Diferencia entre revisiones de «METODOLOGÍA EVANGELIZADORA; Características y limitaciones»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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A- Una corriente misionera creyó que debería hacerse «tabla rasa» de toda la civilización indiana, de modo que se llegara a una ruptura total con el pasado. En tal caso no se entiende la conversión como una perfección complemento de lo que existía. Podría establecerse alguna comparación con la visión de unos pocos cristianos antiguos, como, por ejemplo, Taciano, que no encuentran nada bueno en la civilización grecorromana.
 
A- Una corriente misionera creyó que debería hacerse «tabla rasa» de toda la civilización indiana, de modo que se llegara a una ruptura total con el pasado. En tal caso no se entiende la conversión como una perfección complemento de lo que existía. Podría establecerse alguna comparación con la visión de unos pocos cristianos antiguos, como, por ejemplo, Taciano, que no encuentran nada bueno en la civilización grecorromana.
  
B- La segunda corriente creyó descubrir en las civilizaciones más desarrolladas, una «praeparatio evangelica». Fue una corriente minoritaria. Lo explicaremos brevemente: no sabemos que en España, la gran teología haya ideologizado sobre el tema; los misioneros quisieron abolir la competencia de la religión pagana; y este tipo de paganismo aparecía demasiado nefando. Un estudioso tan concienzudo como García Icazbalceta opina que esos templos siniestros, “materialmente impregnados de sangre humana, tenían que desaparecer necesariamente en interés de la cultura”.<ref>HF.500.</ref>Ahora bien, “todas las Indias aparecían a los ojos del español, y más, del misionero, como un inmenso templo siniestro.”
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B- La segunda corriente creyó descubrir en las civilizaciones más desarrolladas, una «praeparatio evangelica». Fue una corriente minoritaria. Lo explicaremos brevemente: no sabemos que en España, la gran teología haya ideologizado sobre el tema; los misioneros quisieron abolir la competencia de la religión pagana; y este tipo de paganismo aparecía demasiado nefando. Un estudioso tan concienzudo como García Icazbalceta opina que esos templos siniestros, ''“materialmente impregnados de sangre humana, tenían que desaparecer necesariamente en interés de la cultura”''.<ref>HF.500.</ref>''Ahora bien, “todas las Indias aparecían a los ojos del español, y más, del misionero, como un inmenso templo siniestro.”''
  
Lo afirma también a su manera, el Padre José de Acosta S.J., misionero en Perú, que por otra parte es consciente de los valores indígenas.<ref>De procuranda, L.V, c.Xl.</ref>Es cierto que los jesuitas de India y de China dieron otra orientación al método, que recuerda la va¬loración que Oxigenes o Clemente Alejandrino hacían de la cultura griega. Pero existía diferencia entre la civilización del Imperio Chino y la de Moctezuma o Atahualpa.
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Lo afirma también a su manera, el Padre José de Acosta S.J., misionero en Perú, que por otra parte es consciente de los valores indígenas.<ref>''De procuranda'', L.V, c.Xl.</ref>Es cierto que los [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | jesuitas]] de India y de China dieron otra orientación al método, que recuerda la valoración que Oxigenes o Clemente Alejandrino hacían de la cultura griega. Pero existía diferencia entre la civilización del Imperio Chino y la de [[MOCTEZUMA_XOCOYOTZIN | Moctezuma]] o Atahualpa.
  
Los misioneros, especialmente del siglo XVI, tuvieron más la actitud del exorcista que del Buen Samaritano. Pero esto no significa que en absoluto liquidaran todos los valores. Los franciscanos se entregaron con pasión al estudio etnográfico y lingüístico. Incluso entrevieron la posibilidad de la formación de un clero indígena. Los dominicos se mostraron menos optimistas; les preocupaba mucho la ortodoxia; fueron los Agustinos entre los más hábiles y anhelosos “de dar a los nuevos fieles una formación espiritual más honda y progresiva”.<ref>RICARD, 490.</ref>
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Los misioneros, especialmente del siglo XVI, tuvieron más la actitud del exorcista que del Buen Samaritano. Pero esto no significa que en absoluto liquidaran todos los valores. Los franciscanos se entregaron con pasión al estudio etnográfico y lingüístico. Incluso entrevieron la posibilidad de la formación de un clero indígena. Los dominicos se mostraron menos optimistas; les preocupaba mucho la ortodoxia; fueron los [[AGUSTINOS | Agustinos]] entre los más hábiles y anhelosos ''“de dar a los nuevos fieles una formación espiritual más honda y progresiva”''.<ref>RICARD, 490.</ref>
  
La óptica no es exclusivista, hay un sincretismo metodológico y de apreciación del mundo americano, y dentro de una misma orden, como la franciscana, tenemos a Bernardino de Sahagún, inteligente escrutador de la civilización azteca; dice de sí mismo: “Pues, porque los ministros del Evangelio que sucederán a los que primero vinieron, en la cultura de esta nueva viña del Señor, no tengan ocasión de quejarse de los primeros, por haber dejado a oscuras las cosas destos naturales desta Nueva España... escribí doce libros de las cosas divinas, o mejor decir, idolátricas y humanas y naturales des¬ta Nueva España”.<ref>SAHAGÚN, Historia de las cosas de la Nueva España. Prólogo</ref>   
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La óptica no es exclusivista, hay un [[SINCRETISMO_AFRO-BRASILEIRO | sincretismo]] metodológico y de apreciación del mundo americano, y dentro de una misma orden, como la franciscana, tenemos a [[SAHAGÚN,_Bernardino_de_Fray | Bernardino de Sahagún]], inteligente escrutador de la civilización azteca; dice de sí mismo: ''“Pues, porque los ministros del Evangelio que sucederán a los que primero vinieron, en la cultura de esta nueva viña del Señor, no tengan ocasión de quejarse de los primeros, por haber dejado a oscuras las cosas destos naturales desta Nueva España... escribí doce libros de las cosas divinas, o mejor decir, idolátricas y humanas y naturales desta Nueva España”.''<ref>SAHAGÚN, Historia de las cosas de [[NUEVA_ESPAÑA;_Virreinato_de_la | la Nueva España]]. Prólogo</ref>   
  
