PIEDAD POPULAR. El Culto a la Virgen en sus advocaciones del Rosario, la Merced y Loreto

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Las representaciones de María siguen un ritmo más abundante y rápido, sobre todo en el renacimiento; pero el fenómeno crece con mayor intensidad en el campo católico tras los comienzos de la reforma protestante, que negaba toda referencia a María en el sentido católico. Hay que tener en cuenta a la hora de presentar la devoción mariana en las diversas épocas los elementos estudiados con criterios de segura seriedad histórica por la hagiografía a partir de la escuela de los Bolandistas en el siglo XVII, y también cuanto la moderna sociología religiosa aporta a este tipo de estudios, incluidas el valor de las tradiciones populares y la psicología peculiar de pueblos y sensibilidades predominantes en las diversas épocas.[1]

En este incremento ocupan un papel singular las grandes órdenes religiosas que proponen advocaciones marianas propias de su tradición religiosa particular, y que van alcanzando bajo su influjo niveles universales dentro de la Iglesia, especialmente en su obra evangelizadora. Basta señalar algunas como ejemplo, el papel fundamental de los franciscanos en la difusión de la devoción a la Inmaculada Concepción de la Virgen y de su Asunción a los Cielos y por lo tanto a las diversas maneras de celebrar el Misterio.

La Virgen del Rosario

A los dominicos se les reconoce la difusión del Santo Rosario, y por tanto la contemplación mirando a María de los Misterios de la Redención. Nuestra Señora del Rosario es Patrona de la Orden de Predicadores y de varios países iberoamericanos como Colombia, Guatemala y Ecuador. En Guatemala, la imagen de la Virgen del Rosario fue declarada en 1651 «Reina y Patrona de la Ciudad de Santiago de Guatemala y Abogada contra los terremotos». En 1843, en desagravio por los ultrajes padecidos en tiempos del presidente masón Francisco Morazán, fue nombrada en sentido honorífico, «Patrona de Armas del Estado».

En 1934, recibió la corona pontificia con el título de «Patrona de la Ciudad de Guatemala» y en 1992 «Alcaldesa Perpetua». La capital guatemalteca tiene muchos patronos, pues la misma urbe lleva el nombre de la Asunción, pero la principal Patrona de la Ciudad y la República es la Inmaculada Concepción del Templo de San Francisco, que, a su vez, fue considerada por el Presidente Carrera como la «Reina del Ejército», y cada 8 de diciembre la saludaba con tres salvas de artillería.

En el caso de El Salvador, la devoción a la Virgen del Rosario y el rezo de la oración está ampliamente difundido desde la época española. Son las varias localidades salvadoreñas que, o bien llevan por nombre de «El Rosario» o tienen como patrona a la Virgen del Rosario. La Arquidiócesis de San Salvador y las Fuerzas Armadas de El Salvador tienen como patrona a la Virgen del Rosario. La iglesia donde otrora estuvo la parroquia central de San Salvador y primera catedral de El Salvador está dedicada a la Virgen del Rosario y lleva por nombre Parroquia Nuestra Señora del Rosario, y es administrada por los frailes dominicos desde la década de 1870.

Estos hechos han llegado a sembrar pequeñas dudas, sobre todo entre los historiadores, respecto al patronazgo de la ciudad de San Salvador y El Salvador mismo, inclusive. Algunos historiadores refieren que la Virgen del Rosario gozaba de gran devoción en San Salvador desde el siglo XVI. Sin embargo, otros constatan que el Santísimo Salvador gozó de una profunda devoción en la ciudad desde, por lo menos, el siglo XVIII. Antes de eso, también se tiene constancia de festividades cada 5 de agosto en los siglos anteriores, fecha de la víspera de la celebración del Divino Salvador.

Jorge de Viteri y Ungo, primer obispo de El Salvador, en 1843 declaró a la Virgen del Rosario copatrona de la ciudad de San Salvador, patrona de la, en ese entonces, Diócesis de El Salvador y copatrona de El Salvador, junto al Salvador del Mundo, llegando a ser incluso un elemento identitario para la sociedad salvadoreña. Otra advocación muy extendida en El Salvador es el de la Virgen de la Paz, especialmente en la ciudad de San Miguel, y, en general, en toda la región oriental salvadoreña. La Virgen del Rosario es reconocida como patrona de la Arquidiócesis de San Salvador junto con el Santísimo Salvador del Mundo.

