MONTÚFAR, Alonso de

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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(Granada, 1489; México, 1572) Arzobispo, Religioso Dominico

INTRODUCCIÓN

La primera observación que uno nota al acercarse a la vida y obra del segundo Arzobispo de México,[1]convocador del Primer Concilio Provincial Mexicano, es la ausencia y necesidad de una biografía seria y detallada. "La figura de este arzobispo necesita un estudio especial, pues está inmersa en un momento trascendental para México", observaba hace tiempo Garrido Aranda.[2]"Sañudamente combatido del principio al fin de su gobierno, el segundo arzobispo de México don fray Alonso de Montúfar quedó a tal punto difamado con la grita de sus émulos, que a la vuelta de cuatro siglos aún no se le hace justicia; aún no se le estima como varón sabio que cumplió fielmente su deber, a quien lejos de haber qué reprocharle en carácter, conducta, escritos, mandamientos o juicios, sobra por qué venerarle y aun admirarle, aunque no hubiese dejado, como dejó, plausibles obras de su piedad y celo"[3]

Otra observación inmediata es la divergencia de valoraciones sobre su persona y su obra. Los juicios sobre su actuación se dividen. Algunos lo consideran una figura mediocre, colocada entre dos luminarias, Fray Juan de Zumárraga y Moya Contreras, convocador del Tercer Concilio Provincial Mexicano. Así lo afirma M. Cuevas, aunque no lo demuestra. Otros van más allá o lo alaban decididamente o lo atacan y denigran fuertemente, casi llamándole una nulidad.

Como digo, no existe una biografía completa y detallada, y parecía que las fuentes no nos proporcionarían tantos datos como en el caso de Juan de Zumárraga. Estudios recientes han venido a sumarse a los antiguos y, poco a poco, se han recogido datos más abundantes que nos permiten conocer un poco mejor la personalidad y actuación del obispo Montúfar. Sin pretender ser minuciosos ni exhaustivos, vamos a presentar los datos que actualmente se consideran como adquiridos.[4]


VIDA Y OBRA

Alonso de Montúfar nació el año 1489 cerca de Granada, en Laja, de una familia noble, tres años después de la toma de Laja por los Reyes Católicos. Por lo mismo creció en un ambiente donde la conversión y catequesis de los moros era tema continuamente tratado. El problema de la adaptación y de la asimilación religiosa entre la comunidad musulmana y la comunidad cristiana era algo evidente y cotidiano.[5]

Fue a estudiar a Granada y ahí ingresó en la Orden de Santo Domingo y profesó en el Convento de Santa Cruz. Fray Diego de Deza, arzobispo de Sevilla y también de la orden de los predicadores,[6]lo llamó el 28 de noviembre de 1517, para ser estudiante y después profesor en el Colegio de Santo Tomás, que acababa de fundar.

Ignacio Góngora Diego recoge lo mejor de los historiadores precedentes y nos aporta los siguientes datos: "Año de 1489 nació en la ciudad de Laja Alonso de Montúfar, de padres nobles, y pasando a estudiar a la ciudad de Granada, tomó el hábito de Predicadores en el convento de Santa Cruz; y habiendo profesado se aplicó al exacto cumplimiento de todas las obligaciones de su estado. Teniendo noticia el Sr. D. Fr. Diego Deza de su virtud y literatura, lo llamó a Sevilla para que fuese uno de los primeros colegiales, y así se ejecutó, siendo el duodécimo que su ilustrísima nombró, el día 28 de noviembre de 1517.

El 8 de octubre de 1520 lo declaró colegial perpetuo; y habiendo leído artes en el Colegio y recibido el grado de maestro en esa facultad, salió a leer teología a su convento en 10 de agosto de 1524, y habiéndola leído, fue graduado de Maestro en la misma facultad, y tuvo el honorífico cargo de Prior del mismo convento, y Calificador del Santo Oficio... "[7]

El 10 de agosto de 1524 Montúfar regresó a su convento de Granada, ahí enseñó teología y adquirió el título de Maestro en teología. Fue dos veces prior del convento de Santa Cruz de Granada. En 1532 fue enviado a Lyon, como definidor de la provincia de la Bética, al capítulo general de la orden.

"Desde 1538 a 1541 ocupó la silla prioral de Almería, ejerciendo el mismo cargo en Murcia, además de Calificador del Santo Oficio, teniendo idénticos cargos entre los años 1546 y 1547 de nuevo en el Convento de Santa Cruz de Granada.”[8]Según el mismo nos dice, ejerció el cargo de calificador del Santo Oficio durante cerca de veinte años.[9]

Luis Hurtado de Mendoza, marqués de Mondejar y virrey de Granada, lo conocía y lo tenía por confesor. Probablemente el, siendo presidente del Consejo de Indias, lo recomendó a Carlos V para suplir la sede vacante de México. En Granada se apreciaba su origen noble, la autoridad de que gozaba dentro de su orden y fuera de la misma, su formación teológica, sus buenas relaciones con las autoridades y la experiencia adquirida en una sociedad que hacía poco había pasado de la dominación árabe a una situación de divulgación del cristianismo. La guerra de las Alpujarras, años más tarde, mostrará la inestabilidad de esta situación.

Dos de sus biógrafos, al hablar de este período, nos lo presentan muy positivamente: "Fue grande su religiosidad, mucha su literatura, singular su prudencia, y acertada su resolución; y así llegó a ser el oráculo de Granada.”[10]"En los casos graves que pedían letras y consejo, era de ordinario consultado por parte de la Chancellería de aquella ciudad, como por el Cabildo de la Iglesia... Confesávanse con él personas de calidad, señores, letrados, pleyteantes y los que pretendían en su consciencia acertamiento de letrado temeroso de Dios”.[11]

El Príncipe Felipe, futuro rey, el 4 de Septiembre de 1551 anunciaba a la Audiencia de México la elección que había hecho. “Sabed que por la buena relación que el Emperador, mi señor, ha tenido de la persona, vida y costumbres de Fray Alonso de Montúfar, le ha presentado al arzobispado de esa ciudad de México y se ha enviado su presentación a Roma para expedir sus bulas; luego que sean venidas, se consagrará para residir en esa Iglesia y hacer en ella su oficio pastoral".[12]

"El Arzobispado de México y los Obispados de las Provincias de Cartagena y Sancta Marta y Nuevo Reyno de Granada están vacas (vacantes), y hemos procurado de buscar personas quales convenían para ser proveídos de ellos, y a parecido que del arzobispado de México debe ser presentado el Maestro Montúfar de la orden de Santo Domingo por concurrir en su persona las calidades que se requieren para semejante dignidad... "

Esta petición del 20 de abril de 1552 lleva al margen la anotación: Fiat.[13]Pero el Palio y las bulas se hicieron esperar. El Consejo de Indias ordenó a Montúfar, el 19 de Febrero de 1553, que se dirigiera a México aunque todavía no tuviese las Bulas, dada la situación de la Iglesia en México que ya tenía 5 años de sede vacante.[14]Probablemente fue consagrado obispo en Granada, en 1553. Dificultades pecuniarias retrasaron su partida y sólo en Junio de 1554, por la fiesta de San Juan llegó a México.[15]Los Anales Mexicanos apuntan: "1554 años. In ohualla don fray Alonso de Montúfar arzobispo XXIII Junio ".[16]Tenía entonces 65 años.

