Diferencia entre revisiones de «PERÚ; El clero diocesano en el siglo XVI (II)»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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==Clérigos obispos==
 
==Clérigos obispos==
  
Recordamos que don Hernando de Luque murió antes de ser preconizado obispo de Tumbes. Los primeros obispos en el Perú fueron dominicos: Valverde y Solano del Cuzco, Loayza de Lima. El primer obispo de Quito, capellán de Pizarro, fue el bachiller Garcí Díaz Arias, presentado por el emperador Carlos I-V en 1540 “por ser persona docta, benemérita y cual conviene para la salvación de las ánimas de los indios naturales de aquella provincia, según sus méritos, vida y doctrina...”, mas sólo fue ordenado en el Cuzco por el obispo Solano en 1547 y falleció en 1562.  
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Recordamos que don Hernando de Luque murió antes de ser preconizado obispo de Tumbes. Los primeros obispos en el Perú fueron dominicos: Valverde y Solano del Cuzco, Loayza de Lima. El primer obispo de Quito, capellán de Pizarro, fue el bachiller Garcí Díaz Arias, presentado por el emperador Carlos I-V en 1540 ''“por ser persona docta, benemérita y cual conviene para la salvación de las ánimas de los indios naturales de aquella provincia, según sus méritos, vida y doctrina...”'', mas sólo fue ordenado en el Cuzco por el obispo Solano en 1547 y falleció en 1562.<ref>Lisson, “La Iglesia de España”, t. I 3 p. 29-30; Rubén Vargas Ugarte, “[[PANAMÁ;_Episcopologio | Episcopologio]] de las Diócesis del antiguo Virreinato del Perú, desde sus orígenes hasta mediados del siglo XVII”, El ''Amigo del Clero'', (julio 1939), 262; Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. I, 149-62, 166-7.</ref>
  
El licenciado Pedro de la Gasca, Presidente de la Real Audiencia y Pacificador del Perú, al regresar a España fue preconizado obispo de Placencia, pasando luego a Sigüenza. Por su experiencia en el difícil gobierno que debió ejercer en el Perú fue consejero de Indias, en el que tuvo marcada influencia en sus acuerdos, siendo por ejemplo contrario a la perpetuidad de las encomiendas. Presentado para los Charcas el clérigo Lic. Fernández de la Cuesta falleció en Panamá en 1561 sin haber llegado a su sede, ni tomado posesión.
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El licenciado Pedro de la Gasca, Presidente de la [[AUDIENCIAS_REALES_EN_EL_NUEVO_MUNDO | Real Audiencia]] y Pacificador del Perú, al regresar a España fue preconizado obispo de Placencia, pasando luego a Sigüenza. Por su experiencia en el difícil gobierno que debió ejercer en el Perú fue consejero de Indias, en el que tuvo marcada influencia en sus acuerdos, siendo por ejemplo contrario a la perpetuidad de las [[ENCOMIENDAS;_Su_tratamiento_en_la_Junta_eclesiástica_de_1546 | encomiendas]]. Presentado para los Charcas el clérigo Lic. Fernández de la Cuesta falleció en Panamá en 1561 sin haber llegado a su sede, ni tomado posesión.
  
A Carlos V no le agradaba que los obispos fuesen frailes e insistió en que se eligiesen clérigos para los obispados de sus reinos, pero muchas veces hubo de ceder por falta de candidatos aptos. Felipe II no insistió en esa línea pero, en general, prefirió que los candidatos fuesen elegidos entre los que ya se encontraban en Indias y tenían experiencia de la tierra.  
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A Carlos V no le agradaba que los obispos fuesen frailes e insistió en que se eligiesen clérigos para los obispados de sus reinos, pero muchas veces hubo de ceder por falta de candidatos aptos. Felipe II no insistió en esa línea pero, en general, prefirió que los candidatos fuesen elegidos entre los que ya se encontraban en Indias y tenían experiencia de la tierra.<ref>Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. I 266, t. II, 134-5; Vargas Ugarte, “[[PANAMÁ;_Episcopologio | Episcopologio]]”, 1a. 49 (2a. 269); Salinas y Córdova, “Memorial”, 120.</ref>
  
Al regresar a España fray Juan Solano y renunciar a la sede cuzqueña, varios clérigos fueron presentados –y aún algunos preconizados– pero no llegaron a salir de España, por fallecimiento el doctor Francisco Ramírez, inquisidor de Valencia, en 1562; el licenciado Matías Pinelo en 1565; el doctor Sebastián de Carriazo o Cerviago, canónigo doctoral de Compostela; o por renuncia el doctor Tremiño, canónigo de León e Inquisidor de Calahorra, y el doctor Bueso.  
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Al regresar a España fray Juan Solano y renunciar a la sede cuzqueña, varios clérigos fueron presentados –y aún algunos preconizados– pero no llegaron a salir de España, por fallecimiento el doctor Francisco Ramírez, inquisidor de Valencia, en 1562; el licenciado Matías Pinelo en 1565; el doctor Sebastián de Carriazo o Cerviago, canónigo doctoral de Compostela; o por renuncia el doctor Tremiño, canónigo de León e Inquisidor de Calahorra, y el doctor Bueso.<ref>Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. II 67; Vargas Ugarte, “[[PANAMÁ;_Episcopologio | Episcopologio]]”, 49 (356-7); Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I, 210-1; Joaquín Pérez Villanueva y Bartolomé Escandell Bonet (eds.), ''Historia de la [[INQUISICIÓN_APOSTÓLICA | Inquisición]] en España y América'' I. ''El conocimiento científico y el proceso histórico de la Institución (1478 -1834)'' (Madrid: BAC, 1984), 630, 582-4.</ref>
  
El tercer obispo del Cuzco, don Sebastián de Lartaún, de carácter difícil y conocido por su controversia con el arzobispo Mogrovejo, fue muy cuidadoso del adoctrinamiento de los naturales. Consagrado en Lima para el obispado de los Charcas en 1574, el antiguo oidor de la Audiencia de los Reyes, don Hernando de Santillán, murió en la misma ciudad al año siguiente sin llegar a su sede.  
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El tercer obispo del Cuzco, don Sebastián de Lartaún, de carácter difícil y conocido por su controversia con el arzobispo Mogrovejo, fue muy cuidadoso del adoctrinamiento de los naturales.<ref>Lisson, “La Iglesia de España”, t. II 27, 559, 661, 640, 665, 674, 693, 695, 709, 734, 741, 789, 819, 824; t. II 104; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I, p. 295 índice ''passim''.</ref>Consagrado en Lima para el obispado de los Charcas en 1574, el antiguo oidor de la Audiencia de los Reyes, don Hernando de Santillán, murió en la misma ciudad al año siguiente sin llegar a su sede.  
Don Diego Gómez de la Madrid fue preconizado para suceder a don Jerónimo de Loayza, pero prefirió quedarse en el obispado de Badajoz, aunque percibió por algún tiempo las rentas del arzobispado de los Reyes. El clérigo más ilustre del Perú es el segundo arzobispo de los Reyes, don Toribio Alfonso de Mogrovejo, actualmente patrono del episcopado latinoamericano. El quinto obispo del Cuzco, don Antonio de la Raya, estudiante y rector del Colegio de San Clemente de Bolonia e inquisidor de Granada, gobernó su diócesis de 1594 a 1604.
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Don Diego Gómez de la Madrid fue preconizado para suceder a don Jerónimo de Loayza, pero prefirió quedarse en el obispado de Badajoz, aunque percibió por algún tiempo las rentas del arzobispado de los Reyes.<ref>Vargas Ugarte, “[[PANAMÁ;_Episcopologio | Episcopologio]]”, 41 (269), 48 (355); [[CÓRDOBA_DE_LA_NUEVA_ANDALUCÍA | Córdoba]] Salinas, “Teatro de la Iglesia Metropolitana”, 38.</ref>El clérigo más ilustre del Perú es el segundo arzobispo de los Reyes, don Toribio Alfonso de Mogrovejo, actualmente patrono del episcopado latinoamericano.<ref>Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. II 42-119; Vargas Ugarte, “[[PANAMÁ;_Episcopologio | Episcopologio]]”, 48 (355); Salinas y Córdova, “Memorial”, 182-85; [[CÓRDOBA_DE_LA_NUEVA_ANDALUCÍA | Córdoba]] Salinas, “Teatro de la Iglesia Metropolitana”, 29-35, 140-52.</ref>El quinto obispo del Cuzco, don Antonio de la Raya, estudiante y rector del Colegio de San Clemente de Bolonia e inquisidor de Granada, gobernó su diócesis de 1594 a 1604.<ref>Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. II 404-11; Vargas Ugarte, “[[PANAMÁ;_Episcopologio | Episcopologio]]”, 357 (49), Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I 268-9, 222.</ref>
  
 
Los únicos obispos diocesanos asistentes al III Concilio Limense fueron Mogrovejo y Lartaún, y al IV, el arzobispo de la Raya; asistiendo diversos clérigos como procuradores de algunos obispos o de los cabildos, y como funcionarios.
 