La Virgen de la Merced

A los Mercedarios va unida la difusión de la devoción a la Virgen de la Merced -también conocida como Virgen de la Misericordia- y cuya fiesta se celebra el día 24 de septiembre. Esta advocación tiene su inicio cuando la Virgen María se apareció por separado a tres ilustres personajes: a San Pedro Nolasco, quien sería el fundador de la Orden de la Merced; al rey Jaime I de Aragón, conocido como «el conquistador», reinante en aquel momento en la Corona de Aragón; y a San Raimundo de Peñafort, fraile dominico, maestro general de su orden de predicadores, y confesor del primero. Diez días después de la aparición, los tres caballeros se encontraron en la Catedral de Barcelona y compartieron haber tenido la misma aparición: la Virgen María les pedía la fundación de una orden religiosa dedicada a la redención de los cautivos. Sería la Orden de la Merced.

En el continente Iberoamericano se encuentra extendida por todos los países y llegó hasta las Filipinas. Con la Evangelización de América, en la que la Orden de la Merced participó desde sus mismos inicios, la devoción se extendió y arraigó profundamente en todo el territorio americano, llegando en varios países a ser venerada como patrona y abanderada simbólica de sus independencias. La llegada de la orden religiosa de los mercedarios a América, coincide con el poblamiento de las principales ciudades andinas cercanas a la línea ecuatorial como son: Cuzco, Lima, Quito, Paita y la Villaviciosa de la Concepción o San Juan de Pasto, a pesar de que esta última tenía como patrona religiosa a la Pura y Limpia Concepción, como su nombre lo indica.

El primer Convento Mercedario se funda en Santiago de Cali hacia 1536 y en Pasto hacia 1545 y la iglesia anexa desde 1550, volviéndose muy famoso el ornato de este templo con una puerta labrada con leones dorados en su parte superior, imitando a los que fueron concedidos, junto con el título de ciudad y el sobrenombre de San Juan Bautista, a la Villa de Pasto. Es conocida popularmente en San Juan de Pasto como la «Mechita Linda». Es en el siglo XVIII cuando la Virgen de las Mercedes aparece como protectora del Cabildo y pueblo de San Juan de Pasto respecto de erupciones y terremotos y otros eventos naturales dañinos. De hecho, empieza a figurar la graciosa imagen como si fuera la que tiene el mando o el gobierno de Pasto.

Son la fuerza de la tradición oral así sustentada y, en parte, el mestizaje religioso que la acompaña, los factores por los cuales se puede considerar a la Virgen de las Mercedes como Gobernadora de la Ciudad y no porque alguna autoridad civil lo haya establecido por decreto. En 1612 se completó el templo de la Merced en Pasto y el trabajo en madera ocupó a los artesanos y escultores Lázaro de Vergara, Rodrigo de Chaves, el batihoja y doradores Juan de Echeverri, Francisco Gallardo y Francisco Benítez, más el tabernáculo de tres cuerpos realizado por Gómez de Rojas en 1660.

La devoción a la Virgen de la Merced se difundió en La Paz donde se llevan a cabo algunas ceremonias muy significativas para los fieles. Al año se le cambia tres veces sus vestiduras; la primera es el 3 de agosto, recordando la primera vez que habría derramado lágrimas según la tradición; el segundo cambio el 24 de septiembre recordando su fiesta; y la tercera en Navidad como regalo a su devoción. En Potosí existe la Archicofradía de Nuestra Señora de La Merced, institución fundada en 1730 y que llegó a cobijar en el siglo XVIII a diez mil cofrades.

Los agustinos llevaron al Nuevo Mundo y a las Filipinas, la devoción a la Virgen con la denominación de «la Consolación». Sus imágenes suelen representar a la madre de Dios según los cánones que en la tradición cristiana aluden a ésta como defensora y consuelo según cuanto refiere el Apocalipsis. La familia agustiniana celebra el 4 de septiembre la festividad de la Virgen de la Consolación, patrona de la Orden de Agustinos Recoletos. La leyenda de la advocación mariana está relacionada con San Agustín y Santa Mónica.

En la Orden de San Agustín y en sus diversas ramas fueron surgiendo distintas devociones marianas, pero la que más perdura en la historia es la devoción de la de la Virgen de la Consolación, que unifica a todas las distintas ramas de la familia agustiniana. En la representación de Consolación aparece la Virgen con el niño mostrándolo en sus brazos y, a su vez, entregando la correa del hábito tanto a Santa Mónica como a San Agustín. La misma imagen de la Virgen es suficientemente expresiva, porque María no carga al niño, sino que también lo está entregando, porque el consuelo es consuelo de Dios para la humanidad, pues es Cristo.

