SALTO, Diócesis

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Erección de la Diócesis

La Arquidiócesis de Montevideo y las diócesis sufragáneas de Salto y Melo fueron creadas mediante Bula del Papa León XIII del 14 de abril de 1896, por la que se nombraba a Mons. Mariano Soler como primer arzobispo de Montevideo. El asesinato del presidente Juan Idiarte Borda en 1897 y el ascenso de Juan Lindolfo Cuestas a la primera magistratura, propiciaron un cambio en las relaciones entre el gobierno y la Iglesia católica local, por lo que ninguna de las dos nuevas jurisdicciones fue provista de obispos hasta 1919.

Los obispos designados para ocuparlas, Ricardo Isasa (Salto), y Nicolás Luquese (Melo), no pudieron tomar posesión de las mismas. La Constitución de 1917 consagró la separación entre Iglesia y Estado y posibilitó finalmente el nombramiento de Mons. Tomás Camacho como primer obispo de Salto en 1919.

Período fundacional (1919-1960) Mons. Tomás Camacho creció en una familia cristiana de inmigrantes canarios y, luego de su ordenación sacerdotal, desarrolló su misión en Montevideo y en Carmelo (Colonia). Fue cercano colaborador y amigo de Mons. Mariano Soler, a quien secundó en la fundación de la Liga de Damas Católicas y de la Federación de Jóvenes Católicos del Cordón. El 5 de julio de1919 fue designado primer obispo de la diócesis de Salto y fue consagrado el 9 de noviembre de 1919. El lema de su escudo episcopal y de su tarea pastoral fue “La Caridad de Cristo nos apremia”.

La administración de Mons. Camacho se destacó por la organización de las primeras estructuras diocesanas, auxiliado por sus dos colaboradores, Mons. Fernando Damiani, vicario general y Pbro. Enrique Popelka, secretario general. Además de fundarse numerosos colegios y capillas, y de propiciar el arraigo de institutos religiosos como el de los Salesianos de Don Bosco, se crearon entidades vinculadas al desarrollo del clero y de las devociones, tales como la Asociación de la Contribución al Culto, en 1922, el Seminario Menor, que comenzó a construirse en 1923, la Curia, en 1925, y la Catedral, iniciada en 1921, pero consagrada décadas más tarde.

En 1938 Mons. Camacho realizó junto a su presbiterio el primer Sínodo Diocesano. En la pastoral social promovió, con Mons. Damiani, las Cajas Populares de Créditos y Ahorro y con el P. Horacio Meriggi SDB las Cooperativas Agrarias y los Sindicatos de Productores Rurales, que constituyeron un jalón fundamental en la historia del sindicalismo cristiano.

Nombrado obispo coadjutor en 1936, Mons. Alfredo Viola asumió como obispo en 1940, siendo su lema “Me envió a evangelizar a los pobres”. Mons. Viola colaboró con Mons. Camacho y fue un firme continuador de su obra, manteniendo la obra de formación del clero al tiempo que iniciaba contactos con diversas diócesis de Europa para incardinar sacerdotes.


En 1960, al crearse la diócesis de Mercedes, la diócesis de Salto adquirió sus dimensiones actuales, siendo la de mayor extensión geográfica del Uruguay. En 1952, Mons. José María Cavallero, había sido consagrado obispo auxiliar de Salto, donde permaneció hasta 1955, cuando fue designado obispo de Melo. El 18 de mayo de 1959 Mons. Marcelo Mendiharat fue consagrado obispo coadjutor de Salto con derecho a sucesión.

A nivel internacional Mons. Viola tuvo participación activa en la celebración y trabajos de la Primera Conferencia Episcopal de Río de Janeiro, en julio de 1955, actuando como firme impulsor de la creación del Consejo Episcopal Latinoamericano-CELAM.

En la etapa inmediatamente anterior al inicio del Concilio Vaticano II, entre 1959 y 1960, comenzó a implementarse, en la diócesis la Acción Católica especializada, que continuaría desarrollándose con fuerza en los años posteriores (Juventud Agraria Católica, Juventud Estudiantil Católica, Juventud Obrera Católica) y el Movimiento Familiar Cristiano, entre otros movimientos laicales.

Concilio y postconcilio.