Los únicos obispos diocesanos asistentes al III Concilio Limense fueron Mogrovejo y Lartaún, y al IV, el arzobispo de la Raya; asistiendo diversos clérigos como procuradores de algunos obispos o de los cabildos, y como funcionarios.
  
De los clérigos colaboradores o alumnos del seminario de Santo Toribio llegaron a ser obispos el hispano Bartolomé Martínez, de Panamá, y los criollos Bernardino de Almanza, arzobispo de Santo Domingo, Carlos Marcelo Corne, de Trujillo, Pedro Valencia, de Chuquiago o La Paz; Feliciano de la Vega, de Popayán, La Paz y México; y el arequipeño Alonso de Peralta, arzobispo de los Charcas de 1609 al 16. Anteriormente fueron obispos de esta sede Alonso Granero de Avalos, inquisidor de México y Alonso Ramírez de Vergara, canónigo de Málaga.  
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De los clérigos colaboradores o alumnos del seminario de Santo Toribio llegaron a ser obispos el hispano Bartolomé Martínez, de Panamá, y los [[CRIOLLOS;_su_aporte_a_la_evangelización | criollos]] Bernardino de Almanza, arzobispo de Santo Domingo, Carlos Marcelo Corne, de Trujillo, Pedro Valencia, de Chuquiago o La Paz; Feliciano de la Vega, de Popayán, La Paz y México; y el arequipeño Alonso de Peralta, arzobispo de los Charcas de 1609 al 16. Anteriormente fueron obispos de esta sede Alonso Granero de Avalos, inquisidor de México y Alonso Ramírez de Vergara, canónigo de Málaga.<ref>Vargas Ugarte, “[[PANAMÁ;_Episcopologio | Episcopologio]]”, 37 (262), 39 (266-7); 41 (260-70), 42 (270).</ref>
  
El 9 de noviembre de 1595 fue recibido de arcediano de la catedral del Cuzco el salmantino Lorenzo Pérez de Grado, propuesto para los obispados de Trujillo o Panamá por el Consejo de Indias, recomendado por el Cabildo cuzqueño para Arequipa en 1618, presentado para el Paraguay en 1612 y preconizado, finalmente trasladado al Cuzco de 1619 a 1627.  
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El 9 de noviembre de 1595 fue recibido de arcediano de la catedral del Cuzco el salmantino Lorenzo Pérez de Grado, propuesto para los obispados de Trujillo o Panamá por el [[CONSEJO_REAL_DE_INDIAS | Consejo de Indias]], recomendado por el Cabildo cuzqueño para Arequipa en 1618, presentado para el Paraguay en 1612 y preconizado, finalmente trasladado al Cuzco de 1619 a 1627.<ref>Vargas Ugarte, “[[PANAMÁ;_Episcopologio | Episcopologio]]”, 45 (359), 49 (357); Lisson, “La Iglesia de España”, t. III 661, t. IV 683; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I 629.</ref>
  
 
==Clérigos inquisidores==
 
==Clérigos inquisidores==
  
El sistema hispano que rigió el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición se trasladó a las Indias y los obispos eran los inquisidores mayores, quienes celebraban autos de fe y nombraban a clérigos “inquisidores ordinarios en los asuntos tocantes al Santo Oficio”. Así, a 12 enero 1563 el Cabildo del Cuzco, en sede vacante, designó al chantre Hernando Arias y al canónigo Francisco Ximénez; luego fue comisario del Santo Oficio el canónigo Pedro de Quiroga, quien tuvo un serio enfrentamiento con el obispo Lartaún.
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El sistema hispano que rigió el Tribunal del Santo Oficio de la [[INQUISICIÓN_APOSTÓLICA | Inquisición]] se trasladó a las Indias y los obispos eran los inquisidores mayores, quienes celebraban autos de fe y nombraban a clérigos ''“inquisidores ordinarios en los asuntos tocantes al Santo Oficio”''. Así, a 12 enero 1563 el Cabildo del Cuzco, en sede vacante, designó al chantre Hernando Arias y al canónigo Francisco Ximénez; luego fue comisario del Santo Oficio el canónigo Pedro de Quiroga, quien tuvo un serio enfrentamiento con el obispo Lartaún.
En 1570 se estableció en los Reyes el Tribunal con el licenciado Serván de Corezuelo, que llegó solo porque su compañero el doctor Bustamante falleció en Panamá. Conforme a los ordenamientos reales, en los Tribunales había dos inquisidores, un teólogo y un jurista, o dos teólogos. Los inquisidores nombrados por el rey eran personas de confianza como lo habían sido en España el licenciado Gasca, canónigo de Salamanca, y visitador del Santo Oficio “que se había mostrado prudente en las alteraciones y negocios de los moriscos en Valencia”, Juez Metropolitano de Toledo y miembro del Consejo de la General Inquisición; los candidatos a la sede cuzqueña Dr. Ramírez y lic. Tremiño.  
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Posteriormente Santo Toribio, inquisidor de Granada, Granero de Avalos de México, de la Raya de Granada y Alonso de Peralta de México. Este fue el primer inquisidor criollo, natural de Arequipa, estudiante en Lima y Salamanca, no ordenado aún sacerdote, el 8 noviembre 1593 fue nombrado para México, junto con don Bartolomé de Lobo Guerrero.
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En 1570 se estableció en los Reyes el Tribunal con el licenciado Serván de Corezuelo, que llegó solo porque su compañero el doctor Bustamante falleció en Panamá. Conforme a los ordenamientos reales, en los Tribunales había dos inquisidores, un teólogo y un jurista, o dos teólogos. Los inquisidores nombrados por el rey eran personas de confianza como lo habían sido en España el licenciado Gasca, canónigo de Salamanca, y visitador del Santo Oficio ''“que se había mostrado prudente en las alteraciones y negocios de los [[MORISCOS | moriscos]] en Valencia”,'' Juez Metropolitano de Toledo y miembro del Consejo de la General [[INQUISICIÓN_APOSTÓLICA | Inquisición]]; los candidatos a la sede cuzqueña Dr. Ramírez y lic. Tremiño.<ref>Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. I, 381-6; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I 210-11; Lisson, “La Iglesia de España”, t. II, 177-8, Salinas y Córdova, “Memorial”, 146-51; Manuel de Mendiburu, “Diccionario histórico biográfico”, V (Lima: Enrique Palacios, 1933), 354-95; [[LÓPEZ_DE_GÓMARA,_Francisco | Francisco López de Gómara]], “Historia general” (Barcelona: Editorial Iberia, 1954). Cap. 175; Pérez Villanueva y Escandell Bonet, “Historia de la [[INQUISICIÓN_APOSTÓLICA | Inquisición]]” I, 530, 582-4, 722-3, 687.</ref>
Al pasar este al arzobispado de Santa Fe de Bogotá, “Peralta se quedó dueño y señor del Tribunal, y estaba dotado de un temperamento fino, dominaba los cánones y no toleraba que nadie le pisase el honor. El dinamismo del inquisidor, su tesonera voluntad de extirpar herejes, su dominio del oficio, su sagacidad para descubrir y seguir el hilo de la trama, sin modos acres y fuertes se refleja en las actas de los procesos y más aún en la correspondencia oficial y privada. En la oficial rompe lanzas de celo por honor del Santo Oficio. En la privada desahoga su genio, a veces con sosa caústica”. En 1609 pasó a ser arzobispo de los Charcas, falleciendo en 1616.
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Toribio de Mogrovejo dio poder al lic. Antonio Gutiérrez de Ulloa, incorporado al Tribunal de Lima en 1571, para que tomase posesión de la arquidiócesis en su nombre: se juntaron el más ilustre y santo inquisidor con quien dominó el Tribunal desde su llegada, y actuó prácticamente solo de 1582 hasta 1587 por fallecimiento de Serván Cerezuela.
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Posteriormente Santo Toribio, inquisidor de Granada, Granero de Avalos de México, de la Raya de Granada y Alonso de Peralta de México. Este fue el primer inquisidor criollo, natural de Arequipa, estudiante en Lima y Salamanca, no ordenado aún sacerdote, el 8 noviembre 1593 fue nombrado para México, junto con don Bartolomé de [[LOBO_GUERRERO,_Bartolomé | Lobo Guerrero]].  
Con el inmenso e impune poder que le otorgaba el Santo Oficio, Ulloa llegó a controlar de tal manera, que el virrey conde del Villar,  pudo decir que en vez de hablar del “inquisidor del Perú”, habrá que decir “el Perú del Inquisidor”, tanto por su inmenso poder, su impunidad social y las variadas delicias y tentaciones que proporcionaban las condiciones nuevas y lejanas del país.
 