La veneración a la Virgen de Loreto

La Virgen de Loreto es una advocación de la Virgen María cuyos orígenes se remontan al siglo XIII cuando el puerto de Acre, actual Israel, donde se hallaban los sitios cristianos más valiosos, fue sitiada por los moros y los lugares más importantes de la historia del cristianismo corrían serio riesgo de ser destruidos. Por esa razón, según la tradición cristiana, el 10 de mayo de 1291, la casa de los padres de María, San Joaquín y Santa Ana, donde había nacido la Virgen, donde se le apareció el ángel Gabriel para anunciarle que gestaría al hijo de Dios, donde pasó su infancia Jesús y donde incluso tenía su carpintería San José, habría sido trasladada por los ángeles hasta Tersato, en el litoral norte de Dalmacia, actual Rijeka, Croacia.

Pero la noche del 10 de diciembre de 1294 volvió a desaparecer de ese lugar reapareciendo en la otra costa del Adriático, en un parque de laureles, cuya dueña se llamaba Lauretta, y de allí el origen del nombre que adquiere la Virgen. Dos veces más cambió de lugar la Santa Casa de María, hasta que finalmente recayó en un viejo camino romano donde se halla el santuario en la actualidad.

La historia real es en resumen la siguiente: En Loreto se levanta la gran basílica pontificia en honor a la Virgen. En el interior se halla la Santa Casa de Nazaret, donde, según la tradición católica, la Virgen María recibió la Anunciación. La casa de la Virgen estaba formada por tres paredes adosadas a una cueva excavada en la roca (que se encuentra en la Basílica de la Anunciación de Nazaret). La tradición popular dice que en la noche entre el 9 y 10 de diciembre de 1294, las piedras de la casa de Nazaret fueron transportadas por ángeles por el aire, y por eso la Virgen de Loreto es Patrona de los aviadores.

De hecho, algunos estudios encontraron documentos que han confirmado que fue transportada por mar en buques de las cruzadas. Después de la expulsión de los musulmanes de Tierra Santa por los cristianos, un miembro de la familia Angeli, los gobernantes de Epiro, estaba interesado en salvar de la destrucción la Santa Casa, por lo que fue transportada primero a Trsat en la actual Croacia, en 1291, luego a Ancona en 1293 y finalmente a Loreto, el 10 de diciembre de 1294.

Con los años los muros de la Basílica se fueron llenando de títulos y advocaciones a la Virgen, lo que dio lugar a las «Letanías Lauretanas», que comenzaron a rezarse por primera vez allí y que fueron aprobadas por el Papa Clemente VIII en 1601. Peregrinos a Loreto han sido numerosos santos a lo largo de los siglos como San Carlos Borromeo, San Luis Gonzaga, San José de Cupertino, San Juan Bosco y otros muchos más; los pontífices San Juan XXIII, San Pablo VI, San Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco.

En 1540 el Papa Paulo III aprobó la fundación de la Compañía de Jesús. A esa Orden, el Papa Julio III en 1553 le va a encomendar el cuidado de la Penitenciaría del Santuario de Loreto, lugar donde descansaban los penitentes peregrinos de la época. El papa Juan XXIII declaró al santuario de Loreto como la «síntesis» de todos los santuarios marianos del mundo en 1962.

Loreto y las fundaciones misioneras de los jesuitas en Iberoamérica

Iglesias y santuarios dedicados a la Virgen de Loreto abundan en toda Iberoamérica. Con frecuencia se encuentran unidos a la presencia evangelizadora de los jesuitas, y a partir de su presencia se ha ido extendiendo a lo largo de toda la geografía latinoamericana. La matriz principal de la advocación de Nuestra Señora de Loreto se encuentra en Italia, en el Santuario Pontificio de Loreto levantado en el siglo XIV y con relación explícita al Misterio de la Anunciación y de la Encarnación del Verbo en el seno de la Virgen María en Nazaret (cf. Jn 1, 14).