Conviene notar que el viaje hacia México lo hizo juntamente con Don Vasco de Quiroga que regresaba después de una ausencia de varios años. Entre los religiosos que le acompañaban algunos afirman que se encontraba también Bartolomé Ledesma O.P.,[17]Bartolomé de Ledesma ayudó al arzobispo en el gobierno de la arquidiócesis, sobre todo en los últimos años. A petición del Arzobispo escribió una suma sobre los sacramentos: "De septem Novae Legis sacramentis summarium", editada por primera vez en México en 1566 por Antonio Espinosa, después en Pamplona en 1581 y posteriormente en Salamanca en 1585, en una edición corregida y aumentada. Después de México, pasó al Perú y fue nombrado obispo de Panamá, pero poco tiempo después recibió el nombramiento para la diócesis de Antequera, Oaxaca. Participó en el III Concilio Provincial Mexicano.</ref>que le ayudaría en los últimos años a gobernar la diócesis y Jerónimo Mendieta O.P.M., que más tarde escribiría la "Historia Eclesiástica Indiana".

Don Vasco volvía con una serie de privilegios y con un grupo de indios que había llevado a España, para dados a conocer a Carlos V. Sin duda en el viaje tuvieron tiempo de intercambiar experiencias y puntos de vista. Las naves tuvieron que detenerse un tiempo en la Española. Y don Vasco aprovechó para traer las primeras especies (4 tipos) de plátanos que se introdujeron en México. La travesía duró en total 4 meses.[18]En esta flota viajaba También un grupo de franciscanos y unos 17 familiares del obispo Montúfar.[19]

Montúfar fue muy bien recibido en México. Después de la prolongada "sede Vacante" de casi 6 años, se había tenido ya noticia de su nombramiento, y todos deseaban y esperaban con ansias su venida. Tanto los religiosos, como el cabildo de la catedral expresan su satisfacción. El Virrey en una Carta, del 15 de Noviembre de 1554, habla de la llegada y buena impresión del obispo Montúfar.

Como Zumárraga vivió muy pobremente, incluso como arzobispo, Don Antonio de Mendoza le prometió 3 mil ducados para él y para sus sucesores a fin de que proveyese a lo que más convenía a su dignidad, mientras su Majestad no hiciera otra provisión. Don Luis de Velasco pide que se le de esta suma al nuevo obispo y acrecentada si es posible: "para sustentar su estado y dignidad la cual es razón que se tenga en mucho pues es tan prominente y tan grande porque teniendo con que autorizarse hacerse ha mucho provecho en lo espiritual y en lo temporal en toda la tierra...".[20]


Dada su formación académica y su aprecio por las letras se incorporó muy pronto al claustro de la Universidad de México como Maestro en Teología. La Universidad correspondió nombrándole Canciller. Francisco Cervantes de Salazar, entonces catedrático de Retórica, dedicó sus Diálogos al Arzobispo recién llegado y alaba efusivamente sus cualidades (“Dios os guarde, Primado de la Iglesia Mexicana, lustre de nuestra Universidad, y principal ornamento de la Nueva España"); anota además que fue el primer Doctor en Teología que se graduó por la Universidad de México.”[21]

Más tarde, en 1566, Cervantes de Salazar presentó un título escrito en pergamino por el cual constaba que había sido graduado bachiller en teología por el ilustre y reverendísimo señor don fray Alonso de Montúfar, arzobispo de México, el 3 de febrero de 1557.[22]En todo ello se manifiesta su aprecio por el nuevo arzobispo.

Muy pronto el nuevo arzobispo se verá en la necesidad de aclarar su posición ante las pretensiones del Cabildo Catedralicio, que durante los años de sede vacante había tenido que desempeñar muchas funciones, y ante los privilegios de las órdenes misioneras. No será una tarea fácil y se prolongará por bastantes años, hasta que poco a poco se fueron imponiendo las directrices del Concilio de Trento y fue disminuyendo el influjo directo del Patronato Real.

Considerando que ya la Archidiócesis y las demás diócesis se encontraban en una fase posterior a la primera evangelización, intenta dar un paso adelante en la institucionalización de la Iglesia mexicana y con este fin convoca, "con no pequeño trabajo y costa", el Primer Concilio Provincial Mexicano, en 1555, un año después de su llegada.

En 1565 convocaría el Segundo Concilio Provincial para proclamar públicamente la aceptación del Concilio de Trento, cuya copia le enviaría personalmente el Papa.[23]"Mucho más pudiera haber hecho el Sr. Montúfar, observa el P. Cuevas¡ en su período de gobierno¡ que le duró diecisiete años¡ si no hubiera sido por sus canónigos¡ y especialmente su deán y maestrescuelas, que le hicieron gran oposición y le amargaron en gran manera el carácter. A esto también contribuyeron los frailes franciscanos, con quienes decidida y mutuamente no simpatizaba.”[24]

PLEITOS, ANIMOSIDADES Y CONTROVERSIAS

Las dificultades con el deán, Alonso Chico de Molina, y cabildo no se resolvieron rápidamente. Primero fueron cuestiones de autoridad y precedencia en el Cabildo, después acusaciones de mala conducta y de herejía,[25]y, más adelante, el deán tomó parte en el pretendido alzamiento del hijo de Cortés, y Montúfar se vio obligado a enviar al deán a España.