En 1587 llegó de visitador el Dr. Ruiz Prado, canónigo de Tarragona, quien investigó la actuación de Ulloa, sin quitarle el poder. El Consejo de la Suprema lo encontró culpable suspendiéndolo “del oficio de inquisidor de esos Reinos y fuera de ellos”, más falleció en 1597 antes de conocer la sentencia que sobre él había caído. El arzobispo Loayza tuvo dificultades con el nuevo Tribunal que procesó a dos canónigos y condenó al Lic. Guarnizo en 500 pesos, a Leonés en 100 y Villarveche en el doble.
 
  
Por cuestiones protocolares “los inquisidores denuncian a Santo Toribio de enemigo de la Inquisición”, según reza el título del capítulo XII de la «Historia» de don José Toribio Medina. . El prelado, a 3 marzo 1591 escribía al rey, con humor, “que aunque sea bien o mal mandado... y que tengan o no tengan jurisdicción para ellos (los inquisidores) entiendo nadie se atreverá a no obedecerles temiendo nos los lleven a la inquisición”.
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Al pasar este al arzobispado de Santa Fe de Bogotá, ''“Peralta se quedó dueño y señor del Tribunal, y estaba dotado de un temperamento fino, dominaba los cánones y no toleraba que nadie le pisase el honor. El dinamismo del inquisidor, su tesonera voluntad de extirpar herejes, su dominio del oficio, su sagacidad para descubrir y seguir el hilo de la trama, sin modos acres y fuertes se refleja en las actas de los procesos y más aún en la correspondencia oficial y privada. En la oficial rompe lanzas de celo por honor del Santo Oficio. En la privada desahoga su genio, a veces con sosa caústica”''. En 1609 pasó a ser arzobispo de los Charcas, falleciendo en 1616.<ref>Huerga en Pérez Villanueva y Escandell Bonet, “Historia de la [[INQUISICIÓN_APOSTÓLICA | Inquisición]]” I, 969-76; Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. II 132, 134, 266.</ref>
  
Hubo varios clérigos denunciados por solicitantes en la confesión, como el clérigo Juan de Figueroa, natural de Huánuco, en 1595. El inquisidor Ordoñez escribía a fines de siglo al general de Madrid una frase que generaliza en exceso los casos ocurridos, comprendiendo a los religiosos: “parece que en el Perú apenas hay sacerdote que no peque en esto”.  
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[[MOGROVEJO_Y_ROBLEDO,_Toribio_Alfonso_de | Toribio de Mogrovejo]] dio poder al lic. Antonio Gutiérrez de Ulloa, incorporado al Tribunal de Lima en 1571, para que tomase posesión de la arquidiócesis en su nombre: se juntaron el más ilustre y santo inquisidor con quien dominó el Tribunal desde su llegada, y actuó prácticamente solo de 1582 hasta 1587 por fallecimiento de Serván Cerezuela.
Frase debida al carácter duro de Ordoñez, quien obró con crueldad al haber actuado solo, y empeñó su labor por operaciones comerciales con fondos del tribunal. Otros clérigos fueron denunciados por expresiones sospechosas, tal el bachiller Arnal de Biezma, condenado a cinco años de reclusión en la ciudad y a no celebrar.  
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Con el inmenso e impune poder que le otorgaba el Santo Oficio, Ulloa llegó a controlar de tal manera, que el virrey conde del Villar,<ref>Fernando de Torres y Portugal y Mesía Venegas y Ponce de León (Villardompardo, Jaén, ? - Jaén, 18 de octubre de 1592), descendiente de la familia real portuguesa, fue Señor de Villardompardo y Escañuela y, luego, I Conde de Villardompardo. Fue además alférez mayor de Jaén, corregidor de Asturias y de Salamanca, asistente de Sevilla (1578 – 1583) y VII Virrey del Perú (1585 - 1589).</ref>pudo decir que en vez de hablar del ''“inquisidor del Perú”, habrá que decir “el Perú del Inquisidor”'', tanto por su inmenso poder, su impunidad social y las variadas delicias y tentaciones que proporcionaban las condiciones nuevas y lejanas del país.
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En 1587 llegó de visitador el Dr. Ruiz Prado, canónigo de Tarragona, quien investigó la actuación de Ulloa, sin quitarle el poder. El Consejo de la Suprema lo encontró culpable suspendiéndolo ''“del oficio de inquisidor de esos Reinos y fuera de ellos”'', más falleció en 1597 antes de conocer la sentencia que sobre él había caído. El arzobispo Loayza tuvo dificultades con el nuevo Tribunal que procesó a dos canónigos y condenó al Lic. Guarnizo en 500 pesos, a Leonés en 100 y Villarveche en el doble.
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Por cuestiones protocolares ''“los inquisidores denuncian a Santo Toribio de enemigo de la [[INQUISICIÓN_APOSTÓLICA | Inquisición]]”'', según reza el título del capítulo XII de la «Historia» de don José Toribio Medina.<ref>José Toribio Medina Zavala (Santiago del Chile, 21 octubre 1852 – Santiago de Chile, 11 diciembre 1930) historiador chileno. Habiendo residido en Perú durante un largo periodo estudió sus ricos [[UNIVERSIDADES_DE_LAS_ÓRDENES_RELIGIOSAS;_Archivos,_Fuentes_y_Reseñas | archivos históricos]], y lo mismo realizó en archivos sobre todo españoles que visitó y estudió.</ref>El prelado, a 3 marzo 1591 escribía al rey, con humor, ''“que aunque sea bien o mal mandado... y que tengan o no tengan jurisdicción para ellos'' (los inquisidores) ''entiendo nadie se atreverá a no obedecerles temiendo nos los lleven a la [[INQUISICIÓN_APOSTÓLICA | inquisición]]”''.<ref>Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. I 386-9; José Toribio Medina, ''Historia del Tribunal del Santo Oficio de la [[INQUISICIÓN_APOSTÓLICA | Inquisición]] de Lima'' (Santiago de Chile: Impr. Gutenberg, 1887), I, 293-BS; Rodríguez Valencia, “Santo Toribio”, t. II 396; t. III 587; Pérez Villanueva y Escandell Bonet, “Historia de la [[INQUISICIÓN_APOSTÓLICA | Inquisición]]”, I 919-37, 979-83.</ref>
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Hubo varios clérigos denunciados por solicitantes en la confesión, como el clérigo Juan de Figueroa, natural de Huánuco, en 1595. El inquisidor Ordoñez escribía a fines de siglo al general de Madrid una frase que generaliza en exceso los casos ocurridos, comprendiendo a los religiosos: ''“parece que en el Perú apenas hay sacerdote que no peque en esto”.''
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Frase debida al carácter duro de Ordoñez, quien obró con crueldad al haber actuado solo, y empeñó su labor por operaciones comerciales con fondos del tribunal. Otros clérigos fueron denunciados por expresiones sospechosas, tal el bachiller Arnal de Biezma, condenado a cinco años de reclusión en la ciudad y a no celebrar.<ref>Ricardo Palma, “Anales de la [[INQUISICIÓN_APOSTÓLICA | Inquisición]] de Lima”. En ''Apéndice a mis últimas tradiciones peruanas'', Ricardo Palma (Barcelona: Maucci, 1910), caps. I y II.</ref>
  
 
==Clérigos Cronistas, Memorialistas, Informantes==
 
==Clérigos Cronistas, Memorialistas, Informantes==
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Para la historia varios clérigos han dejado crónicas, memoriales, informaciones y cartas sobre los sucesos transcurridos o exposiciones de situaciones. El más ilustre cronista, ordenado solo de menores, fue el Inca Garcilaso de la Vega por el valor literario e histórico de los «Comentarios Reales de los Incas».  
 
Para la historia varios clérigos han dejado crónicas, memoriales, informaciones y cartas sobre los sucesos transcurridos o exposiciones de situaciones. El más ilustre cronista, ordenado solo de menores, fue el Inca Garcilaso de la Vega por el valor literario e histórico de los «Comentarios Reales de los Incas».  
  
