadas de las Cofradías y de la Piedad Popular del 3 al 5 de mayo en Roma con motivo del Año de la Fe. Este acontecimiento en el que participaron más de 50.000 personas permitió que las cofradías de los países donde la tradición es más fuerte, entre ellos Italia, España, Malta, Francia, Polonia e Irlanda diesen «testimonio de las diferentes tradiciones locales como resultado de una religiosidad que se ha expresado a través de los siglos con iniciativas y obras de arte que duran hasta nuestros días». Citando a Benedicto XVI, el Papa Francisco destacó la importancia de la ‘evangelicidad’ de las Hermandades y la riqueza de manifestaciones de la piedad popular, que los obispos latinoamericanos definen como una espiritualidad, una mística, un espacio de encuentro con Jesucristo. Concluyó su homilía valorando la trascendental misión de dejando a los fieles un mensaje programático con tres consignas: «Autenticidad evangélica, eclesialidad, ardor misionero”. Agencia ZENIT: Roma, 6 de mayo del 2013. www.zenit.org
  5. Ley General de Patrimonio Cultural de la Nación Nº 28296, año 2004 Título I, Capítulo I, Art. 1º, Numeral 2, "Bienes inmateriales" http://www.mcultura.gob.pe/sites/default/files/docs/lineamientomc.pdf
  6. http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2013/03372-2011-AA.html.
  7. GRATTI, Vincenzo, “La procesión del Señor de los Milagros. Dramaturgia sacra en las calles de Lima”, en El Rostro de un Pueblo. Estudios sobre el Señor de los Milagros. Lima: Fondo Editorial Universidad Católica Sedes Sapientiae, 2005, 291-365.
  8. En revista "La Nueva Crónica", Lima, 15 de octubre de 1971, p. 15.
  9. Octubre del señor de los Milagros, AFA editores, Lima 2006, p.9.
  10. http://www.eljurado.org/al-senor-de-los-milagros-homenmenu-118.html
  11. Como el Dr. Camilo Orbes y Moreno de la Academia de Historia de la Iglesia en Colombia, compuesto en su visita a Lima el 2 de octubre del 2004.
  12. DEDICATORIA: “Con todo cariño al Revdo. P. Nicolás Vicente, dignísimo y entusiasta Director de la hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas, Lima, 28 de octubre de 1943, Imprímase. El Vicario General”.
  13. http://himnodelsenordelosmilagros.blogspot.com/ Fernando Barrantes Rodríguez-Larraín (Lima, 1952).
  14. Nota recibida por correo electrónico del autor: 25 de mayo 2013: “La Novena e historia del Señor de los Milagros" se publicó por primera vez hacia 1978 porque la que solían rezar en las Nazarenas y tenía el gran público era pobre en contenido. Desde entonces se ha publicado trece ediciones, la última de las cuales es del 2011. Ediciones que se han ido mejorando. Desde entonces las Madres Nazarenas la han adoptado como suya. En octubre de 1996 publiqué la primera edición del "Devocionario al Señor de los Milagros" y la última edición el año pasado. Contiene diversas oraciones para fomentar la devoción al Señor de los Milagros y también otras muchas, la mayor parte originales mías”.
  15. COSTA, Lázaro Señor de los Milagros, Talleres Crédito Ed. Victory, Lima 1920, pp.14-15.
  16. Del impreso sin fecha ni lugar Veinticinco Lecciones del Señor de los Milagros dadas a las almas tribuladas


BIBLIOGRAFÍA

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JOSÉ ANTONIO BENITO RODRÍGUEZ