En el Archivo de Indias, MEXICO 2555, se encuentra una copia o doble del informe enviado por el arzobispo Montúfar concerniente a los clérigos que estuvieron implicados en este alzamiento, algunos con mayor o menor culpa. La Audiencia, como juzgado civil, pedía al arzobispo y al cabildo eclesiástico su veredicto. El deán fue declarado culpable y remitido a España para un juicio definitivo.

Montufar, al final, tuvo que emitir personalmente y solo el juicio, pues los otros vocales favorecían al deán, Alonso Chico de Molina, y querían librarlo de la pena. El arzobispo relata las declaraciones de los testigos, aunque Alonso de Ávila ya había sido ajusticiado. Además de la conspiración en el alzamiento, el deán tenía planeado ir a Francia y a Roma para consolidar el reconocimiento del gobierno que debería de surgir. El deán seguía contando con importantes apoyos y amenazaba hacer todo lo posible para vengarse del arzobispo.

"Contra el deán de esta Santa Iglesia hay cuatro testigos que dicen que oyeron decir a Alonso de Ávila, que había teólogos que daban parecer que se podía hacer justamente este alzamiento y poseer esta tierra los que la ganaron con mejor título que vuestra majestad porque dizque decían que la tenía y poseía vuestra majestad tiránicamente y entre los teólogos que esto decían dicen que Alonso de Ávila les nombraba al dicho deán y esto mismo declara uno de estos testigos que oyó decir a don Luis Cortés... hallamos que por la culpa que de este proceso resulta contra el dicho deán don Alonso Chico de Molina, le debemos condenar y condenamos en destierro perpetuo de todas las Indias, islas y tierra firme del mar océano de s.m. el cual cumpla y guarde so pena que si lo quebrantase sea detenido perpetuamente en un monasterio cual por nos o por el prelado que fuese de esta ciudad le fuese señalado ... (El deán) "confiado en personas de valor y hacienda, en cuyo favor estriba, dice que ha de procurar la venganza por los medios que pudiere viéndome tan pobre y tan apartado de la presencia de v.m." Al final avisa de la llegada del Marqués de Falces y del envío del proceso mencionado al inicio: fecha 25 (29) de Marzo de 1567.

En su viaje a España, el deán tuvo que detenerse por algún tiempo en la Habana, se enteró de los mensajes de Montúfar al Consejo de Indias y en revancha mandó unas cartas a varias personalidades de México expresándose muy negativamente en contra del Arzobispo y de Bartolomé de Ledesma. En México se distribuyeron cerca de 100 traslados de estas cartas. No faltó quien saliera oportunamente para defender al arzobispo en contra de semejantes acusaciones, dictadas más por la pasión que por el bien de la Iglesia en México.

Tenemos noticia del pleito que se dio entre los franciscanos y el Arzobispo en torno a la devoción a Nuestra Señora de Guadalupe. En aquella época se celebraba la fiesta el 8 de Septiembre, día en que en toda la Iglesia se celebra la Natividad de Nuestra Señora. Dos días antes, en el año 1556, Montúfar había predicado un sermón promoviendo la devoción a la virgen de Guadalupe; el día 8 en el sermón de la solemnidad y estando presente lo más granado de la ciudad de México, Francisco Bustamante, después de un sermón sobre la fiesta, al parecer muy apreciado, repentinamente comenzó a manifestarse en contra del Arzobispo que promovía la devoción a nuestra señora de Guadalupe.

Algunos afirman que Francisco Bustamante era el mejor predicador de México en esos días, obviamente provocó un gran escándalo. Enseguida Montúfar mandó hacer las investigaciones necesarias sobre el hecho, pero aunque se inició, no se llevó a cabo el proceso judicial, pues la información lleva la nota; "Suspéndese y la parte es muerto". Las actas de esta investigación han llegado hasta nosotros y han constituido una fuente muy utilizada por los que niegan las apariciones de la Virgen de Guadalupe.[26]

Algunos explican la animosidad de Bustamante, que era franciscano, por haber Zumárraga legado al clero secular (o a unos mayordomos) el cuidado de la ermita, que en realidad se encontraba en feudo franciscano y estaba recibiendo cada vez más limosnas. Montúfar recibía y disponía ahora de esas limosnas y además quería delimitar los privilegios y pretensiones de las órdenes religiosas.

También las relaciones con el Virrey don Luis de Velasco, el viejo, y con la Audiencia tuvieron sus periodos de dificultad y tirantez, que según algunos cronistas amargaron el carácter del Arzobispo. Cuando el Arzobispo Montúfar convocó el Concilio, los obispos recibieron una ayuda pecuniaria para los gastos del viaje y de la estancia en la ciudad de México, pero Luis de Velasco no quiso conceder una ayuda semejante al Arzobispo para costear los gastos del Concilio. Según Rubio Mañé, este fue el inicio de las desavenencias entre el Virrey y el Arzobispo.[27]

Montúfar por propia iniciativa solicitó un préstamo, esperando más adelante conseguir esa ayuda de las arcas reales. Ya en Septiembre de 1555, durante la celebración del Primer concilio, Montúfar escribía refiriéndose al virrey: “…e lo mismo digo a todo lo que escribiese vuestro visorrey en quien yo he hallado y hallo tanto disfavor que me quiebran las alas y me desmayan a ir adelante con los trabajos que son intolerables: yo he hecho por mí y por terceras personas todos los comedimientos y humildades que un capellán podría hacer con su señor y nada me aprovecha; no sé en quién está la falta, debe ser en mí que no he acertado a servirle: una cosa sé decir que si él lleva los negocios de aquí adelante desta manera conmigo podré hacer poco fructo en la tierra; no me declaro más en particular recelándome que como no va más de un navío las cartas se han de registrar como dizque ordinariamente se hace y agora me han avisado que se buscan estas mis cartas... "[28]

Por su parte el Virrey observaba “… he entendido que el arzobispo escribe a Vuestra Alteza algunas cosas tocantes a la gobernación espiritual y temporal de esta Nueva España, y aunque con buena intención y santo celo podríase engañar por faltarle experiencia que es más necesaria en esta tierra que en otra, todo lo que puede escribir es por relación de clérigos y seglares que no tienen buena voluntad a los religiosos porque les van a la mano en los excesos y avisan cuando no basta corrección".[29]