El franciscano se inclina con simpatía a los valores indí¬genas; pero, en general, lamenta Ricard, una falta de intuición que acompañó la obra de evangelización, en referencia a los valores autóctonos. Otro misionero sagaz, como en el Perú el jesuita José de Acosta, no acaban de liberarse del temor al confusionismo o sincretismo religioso. Hemos de pensar que eran hijos de su patria y de su tiempo.  
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El franciscano se inclina con simpatía a los valores indígenas; pero, en general, lamenta Ricard, una falta de intuición que acompañó la obra de evangelización, en referencia a los valores autóctonos. Otro misionero sagaz, como en el Perú el jesuita José de Acosta, no acaban de liberarse del temor al confusionismo o [[SINCRETISMO_AFRO-BRASILEIRO | sincretismo]] religioso. Hemos de pensar que eran hijos de su patria y de su tiempo.  
  
Hasta en la terminología influyó el temor de provocar confusiones religiosas, y por eso palabras como «Dios», «cristiano», «bautismo», etc., pasan tal cual a las lenguas indígenas -habiendo ocurrido exactamente lo contrario en la evangelización antigua, cuando- fue la cultura grecorromana la que cedió al cristianismo sus vocablos: altar, sacerdote, basílica, bautismo, templo, etc.
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Hasta en la terminología influyó el temor de provocar confusiones religiosas, y por eso palabras como «Dios», «cristiano», «bautismo», etc., pasan tal cual a las [[MISIONEROS_Y_LENGUAS_EN_HISPANOAMÉRICA | lenguas indígenas]] -habiendo ocurrido exactamente lo contrario en la evangelización antigua, cuando- fue la cultura grecorromana la que cedió al cristianismo sus vocablos: altar, sacerdote, basílica, bautismo, templo, etc.
  
 
==Una cierta visión pesimista de la persona del indio==
 
==Una cierta visión pesimista de la persona del indio==
  
Habría que reconocer también que los misioneros tuvieron un concepto, a veces muy bajo, de la capacidad espiritual de los indios. Se muestra claro en la suma meticulosidad con que se les sometió a algunos sacramentos. En general se concedía el “bautismo y el matrimonio, sin los cuales no hubiera habido sociedad propiamente cristiana”.<ref>RICARD, 493.</ref>No hay que exage¬rar la reticencia de los misioneros para conceder la comunión a los indios; pero, si tenemos presente “que España ha sido y es, antes y después de Jansenio uno de los países menos jansenistas del mundo... las barreras con que los misioneros (mexicanos) rodeaban la comunión de los indios, sólo ponen de manifiesto el temor que sentían de no hallarlos dignos de ella”.<ref>Cf. ZUBILLAGA, BAC 248, 407-8.</ref>   
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Habría que reconocer también que los misioneros tuvieron un concepto, a veces muy bajo, de la capacidad espiritual de los indios. Se muestra claro en la suma meticulosidad con que se les sometió a algunos sacramentos. En general se concedía el ''“bautismo y el matrimonio, sin los cuales no hubiera habido sociedad propiamente cristiana”''.<ref>RICARD, 493.</ref>No hay que exagerar la reticencia de los misioneros para conceder la comunión a los indios; pero, si tenemos presente ''“que España ha sido y es, antes y después de Jansenio uno de los países menos jansenistas del mundo... las barreras con que los misioneros (mexicanos) rodeaban la comunión de los indios, sólo ponen de manifiesto el temor que sentían de no hallarlos dignos de ella”''.<ref>Cf. ZUBILLAGA, BAC 248, 407-8.</ref>   
  
El Padre Pérez de Ribas, S.J., escribe sin embargo que los indios, “nacieron y se criaron en espesas tinieblas de ignorancia de lo divino y de lo humano; no sabían que hubiera gentes políticas y sabias en el mundo, ni Señor que lo hubie¬se criado, y aun después que les llega la luz de la doctrina, esa la oyen a un padre que llega a sus tierras, pobre, desconocido y como caído de las nubes...”.<ref>Historia de los triunfos ... 426. BORGES, 527-8.</ref>
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El Padre Pérez de Ribas, S.J., escribe sin embargo que los indios, ''“nacieron y se criaron en espesas tinieblas de ignorancia de lo divino y de lo humano; no sabían que hubiera gentes políticas y sabias en el mundo, ni Señor que lo hubiese criado, y aun después que les llega la luz de la doctrina, esa la oyen a un padre que llega a sus tierras, pobre, desconocido y como caído de las nubes...”''.<ref>''Historia de los triunfos'' ... 426. BORGES, 527-8.</ref>
  
Esta aceptación de las “espesas tinieblas de la ignoran¬cia de lo divino y de lo humano”, impidió “acercar el cristianismo a los naturales, presentándolo como consumación y perfección de los anhelos paganos”.<ref>HF. 500.</ref>Hoeffner cree que la razón por la que el Evangelio se presentó como una cosa absolutamente nueva, se debe a la idea que tuvieron los escolásticos sobre la Evangelización.  
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Esta aceptación de las ''“espesas tinieblas de la ignorancia de lo divino y de lo humano”, impidió “acercar el cristianismo a los naturales, presentándolo como consumación y perfección de los anhelos paganos”''.<ref>HF. 500.</ref>Hoeffner cree que la razón por la que el Evangelio se presentó como una cosa absolutamente nueva, se debe a la idea que tuvieron los escolásticos sobre la Evangelización.  
  