En España y en América Latina abundan localidades e iglesias dedicadas a la Virgen de Loreto, como en Bolivia, Chile, Colombia, México, Paraguay, Perú y Venezuela. Los jesuitas fundaron en la Baja California la Misión de Nuestra Señora De Loreto, que fue también capital de Las Californias de 1697 a 1777, año en que la capital se cambió a Monterey, California. Loreto fue fundado en 1697 por padres misioneros jesuitas jesuitas. La construcción de la primera iglesia de la Misión de Nuestra Señora de Loreto inició en 1697 y terminó el 8 de septiembre de 1703.

La Loreto de la Baja California

A la llegada de los españoles a la región que llamarán California, existían tres grupos tribales perfectamente definidos: los pericúes, monguis, guaycuras y cochimíes. Los pericúes habitaban la parte sur de la península y se extendían hacia el norte, desde Cabo San Lucas hasta la parte media de la península; los guaycuras habitaban la parte media; y los cochimíes, en el extremo norte. Todos los nativos que habitaban la región vivían una economía de subsistencia, recogiendo frutos y semillas cuando los había, cazando pequeñas especies o recogiendo moluscos y pescando en los litorales.

En el otoño de 1683 el padre misionero jesuita Eusebio Francisco Kino dirigió una expedición evangelizadora que llegó costeando el Mar de Cortés hasta San Bruno, cerca de la actual Loreto, y desde esa estación misionera la expedición se abrió paso poco a poco a través de la rocosa Sierra de la Giganta. A los cuatro meses de iniciada la exploración, el Padre Kino alcanzó finalmente las costas del Mar del Sur (Océano Pacífico). Se logró la amistad de los nativos y sus lenguajes fueron objeto de estudio, se administró el bautismo a los pequeños y a los moribundos.

Tras el esfuerzo de un año, parecía haberse logrado el establecimiento de una misión permanente en la península de Baja California.[2]Pero en San Bruno el sol evaporó el agua y secó las cosechas, el gran sueño se secó también y el Almirante Isidro de Atondo y Antillón, responsable de la expedición, sometió a votación el abandono de aquella empresa californiana financiada por la Corona española. El Padre Kino se opuso, pero en vano, se dieron órdenes de salvar cuanto pudiera regresar en los barcos, embarcaron y los tibios vientos alejaron las embarcaciones de las inhóspitas tierras de la península, y el sueño de Kino de evangelizar a los nativos californianos y crear un rosario de misiones en la península de Baja California llegó a su fin.

Otros misioneros serían quienes con la cruz en la mano colonizarían la península. En 1697, un pequeño grupo de españoles y gente de la Nueva España pusieron nuevamente pie en la península para intentar fundar allí misiones entre los nativos que llamaban «californios». El día 19 de octubre de 1697 a las órdenes del padre jesuitas Juan María de Salvatierra, desembarcó de la galeota «Santa Elvira», en la bahía de San Dionisio, en un lugar situado a 26° de latitud norte al que los nativos llamaban «Conchó», y tomaron posesión del lugar en nombre de la Corona española en el lugar que, andando el tiempo, se llamaría «Real de Loreto».

En los primeros días de su llegada los misioneros jesuitas jesuitas elevaron una carpa que servía como capilla, al frente de la cual colocaron una cruz de madera. El día 25 de octubre llevaron en procesión solemne la imagen de la Virgen de Nuestra Señora de Loreto; en ese ritmo de fe, proclamaron esa tierra como territorio español. Así comenzó a existir la misión que lleva tal nombre y que dio vida a la población de Loreto. Poco después, en 1699, el misionero jesuita Francisco María Píccolo fundó la Misión de San Francisco Javier de Viggé Biaundó. Los misioneros jesuitas jesuitas evangelizaron en la península de Baja California de Baja California durante siete décadas, hasta que en febrero de 1768 llegó a orden de expulsión de los jesuitas jesuitas de todos los dominios españoles, decretada por Carlos III un año antes.

A la salida de los misioneros jesuitas jesuitas, la Misión de Nuestra Señora de Loreto quedó en manos de frailes franciscanos; desde allí partió fray Junípero Serra para evangelizar la Alta California.[3]En 1773 la Misión de Nuestra Señora de Loreto pasó a manos de la orden de los frailes dominicos; los frailes franciscanos, que habían estado en la misión por cinco años, partieron hacia la Alta California para proseguir en su labor evangelizadora. En 1777 la Misión de San Carlos Borromeo del Río Carmelo, fundada en la ahora ciudad de Monterrey California por fray Junípero Serra, pasa a ser la capital de las Californias.