Entre 1962 y 1965 Mons. Alfredo Viola y Mons. Marcelo Mendiharat asistieron a las sesiones del Concilio Vaticano II. En el transcurso de las sesiones ambos realizaron numerosas gestiones en Europa para contactar sacerdotes y acercarse a nuevas experiencias pastorales que se estaban poniendo en práctica.

En esta línea, desde 1965 se comenzó a implementar la Pastoral de Conjunto, mediante jornadas y charlas a cargo del canónigo Fernand Boulard (1898-1977), que había sido contactado en las últimas sesiones conciliares, en sintonía con el aggiornamento eclesial que desde hacía algunos años venía impulsando Mons. Miguel Baccino en la diócesis de San José.

En 1966, en San José, tuvo lugar una Reunión Nacional de Pastoral Obrera, tras la cual se creó un Equipo Sacerdotal de Curas obreros en Salto, que puede considerarse como un «experimento» sobre el terreno. En el mismo período varios de estos sacerdotes desplegaron una intensa actividad de apoyo al movimiento de campesinos cortadores de caña de azúcar y sindicatos afines. Además en el transcurso del mismo año se crearon otros instrumentos pastorales como la Comisión Provisoria de Pastoral, el Vicariato Episcopal de Pastoral, el Secretariado Diocesano de Laicos y los Equipos de Sacerdotales de ciudad y campaña, entre otros varios.

El 25 de marzo de 1968, Mons. Viola entrega a Mons. Mendiharat la conducción de la diócesis como tercer obispo de Salto. Marcelo Mendiharat, miembro de una familia de inmigrantes vasco-franceses, integraba la familia espiritual del Hno. Carlos de Foucauld y su lema episcopal fue “A Jesús por María”.

En la diócesis de Salto, el proceso de cambio se vio acelerado a partir de la realización, a fines de 1968, de una Asamblea Diocesana de Pastoral, que representó la aplicación pastoral en la diócesis del Concilio Vaticano II y de la II Conferencia del CELAM de Medellín. Esta asamblea contó con la presencia de más de 200 miembros procedentes de toda la diócesis, guiada por cuatro criterios que perdurarían como ejes pastorales en los siguientes años: primacía de la evangelización, impulso a las comunidades eclesiales de base, corresponsabilidad en la conducción de la Iglesia y vocación por la pobreza y el servicio.

El proceso de renovación abierto en Salto, conjuntamente con el de Montevideo en el primero período de Mons. Carlos Parteli (1966-1973), fue uno de los más intensos por los que atravesó la Iglesia Católica uruguaya luego de finalizada la asamblea conciliar. Este dato contribuye a explicar parte del conflicto desatado, a partir de 1972, entre el obispado salteño y las autoridades gubernamentales.

La cercanía de Mons. Marcelo Mendiharat a los sectores más aperturistas y las opciones pastorales renovadoras tomadas en la diócesis crearon un cerco político que se intensificó a partir de 1972, cuando se sucedieron interrogatorios y detenciones a sacerdotes y familiares allegados al obispo. En marzo de 1973, cuando retornaba de un viaje a Roma, Mons. Mendiharat fue informado que de regresar al país, debería enfrentar graves acusaciones, sin otorgársele mayores garantías.

El Papa Pablo VI le aconsejó no volver hasta que no cambiaran las circunstancias y lo alentó a continuar conduciendo su diócesis desde el exterior. Se inició así un largo exilio. Pese a las numerosas gestiones realizadas por el abogado de la Curia y el cuerpo del presbiterio salteño, Mons. Mendiharat debió permanecer fuera del país hasta el final de la dictadura, radicándose en Buenos Aires y, durante dos años, entre 1976 y 1977 en Europa. Luego del golpe de Estado consumado el 27 de junio de1973, la renovación en la diócesis se detuvo rápidamente y adquirió un carácter marcadamente intra-eclesial.

La diócesis de Salto se vio fuertemente impactada por el exilio obligado de Mons. Mendiharat y se suscitaron conflictos en torno a la conducta a seguir. Pese a las presiones del régimen militar y de sectores eclesiales conservadores, el Papa Pablo VI, en claro apoyo al obispo exiliado, se limitó a nombrar un administrador apostólico para la diócesis en la persona de Mons. Carlos Nicolini.