Es preciso resumir el núcleo de las ideas no imponer coactivamente la fe, pero buscar todas las condiciones para facilitar su posibilidad; es decir, coacción indirecta. Hoeffner afirma que “tampoco Francisco Vitoria superó el principio imperante en la época de la Reforma- «Cuius regio, eius religio...».”<ref>HF. 496.</ref>Esto explicaría la conciencia de los misioneros de verse asistidos por un derecho a la supresión indirecta de la idolatría, pero queda por explicar la razón por la que creyeron irreductible la civilización amerindia a moldes autóctonos cristianos. A no ser que, como dice García Icazbalceta, el paganismo se imponía como un hecho forzoso sombrío que todo lo impregnaba, y apenas dejaba cosa que pudiera auténticamente conservarse.
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Es preciso resumir el núcleo de las ideas no imponer coactivamente la fe, pero buscar todas las condiciones para facilitar su posibilidad; es decir, coacción indirecta. Hoeffner afirma que ''“tampoco Francisco Vitoria superó el principio imperante en la época de la Reforma- «Cuius regio, eius religio...».”''<ref>HF. 496.</ref>Esto explicaría la conciencia de los misioneros de verse asistidos por un derecho a la supresión indirecta de la idolatría, pero queda por explicar la razón por la que creyeron irreductible la civilización amerindia a moldes autóctonos cristianos. A no ser que, como dice García Icazbalceta, el paganismo se imponía como un hecho forzoso sombrío que todo lo impregnaba, y apenas dejaba cosa que pudiera auténticamente conservarse.
  
 
   
 
   
 
==Pero se buscaba una presentación auténtica de Cristo==
 
==Pero se buscaba una presentación auténtica de Cristo==
  
Esto, no obstante, había resquicios salvables: el Padre Acosta expresamente dice que hay que permitir las costumbres de los indios que no repugnen al Evangelio,<ref>L.3, c.2.</ref>y tiene en cuenta las normas de San Gregorio Magno, en la evangelización da los ingleses. Critica el atropello con que se procede muchas veces. Ricard asegura que “a nadie le vino a la mente transformar a los indios en españoles”; pero la  promoción humana del indio se entendía bastante en moldes europeos.
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Esto, no obstante, había resquicios salvables: el Padre Acosta expresamente dice que hay que permitir las costumbres de los indios que no repugnen al Evangelio,<ref>L.3, c.2.</ref>y tiene en cuenta las normas de San Gregorio Magno, en la evangelización da los ingleses. Critica el atropello con que se procede muchas veces. Ricard asegura que ''“a nadie le vino a la mente transformar a los indios en españoles”''; pero la  promoción humana del indio se entendía bastante en moldes europeos.
  
Continúa Ricard: “Parece bien claro que el misionero se propuso crear no un nuevo formalismo, sino un nuevo ambiente en el cual pudiera nacer un nuevo espíritu. Antes de la conquista, el paganismo religioso penetraba la vida del indio de la mana¬ra más completa, y absoluta, de la cuna al sepulcro, del templo al hogar, en la paz y en la guerra. Era necesario impregnar de cristianismo la vida en la misma forma”.<ref>Ibidem, o,c, 497-8.</ref>
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Continúa Ricard: ''“Parece bien claro que el misionero se propuso crear no un nuevo formalismo, sino un nuevo ambiente en el cual pudiera nacer un nuevo espíritu. Antes de la conquista, el paganismo religioso penetraba la vida del indio de la manara más completa, y absoluta, de la cuna al sepulcro, del templo al hogar, en la paz y en la guerra. Era necesario impregnar de cristianismo la vida en la misma forma”''.<ref>Ibidem, o,c, 497-8.</ref>
  
Por esto, frente a la idolatría cruel y sin sonrisa, la Iglesia quiere colocar en forma obstinada a Cristo, con quien el indio deberá encontrarse durante todas las horas del día. Fray Gerónimo Mendieta habla del éxi¬to con que fue acogido en México el signo de la Cruz: “Y ellos lo tomaron tan de gana que levantaron muchas (cruces) en los mogotes de los cerros y en otras muchas partes, y cada uno de ellos quería tener cruz frontera de su casa… Finalmente en todo lo que ellos pueden y se les ofrece, muestran la devoción que tienen a la Santa Cruz”.<ref>BORGES, 268.</ref>  
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Por esto, frente a la idolatría cruel y sin sonrisa, la Iglesia quiere colocar en forma obstinada a Cristo, con quien el indio deberá encontrarse durante todas las horas del día. Fray Gerónimo Mendieta habla del éxito con que fue acogido en México el signo de la Cruz: ''“Y ellos lo tomaron tan de gana que levantaron muchas (cruces) en los mogotes de los cerros y en otras muchas partes, y cada uno de ellos quería tener cruz frontera de su casa… Finalmente en todo lo que ellos pueden y se les ofrece, muestran la devoción que tienen a la Santa Cruz”''.<ref>BORGES, 268.</ref>  
  
Naturalmente la transformación debía ser interior, y esta preocupación acompañó a los misioneros que “supieron transmitir a los indios un cristianismo integral, ya que el cristianismo no merece tal nombre sino cuando informa y penetra y hace la vida entera del hombre, hasta en sus menores acciones, hasta en sus últimos pensamientos”.<ref>RICARD, 498.</ref>   
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Naturalmente la transformación debía ser interior, y esta preocupación acompañó a los misioneros que ''“supieron transmitir a los indios un cristianismo integral, ya que el cristianismo no merece tal nombre sino cuando informa y penetra y hace la vida entera del hombre, hasta en sus menores acciones, hasta en sus últimos pensamientos”''.<ref>RICARD, 498.</ref>   
  