Una crónica anónima publicada bajo el título «Destrucción del Perú» como quiso su autor, pero que apareció primeramente como «Conquista y Población del Perú», se ha atribuido al clérigo Cristóbal de Molina «el chileno» o a Bartolomé de Segovia. Es un breve relato apresurado de la conquista hasta 1537, pero lo que le preocupa es la condición de los indios y los maltratos a ellos infligidos por los conquistadores.   
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Una crónica anónima publicada bajo el título «Destrucción del Perú» como quiso su autor, pero que apareció primeramente como «Conquista y Población del Perú», se ha atribuido al clérigo Cristóbal de Molina «el chileno» o a Bartolomé de Segovia. Es un breve relato apresurado de la conquista hasta 1537, pero lo que le preocupa es la condición de los indios y los maltratos a ellos infligidos por los conquistadores.<ref>Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | Cronistas]]”, 315-6.</ref>
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El provisor del Cuzco, Luis de Morales, en 1540 elevaba al rey una «Representación sobre los males y opresiones de los indios del Perú» y proponía el remedio para aliviarlos con la valentía de Las Casas.<ref>Lisson, “La Iglesia de España”, t. I 3 48-98; Vega, “Comentarios”, t. III Cap. III; Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | Cronistas]]”, 36, 725-8.</ref>Del «Pacificador» La Gasca existe una relación inédita, cuyos originales se conservan en la Biblioteca Real de Madrid, escrita por él o por su secretario, acerca de su actuación en el Perú y utilizada por el Palentino en su «Historia del Perú» y por Calvete de Estrella en la «Rebelión de Pizarro en el Perú y vida de don Pedro Gasca». Además de la nutrida información dirigida epistolarmente al rey.<ref>Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | Cronistas]]”, 25, 191, 326.</ref>
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El clérigo [[LÓPEZ_DE_GÓMARA,_Francisco | Francisco López de Gómara]], que no estuvo en el Perú, es autor de la «Historia general de las Indias» pero tuvo buena información, que ''“es un oasis de amenidades, de concisión y clásica elegancia de la frase, en medio del fárrago de los otros [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | cronistas]]”''.<ref>Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | Cronistas]]”, 191.</ref>El chantre del Cusco, Hernando Arias, a petición del obispo Lartaún, redactó la «Relación del Cuzco» de 1533 a 1552, que copiada en parte por Esquivel y Navia, merece ser publicada íntegramente por provenir de un testigo ocular de los sucesos primeros de la Iglesia cuzqueña, y participar en su vida como primer cura de la Catedral en 1539 y luego chantre del Cabildo desde 1545 al 85.<ref>Lisson, “La Iglesia de España”, t. I, 3 p. 34; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I Índice passim; Lisson, “La Iglesia de España”, t. II 472, 481-2; 634; t. III 19, 105.</ref>
  
El provisor del Cuzco, Luis de Morales, en 1540 elevaba al rey una «Representación sobre los males y opresiones de los indios del Perú» y proponía el remedio para aliviarlos con la valentía de Las Casas.  Del «Pacificador» La Gasca existe una relación inédita, cuyos originales se conservan en la Biblioteca Real de Madrid, escrita por él o por su secretario, acerca de su actuación en el Perú y utilizada por el Palentino en su «Historia del Perú» y por Calvete de Estrella en la «Rebelión de Pizarro en el Perú y vida de don Pedro Gasca». Además de la nutrida información dirigida epistolarmente al rey.
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Antes de ser clérigo, el oidor Hernando de Santillán (fallecido obispo consagrado de los Charcas), escribió una «Relación» que ''“en lo que se refiere a la historia copió, pero es la defensa de los indios, que para él era lo natural y palpitante, lo político en suma, puso el calor y emoción que dan originalidad a su escrito y alcanzó momentos de lucidez patética, como en su defensa de la aptitud de los indios, que es página de antología”''<ref>Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | Cronistas]]”, 324-6.</ref>
  
El clérigo Francisco López de Gómara, que no estuvo en el Perú, es autor de la «Historia general de las Indias» pero tuvo buena información, que “es un oasis de amenidades, de concisión y clásica elegancia de la frase, en medio del fárrago de los otros cronistas”.  El chantre del Cusco, Hernando Arias, a petición del obispo Lartaún, redactó la «Relación del Cuzco» de 1533 a 1552, que copiada en parte por Esquivel y Navia, merece ser publicada íntegramente por provenir de un testigo ocular de los sucesos primeros de la Iglesia cuzqueña, y participar en su vida como primer cura de la Catedral en 1539 y luego chantre del Cabildo desde 1545 al 85.
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El padre Cristóbal de Molina «el cuzqueño», es autor de las «Fábulas y ritos de los Incas» recogidas en junta de indios viejos ''“que vieron e hicieron en tiempos de Huayna Capac y de Huáscar Inga y de Mangoinga hacer las dichas ceremonias y cultos y algunos maestros y sacerdotes de los que en aquel tiempo eran”''. También escribió una «Historia de los Incas», hoy perdida, pero utilizada por Cabello y Sarmiento.<ref>Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | Cronistas]]”, 315-6; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I índice.</ref>
Antes de ser clérigo, el oidor Hernando de Santillán (fallecido obispo consagrado de los Charcas), escribió una «Relación» que “en lo que se refiere a la historia copió, pero es la defensa de los indios, que para él era lo natural y palpitante, lo político en suma, puso el calor y emoción que dan originalidad a su escrito y alcanzó momentos de lucidez patética, como en su defensa de la aptitud de los indios, que es página de antología”.
 
  
El padre Cristóbal de Molina «el cuzqueño», es autor de las «Fábulas y ritos de los Incas» recogidas en junta de indios viejos “que vieron e hicieron en tiempos de Huayna Capac y de Huáscar Inga y de Mangoinga hacer las dichas ceremonias y cultos y algunos maestros y sacerdotes de los que en aquel tiempo eran”. También escribió una «Historia de los Incas», hoy perdida, pero utilizada por Cabello y Sarmiento.
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El canónigo del Cuzco, don Pedro de Quiroga, escribió el libro intitulado «Coloquios de la Verdad» sobre ''“la conquista, los daños y agravios recibidos por los indios, la coca y daños y de la catequización”''.<ref>Vargas Ugarte, “Manual”, 167, 245-6; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I 235; Millones, “El retorno de las Huacas”, 32; Lisson, “La Iglesia de España”, t. III 19; Pérez Villanueva y Escandell Bonet, “Historia de la [[INQUISICIÓN_APOSTÓLICA | Inquisición]]”, I 921; Boletín Biblioteca Nacional: Índice de Manuscritos existentes ns. 2429 y 2515, en n. 14 diciembre 1951 pp. 311 y 314.</ref>El clérigo Miguel Cabello de Balboa escribió «Miscelánea Antártica», que ''“es una amena y algo confusa relación de los diversos reinados de los Incas... La estada de Cabello de Balboa en Quito hace que su obra se halle particularmente informada sobre la historia de esa región”.''<ref>Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | Cronistas]]”, 455-7; Lisson, “La Iglesia de España”, t. IV 112-6.</ref>
  
El canónigo del Cuzco, don Pedro de Quiroga, escribió el libro intitulado «Coloquios de la Verdad» sobre “la conquista, los daños y agravios recibidos por los indios, la coca y daños y de la catequización”.  El clérigo Miguel Cabello de Balboa escribió «Miscelánea Antártica», que “es una amena y algo confusa relación de los diversos reinados de los Incas... La estada de Cabello de Balboa en Quito hace que su obra se halle particularmente informada sobre la historia de esa región”. 
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El racionero Villareal escribió «Memorial sobre las costumbres que tienen los Indios del Perú y de Nueva España y cómo se podrían mejor gobernar y enseñar y ser enseñados en la Doctrina Cristiana», que permanece inédito y tiene seguramente el más acusado concepto peyorativo del indio.<ref>Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | Cronistas]]”, Fuentes 154.</ref>
  
El racionero Villareal escribió «Memorial sobre las costumbres que tienen los Indios del Perú y de Nueva España y cómo se podrían mejor gobernar y enseñar y ser enseñados en la Doctrina Cristiana», que permanece inédito y tiene seguramente el más acusado concepto peyorativo del indio.  
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El «Diario» de la visita del arzobispo Mogrovejo, a cargo de sus secretarios los clérigos Bernardino de Almanza, Alonso Ramírez Berrío y Bartolomé Menacho, se refiere a las visitas últimas de 7 julio 1593 a diciembre 1605. Son anotados los datos estadísticos de la población; se expresa el sínodo o renta de que goza el curato; se advierte si está en manos de un clérigo o de un religioso; si tiene o no conocimiento de la lengua que allí se habla; y luego de indicar los bienes que posee la Iglesia o las cofradías en ella establecidas, se da el número de los que recibieron el sacramento de la confirmación.<ref>Domingo Angulo (ed.). “Diario de la Segunda Visita Pastoral que hizo el Arzobispo D. Toribio Alfonso de Mogrovejo”, Revista del Archivo Nacional, t. I: 49 ss. t. II. 39 ss. (1920); Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. II, 80.</ref>
  
El «Diario» de la visita del arzobispo Mogrovejo, a cargo de sus secretarios los clérigos Bernardino de Almanza, Alonso Ramírez Berrío y Bartolomé Menacho, se refiere a las visitas últimas de 7 julio 1593 a diciembre 1605. Son anotados los datos estadísticos de la población; se expresa el sínodo o renta de que goza el curato; se advierte si está en manos de un clérigo o de un religioso; si tiene o no conocimiento de la lengua que allí se habla; y luego de indicar los bienes que posee la Iglesia o las cofradías en ella establecidas, se da el número de los que recibieron el sacramento de la confirmación. 
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De algunos escritos sólo se sabe que existieron como una «Información sobre el origen de los indios, creencias, adoraciones, ritos y huacas» del canónigo Juan de Balboa, un excelente lenguaraz.<ref>Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | Cronistas]]”, 36.</ref>
De algunos escritos sólo se sabe que existieron como una «Información sobre el origen de los indios, creencias, adoraciones, ritos y huacas» del canónigo Juan de Balboa, un excelente lenguaraz.  
 