En efecto, en diciembre de 1977 fue consagrado Mons. Nicolini como obispo auxiliar de Salto, hasta que el titular pudiese retornar al país. Mons. Mendiharat mantuvo la relación con la diócesis a través de sus vicarios y, posteriormente, del frecuente contacto con Mons. Nicolini.

El exilio de Mons. Mendiharat, así como su conducción pastoral, han sido hechos polémicos dentro -y fuera- de la Iglesia, lo que otorga un especial valor a la carta que Mons. Carlos Nicolini hizo pública en ocasión de las Bodas de Plata episcopales de Mons. Mendiharat, en 1984.

Luego de las elecciones nacionales de 1984 y del retorno a la democracia, Mons. Marcelo Mendiharat visitó brevemente la diócesis, siendo calurosamente recibido por sus feligreses. A comienzos de 1985 retomó el gobierno diocesano y el 9 de mayo de1988 recibió la visita de S.S. Juan Pablo II en su diócesis.

El Papa celebró Misa junto al presbiterio local y pronunció una homilía sobre la Nueva Evangelización que representó un valioso aliento para la orientación pastoral de Mons. Mendiharat. Poco después de la visita papal, el 19 de junio de 1988, murió Mons. Carlos Nicolini en la Curia diocesana. Mons. Mendiaharat permaneció en Salto hasta su retiro por mayoría de edad el 2 de mayo de1989.


Instituciones Parroquias. Departamento de Artigas: San Eugenio (Artigas), Parroquia Santa Rosa del Cuareim (Bella Unión); Departamento de Salto: San José (Pueblo Lavalleja); San Juan Bautista (Basílica Catedral), Nuestra Señora del Carmen, Sagrado Corazón de Jesús, Santa Cruz; Departamento de Paysandú: Santa Teresita del Niño Jesús (Quebracho), Inmaculada Concepción (Tambores), Nuestra Señora del Rosario y San Benito de Palermo (Paysandú), Sagrado Corazón de Jesús (Paysandú), San Ramón y San Juan Bosco (Paysandú), San José Obrero (Paysandú), María Auxiliadora (Guichón); Departamento de Río Negro: Sagrado Corazón de Jesús (Young), Nuestra Señora del Pilar (Fray Bentos).

La Catedral de Salto, comenzada por Mons. T. Camacho en 1921, fue consagrada en agosto de 1961, durante las Bodas de Plata de Mons. Viola.

Instituciones católicas de enseñanza. Colegio Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresita (Artigas), Centro Educativo Neike (Paysandú), Colegio Cruzada de la Caridad (Paysandú), Colegio Nuestra Señora del Rosario (Paysandú), Colegio y Liceo Nuestra Señora del Huerto y Hospital Escuela del Litoral (Paysandú), Colegio Padre José Benito Lamas (Paysandú), Colegio Laureles de la Inmaculada (Fray Bentos), Colegio San José (Fray Bentos), Colegio San Vicente de Paul (Young), Colegio Inmaculada Concepción (Salto), Colegio María Auxiliadora (Salto), Colegio y Liceo Nuestra Señora del Carmen (Salto), Colegio Sagrada Familia (Salto), Colegio Santa Cruz (Salto).

Geografía diocesana

En los inicios del siglo XXI la jurisdicción de la diócesis de Salto incluye los departamentos de Artigas, Salto, Paysandú y Río Negro, lo que la coloca como la primera en extensión geográfica (50.245 Km2) y tercera, luego de la arquidiócesis de Montevideo y de la diócesis de Canelones, en población (320.000 personas según datos oficiales de 2004).

Al momento de su creación, la jurisdicción de la diócesis abarcaba los departamentos de Salto, Artigas, Paysandú, Colonia, Río Negro, Soriano y Flores, algunos de los cuales fueron separados para formar nuevas jurisdicciones diocesanas. Así, en diciembre de 1955, se creó la diócesis de San José, separándose ese departamento y el de Colonia de la organización diocesana de Salto. De igual manera, en diciembre de 1960, se erigió la diócesis de Mercedes, segregando el departamento de Soriano, mientras que el de Flores pasó a depender de la ya creada diócesis de San José.


Patrono de la Diócesis San Miguel Arcángel.


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MARIO ETCHECHURY