  
 
==Aspiraciones religiosas del indio==
 
==Aspiraciones religiosas del indio==
  
De acuerdo con la experiencia de muchos misioneros, en cuyas obras se ha dejado tal constancia, el dogma de la Encarnación sedu¬cía a los indios, oprimidos por la cruel numinización de su vida; les impresionaba el dogma de la inmortalidad y remuneración eterna: “saltaban de placer y palmoteaban”; e incluso la poligamia y sobre todo los sacrificios humanos les repugnaban fundamentalmente. El cristianismo podía ser saludado como una liberación.
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De acuerdo con la experiencia de muchos misioneros, en cuyas obras se ha dejado tal constancia, el dogma de la Encarnación seducía a los indios, oprimidos por la cruel numinización de su vida; les impresionaba el dogma de la inmortalidad y remuneración eterna'': “saltaban de placer y palmoteaban”''; e incluso la poligamia y sobre todo los sacrificios humanos les repugnaban fundamentalmente. El cristianismo podía ser saludado como una liberación.
  
Muchos misioneros, a pesar da la propaganda peyorativa ventilada en Europa, registran las magníficas disposiciones morales de los indios: son niños, maleables como cera; humildes, pobres, lo cual los dispone como a nadie para ser cristianos y apostólicos. El historiador americanista Pedro Borges aduce infinidad de referencias para confirmar estas disposiciones.<ref>BORGES, 83, n,76)</ref>El «Tercer Catecismo de Lima» insiste en la predicación afectiva, llena de fuego y recursos; los indios son como “tabla rasa y cera muy blanda”.
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Muchos misioneros, a pesar da la propaganda peyorativa ventilada en Europa, registran las magníficas disposiciones morales de los indios: son niños, maleables como cera; humildes, pobres, lo cual los dispone como a nadie para ser cristianos y apostólicos. El historiador americanista Pedro Borges aduce infinidad de referencias para confirmar estas disposiciones.<ref>BORGES, 83, n,76)</ref>El «Tercer Catecismo de Lima» insiste en la predicación afectiva, llena de fuego y recursos; los indios son como ''“tabla rasa y cera muy blanda”.''
  
Pocos evangelizadores defendieron con mayor tesón estas disposiciones interiores para el Evangelio, como el protector y abanderado de los indios, Fray Julián Garcés O.P. Fue él quien escribió una larga carta al Papa Paulo III, muy razonada y muy enérgica. No se ha escrito ningún mayor elogio de la disposición del mundo americano para recibir el Evangelio. Esta carta ha sido llamada “venerable do¬cumento y piedra fundamental del humanismo en México”.<ref>ZUBILLAGA, cita, BAC 248, p. 363),</ref>   
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Pocos evangelizadores defendieron con mayor tesón estas disposiciones interiores para el Evangelio, como el protector y abanderado de los indios, Fray [[GARCÉS,_Fray_Julián | Julián Garcés]] O.P. Fue él quien escribió una larga carta al Papa Paulo III, muy razonada y muy enérgica. No se ha escrito ningún mayor elogio de la disposición del mundo americano para recibir el Evangelio. Esta carta ha sido llamada ''“venerable documento y piedra fundamental del humanismo en México”''.<ref>ZUBILLAGA, cita, BAC 248, p. 363),</ref>   
  
Su carta, llena de optimismo, asegu¬ra que los indios superan a los españoles en ingenio. Ya es tiempo, dice, de levantar la voz contra los detractores de los indios; tensiones de «razas superiores». Insurge implacablemente contra aquellos que: “Ofuscados por esta sugestión diabólica, afirman que los indios son incapaces de nuestra religión. Esa es una afirmación satánica”
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Su carta, llena de optimismo, asegura que los indios superan a los españoles en ingenio. Ya es tiempo, dice, de levantar la voz contra los detractores de los indios; tensiones de «razas superiores». Insurge implacablemente contra aquellos que: ''“Ofuscados por esta sugestión diabólica, afirman que los indios son incapaces de nuestra religión. Esa es una afirmación satánica”''
  
El obispo de Tlaxcala continúa razonando: supongamos que sea un hecho su barbarie: “Entonces, cuanto más crueles y brutales hayan sido, su holocausto será ofrecido con mayor agrado a Dios, si realizan una verdadera conversión”. Con ironía alude a su pro¬pia patria española en donde los peninsulares fueron igualmente brutales antes de la venida del Evangelio.<ref>Datos más concretos en M. CUEVAS SJ., Historia de la Iglesia en México, I, cap.. XV, ZUBILLAGA, BAC, 248, 363-4.</ref>   
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El obispo de Tlaxcala continúa razonando: supongamos que sea un hecho su barbarie: ''“Entonces, cuanto más crueles y brutales hayan sido, su holocausto será ofrecido con mayor agrado a Dios, si realizan una verdadera conversión”.'' Con ironía alude a su propia patria española en donde los peninsulares fueron igualmente brutales antes de la venida del Evangelio.<ref>Datos más concretos en M. CUEVAS SJ., ''Historia de la Iglesia en México,'' I, cap.. XV, ZUBILLAGA, BAC, 248, 363-4.</ref>   
  