  
Un cura y canónigo del Cuzco, el padre Cristóbal de Albornoz, en sus funciones de visitador general del obispado del Cuzco descubrió “la seta e apostasía y predicación que llaman Taqui Ongoy por otro nombre «Aira» en Huamanga”. Elevó cuatro «Informaciones de Servicios» (1569, 1570, 1577, 1584), una «Relación de la visita de extirpación de idolatrías», la «Instrucción para descubrir todas las guacas del Pirú y sus camayos y haziendas», y una carta al rey a 15 abril 1602, que junto con las «Fábulas y Ritos» de Molina informan ampliamente sobre ese movimiento.  
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Un cura y canónigo del Cuzco, el padre Cristóbal de Albornoz, en sus funciones de visitador general del obispado del Cuzco descubrió ''“la seta e apostasía y predicación que llaman Taqui Ongoy por otro nombre «Aira» en Huamanga”''. Elevó cuatro «Informaciones de Servicios» (1569, 1570, 1577, 1584), una «Relación de la visita de extirpación de idolatrías», la «Instrucción para descubrir todas las guacas del Pirú y sus camayos y haziendas», y una carta al rey a 15 abril 1602, que junto con las «Fábulas y Ritos» de Molina informan ampliamente sobre ese movimiento.<ref>Millones, “El retorno de las Huacas”; Pierre Duviols, “Un inédit de Cristóbal de Albornoz: la 'Instrucción para descubrir todas las guacas del Pirú y sus camayos y haciendas”, ''Journal de la Société des Américanistes'', t LVI-1, (1967), Instrucción; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I Índice ''passim''.</ref>
  
El «Taqui Ongoy» (Taky Unguy) era un movimiento milenarista indígena con dimensiones políticas, religiosas y culturales surgido en los Andes peruanos en el siglo XVI (alrededor de 1564 a 1572) que se quería oponer al dominio español. La traducción literal de Taki Ongoy, del quechua, podría ser literalmente “enfermedad del canto”, difícil de traducir. El término pertenece a los naturales andinos, que creían que los «wakas» (espíritus-divinidades) se encontraban disgustados por la expansión del cristianismo.  
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El «Taqui Ongoy» (Taky Unguy) era un movimiento milenarista indígena con dimensiones políticas, religiosas y culturales surgido en los Andes peruanos en el siglo XVI (alrededor de 1564 a 1572) que se quería oponer al dominio español. La traducción literal de Taki Ongoy, del quechua, podría ser literalmente ''“enfermedad del canto”'', difícil de traducir. El término pertenece a los naturales andinos, que creían que los «wakas» (espíritus-divinidades) se encontraban disgustados por la expansión del cristianismo.  
 
Los wakas habrían comenzado a tomar posesión de los indígenas haciéndoles danzar siguiendo una música característica, y harían restaurar de nuevo la cultura pre-hispana, su cultura y su mitología y política. El movimiento comenzó hacia 1560 en Huamanga, Ayacucho, de donde se extendió hacia Lima, Cusco, Arequipa, Chuquisaca y La Paz.  
 
Los wakas habrían comenzado a tomar posesión de los indígenas haciéndoles danzar siguiendo una música característica, y harían restaurar de nuevo la cultura pre-hispana, su cultura y su mitología y política. El movimiento comenzó hacia 1560 en Huamanga, Ayacucho, de donde se extendió hacia Lima, Cusco, Arequipa, Chuquisaca y La Paz.  
  
 
Cuando surgió este movimiento se le llamó «la revuelta de los wakas», que promovía un rechazo de la fe cristiana llegada con la conquista española. Este movimiento promovía así el culto en las llamadas «huacas», donde se veneraban las divinidades pre-hispanas y donde los indígenas solían ir a venerar sus antiguos cultos.
 
Cuando surgió este movimiento se le llamó «la revuelta de los wakas», que promovía un rechazo de la fe cristiana llegada con la conquista española. Este movimiento promovía así el culto en las llamadas «huacas», donde se veneraban las divinidades pre-hispanas y donde los indígenas solían ir a venerar sus antiguos cultos.
  
El cura mestizo Diego de Alcobaza fue corresponsal de su condiscípulo el Inca Garcilaso y le escribió sobre los grandes edificios de Tiahuanaco,   entre otros temas. Se conserva también una breve relación sobre costumbres, gobierno, religión, etc. del Perú, escrita por un clérigo anónimo alrededor de 1541.  
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El cura mestizo Diego de Alcobaza fue corresponsal de su condiscípulo el Inca Garcilaso y le escribió sobre los grandes edificios de Tiahuanaco,<ref>Tiwanaku (Tiahuanaco or Tiahuanacu) es un lugar arqueológico pre-hispano en la actual [[BOLIVIA;_Afrodescendientes | Bolivia]] occidental, cerca del Lago Titicaca, y uno de los más grandes de Suramérica con más de cuatro km2 de superficie que incluye variadas estructuras y construcciones, cerámica y restos megalíticos. Probablemente se calcula que hacia el siglo VIII-IX podría haber agrupado una población superior a las 10,000 personas. En 1549, el conquistador [[CIEZA_DE_LEON,_Pedro | Pedro Cieza]] de León descubrió el lugar cuando buscaba la ciudad inca meridional de Ouallasuyu.<br>Algunos creen que el nombre de Tiwanaku viene del término aymara taypiqala, “piedra en el centro”, refiriéndose a la creencia de que se encontraba en el centro del mundo. Pero el significado exacto probablemente se perdió andando el tiempo al no existir una escritura. Algunos arqueólogos como Heggarty and Beresford-Jones creen que la lengua puquina era probablemente la usada en Tiwanaku.</ref>entre otros temas.<ref>Vega, “Comentarios”, III Cap. IH 60.</ref>Se conserva también una breve relación sobre costumbres, gobierno, religión, etc. del Perú, escrita por un clérigo anónimo alrededor de 1541.<ref>Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | Cronistas]]”, 749-51.</ref>
  
Las cartas del obispo de Quito, Garcí Díaz-Arias,  de los del Cuzco, Lartaún y La Raya, del presidente Gasca, y la abundante correspondencia de Santo Toribio, son importantes para la historia. Igualmente de clérigos colaboradores del segundo arzobispo, como el Lic. Bartolomé Martínez y el provisor Antonio de Valcazar, y el largo informe del capellán de llave (Chucuito), Pedro Serrano en 1609, por tener más de 30 años de predicación en el Perú.  
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Las cartas del obispo de Quito, Garcí Díaz-Arias,<ref>Garcí Díaz Arias fue nombrado obispo de Quito (Ecuador) por Paulo III el 8 de enero de 1546, ordenado obispo por el obispo de Cusco Juan Solano el 5 de junio de 1547, muere en 1562. Cf. Pierre Eubel, ''Hierarchia Catholica,'' Vol. 3, 280.</ref>de los del Cuzco, Lartaún y La Raya, del presidente Gasca,<ref>Pedro de la Gasca (Ávila, España: 1485- Sigüenza, España 13 de noviembre de 1567): jurista y diplomático con el rey-emperador Carlos I-V de España, fue obispo, y nombrado II virrey en funciones del Perú (10 de abril de 1547 a enero de 1550) en los difíciles y atormentados tiempos de las [[DOMINICOS;_Papel_pacificador_en_el_siglo_XVI | guerras civiles]] entre los primeros conquistadores.</ref>y la abundante correspondencia de Santo Toribio, son importantes para la historia. Igualmente de clérigos colaboradores del segundo arzobispo, como el Lic. Bartolomé Martínez y el provisor Antonio de Valcazar, y el largo informe del capellán de llave (Chucuito), Pedro Serrano en 1609, por tener más de 30 años de predicación en el Perú.<ref>Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | Cronistas]]”, 733; Luis Miguel Glave, ''Trajinantes: caminos indígenas en la sociedad colonial, siglos XVI y XVII'' (Lima: Instituto de Apoyo Agrario, 1989), 386-422, Lisson, “La Iglesia de España”, t. II 76 y t. IV, 432; t. III 361, 622-4, t. IV 130, 239.</ref>
  
  
 