También se advierte una crítica indirecta a los familiares que habían llegado con Montúfar y comenzaban a colocarse en la sociedad de México buscando beneficios o tratos ventajosos. Al pedir un sustituto para la diócesis de Oaxaca, después de la muerte del obispo, el Virrey aconseja que debía ser dominico, dado que eran los que más trabajaban en la zona, “… el cual a mi parecer se debe elegir de los de esta provincia así por estar habituados en los trabajos de esta tierra como porque se entienden con los naturales y no pretenden más que su conversión y doctrina y con un compañero y con un báculo se contentan lo que no pueden hacer los que vienen de España, porque en fletes y matalotaje gastan más que pueden pagar después llegan, demás de que traen muchos deudos y amigos que por cumplir con ellos se han de poner en necesidad ...”[30]

Resulta interesante notar cómo ya en el año 1562 Mendieta, escribiendo nada menos que a Fray Francisco de Bustamante, nota el cambio que se ha dado en la personalidad del Arzobispo Montúfar gracias a su contacto con la situación novohispana y al progresivo pasar del tiempo: "El señor arzobispo de México, que con ser tan sabio como es, y letrado, y de su natural condición un manso corderillo, recién venido de España, por algunos años que ha sido nuevo, no ha habido tigre para con nosotros más fiero, hasta que poco a poco ha venido a caer en la cuenta de los negocios por curso de tiempo; mas es el negocio para cuando se viene a caer en cuentas ya tenemos todos las cabezas quebradas".[31]

Todavía le quedaba al arzobispo casi una decena de años de actividad pastoral. En 1554 Francisco de Mena, comisario general de los franciscanos, había pedido que fuese llamado a España el arzobispo Montúfar, tal como se había hecho "con el obispo de Chiapa (Las Casas) por la inquietud que en las Indias daba".[32]

En el Archivo General de Indias, de Sevilla, existe una documentación sobre una investigación acerca de las actividades de Montúfar. Se trata de una investigación muy reservada. Deberían hacerla el Virrey y el Oidor más antiguo de la Audiencia. Por el cuestionario se toman en consideraciones las actividades pecuniarias del Arzobispo. Se pone particular atención en las minas de Sultepec y en las limosnas de la Ermita de Guadalupe. La fecha de esta documentación corresponde al año 1562.[33]

Hasta ahora pocos han utilizado esta documentación. Todavía falta un estudio crítico de la misma. Teniendo en cuenta los otros juicios que existen sobre la actuación de Montúfar no se pueden tomar como oro molido todos los datos y todas las acusaciones de esta documentación.

No tenemos datos sobre el juicio del Consejo de Indias o de las autoridades superiores en España, respecto a esta información. El caso es que no se tomó ninguna medida en contra de Montúfar y más adelante, se puede interpretar como signo de confianza, el Rey le pidió una información reservada y secreta para el visitador Juan de Ovando.[34]

Por esas fechas, 20 de diciembre de 1562, fray Pedro de Ayala, franciscano y recién consagrado obispo, escribía al Rey: "El Arzobispo de esta ciudad, con sus letras, predicación, vida y ejemplo, está tan acreditado, no solamente en este su arzobispado pero en toda la Nueva España, que todos dan gracias a Dios por les haber enviado a estas partes un tal prelado; y con velle tan viejo y enfermo están con no poca pena, temiendo cada vez que enferma, se les ha de morir; y en verdad que toda la tierra tiene mucha razón de rogar a Dios por su vida, por el mucho bien que della se le sigue y servicio a Dios y a v.M. Después que vino a la consagración del obispo de Guaxaca y mía, tuvo relación de cierta información que dice por mandado de vuestra majestad fue hecha contra él sobre ciertos capítulos que de acá se escribieron contra él; y como persona libre de todo lo que acerca de los dichos capítulos le pueden imputar, la mayor pena que ha mostrado es por el disgusto que a v.M. habrán dado, aunque con falsedad, porque de lo que contra él puede resultar de la dicha información toda la tierra y piedras se levantarán en su abono.”[35]

En cambio tenemos noticia que en fecha casi contemporánea varios funcionarios de la autoridad, por orden superior, habían tenido que renunciar a sus esclavos, granjerías ... para poder ejercer más equitativamente sus deberes. "El Oidor de Nueva España, doctor Montealegre, escribe al Emperador desde México, a 20 de Noviembre de 1554, que había tomado la residencia de los oidores licenciado Tejada y doctores Santillán, Berrera y Mexia, y del relator Hernando de Herrera... Esta visita y los castigos a que da lugar, observa Zavala, muestran que las quejas del virrey Velasco contra los oidores habían sido escuchadas en la corte y que la justicia real alcanzaba a los altos funcionarios que habían lucrado con sus cargos".[36]

Una de las principales preocupaciones del Rey era la construcción de la Catedral de México. Aunque su traza y edificación pasaron por vicisitudes diversas, a Montúfar le tocó colocar la primera piedra y bendecir el terreno donde se debería construir la futura catedral. Probablemente sólo pudo ver el levantamiento de los cimientos: "Hoy martes, a primero de febrero de 1564 años, fue la bendición de la iglesia mayor. Hizo la bendición el arzobispo en persona, acompañado de los padres graves de San Francisco, San Agustín y Santo Domingo y los clérigos. Únicamente los prelados portaron dalmática, hicieron la bendición y revistieron al Arzobispo. Se repicaron las campanas. Asistieron todos los señores principales, el visorrey, los oidores y nuestros señores los alcaldes de México. La misa se dijo donde se hizo la bendición. Después del sermón enterraron tres cálices, uno en medio y uno en cada esquina. Así que se hizo la bendición, inmediatamente echaron cal; en todas las excavaciones de agua dulce echaron cal; y hubo que arrastrar grandes piedras.”[37]

Los últimos meses de su vida (año y medio) los pasó postrado en el lecho y, al parecer, ya sin plena posesión de sus facultades. Su hermano en religión, fray Bartolomé Ledesma fungió primeramente como brazo derecho y prácticamente Montúfar le encomendó gran parte de la responsabilidad de la diócesis.[38]

"Nos don fray Alonso de Montúfar por la miseración divina arzobispo de México, del Consejo de su Majestad... acatando la suficiencia de celo, letras y buena conciencia de vos el reverendo maestro fray Bartolomé de Ledesma nuestro compañero, ya que por nuestra mucha edad e indisposiciones no podemos entender por nuestra persona en la administración de nuestro arzobispado, por la presente nombramos por administrador de lo temporal y espiritual, para que en nuestro nombre y lugar podáis proveer y proveáis los curas y vicarios, Os damos comisión, poder y facultad en forma según y como de derecho en tal caso se requiere, en fe de lo cual os mandamos dar y dimos la presente provisión firmada de nuestro nombre, sellada con nuestro sello y refrendada de nuestro secretario. En México a 12 de octubre de 1570".[39]