Al ser separadas las provincias de la Alta y Baja California en 1804, Loreto fue designada de nuevo capital, pero únicamente de la península de Baja California, y se nombra como Gobernador al capitán Felipe de Goicochea. Al morir Goicochea, se designó al último Gobernador español de la provincia de Baja California, el capitán José Darío Argüello, quien concluye la etapa española en 1822, un año después de haber obtenido México su independencia.

La Constitución Federal de la República Mexicana promulgada en 1824, establece un solo jefe político para las Californias con sede en la Alta California, con un jefe político en Loreto que le representaba. En 1828 concluye la etapa histórica de Loreto, al ser trasladada la capital provincial a San Antonio y posteriormente a La Paz (Baja California Sur), en donde permanece. En 1848, con la pérdida-usurpación de la Alta California por la guerra entre México y Estados Unidos, se reorganiza el gobierno de la provincia de Baja California, y se suprime a Loreto como municipio. Una larga noche iniciaba para Loreto y su Misión. En 1947, a los 250 años de su fundación, Loreto es visitado por vez primera por un presidente mexicano, Miguel Alemán Valdés; al año siguiente, dan inicio los trabajos de reconstrucción de la Misión de Nuestra Señora de Loreto.[4]En 1992, Loreto, la antigua capital de las californias, se convierten en municipio del estado de Baja California Sur.

Otros pueblos, iglesias y misiones jesuíticas en honor de Nuestra Señora de Loreto

La imagen de Nuestra Señora de Loreto forma parte de los altares de capillas e iglesias de muchas diócesis de América Latina. Los jesuitas la tuvieron como su principal advocación mariana y en su nombre levantaron iglesias, pueblos y capillas en toda América durante su período de evangelización en los siglos XVII y XVIII. Así en la Provincia de Misiones en Argentina y en su capital Posadas, en los márgenes occidentales del Río Paraná, frente a la ciudad paraguaya de Encarnación (otro nombre de advocación mariana), se encuentra uno de los treinta pueblos fundados por los jesuitas que lleva el nombre de Loreto.[5]

La región del Guayrá fue una extensa región geográfica conquistada por los españoles en 1554 con la fundación de la «Villa de Ontiveros», en el oriente de la entonces tenencia de gobierno general de Asunción que a su vez estaba ubicada en el nordeste de la gobernación del Río de la Plata y del Paraguay. Hasta su división en 1618 el Guayrá quedaba incluido en la nueva gobernación del Paraguay, y en su conjunto formaban parte del Virreinato del Perú.

Su definitivo abandono por España fue en 1638, debido a las continuas incursiones de los bandeirantes y mamelucos, ya que se había dejado de tener en cuenta el antiguo Tratado de Tordesillas de 1494, debido a la unión dinástica de los reinos de España y Portugal, con el monarca Felipe II. El 15 de diciembre de 1640 el Duque de Braganza se proclamaría como el rey de Portugal con el nombre de Juan IV, lo cual provocó el inicio de la Guerra de Restauración que terminó con la unión personal hispano-lusitana de Felipe IV de España y III de Portugal, provocando mayor inestabilidad en esta región litigiosa del Guayrá, en donde los portugueses venían ocupando el litoral marítimo desde 1578, con una población y una capilla de Nossa Senhora do Rosário que se convertiría en un pueblo, y luego de la extracción de oro, se elevó al título de villa de Paranaguá en 1648.

Entre 1622 y 1628 los jesuitas fundaron once reducciones en el Guayrá. Instaladas en el valle del Paranapanema estaba las reducciones de Nuestra Señora de Loreto y San Ignacio. En el valle del Tibagy estaban San José, San Francisco Xavier, Encarnación y San Miguel. En las márgenes del Ivaí estaban Jesús María, San Antonio y San Pablo y en el río Corumbatai estaban Santo Tomé y Siete Arcángeles. En las cabeceras del río Piquirí se hallaban San Pedro y Concepción y en el medio Piquirí la ermita de Nuestra Señora de Copacabana. Así, además de las ciudades de Ontiveros, Ciudad Real del Guayrá y Villa Rica del Espíritu Santo, existieron las siguientes reducciones en soberanía española y con administración misional de los jesuitas:[6]

A orillas del río Paranapanema:

  • Nuestra Señora de Loreto del Pirapó (1610)
  • San Ignacio Miní (1612)