==NOTAS==
 
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==BIBLIOGRAFÍA==
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Duviols, Pierre. “Un inédit de Cristóbal de Albornoz: la 'Instrucción para descubrir todas las guacas del Pirú y sus camayos y haciendas”, ''Journal de la Société des Américanistes'', t LVI-1, (1967), 7-40.
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Vega, Garcilaso de la. ''Comentarios reales de los Incas'', tt. I-II. Buenos Aires: Emecé Editores, 1943.
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'''JOSÉ DAMMERT BELLIDO'''
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'''Obispo de Cajamarca'''
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<relatedtags>
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[[DOMINICOS;_Papel_pacificador_en_el_siglo_XVI|DOMINICOS; Papel pacificador en el siglo XVI]]
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[[CIEZA_DE_LEON,_Pedro|CIEZA DE LEON, Pedro]]
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[[BOLIVIA;_Afrodescendientes|BOLIVIA; Afrodescendientes]]
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[[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY|CRONISTAS ANTIGUOS EN URUGUAY]]
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[[UNIVERSIDADES_DE_LAS_ÓRDENES_RELIGIOSAS;_Archivos,_Fuentes_y_Reseñas|UNIVERSIDADES DE LAS ÓRDENES RELIGIOSAS; Archivos, Fuentes y Reseñas]]
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[[LÓPEZ_DE_GÓMARA,_Francisco|LÓPEZ DE GÓMARA, Francisco]]
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[[MORISCOS|MORISCOS]]
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[[MOGROVEJO_Y_ROBLEDO,_Toribio_Alfonso_de|MOGROVEJO Y ROBLEDO, Toribio Alfonso de]]
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Revisión actual del 12:14 25 ene 2020

Clérigos obispos

Recordamos que don Hernando de Luque murió antes de ser preconizado obispo de Tumbes. Los primeros obispos en el Perú fueron dominicos: Valverde y Solano del Cuzco, Loayza de Lima. El primer obispo de Quito, capellán de Pizarro, fue el bachiller Garcí Díaz Arias, presentado por el emperador Carlos I-V en 1540 “por ser persona docta, benemérita y cual conviene para la salvación de las ánimas de los indios naturales de aquella provincia, según sus méritos, vida y doctrina...”, mas sólo fue ordenado en el Cuzco por el obispo Solano en 1547 y falleció en 1562.[1]

El licenciado Pedro de la Gasca, Presidente de la Real Audiencia y Pacificador del Perú, al regresar a España fue preconizado obispo de Placencia, pasando luego a Sigüenza. Por su experiencia en el difícil gobierno que debió ejercer en el Perú fue consejero de Indias, en el que tuvo marcada influencia en sus acuerdos, siendo por ejemplo contrario a la perpetuidad de las encomiendas. Presentado para los Charcas el clérigo Lic. Fernández de la Cuesta falleció en Panamá en 1561 sin haber llegado a su sede, ni tomado posesión.

A Carlos V no le agradaba que los obispos fuesen frailes e insistió en que se eligiesen clérigos para los obispados de sus reinos, pero muchas veces hubo de ceder por falta de candidatos aptos. Felipe II no insistió en esa línea pero, en general, prefirió que los candidatos fuesen elegidos entre los que ya se encontraban en Indias y tenían experiencia de la tierra.[2]

Al regresar a España fray Juan Solano y renunciar a la sede cuzqueña, varios clérigos fueron presentados –y aún algunos preconizados– pero no llegaron a salir de España, por fallecimiento el doctor Francisco Ramírez, inquisidor de Valencia, en 1562; el licenciado Matías Pinelo en 1565; el doctor Sebastián de Carriazo o Cerviago, canónigo doctoral de Compostela; o por renuncia el doctor Tremiño, canónigo de León e Inquisidor de Calahorra, y el doctor Bueso.[3]

El tercer obispo del Cuzco, don Sebastián de Lartaún, de carácter difícil y conocido por su controversia con el arzobispo Mogrovejo, fue muy cuidadoso del adoctrinamiento de los naturales.[4]Consagrado en Lima para el obispado de los Charcas en 1574, el antiguo oidor de la Audiencia de los Reyes, don Hernando de Santillán, murió en la misma ciudad al año siguiente sin llegar a su sede.

Don Diego Gómez de la Madrid fue preconizado para suceder a don Jerónimo de Loayza, pero prefirió quedarse en el obispado de Badajoz, aunque percibió por algún tiempo las rentas del arzobispado de los Reyes.[5]El clérigo más ilustre del Perú es el segundo arzobispo de los Reyes, don Toribio Alfonso de Mogrovejo, actualmente patrono del episcopado latinoamericano.[6]El quinto obispo del Cuzco, don Antonio de la Raya, estudiante y rector del Colegio de San Clemente de Bolonia e inquisidor de Granada, gobernó su diócesis de 1594 a 1604.[7]

Los únicos obispos diocesanos asistentes al III Concilio Limense fueron Mogrovejo y Lartaún, y al IV, el arzobispo de la Raya; asistiendo diversos clérigos como procuradores de algunos obispos o de los cabildos, y como funcionarios.

De los clérigos colaboradores o alumnos del seminario de Santo Toribio llegaron a ser obispos el hispano Bartolomé Martínez, de Panamá, y los criollos Bernardino de Almanza, arzobispo de Santo Domingo, Carlos Marcelo Corne, de Trujillo, Pedro Valencia, de Chuquiago o La Paz; Feliciano de la Vega, de Popayán, La Paz y México; y el arequipeño Alonso de Peralta, arzobispo de los Charcas de 1609 al 16. Anteriormente fueron obispos de esta sede Alonso Granero de Avalos, inquisidor de México y Alonso Ramírez de Vergara, canónigo de Málaga.[8]

El 9 de noviembre de 1595 fue recibido de arcediano de la catedral del Cuzco el salmantino Lorenzo Pérez de Grado, propuesto para los obispados de Trujillo o Panamá por el Consejo de Indias, recomendado por el Cabildo cuzqueño para Arequipa en 1618, presentado para el Paraguay en 1612 y preconizado, finalmente trasladado al Cuzco de 1619 a 1627.[9]

Clérigos inquisidores

El sistema hispano que rigió el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición se trasladó a las Indias y los obispos eran los inquisidores mayores, quienes celebraban autos de fe y nombraban a clérigos “inquisidores ordinarios en los asuntos tocantes al Santo Oficio”. Así, a 12 enero 1563 el Cabildo del Cuzco, en sede vacante, designó al chantre Hernando Arias y al canónigo Francisco Ximénez; luego fue comisario del Santo Oficio el canónigo Pedro de Quiroga, quien tuvo un serio enfrentamiento con el obispo Lartaún.

En 1570 se estableció en los Reyes el Tribunal con el licenciado Serván de Corezuelo, que llegó solo porque su compañero el doctor Bustamante falleció en Panamá. Conforme a los ordenamientos reales, en los Tribunales había dos inquisidores, un teólogo y un jurista, o dos teólogos. Los inquisidores nombrados por el rey eran personas de confianza como lo habían sido en España el licenciado Gasca, canónigo de Salamanca, y visitador del Santo Oficio “que se había mostrado prudente en las alteraciones y negocios de los moriscos en Valencia”, Juez Metropolitano de Toledo y miembro del Consejo de la General Inquisición; los candidatos a la sede cuzqueña Dr. Ramírez y lic. Tremiño.[10]

Posteriormente Santo Toribio, inquisidor de Granada, Granero de Avalos de México, de la Raya de Granada y Alonso de Peralta de México. Este fue el primer inquisidor criollo, natural de Arequipa, estudiante en Lima y Salamanca, no ordenado aún sacerdote, el 8 noviembre 1593 fue nombrado para México, junto con don Bartolomé de Lobo Guerrero.

Al pasar este al arzobispado de Santa Fe de Bogotá, “Peralta se quedó dueño y señor del Tribunal, y estaba dotado de un temperamento fino, dominaba los cánones y no toleraba que nadie le pisase el honor. El dinamismo del inquisidor, su tesonera voluntad de extirpar herejes, su dominio del oficio, su sagacidad para descubrir y seguir el hilo de la trama, sin modos acres y fuertes se refleja en las actas de los procesos y más aún en la correspondencia oficial y privada. En la oficial rompe lanzas de celo por honor del Santo Oficio. En la privada desahoga su genio, a veces con sosa caústica”. En 1609 pasó a ser arzobispo de los Charcas, falleciendo en 1616.[11]

Toribio de Mogrovejo dio poder al lic. Antonio Gutiérrez de Ulloa, incorporado al Tribunal de Lima en 1571, para que tomase posesión de la arquidiócesis en su nombre: se juntaron el más ilustre y santo inquisidor con quien dominó el Tribunal desde su llegada, y actuó prácticamente solo de 1582 hasta 1587 por fallecimiento de Serván Cerezuela.