Es decir, que Bartolomé de Ledesma fungió como administrador casi durante un año y medio. En julio de 1571 el Cabildo pedía el nombramiento de un sustituto y no querían aceptar el nombramiento de Bartolomé de Ledesma.[40]

El retrato que se encuentra en el Cabildo de la Catedral de México comete un error en la fecha de su muerte, 1569. Muchos historiadores han copiado esta fecha, pero por informes ciertos sabemos que murió en 1572. Bartolomé Ledesma escribía al Rey, el 31 de marzo, desde México: “… a siete del presente, el día del señor sancto Tomás de Aquino, fue nuestro Señor servido llevarse para sí al Arzobispo, habiendo tenido año y medio de purgatorio en la cama". Apunta el Códice Aubin de 1576: “1572 años. Murió el Arzobispo don Fray Alonso de Montúfar, hoy viernes, 7 del mes de marzo".

En este ambiente de pleitos y desavenencias es digno de tomarse en cuenta un juicio sobre la labor del Arzobispo, redactado por los agustinos. Lleva la fecha de 1567, es decir casi al final de la gestión de Montúfar y es de notarse que también con los agustinos y especialmente con Alonso de la Veracruz no estuvieron muy de acuerdo, máxime en la materia de los diezmos.

“…Viendo pues su Majestad que la buena fama del arzobispo de México, la cual hasta agora avia ganado con vida loable, comenzaba a padecer detrimento por dichos de personas o apasionadas o inconsideradas, que con poco celo del servicio de Dios nuestro señor y de v. M., lo querían oscurecer, parecionos no sólo ser el cruel si la dejase perder, pero también la orden de nuestro padre Sant Agustín cuyos religiosos nosotros somos si pudiendo no se la ayudase a defender y amparar: y así teniendo deseo de servir a Dios n.s. y a V.M. y de hacer bien a esta tierra en la cual vivimos, y creyendo que nuestro dicho aprovechara delante de la clemencia de V.M. por serle vasallos ciertos y fieles, y haber sido testigos de la vida cristiana y santo ejemplo y solícita gobernación del arzobispo.

Afirmamos haber hasta ahora visto en ellas partes que Dios pide al prelado y pastor de su pueblo, porque en su gobernación lo hemos conocido solícito y diligente. Castigador y reprendedor de los vicios, exhortador de santas costumbres, humilde en pedir parecer a los buenos y doctos, moderado en el aparato de su casa, celoso de que los que viven en su compañía den buen ejemplo al pueblo, casto y templado en su persona, despreciador del mundo y sus vanidades, celoso del servicio y honra de Dios y de v.M., prudente, manso y caritativo para con todos, y finalmente ejemplo y dechado de virtud y bondad, sin que parezca en él vicio que dignamente se pueda reprender.

Esto es lo que de su Cristiana y religiosa vida entendemos, lo cual creemos que inclinará a todos los que viven sin pasión, a que deseen, que sus años loable y virtuosamente gastados en su religión y dignidad arzobispal no incurran al cabo de la jornada infamia, afrenta y disfavor, en lugar del premio que por sus trabajos ha merecido. Dios n.s. prospere siempre la vida temporal y espiritual de V.M.... " Para estas fechas Montúfar tenía ya 78 años de edad.

Esta defensa tiene en cuenta las cartas enviadas por el deán, desde la Habana. Bartolomé Ledesma también sale en defensa del Arzobispo y en su prólogo al libro: "De septem Novae Legis sacramentis summarium", editado en 1566, se expresa muy laudatoriamente sobre el Arzobispo. Se nota que está al tanto de los diversos ataques contra Montúfar.

En una carta del 25 de marzo de 1568, se expresa en términos semejantes. La considero de interés, pues resume muy bien la situación de esos años finales de la vida del arzobispo. "Por la obligación que a vuestra majestad tengo como su leal vasallo me atrevo a escribir esta y darle cuenta de lo que en esta ciudad ha sucedido después de los negocios del alzamiento que se dice haberse pretendido hacer en esta tierra especialmente en lo tocante a las personas eclesiásticas que sobre el caso vuestra Real Audiencia encargó al arzobispo de esta ciudad prendiese y tuviese a buen recaudo los cuales fueron desterrados a esos reinos.

Uno de los cuales fue el deán de esta santa iglesia al cual como antes había vivido con poco recogimiento de su persona y descuidadamente en el ejemplo que su hábito pedía, tuvo necesidad el arzobispo de irle a la mano y particularmente en ciertas proposiciones que dijo poco después que a esta tierra vino, y en las otras que después acá ha dicho, cuya relación y proceso se envió a vuestro real consejo de indias para sobre ello proveyese lo que más conviniese al servicio de Dios nuestro señor y buen ejemplo de esta tierra.

Y por esta ocasión y por la sentencia que en su negocio de la rebelión pronunció el arzobispo y dijo y publicó en esta ciudad muchas veces y delante de muchas personas que llevaba intención de vengarse del arzobispo por todas las vías que pudiese. Y puso muchas faltas en los religiosos de la orden de santo Domingo porque algunos de ellos por mandado de esta real Audiencia se hallaron en la cárcel de corte de esta ciudad poco antes que sacasen a degollar a Alonso de Ávila y a su hermano.

Y sucedió que ante el notario de esta audiencia arzobispal hizo Alonso de Ávila cierta declaración contra el deán como vuestra majestad habrá visto por el proceso que allá se envió y fue necesario comprobar la confesión con testigos por no se haber hallado a ella juez alguno y así testificaron los frailes por mandado del arzobispo lo que allí oyeron decir a Alonso de Ávila, y aunque lo que el deán dijo contra los religiosos notoriamente es falso y sin fundamento alguno, tuvieron necesidad de dar aviso a los religiosos de la misma orden que en esos Reinos residen para que estuviesen advertidos de la facilidad con que impone faltas a los que no las tienen entre los cuales yo como uno de la orden de santo Domingo y como persona contra quien había concebido más odio el dicho deán y como a quien había más amenazado por haber mucho tiempo estado en compañía del arzobispo y tener como tengo los negocios tocantes al Santo Oficio y haberle ido a la mano en las dichas proposiciones y haber sido uno de los calificantes de ellas, escribí una carta a cierto religioso letrado que reside en la ciudad de Sevilla dándole aviso de la calidad y costumbres del dicho deán y no con ánimo ni intención de infamarle sino para advertir si allá dijese alguna cosa estuviese avisado.