Ricard afirma que la breve duración del catecumenado obedecía al respeto por el alma del indio,<ref>RICARD, 496.</ref>e igualmente la facilidad con que se concedía el bautismo. Pensaban por eso los misioneros, cómo todo hombre es «capax Dei». El Padre Acosta afirma que en la conversión de los indios no se puede desesperar, ni llenarse de impaciencia: lo contrario es ir contra el espíri¬tu del Evangelio,<ref>ACOSTA, 1,15)</ref>y que además su reluctancia a la fe se debe no a su naturaleza sino a su deseducación;<ref>ACOSTA,1,8)</ref>analiza cuanto han dicho neciamente los detractores de los indios; con¬cluye: Que Dios aparte de un cristianismo semejante imaginación impía. Se debe afirmar sin titubear que ninguna situación de alienación moral carece necesariamente de disposiciones para el Evangelio.<ref>ACOSTA, 1,7.</ref>  
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Ricard afirma que la breve duración del catecumenado obedecía al respeto por el alma del indio,<ref>RICARD, 496.</ref>e igualmente la facilidad con que se concedía el bautismo. Pensaban por eso los misioneros, cómo todo hombre es «capax Dei». El Padre Acosta afirma que en la conversión de los indios no se puede desesperar, ni llenarse de impaciencia: lo contrario es ir contra el espíritu del Evangelio,<ref>ACOSTA, 1,15)</ref>y que además su reluctancia a la fe se debe no a su naturaleza sino a su deseducación;<ref>ACOSTA,1,8)</ref>analiza cuanto han dicho neciamente los detractores de los indios; concluye: Que Dios aparte de un cristianismo semejante imaginación impía. Se debe afirmar sin titubear que ninguna situación de alienación moral carece necesariamente de disposiciones para el Evangelio.<ref>ACOSTA, 1,7.</ref>  
  
 
==CAPACIDADES RELIGIOSAS Y APOSTÓLICAS DEL INDIO==
 
==CAPACIDADES RELIGIOSAS Y APOSTÓLICAS DEL INDIO==
  
Sabemos que los misioneros encontraron excelentes colaboradores en los indios. El obispo de Santo Domingo, Ramírez de Fuenleal (escribe entre 1526-1532) afirma: “así la conversión y doctrina de esta gente se hará cómo y por quien debe hacerse, los indios”.  
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Sabemos que los misioneros encontraron excelentes colaboradores en los indios. El obispo de Santo Domingo, Ramírez de Fuenleal (escribe entre 1526-1532) afirma: “''así la conversión y doctrina de esta gente se hará cómo y por quien debe hacerse, los indios”.''<ref>BORGES,441.</ref>
  
El jesuita Gonzalo de Tapia, se llevó consigo desde Sinaloa a México unos indios para que luego vieran y divulgaran en¬tre sus hermanos de raza cuanto habían visto y oído. Y el Virrey Toledo, en el Perú (1572), abogaba por la formación de indios ladinos que hicieran de fermento; así lo hizo un vecino de Quito. En otra ocasión se pidió trasladar 400 familias de tlaxcaltecas cristianos para distribuirlas por las reducciones de indios chichimecas levantiscos, a fines del Siglo XVI.
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El jesuita Gonzalo de Tapia, se llevó consigo desde Sinaloa a México unos indios para que luego vieran y divulgaran entre sus hermanos de raza cuanto habían visto y oído.<ref>Ib.</ref>Y el Virrey Toledo, en el Perú (1572), abogaba por la formación de indios ladinos que hicieran de fermento; así lo hizo un vecino de Quito.<ref>Carta del Virrey a S.M., BORGES, ib.</ref>En otra ocasión se pidió trasladar 400 familias de [[TLAXCALTECAS | tlaxcaltecas]] cristianos para distribuirlas por las [[REDUCCIONES_DE_LOS_INDIOS;_directrices_de_la_Junta_eclesiástica_de_1546 | reducciones]] de indios [[CHICHIMECA | chichimecas]] levantiscos, a fines del Siglo XVI.<ref>BORGES, ib. Nota: en la portada de este Diccionario ponemos la imagen de la partida de las 400 familias que se encuentra en los Murales del Palacio de Tlaxcala</ref>
  
En otro caso los bancoas, convertidos por los jesuitas, emigrados de sus tribus, pensaron en sus compatriotas y algunos regresaron a los infieles para evangelizarlos. Estos se dejaron convencer, enviaron una comisión de nobles a llamar a los misioneros para ser educados en la fe y bautizados. El hecho de que en las misiones jesuíticas de Sinaloa y Tucumán vinieran los indios espontáneamente a pedir el bautismo, puede indicar una evangelización subterránea, verificada por los compatriotas.
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En otro caso los bancoas, convertidos por los [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | jesuitas]], emigrados de sus tribus, pensaron en sus compatriotas y algunos regresaron a los infieles para evangelizarlos. Estos se dejaron convencer, enviaron una comisión de nobles a llamar a los misioneros para ser educados en la fe y bautizados. El hecho de que en las misiones jesuíticas de Sinaloa y Tucumán vinieran los indios espontáneamente a pedir el bautismo, puede indicar una evangelización subterránea, verificada por los compatriotas.
  
¿Incapacidad para el ministerio sacerdotal?
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==¿Incapacidad para el ministerio sacerdotal?==
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No es objeto de este artículo el estudio del complejo problema del clero indígena en América. Sólo lo señalamos periféricamente, en cuanto demuestra que la Iglesia misionera de aquel entonces (sobre todo en el XVI) no tuvo todavía suficiente confianza, y en general habría que decir, careció de clarividencia, como para crear una cristiandad plenamente autóctona.<ref>Cfr. "''España y el Clero indígena en América"'', C. BAYLE, SJ, En Razón y Fe, 1931, 213-225; 521-535.</ref>
  
No es objeto de este artículo el estudio del complejo problema del clero indígena en América. Sólo lo señalamos periféricamente, en cuanto demuestra que la Iglesia misionera de aquel entonces (sobre todo en el XVI) no tuvo todavía suficiente confianza, y en general habría que decir, careció de clarividencia, como para crear una cristiandad plenamente autóctona. 
 