Con el inmenso e impune poder que le otorgaba el Santo Oficio, Ulloa llegó a controlar de tal manera, que el virrey conde del Villar,[12]pudo decir que en vez de hablar del “inquisidor del Perú”, habrá que decir “el Perú del Inquisidor”, tanto por su inmenso poder, su impunidad social y las variadas delicias y tentaciones que proporcionaban las condiciones nuevas y lejanas del país.

En 1587 llegó de visitador el Dr. Ruiz Prado, canónigo de Tarragona, quien investigó la actuación de Ulloa, sin quitarle el poder. El Consejo de la Suprema lo encontró culpable suspendiéndolo “del oficio de inquisidor de esos Reinos y fuera de ellos”, más falleció en 1597 antes de conocer la sentencia que sobre él había caído. El arzobispo Loayza tuvo dificultades con el nuevo Tribunal que procesó a dos canónigos y condenó al Lic. Guarnizo en 500 pesos, a Leonés en 100 y Villarveche en el doble.

Por cuestiones protocolares “los inquisidores denuncian a Santo Toribio de enemigo de la Inquisición, según reza el título del capítulo XII de la «Historia» de don José Toribio Medina.[13]El prelado, a 3 marzo 1591 escribía al rey, con humor, “que aunque sea bien o mal mandado... y que tengan o no tengan jurisdicción para ellos (los inquisidores) entiendo nadie se atreverá a no obedecerles temiendo nos los lleven a la inquisición.[14]

Hubo varios clérigos denunciados por solicitantes en la confesión, como el clérigo Juan de Figueroa, natural de Huánuco, en 1595. El inquisidor Ordoñez escribía a fines de siglo al general de Madrid una frase que generaliza en exceso los casos ocurridos, comprendiendo a los religiosos: “parece que en el Perú apenas hay sacerdote que no peque en esto”.

Frase debida al carácter duro de Ordoñez, quien obró con crueldad al haber actuado solo, y empeñó su labor por operaciones comerciales con fondos del tribunal. Otros clérigos fueron denunciados por expresiones sospechosas, tal el bachiller Arnal de Biezma, condenado a cinco años de reclusión en la ciudad y a no celebrar.[15]

Clérigos Cronistas, Memorialistas, Informantes

Para la historia varios clérigos han dejado crónicas, memoriales, informaciones y cartas sobre los sucesos transcurridos o exposiciones de situaciones. El más ilustre cronista, ordenado solo de menores, fue el Inca Garcilaso de la Vega por el valor literario e histórico de los «Comentarios Reales de los Incas».

Una crónica anónima publicada bajo el título «Destrucción del Perú» como quiso su autor, pero que apareció primeramente como «Conquista y Población del Perú», se ha atribuido al clérigo Cristóbal de Molina «el chileno» o a Bartolomé de Segovia. Es un breve relato apresurado de la conquista hasta 1537, pero lo que le preocupa es la condición de los indios y los maltratos a ellos infligidos por los conquistadores.[16]

El provisor del Cuzco, Luis de Morales, en 1540 elevaba al rey una «Representación sobre los males y opresiones de los indios del Perú» y proponía el remedio para aliviarlos con la valentía de Las Casas.[17]Del «Pacificador» La Gasca existe una relación inédita, cuyos originales se conservan en la Biblioteca Real de Madrid, escrita por él o por su secretario, acerca de su actuación en el Perú y utilizada por el Palentino en su «Historia del Perú» y por Calvete de Estrella en la «Rebelión de Pizarro en el Perú y vida de don Pedro Gasca». Además de la nutrida información dirigida epistolarmente al rey.[18]

El clérigo Francisco López de Gómara, que no estuvo en el Perú, es autor de la «Historia general de las Indias» pero tuvo buena información, que “es un oasis de amenidades, de concisión y clásica elegancia de la frase, en medio del fárrago de los otros cronistas.[19]El chantre del Cusco, Hernando Arias, a petición del obispo Lartaún, redactó la «Relación del Cuzco» de 1533 a 1552, que copiada en parte por Esquivel y Navia, merece ser publicada íntegramente por provenir de un testigo ocular de los sucesos primeros de la Iglesia cuzqueña, y participar en su vida como primer cura de la Catedral en 1539 y luego chantre del Cabildo desde 1545 al 85.[20]

Antes de ser clérigo, el oidor Hernando de Santillán (fallecido obispo consagrado de los Charcas), escribió una «Relación» que “en lo que se refiere a la historia copió, pero es la defensa de los indios, que para él era lo natural y palpitante, lo político en suma, puso el calor y emoción que dan originalidad a su escrito y alcanzó momentos de lucidez patética, como en su defensa de la aptitud de los indios, que es página de antología”[21]

El padre Cristóbal de Molina «el cuzqueño», es autor de las «Fábulas y ritos de los Incas» recogidas en junta de indios viejos “que vieron e hicieron en tiempos de Huayna Capac y de Huáscar Inga y de Mangoinga hacer las dichas ceremonias y cultos y algunos maestros y sacerdotes de los que en aquel tiempo eran”. También escribió una «Historia de los Incas», hoy perdida, pero utilizada por Cabello y Sarmiento.[22]

El canónigo del Cuzco, don Pedro de Quiroga, escribió el libro intitulado «Coloquios de la Verdad» sobre “la conquista, los daños y agravios recibidos por los indios, la coca y daños y de la catequización”.[23]El clérigo Miguel Cabello de Balboa escribió «Miscelánea Antártica», que “es una amena y algo confusa relación de los diversos reinados de los Incas... La estada de Cabello de Balboa en Quito hace que su obra se halle particularmente informada sobre la historia de esa región”.[24]

El racionero Villareal escribió «Memorial sobre las costumbres que tienen los Indios del Perú y de Nueva España y cómo se podrían mejor gobernar y enseñar y ser enseñados en la Doctrina Cristiana», que permanece inédito y tiene seguramente el más acusado concepto peyorativo del indio.[25]

El «Diario» de la visita del arzobispo Mogrovejo, a cargo de sus secretarios los clérigos Bernardino de Almanza, Alonso Ramírez Berrío y Bartolomé Menacho, se refiere a las visitas últimas de 7 julio 1593 a diciembre 1605. Son anotados los datos estadísticos de la población; se expresa el sínodo o renta de que goza el curato; se advierte si está en manos de un clérigo o de un religioso; si tiene o no conocimiento de la lengua que allí se habla; y luego de indicar los bienes que posee la Iglesia o las cofradías en ella establecidas, se da el número de los que recibieron el sacramento de la confirmación.[26]

De algunos escritos sólo se sabe que existieron como una «Información sobre el origen de los indios, creencias, adoraciones, ritos y huacas» del canónigo Juan de Balboa, un excelente lenguaraz.[27]

Un cura y canónigo del Cuzco, el padre Cristóbal de Albornoz, en sus funciones de visitador general del obispado del Cuzco descubrió “la seta e apostasía y predicación que llaman Taqui Ongoy por otro nombre «Aira» en Huamanga”. Elevó cuatro «Informaciones de Servicios» (1569, 1570, 1577, 1584), una «Relación de la visita de extirpación de idolatrías», la «Instrucción para descubrir todas las guacas del Pirú y sus camayos y haziendas», y una carta al rey a 15 abril 1602, que junto con las «Fábulas y Ritos» de Molina informan ampliamente sobre ese movimiento.[28]

El «Taqui Ongoy» (Taky Unguy) era un movimiento milenarista indígena con dimensiones políticas, religiosas y culturales surgido en los Andes peruanos en el siglo XVI (alrededor de 1564 a 1572) que se quería oponer al dominio español. La traducción literal de Taki Ongoy, del quechua, podría ser literalmente “enfermedad del canto”, difícil de traducir. El término pertenece a los naturales andinos, que creían que los «wakas» (espíritus-divinidades) se encontraban disgustados por la expansión del cristianismo. Los wakas habrían comenzado a tomar posesión de los indígenas haciéndoles danzar siguiendo una música característica, y harían restaurar de nuevo la cultura pre-hispana, su cultura y su mitología y política. El movimiento comenzó hacia 1560 en Huamanga, Ayacucho, de donde se extendió hacia Lima, Cusco, Arequipa, Chuquisaca y La Paz.

Cuando surgió este movimiento se le llamó «la revuelta de los wakas», que promovía un rechazo de la fe cristiana llegada con la conquista española. Este movimiento promovía así el culto en las llamadas «huacas», donde se veneraban las divinidades pre-hispanas y donde los indígenas solían ir a venerar sus antiguos cultos.