Y entre otras cartas que el arzobispo y yo escribimos al Santo Oficio de la Inquisición de Sevilla y a otras personas de esos reinos iba la dicha carta mía y parece que el deán tuvo modo como tomarlas en la Habana, según el ha escrito a personas de esta ciudad, y el traslado de la que yo escribía al dicho religioso, envió con otras dos cartas que escribió dirigidas la una al arzobispo y la otra a mí. Y en la que venía para el arzobispo escribe cosas indignas de tal prelado porque como persona de vista y que he tenido y tengo a cargo las cosas de su conciencia y tengo bien conocida su vida, costumbres y religión puedo decir y certificar con verdad a vuestra majestad que el celo que en la administración de su oficio pastoral ha tenido y tiene es tan santo y tan bueno que espero en nuestro Señor le dará el premio que a sus elegidos suele dar. Yen la otra carta que para mí escribió dice de mi persona lo que más convenía a libelo infamatorio que a carta familiar.

Como vuestra majestad siendo servido podrá mandar ver por el traslado autorizado que con esta va. Envió el deán los traslados de estas dos cartas a muchas personas de esta ciudad para que p(s)ublicasen por ella como en efecto se hizo con intento, según de otras que escribió se colige, de disminuir el gran crédito y buena opinión que el arzobispo tiene en esta ciudad y en todo este nuevo mundo ... "


VALORACIÓN DE LA VIDA Y OBRA DEL ARZOBISPO MONTÚFAR

Tratando de hacer un resumen y valoración de la actuación pastoral de fray Alonso de Montúfar se deberían tener en cuenta los siguientes aspectos:

- en realidad se trata del primer Arzobispo de México que ejerce sus funciones, sin tener que depender de la arquidiócesis de Sevilla.

- convoca los dos primeros concilios provinciales de México. Su legado será tenido en cuenta y recogido por el tercer concilio, celebrado por don Pedro Moya de Contreras.

-cuida el decoro de las celebración en la catedral, entonces Iglesia Mayor de México y promulga las Ordenanzas del Coro.

-da los primeros pasos en la programación y construcción de la futura catedral de México, con toda la problemática de trámites sobre los planos y la financiación económica que todo esto suponía.

-realización de una o dos visitas pastorales a la diócesis.

-consagración de nuevos obispos.

-Los dos informes o Descripciones del estado de la diócesis de México.

-el intento de ampliar el radio de acción de los clérigos diocesanos y hacer prevalecer las prerrogativas de los obispos en el gobierno de la diócesis. Esto conllevó una serie de relaciones tirantes con las órdenes religiosas (y con el Virrey Velasco), pues entraban en juego primero el alcance de los privilegios concedidos por los Papas a los religiosos y las directivas del Concilio de Trento. -La secularización de las parroquias que hasta aquel momento habían regentado los religiosos. Es decir la concesión o entrega de algunas iglesias que tenían los religiosos a los sacerdotes diocesanos, gobernados directamente por los obispos. En esto seguía la línea aprobada por el Derecho eclesiástico, reafirmada por el Concilio de Trento: el cual exigía la presencia y residencia del obispo en su diócesis y reafirmaba el papel central del obispo como responsable de toda la actividad pastoral de su diócesis. Esto significaba, en su momento, reducir la función de los religiosos como párrocos independientes e insistir en su condición conventual como una de las características propias de su estatuto religioso. Obviamente los religiosos insistían en la excepcionalidad de la situación en ese período de fundación y afianzamiento de la nueva cristiandad novohispana. Montúfar debía estar al tanto de la pugna interna entre conventuales y misioneros que existía entre los dominicos.

- cuidar la impresión de Doctrinas y otros libros aptos para la catequesis y para la orientación de los mismos misioneros, a fin de que conocieran las costumbres y problemática propia de los indios. La actividad de la imprenta en estos años es sorprendente. Basta recorrer los títulos publicados por Juan Pablos y Antonio de Espinosa.

-La propagación de la devoción a la Virgen de Guadalupe: perfeccionó la ermita que entonces existía y promovió su culto.

- Acompañar y dar realce a los primeros pasos de la nueva Universidad de México. Solicitar también la concesión de privilegios, semejantes a los de las universidades españolas.

- Su solicitud en los posibles casos de herejía: aunque a veces fuera un poco exagerada. Como en el caso mismo de Alonso Chico de Molina, cuyas afirmaciones no todos consideraban heréticas, o en el querer recoger la Doctrina publicada por Zumárraga.

- Düssel enumera una serie de temas que Montúfar toca en sus cartas y lo hace de una forma pertinente y digna de tenerse en cuenta.

- Aunque Montúfar estuvo casi siempre en litigio con los franciscanos, curiosamente apoyó muy positivamente la fundación para las monjas del convento de Santa Clara.


ALGUNOS ESCRITOS DE ALONSO DE MONTÚFAR

- Cartas, informes: En el AGI el legajo: México 336 A, es un tomo con muchos documentos del Arzobispo, tanto que es denominado como «Tomo Montúfar». En el Epistolario de la Nueva España, vol. VII-XI, se encuentran publicadas 64 cartas. Lundberg ha contado hasta ochenta.

- Descripción del Arzobispado de México 1570.

- Descripción eclesiástica del Arzobispado de México hecha por el Arzobispo Alonso de Montúfar, en virtud de real cédula que consta original, dada en Madrid el 23 de Enero de 1569. Esta descripción no es idéntica a la anterior y lleva al final la firma de Bartolomé Ledesma. Casi ningún comentarista ha tenido en cuenta esta diferencia.

- Concilio mexicano I (1555) y II (1565). Sólo el primero fue publicado en 1556.

- Ordenanzas, reglas y constituciones del Coro de la catedral mexicana. Madrid 1964

- Información que el Arzobispo de México, D. Fr. Alonso de Montúfar, mandó practicar, con motivo de un sermón que en la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora (8 de diciembre de 1556) predicó en la capilla de san José de los Naturales, del convento de san Francisco de México, su provincial fr. Francisco de Bustamante, acerca de la devoción y culto de Nuestra Señora de Guadalupe. Ha sido editada varias veces en México. Cfr. DE LA TORRE VILLAR E. y NAVARRO DE ANDA R., Testimonios históricos guadalupanos, México 1999, p. 36 ss.