 
La sensibilidad en tal sentido en aquella época moderna solamente se irá abriendo paso con la creación del Dicasterio de propaganda Fide en 1622, y sus continuas Instrucciones en tal sentido a los misioneros de ella dependientes, y que retoman las ya antiguas directivas de los tiempos de San Gregorio Magno y en la primera época de la evangelización de los pueblos bárbaros anglosajones y germánicos.
 
La sensibilidad en tal sentido en aquella época moderna solamente se irá abriendo paso con la creación del Dicasterio de propaganda Fide en 1622, y sus continuas Instrucciones en tal sentido a los misioneros de ella dependientes, y que retoman las ya antiguas directivas de los tiempos de San Gregorio Magno y en la primera época de la evangelización de los pueblos bárbaros anglosajones y germánicos.
  
“La Corona, como los conquistadores, los religiosos y los obispos, pensaron seriamente en la probabilidad de un sacerdocio indígena. Lo prueba elocuentemente la institución de colegios de caciques, sobre todo el de Tlatelolco, en México, creado principalmente para la formación de sacerdotes. «Debía ser el primer seminario indígena del Nuevo Mundo (Ricard...)». Pero fracasado este hermoso proyecto, quizá por lo prematura de su realización, se pasó al extremo opuesto y se excluyó a los indios del Orden sagrado, más estrictamente en los institutos religiosos, y con menos rigor en los concilios y cédulas reales. Esto no obstó para que en todas las Indias hubiera un número no pequeño de sacerdotes indios. Que faltó la alta jerarquía indígena, es cosa notoria”.   
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''“La Corona, como los conquistadores, los religiosos y los obispos, pensaron seriamente en la probabilidad de un sacerdocio indígena. Lo prueba elocuentemente la institución de colegios de caciques, sobre todo el de Tlatelolco, en México, creado principalmente para la formación de sacerdotes. «Debía ser el primer seminario indígena del Nuevo Mundo (Ricard...)». Pero fracasado este hermoso proyecto, quizá por lo prematura de su realización, se pasó al extremo opuesto y se excluyó a los indios del Orden sagrado, más estrictamente en los [[INSTITUTOS_RELIGIOSOS_EN_PERÚ;_Siglo_XIX | institutos religiosos]], y con menos rigor en los concilios y cédulas reales. Esto no obstó para que en todas las Indias hubiera un número no pequeño de sacerdotes indios. Que faltó la alta jerarquía indígena, es cosa notoria”''.<ref>GH, 196. Cita a Ricard, Acosta, Baluffi.</ref>  
  
Ricard emite un juicio extremadamente severo, aunque comprensivo, frente a esta situación: “...los misioneros bautizaron a los indios porque contaban con hallarse siempre a su lado, para ser garantes de la realización de los compromisos que al entrar a la Iglesia con¬traían. Pero apenas llegaron a pensar que se les podía llevar hasta el sacerdocio, porque esta elevación implicaba una emancipación que no entraba en sus previsiones. Un clero indígena les pareció inútil y un episcopado indígena les hubiera parecido una locura. Crear sacerdotes y obispos indios era contra el sistema de tutela que ellos tuvieron tan en el alma. Y, sin embargo, en esta falta de clero indígena radicaba un grave peligro: la Iglesia tenía que aparecer...con un carácter insuficientemente nacional”.  
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Ricard emite un juicio extremadamente severo, aunque comprensivo, frente a esta situación: ''“...los misioneros bautizaron a los indios porque contaban con hallarse siempre a su lado, para ser garantes de la realización de los compromisos que al entrar a la Iglesia contraían. Pero apenas llegaron a pensar que se les podía llevar hasta el sacerdocio, porque esta elevación implicaba una emancipación que no entraba en sus previsiones. Un clero indígena les pareció inútil y un episcopado indígena les hubiera parecido una locura. Crear sacerdotes y obispos indios era contra el sistema de tutela que ellos tuvieron tan en el alma. Y, sin embargo, en esta falta de clero indígena radicaba un grave peligro: la Iglesia tenía que aparecer...con un carácter insuficientemente nacional”.''<ref>RICARD, 500.</ref>
  
Iglesia, por tanto, organizada sobre el modelo español, dirigida por españoles en la que los fieles indígenas hacían un poco, figura de cristianos de segundo orden. Pero este autor reconoce abiertamente la imposibilidad práctica de tal obra, por la complejidad étnica del país, y la necesidad de que los fundadores hubieran buscado por base y por modelo la Iglesia de la nación conquistadora. Höeffner afirma también, que la Iglesia conservó un carácter de institución extranjera.
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Iglesia, por tanto, organizada sobre el modelo español, dirigida por españoles en la que los fieles indígenas hacían un poco, figura de cristianos de segundo orden.<ref>GH, 196 citando al mismo RICARD.</ref>Pero este autor reconoce abiertamente la imposibilidad práctica de tal obra, por la complejidad étnica del país, y la necesidad de que los fundadores hubieran buscado por base y por modelo la Iglesia de la nación conquistadora.<ref>Ib. 196-7.</ref>Höeffner afirma también, que la Iglesia conservó un carácter de institución extranjera.
  