El cura mestizo Diego de Alcobaza fue corresponsal de su condiscípulo el Inca Garcilaso y le escribió sobre los grandes edificios de Tiahuanaco,[29]entre otros temas.[30]Se conserva también una breve relación sobre costumbres, gobierno, religión, etc. del Perú, escrita por un clérigo anónimo alrededor de 1541.[31]

Las cartas del obispo de Quito, Garcí Díaz-Arias,[32]de los del Cuzco, Lartaún y La Raya, del presidente Gasca,[33]y la abundante correspondencia de Santo Toribio, son importantes para la historia. Igualmente de clérigos colaboradores del segundo arzobispo, como el Lic. Bartolomé Martínez y el provisor Antonio de Valcazar, y el largo informe del capellán de llave (Chucuito), Pedro Serrano en 1609, por tener más de 30 años de predicación en el Perú.[34]


NOTAS

  1. Lisson, “La Iglesia de España”, t. I 3 p. 29-30; Rubén Vargas Ugarte, “ Episcopologio de las Diócesis del antiguo Virreinato del Perú, desde sus orígenes hasta mediados del siglo XVII”, El Amigo del Clero, (julio 1939), 262; Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. I, 149-62, 166-7.
  2. Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. I 266, t. II, 134-5; Vargas Ugarte, “ Episcopologio”, 1a. 49 (2a. 269); Salinas y Córdova, “Memorial”, 120.
  3. Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. II 67; Vargas Ugarte, “ Episcopologio”, 49 (356-7); Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I, 210-1; Joaquín Pérez Villanueva y Bartolomé Escandell Bonet (eds.), Historia de la Inquisición en España y América I. El conocimiento científico y el proceso histórico de la Institución (1478 -1834) (Madrid: BAC, 1984), 630, 582-4.
  4. Lisson, “La Iglesia de España”, t. II 27, 559, 661, 640, 665, 674, 693, 695, 709, 734, 741, 789, 819, 824; t. II 104; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I, p. 295 índice passim.
  5. Vargas Ugarte, “ Episcopologio”, 41 (269), 48 (355); Córdoba Salinas, “Teatro de la Iglesia Metropolitana”, 38.
  6. Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. II 42-119; Vargas Ugarte, “ Episcopologio”, 48 (355); Salinas y Córdova, “Memorial”, 182-85; Córdoba Salinas, “Teatro de la Iglesia Metropolitana”, 29-35, 140-52.
  7. Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. II 404-11; Vargas Ugarte, “ Episcopologio”, 357 (49), Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I 268-9, 222.
  8. Vargas Ugarte, “ Episcopologio”, 37 (262), 39 (266-7); 41 (260-70), 42 (270).
  9. Vargas Ugarte, “ Episcopologio”, 45 (359), 49 (357); Lisson, “La Iglesia de España”, t. III 661, t. IV 683; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I 629.
  10. Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. I, 381-6; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I 210-11; Lisson, “La Iglesia de España”, t. II, 177-8, Salinas y Córdova, “Memorial”, 146-51; Manuel de Mendiburu, “Diccionario histórico biográfico”, V (Lima: Enrique Palacios, 1933), 354-95; Francisco López de Gómara, “Historia general” (Barcelona: Editorial Iberia, 1954). Cap. 175; Pérez Villanueva y Escandell Bonet, “Historia de la Inquisición” I, 530, 582-4, 722-3, 687.
  11. Huerga en Pérez Villanueva y Escandell Bonet, “Historia de la Inquisición” I, 969-76; Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. II 132, 134, 266.
  12. Fernando de Torres y Portugal y Mesía Venegas y Ponce de León (Villardompardo, Jaén, ? - Jaén, 18 de octubre de 1592), descendiente de la familia real portuguesa, fue Señor de Villardompardo y Escañuela y, luego, I Conde de Villardompardo. Fue además alférez mayor de Jaén, corregidor de Asturias y de Salamanca, asistente de Sevilla (1578 – 1583) y VII Virrey del Perú (1585 - 1589).
  13. José Toribio Medina Zavala (Santiago del Chile, 21 octubre 1852 – Santiago de Chile, 11 diciembre 1930) historiador chileno. Habiendo residido en Perú durante un largo periodo estudió sus ricos archivos históricos, y lo mismo realizó en archivos sobre todo españoles que visitó y estudió.
  14. Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. I 386-9; José Toribio Medina, Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Lima (Santiago de Chile: Impr. Gutenberg, 1887), I, 293-BS; Rodríguez Valencia, “Santo Toribio”, t. II 396; t. III 587; Pérez Villanueva y Escandell Bonet, “Historia de la Inquisición”, I 919-37, 979-83.
  15. Ricardo Palma, “Anales de la Inquisición de Lima”. En Apéndice a mis últimas tradiciones peruanas, Ricardo Palma (Barcelona: Maucci, 1910), caps. I y II.
  16. Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los Cronistas”, 315-6.
  17. Lisson, “La Iglesia de España”, t. I 3 48-98; Vega, “Comentarios”, t. III Cap. III; Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los Cronistas”, 36, 725-8.
  18. Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los Cronistas”, 25, 191, 326.
  19. Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los Cronistas”, 191.
  20. Lisson, “La Iglesia de España”, t. I, 3 p. 34; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I Índice passim; Lisson, “La Iglesia de España”, t. II 472, 481-2; 634; t. III 19, 105.
  21. Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los Cronistas”, 324-6.
  22. Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los Cronistas”, 315-6; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I índice.
  23. Vargas Ugarte, “Manual”, 167, 245-6; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I 235; Millones, “El retorno de las Huacas”, 32; Lisson, “La Iglesia de España”, t. III 19; Pérez Villanueva y Escandell Bonet, “Historia de la Inquisición”, I 921; Boletín Biblioteca Nacional: Índice de Manuscritos existentes ns. 2429 y 2515, en n. 14 diciembre 1951 pp. 311 y 314.
  24. Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los Cronistas”, 455-7; Lisson, “La Iglesia de España”, t. IV 112-6.
  25. Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los Cronistas”, Fuentes 154.
  26. Domingo Angulo (ed.). “Diario de la Segunda Visita Pastoral que hizo el Arzobispo D. Toribio Alfonso de Mogrovejo”, Revista del Archivo Nacional, t. I: 49 ss. t. II. 39 ss. (1920); Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia”, t. II, 80.
  27. Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los Cronistas”, 36.
  28. Millones, “El retorno de las Huacas”; Pierre Duviols, “Un inédit de Cristóbal de Albornoz: la 'Instrucción para descubrir todas las guacas del Pirú y sus camayos y haciendas”, Journal de la Société des Américanistes, t LVI-1, (1967), Instrucción; Esquivel y Navia, et. al, “Noticias cronológicas”, t. I Índice passim.
  29. Tiwanaku (Tiahuanaco or Tiahuanacu) es un lugar arqueológico pre-hispano en la actual Bolivia occidental, cerca del Lago Titicaca, y uno de los más grandes de Suramérica con más de cuatro km2 de superficie que incluye variadas estructuras y construcciones, cerámica y restos megalíticos. Probablemente se calcula que hacia el siglo VIII-IX podría haber agrupado una población superior a las 10,000 personas. En 1549, el conquistador Pedro Cieza de León descubrió el lugar cuando buscaba la ciudad inca meridional de Ouallasuyu.
    Algunos creen que el nombre de Tiwanaku viene del término aymara taypiqala, “piedra en el centro”, refiriéndose a la creencia de que se encontraba en el centro del mundo. Pero el significado exacto probablemente se perdió andando el tiempo al no existir una escritura. Algunos arqueólogos como Heggarty and Beresford-Jones creen que la lengua puquina era probablemente la usada en Tiwanaku.
  30. Vega, “Comentarios”, III Cap. IH 60.
  31. Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los Cronistas”, 749-51.
  32. Garcí Díaz Arias fue nombrado obispo de Quito (Ecuador) por Paulo III el 8 de enero de 1546, ordenado obispo por el obispo de Cusco Juan Solano el 5 de junio de 1547, muere en 1562. Cf. Pierre Eubel, Hierarchia Catholica, Vol. 3, 280.
  33. Pedro de la Gasca (Ávila, España: 1485- Sigüenza, España 13 de noviembre de 1567): jurista y diplomático con el rey-emperador Carlos I-V de España, fue obispo, y nombrado II virrey en funciones del Perú (10 de abril de 1547 a enero de 1550) en los difíciles y atormentados tiempos de las guerras civiles entre los primeros conquistadores.
  34. Porras Barrenechea, Pease y Holguín Callo, “Los Cronistas”, 733; Luis Miguel Glave, Trajinantes: caminos indígenas en la sociedad colonial, siglos XVI y XVII (Lima: Instituto de Apoyo Agrario, 1989), 386-422, Lisson, “La Iglesia de España”, t. II 76 y t. IV, 432; t. III 361, 622-4, t. IV 130, 239.

BIBLIOGRAFÍA

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JOSÉ DAMMERT BELLIDO

Obispo de Cajamarca