- Fundación, Privilegios y Constituciones del Hospital de Convalecientes: dada por el Arzobispo Montúfar el 8 de enero de 1567. Va firmada por otros obispos y autoridades. AGI México 280. Este documento se encontraba anteriormente en México 209: recaudos autorizados por su majestad de lo que hay y se guarda en el Hospital de Convalecientes.

- Aportaciones o refrendas en varios procesos inquisitoriales, México AGN.

NOTAS

  1. Fran Juan de Zumárraga llegó a conocer su nombramiento como Arzobispo durante el reinado de Carlos V, pero nunca recibió las bulas, dadas las distancias y el tiempo que se requería para trasladarse de un lugar a otro, y dudaba si aceptar o no el nombramiento, cuando enfermó gravemente y murió.
  2. GARRIDO ARANDA A., Moriscos e indios (Precedentes hispánicos de la evangelización de México), México 1980, p. 103. Prometía publicar el fruto de sus investigaciones.
  3. VELÁZQUEZ F. P., La aparición de Santa María de Guadalupe, México 1931, p. 19.
  4. LUNDBERG M., Unification and Conflict. The Church Politics of Alonso de Montúfar O.P, Archbishop of México 1554-1572, Lund 2002; MARTÍNEZ LÓPEZ-CANO M.(Coordinadora), Los Concilios Provinciales en Nueva España. Reflexiones e influencias, Puebla 2005 (Serie Historia Novohispana, 75). RUIZ GUTIÉRREZ A., Fray Alonso de Montúfar: Loja y la formación de la Iglesia indiana, Granada 2007.
  5. La casa de los Montúfar estaba situada en la zona amurallada del jaufín, cuya puerta morisca aún se conserva y aun hoy se tiene en cuenta la contribución cultural del erudito árabe Ibn al-Jatib.
  6. COTARELO y VALLADORA., Fray Diego de Deza, Madrid 1905, p.267. Fray Diego de Deza fue el dominico que apoyó decididamente a Colón y éste reconoció siempre la importancia de su ayuda para la realización de sus viajes: p. 283 ss.
  7. GÓNGORA DIEGO I., Historia del Colegio Mayor de Santo Tomás de Sevilla, 2 vol., Sevilla 1890.
  8. RUIZ GUTIÉRREZ A., Fray Alonso de Montúfar: Loja y la formación de la Iglesia indiana, Granada 2007, p. 33
  9. Al cuestionar la posición de Alonso de la Vera Cruz nos dice, en 1558: "...por la obligación que tengo de cristiano y prelado y theólogo tomé el trabajo de sacar y calificar tales dichas cuestiones como lo he usado y visto usar en España donde he sido consultor del Santo Oficio de la Inquisición más de veinte años y se me han cometido negocios de la Inquisición tocantes a la fe en Granada, Murcia y Toledo, y por el Reverendo Señor Arzobispo de Sevilla y General Inquisidor ... " AHN legajo 4442, Citado por ZAVALA S., El servicio personal de los indios en la Nueva España, II (1550-1575), México 1985, p. 427.
  10. GONGORA l.c. vol. 2, 44.
  11. DAVILA PADILLA A. O.P., Historia de la fundación y Discurso de la Provincia de Santiago de México de la Orden de Predicadores por las vidas de sus varones insignes y casos notables de Nueva España (1596), México 1955 3, 511. Ambos historiadores son citados por LUNDBERG M., p. 46.
  12. Cedulario de Puga. PUGA V., Provisiones, cedulas, instrucciones de su Majestad para el gobierno de la Nueva España, Madrid 1945, facsímil, vol. II, pago 129 Citado por RUIZ GUTIÉRREZ A., ídem p. 35.
  13. AGI INDIFERENTE 737, N 68/1/1-68/1/4.
  14. CARREÑO A.M., Un desconocido cedulario del Siglo XVI, México 1944, pp. 221-224. "Bien sabéis, cómo Nos, por la buena relación que tuvimos de vuestra persona, os presentamos a nuestro muy Sancto Padre para Arzobispo de la dicha ciudad¡ y porque las bulas del dicho Arzobispado no están acabadas de expedir¡ y al servicio de Dios Nuestro Señor y a la instrucción y conversión de los naturales de aquella tierra y al buen recaudo y servicio del culto divino, y a la edificación de la Iglesia Catedral del dicho Arzobispado conviene que con brevedad vais a la dicha ciudad de México y entendáis en la dicha conversión e instrucción, y en las cosas que por Nos os han sido encargadas¡ y si hobiésedes de aguardar a que la dichas bulas vengan, podrían subceder algunos inconvenientes ... "
  15. "Después del Padre fray Miguel de Zárate tuve por maestro al religiosisimo y bendito padre fray Hyerónimo de Mendieta, siendo mi guardián en el Convento de Huejocingo. El cual llegó de España a esta ciudad de México, año de cincuenta y cuatro, por San Juan Bautista, cuando también vino el Sr. Arzobispo Don Alonso de Montúfar, un año antes que yo naciese..." (Prólogo, sin paginación) JUAN BAUTISTA: Sermonario en lengua mexicana, México (Diego López Dávalos) 1606-07. Juan Bautista, era franciscano (fray Juan de la Anunciación, era Agustino, discípulo de fray Alonso de la Veracruz), lector de teología de la provincia del santo evangelio, guardián del convento de San Antonio de Padua de la ciudad de Texcoco y guardián del Convento de Santiago Tlatelolco. Tiene en el prólogo una relación de los diversos escritores en lengua Náhuatl, de los que se ha servido para escribir este libro. NAZARIO VALPUESTA en su libro El clero secular en la Nueva España del siglo XVI, Madrid 2008 (BAC),p. 438 no registra la llegada de este grupo.
  16. Citado por VELÁZQUEZ F.P. ídem, p.20.
  17. Algunos afirman que Ledesma llegó a la Nueva España en 1550, otros en 1551 o juntamente con Montúfar en 1554. En abril de 1561, al pedir Montúfar autorización para publicar el libro sobre los sacramentos afirma que Ledesma ha predicado en la ciudad cerca de 12 años, por tanto debió haber venido antes que el arzobispo.