A orillas del río Tibagí y sus afluentes:

  • San Francisco Xavier (1622)
  • Nuestra Señora de la Encarnación (1625)
  • San José (1626)
  • San Miguel (1627)

A orillas del río Ivaí:

  • Siete Arcángeles (1627)
  • San Pablo del Ivagy (1627)
  • Santo Tomé (1628)

A orillas del río Piquirí:

  • Jesús María de Guaraverá (1628)
  • San Pedro de los Pinares (1627)
  • Nuestra Señora de la Concepción (1627)

La misión de Loreto.[7]

En el Guayrá, en 1610 los jesuitas José Cataldino y Simón Maceta fundaron la primera misión de Loreto. El Provincial Diego de Torres pidió que le enviasen las medidas exactas de la imagen de la Virgen de Loreto desde su santuario en Italia, y, en base a ese modelo los guaraníes, excelentes escultores, construyeron las diferentes imágenes que existieron en las Misiones Jesuíticas.

En 1612 llegará a los pueblos de Loreto y San Ignacio en el Guayrá el Padre Antonio Ruiz de Montoya, quien después de dos décadas de misionar en ese lugar tuvo que realizar el famoso éxodo en 1631 con los habitantes de estas misiones sobrevivientes a la destrucción de los bandeirantes paulistas. Una imagen de la Virgen de Loreto, traída desde España al Guayrá, fue trasladada en este difícil trayecto por el río Paraná hasta el definitivo lugar donde se reinstalaron y donde hoy se conservan las ruinas de ambos sitios.

La imagen que presidió el altar de la capilla construida para su veneración en el pueblo de Loreto, en algún momento del período jesuítico fue la que hoy luce, magnífica, en el pueblo homónimo a orillas del Iberá, adonde fueron a parar las familias guaraní-misioneras sobrevivientes a la destrucción de los pueblos del Paraná, en 1817. Hacía allí se trasladaron unas dos mil personas llevando en sus hombros las imágenes que lograron rescatar de los pueblos incendiados, y se conservan en excelente estado aún en esos parajes.

La imagen de Loreto mantiene su carácter guaraní, con sus pliegues rectos y paralelos, sobrios, sin pomposidades, con el rostro casi adolescente, sin mantilla, de tez cobriza y los cabellos negros y largos, descubiertos y caídos sobre los hombros, como lo usaba, en ocasiones solemnes la mujer guaraní. Una imagen muy lejana a la que hoy se venera en la diócesis de Posadas, íntegramente negra, como la que preside actualmente el altar del santuario en Italia, en reemplazo de la antigua imagen destruida en un incendio en 1921.

En síntesis:

  • Las características de la imagen de la Virgen de Loreto que hoy vemos en las iglesias de la diócesis de Posadas poco tienen en común con aquella venerada por los sacerdotes jesuitas entre los guaraníes, cuya versión tradicional se encuentra en el altar del pueblo de Loreto, en Corrientes, como un tesoro del arte guaraní-jesuítico.
  • La misión de Nuestra Señora de Loreto estaba situada en el municipio de Candelaria, en la provincia de Misiones (Argentina). Era una de las Misiones o Reducciones fundadas en el siglo XVII por los Jesuitas en América.
  • La reducción jesuítica fue fundada en el año 1610. Fue abandonada cuando los jesuitas fueron expulsados de todos los dominios de la Corona de España, incluyendo los de Ultramar, en el año 1767. En 1984 las ruinas brasileñas de San Miguel de las Misiones, que ya habían sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983, fue extendida para incluir las misiones de San Ignacio Miní, Santa Ana, Santa María la Mayor y Nuestra Señora de Loreto, convirtiéndose en un único sitio transfronterizo. Con el tiempo las ruinas han sido cubiertas por la vegetación. En arqueología se la suele denominar Loreto II para diferenciarla del primer emplazamiento (Nuestra Señora de Loreto del Pirapó o Loreto I) ubicado en el norte de la Guayrá.
  • La imprenta y el grabado: Entre las numerosas aportaciones llevadas a cabo en la evangelización de manera global en las Misiones entre los guaraníes en los diversos campos del desarrollo humano, cultural, social y religioso, destacan entre otros los aspectos de carácter habitacional y de los cultivos agrícolas y la educación escolar. Para ello los jesuitas introdujeron varios elementos de ayuda a tales desarrollos como la imprenta, confeccionada localmente por obra de los padres Juan Bautista Neumann y José Serrano , quienes lograron imprimir los caracteres móviles. La prensa y el soporte fueron hechos con maderas de la región y los caracteres fundidos en plomo y estaño. Se trataba de una imprenta itinerante que se instalaba en Loreto, Santa María la Mayor o en San Javier, según lo requerían los trabajos de impresión. La primera obra publicada fue el «Martirologio Romano» en 1700.[8]