 
Esta afirmación merecería una seria discusión. La Iglesia española sintió una apremiante impaciencia por convertir y bautizar cuando se reflexiona sobre la conversión y autoctonización de la antigua Iglesia, aparece pronto la transformación social, en forma de capilaridad, de ósmosis. En el caso de América, la Iglesia aparecería, en expresión del misionero Pérez de Ribas refiriéndose a los evangelizadores «como caída de las nubes».  
 
Esta afirmación merecería una seria discusión. La Iglesia española sintió una apremiante impaciencia por convertir y bautizar cuando se reflexiona sobre la conversión y autoctonización de la antigua Iglesia, aparece pronto la transformación social, en forma de capilaridad, de ósmosis. En el caso de América, la Iglesia aparecería, en expresión del misionero Pérez de Ribas refiriéndose a los evangelizadores «como caída de las nubes».  
  
La Iglesia antigua tuvo que buscar y promover dentro de sus propios ámbitos, el servicio sacerdotal; la Iglesia de Indias creyó que no lo necesitaba, porque a fin de cuentas, los sacerdotes le llegaban de España. Y no obstante, hay quienes se dan cuenta de lo provechoso que sería para la Iglesia americana la promoción de un clero indígena. Así los jesuitas de México escriben en 1577 al general de su orden: “que, si Nuestro Señor hiciese dellos a algunos capaces de la perfección, fuesen estos dignos ministros de su nación, y harían uno dellos, más que ciento de nosotros”.  
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La Iglesia antigua tuvo que buscar y promover dentro de sus propios ámbitos, el servicio sacerdotal; la Iglesia de Indias creyó que no lo necesitaba, porque a fin de cuentas, los sacerdotes le llegaban de España. Y no obstante, hay quienes se dan cuenta de lo provechoso que sería para la Iglesia americana la promoción de un clero indígena. Así los [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | jesuitas]] de México escriben en 1577 al general de su orden: ''“que, si Nuestro Señor hiciese dellos a algunos capaces de la perfección, fuesen estos dignos ministros de su nación, y harían uno dellos, más que ciento de nosotros”''.<ref>''Monumenta Mex.'' S . J. 1, 318.</ref>
  
Pero estos juicios deben ser también aquilatados. No se puede poner como ejemplo la Iglesia antigua porque ésta nace y se desarrolla en el contexto de una cultura, la greco-romana, donde los niveles de pertenencia cultural son los mismos e iguales. Tampoco es aplicable al mundo de la evangelización de los llamados pueblos «barbaros» en el que evangelizadores y evangelizados en la práctica pertenecían al mismo mundo cultural.  
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Pero estos juicios deben ser también aquilatados. No se puede poner como ejemplo la Iglesia antigua porque ésta nace y se desarrolla en el contexto de una cultura, la greco-romana, donde los niveles de pertenencia cultural son los mismos e iguales. Tampoco es aplicable al mundo de la evangelización de los llamados pueblos «barbaros» en el que evangelizadores y [[INDÍGENAS;_Su_actitud_ante_la_Evangelización | evangelizados]] en la práctica pertenecían al mismo mundo cultural.  
  
Es muy distinto el caso de la evangelización en mundos como el indoamericano donde y casi contemporáneamente el del mundo asiático oriental (India, China, Japón, Vietnam...) y muy tardíamente en el mundo del continente negro-africano (s. XIX). Además, hubo intentos claros de superar aquellas barreras en algunos casos, como fueron, entre otros, los del pionero Don Vasco de Quiroga al querer crear un centro formativo para sacerdotes nativos en Michoacán (México).
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Es muy distinto el caso de la evangelización en mundos como el indoamericano donde y casi contemporáneamente el del mundo asiático oriental (India, China, Japón, Vietnam...) y muy tardíamente en el mundo del continente negro-africano (s. XIX). Además, hubo intentos claros de superar aquellas barreras en algunos casos, como fueron, entre otros, los del pionero Don [[QUIROGA,_Vasco_de | Vasco de Quiroga]] al querer crear un centro formativo para sacerdotes nativos en Michoacán (México).
  
 
En conclusión, no cristalizó la promoción del clero indígena, que tampoco en realidad llegó a formarse en otros continentes, superando prejuicios y prevenciones, hasta los tiempos de la encíclica sobre el anuncio de la fe en el mundo entero, «Maximum illud», de Benedicto XV (30 noviembre de 1919).  
 
En conclusión, no cristalizó la promoción del clero indígena, que tampoco en realidad llegó a formarse en otros continentes, superando prejuicios y prevenciones, hasta los tiempos de la encíclica sobre el anuncio de la fe en el mundo entero, «Maximum illud», de Benedicto XV (30 noviembre de 1919).  
  
No se puede afirmar sin más que la Iglesia con¬servara un carácter de institución extranjera en el Continente latinoamericano; la historia de la formación mestiza del mismo hace imposible distinciones de carácter matemático; por ello estas afirmaciones se deben matizar cuidadosamente, pues la Iglesia era consciente de que no pretendía transportar al nuevo mundo lo español o europeo, sino lo cristiano.
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No se puede afirmar sin más que la Iglesia conservara un carácter de institución extranjera en el Continente latinoamericano; la historia de la formación mestiza del mismo hace imposible distinciones de carácter matemático; por ello estas afirmaciones se deben matizar cuidadosamente, pues la Iglesia era consciente de que no pretendía transportar al nuevo mundo lo español o europeo, sino lo cristiano.
  