  18. "También es de considerar, que como Dios los traía por obreros escogidos de su viña, no quiso que alguno de ellos peligrase, sino que (como á otros hijos de Israel) los trajo sanos y salvos en aquel tiempo, cuando por la extrañeza y novedad de las tierras y climas solían muchos enfermar y morir. Y los trajo también descansadamente haciendo muchas paradas á trechos, y tomando muchos puertos, que después acá no se toman, sino cuando mucho solos dos. Yo vine por el mismo tiempo, y no tomamos sino solo el puerto de Ocoa en la isla Española, tardando en la navegación cuatro meses sin faltar un día: y ellos tardaron poco más de tres, siendo más los días que pausaron y descansaron, que los que anduvieron por la mar".MENDIETA J. Monarquía Indiana, L 11 cap. XI. Hace una comparación con el viaje de los primeros franciscanos.
  19. Un primer grupo de jesuitas estuvo a punto de acompañar a Don Vasco quien había gestionado su venida, pero enfermaron antes de embarcar y tuvieron que suspender el viaje. (Cfr. MENDIETAY LUNDBERG)
  20. AGI México 280 N° 9l.
  21. ¿Cuántos doctores y maestros hay? Entre los que se han graduado en México, y los que alcanzaron el título en otras partes, pero que ahora son del claustro y gremio de esta universidad hay tantos, que apenas serán más en Salamanca: a lo que se agrega, para mayor dicha de tal ilustre Academia, que d. Fr. Alonso de Montúfar, Arzobispo de México, se cuenta el primero en el número de sus doctores, siendo tan aficionado a las letras y a los literatos, que nada procura con tanto empeño como excogitar medios para que sean siempre mayores los adelantes de la literatura". Traducción de García Icazbalceta, ver BURRUSE., prefacio a las Ordenanzas para el coro de la catedral mexicana, México 1964.
  22. MILLARES CARLO A., Cuatro estudios bibliográficos mexicanos, México 1986 (FCE), pag.128.
  23. Roma, ARCHIVO SECRETO VATICANO, Arm 44, vol. 12, pago 116-117: Octubre 1567: el Papa además le pide información sobre la diócesis y que se defiendan los derechos de los indios .. Ver también p. 129.- Se encuentra también una carta al Arzobispo de Santo Domingo, 3 de Febrero de 1566, donde se habla del envío de los decretos de Trento.
  24. CUEVAS M., l.c.II, p. 72
  25. Información hecha en 1561 y 1562 contra el dean de México D. Alonso Chico de Molina sobre el que tuvo contra el Rmo. Sr. arzobispo de México D. Fr. Alonso de Montúfar: Descripción del arzobispado de México hecha en 1570 y otros documentos, México, J.J. Terrazas e hijas ímps., 1897, pp. 400-420.
  26. Cfr. DHIAL: “Lepanto, Felipe II, Montufar y la Virgen de Guadalupe”
  27. RUBIO MAÑÉ J .I., Don Luis de Velasco: el virrey popular, México 1946. Parece que tampoco agradaba mucho al Virrey la numerosa comitiva de familiares que había acompañado al Arzobispo y que buscaban colocarse en la sociedad Novohispana. El virrey tenía también semejante preocupación por sus propios allegados.
  28. Carta del Arzobispo al Consejo de Indias, 18 de Septiembre de 1555. ENE 436, Vol. VIII, p. 43.
  29. Carta escrita a su Alteza en 14 de Diciembre de 1554: ADI (Archivo Duques del Infantado), X, p. 163.
  30. ADI, X p. 178.
  31. Carta de Fray Jerónimo de Mendieta al padre comisario general Fray Francisco de Bustamante, desde Toluca 1° de Enero de 1962. GARCÍA ICAZBALCETAJ., Colección de documentos para la historia de México, México 1886, p. 542. En, Cartas de religiosos, presenta el mismo documento con algunas correcciones, pp. 1-29. Cervantes de Salazar elogia la oración fúnebre de Montúfar en las exequias que hizo la ciudad de México a la muerte de Carlos V: “ el sermón que predicó, el cual fue oído con gran atención, y del mayor y más célebre auditorio que en estas partes se ha visto, dio gran contento, porque predicó, como suele, alta y subidamente". Velázquez, ídem. P. 40.
  32. ARAGON J.- GOMEZ CANEDO L., Fray Toribio Motolinía. Epistolario, México 1986, p. 40.
  33. "Información y diligencias fechas por cédula de la sacra católica majestad del Rey don Felipe, nuestro señor, por el ilustrísimo señor don Luis de Velasco visorrey de la Nueva España e por el oidor más antiguo del Audiencia real de ella sobre ciertas cosas contenidas en la dicha real Cédula, va para ante su majestad real cerrada y sellada", México 7 de abril de 1562. AGI JUSTICIA 279.
  34. "Las diligencias y averiguaciones que el Reverendísimo Sr. Arzobispo de México, en la Nueva España ha de hacer en cumplimiento de la cédula real por S.M. a el dirigida, y como la hubiere hecho con todo lo que resultare, remitirlo con mucha brevedad, secreto y recaudo al Ilustre Sr. Licenciado Juan de Ovando, del Consejo de S.M., de la Santa y General Inquisición, Visitador del Consejo Real de Indias, son las siguientes" AGI MEXICO 336 A. Ver también GARCÍA PIMENTELL., Descripción del Arzobispado de México hecha en 1570, México 1897, p. 4
  35. OROZCO y JIMÉNEZ F, Colección de documentos históricos inéditos o muy raros, Guadalajara 1922, 1, p. 265.
  36. ZAVALA S., El servicio personal de los indios en la Nueva España, II (1550-1575), México 1985, p. 402.
  37. VELÁZQUEZ F. P., ídem., pp. 40-41. Sigue a ICAZBALCETA en su Bibliografía Mexicana del Siglo XVI.
  38. Más tarde Bartolomé Ledesma será nombrado obispo en Panamá y posteriormente de Oaxaca.
  39. México, AGN, BIENES NACIONALES, LEG. 1393, EXP.2: Traslado del proceso original que los religiosos de Sto. Domingo trataron en este tribunal arzobispal contra los bienes de reverendísimo arzobispo Don Alonso de Montúfar difunto. Cuyo original lleva del juez delegado de esta causa. Sobre el salario del maestro Bartolomé de Ledesma del tiempo que administró este arzobispado. (Proceso terminado en 1577). Intervienen en este proceso, entre otros: Vasco de Puga, Francisco Cervantes de Salazar, Martín Montúfar
  40. VELÁZQUEZ F.M., ídem., pp. 36-37.