NOTAS

  1. Cf. FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ MCCJ, Hagiografía y metodología histórica en las Causas de los Santos, en Las Causas de los Santos (orig. En LEV, 20184; ed. Española BAC, Madrid 2020); P. DELOOZ, Sociologie et canonisations, La Haye, 1962; MICHAEL P. CARROLL, Catholic Cults and Devotions: A Psychological Inquiry. McGill Queen's University Press (1989).
  2. Cf. CONGREGATIO DE CAUSIS SANCTORUM P.N. 2208, Hermosillensis: Beatificationis et Canonizationis S.D. Eusebii Francisco Kino, sacerdotis Professi Societatis Iesu (1645-1711), Positio…, Romae 2016. Con referencias documentales de archivo y fuentes bibliográficas.
  3. Cf. S. CONGREGATIO DE CAUSIS SANCTORUM. OFFICIUM HISTORICUM, P.N.90, Montereyen. Seu Fresn., Beatificationis et Canonizationis S.D.Iuniperi Serra, Sacerdotis Professi O.F.M. (+1784), Positio…, Romae 1981.
  4. El palacio municipal se construyó durante la administración del general Agustín Olachea Avilés, gobernador de Baja California Sur de 1946 a 1956, época en la que también se construyó el camino a la misión de San Javier y el malecón de Loreto. En la década de los 70 del siglo XX empieza a salir Loreto de su largo sueño; en 1973, se termina la carretera transpeninsular que une a la península de Baja California de norte a sur y permite el tránsito carretero hasta la frontera México-Estados Unidos, además de unir la península con el sistema carretero mexicano. En 1974, inicia operaciones el Aeropuerto Internacional de Loreto, y de esa manera queda comunicado con el exterior por vía aérea.
  5. El jesuita p. Roque González de Santa Cruz, hoy canonizado, fundó un poblado, al que llamó Anunciación de Itapúa, el 25 de marzo de 1615; diez años más tarde el poblado fue trasladado a la ribera paraguayana del Paraná, donde se levanta Encarnación. La primera fundación no fue completamente abandonada y en 1628 de nuevo se repobló. Ya en la posindependencia, en 1867, durante la Guerra de la Triple Alianza, los brasileños levantaron la base militar de Trinchera de San José. En 1879, acabado el conflicto, la ciudad fue llamada Posadas en honor de Gervasio Antonio Posadas, Director Supremo de la Confederación Argentina. El 21 de diciembre de 1881 se trazaron los límites de la Federación de Misiones, dejando Posadas dentro del territorio de la actual provincia argentina de Corrientes. El 30 de julio de 1884 el Congreso Nacional Argentino decidió crear la Provincia de Misiones y Posadas como su capital.
  6. Referencias para este tema: CÁCERES ZORRILLA, Cirilo,en "Cronología histórica de la antigua Provincia del Guairá", Ed. El Gráfico, 1962; COLETI, Giovanni Domenico, en "Diccionario histórico-geográfico de la América Meridional" , Vol. 2, Ed. Banco de la República - Archivo de la Economía Nacional, Venecia, año 1771; ESTEVE BARBA, Francisco, en “Historiografía indiana", Ed. Gredos, 1964; INSTITUTO PARAGUAYO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS en "Historia paraguaya. Anuario del [...] ", Vol. 40-41, Ed. El Instituto, 2001.
  7. Referencia: los siguientes datos se deben al historiador jesuita: P. Alfredo Poenitz.
  8. Referencias importantes: «Instrucciones prácticas para organizar la vida propia según los santos preceptos: Ofrecidas por el Padre Antonio Garriga de la Compañía de Jesús. Como breve memorial y recuerdo de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía.». World Digital Library. 1713. Las Misiones Jesuitas de Argentina y Brasil en la web de la UNESCO (en inglés). Misión jesuítica de Nuestra Señora de Loreto. Proyectos Wikimedia: Datos: Q681861. Multimedia: Nuestra Señora de Loreto.

FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