LA EVANGELIZACIÓN ASEGURADA SÓLO POR MISIONEROS EXCELENTES
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==LA EVANGELIZACIÓN ASEGURADA SÓLO POR MISIONEROS EXCELENTES==
  
La Iglesia entendió muy bien que toda metodología y toda empresa misional no podía tener garantías sino a través de un ex¬celente personal evangelizador. Este lo componen los obispos, los curas doctrineros, los religiosos. Se urgió la realización de un ideal como este a través de la Corona, de los Concilios provinciales y de los superiores eclesiásticos.
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La Iglesia entendió muy bien que toda metodología y toda empresa misional no podía tener garantías sino a través de un excelente personal evangelizador. Este lo componen los obispos, los curas doctrineros, los religiosos. Se urgió la realización de un ideal como este a través de la Corona, de los Concilios provinciales y de los superiores eclesiásticos.
  
a) la figura ideal del obispo
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===a) la figura ideal del obispo===
  
Ofrecemos un punto de referencia en los Concilios celebrados en América, durante el siglo XVI: Las Juntas eclesiásticas de Nueva España en 1524, 1526 y 1546. Los Concilios y sínodos, y los grandes concilios provinciales que fueron los Concilios Limenses, y los concilios en Nueva España, especialmente el Tercer concilio mexicano.  
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Ofrecemos un punto de referencia en los Concilios celebrados en América, durante el siglo XVI: Las Juntas eclesiásticas de Nueva España en 1524, 1526 y 1546. Los [[CONCILIOS_Y_SÍNODOS_LATINOAMERICANOS | Concilios y sínodos]], y los grandes concilios provinciales que fueron los [[CONCILIOS_LIMENSES;_Su_atención_a_la_población_nativa | Concilios Limenses]], y los concilios en Nueva España, especialmente el [[CONCILIO_MEXICANO_TERCERO;_Intervención_jesuítica | Tercer concilio mexicano]].  
  
La legislación exige una extraordinaria y magnifica calidad de obispos. El Tercer Concilio de México nos lo presenta en forma que su vida, sirva de modelo a los demás, como sucesores de los apóstoles, con oración diaria. Sean afables y no atemoricen a los demás, “atiendan con celo piadoso y paternal a sanar las dolencias, y aliviar las miserias de los pobres, y pórtense de modo que tolerando con paciencia las molestias de los súbditos, les franqueen la entrada para que no se detengan con temor, antes bien recurran con toda confianza a los obispos a pedir consuelo en sus trabajos…”.  
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La legislación exige una extraordinaria y magnifica calidad de obispos. El Tercer Concilio de México nos lo presenta en forma que su vida, sirva de modelo a los demás, como sucesores de los apóstoles, con oración diaria. Sean afables y no atemoricen a los demás, ''“atiendan con celo piadoso y paternal a sanar las dolencias, y aliviar las miserias de los pobres, y pórtense de modo que tolerando con paciencia las molestias de los súbditos, les franqueen la entrada para que no se detengan con temor, antes bien recurran con toda confianza a los obispos a pedir consuelo en sus trabajos…”.''
  
Establece el diálogo cuando legisla que “consulten a los párrocos todas las semanas”, y enseña, según el Tridentino, que “el principal cuidado de los obispos debe emplearse en enseñar al pueblo el Evangelio de Dios”. A su vez el Concilio Tercero de Lima habla de la paternal relación de los obispos con los indios. Nada les está tan encomendado como el afecto paternal “por este nuevo y tierno rebaño de Dios”.  
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Establece el diálogo cuando legisla que ''“consulten a los párrocos todas las semanas”'', y enseña, según el Tridentino,<ref>''De reform.'' Sess.5.</ref>que ''“el principal cuidado de los obispos debe emplearse en enseñar al pueblo el Evangelio de Dios”''.<ref>TEJADA Y RAMIRO, 577.</ref>A su vez el Concilio Tercero de Lima habla de la paternal relación de los obispos con los indios. Nada les está tan encomendado como el afecto paternal ''“por este nuevo y tierno rebaño de Dios”''.<ref>Cf. VARGAS UGARTE.</ref>
  
b) los sacerdotes de los indios
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===b) los sacerdotes de los indios===
El segundo Concilio de Lima encarece el cuidado en escoger a los sacerdotes que se deben encargar de los indios: “Aunque siempre y en todo lugar los obispos han de observar particular cuidado en la selección de los sacerdotes a quienes se debe encomendar el cuidado de los fieles...sin embargo en este nuevo mundo, en donde la Iglesia empieza a multiplicarse en forma extraordinaria, cuyas pequeñas plantas pueden fácilmente estropearse por cualquier mala obra o el más insignificante escándalo, se ha de poner especial empeño, para poner al frente de las iglesias únicamente a los idóneos”. 
 
  
El Padre Acosta propone en muchas de sus páginas el ideal de 1a figura misionera. Por ejemplo: exclusión de todo interés perso¬nal, y único objetivo, la salvación de los indios. Su castidad es un luminoso testimonio entre los paganos. Por oficio están más para consolar y reconciliar y hacer el bien.
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El segundo Concilio de Lima encarece el cuidado en escoger a los sacerdotes que se deben encargar de los indios: ''“Aunque siempre y en todo lugar los obispos han de observar particular cuidado en la selección de los sacerdotes a quienes se debe encomendar el cuidado de los fieles...sin embargo en este nuevo mundo, en donde la Iglesia empieza a multiplicarse en forma extraordinaria, cuyas pequeñas plantas pueden fácilmente estropearse por cualquier mala obra o el más insignificante escándalo, se ha de poner especial empeño, para poner al frente de las iglesias únicamente a los idóneos”.''<ref>VARGAS UGARTE, l. c.p, 160,</ref>
  
El Tercer Concilio de México ordena que se trate con gran comprensión a los indios: “Pues que los indios son tímidos y pusilánimes, conviene que los párrocos se porten con ellos afables y benignamente, y que no los aterren con amenazas…”  En una relación sobre este Concilio, del canónigo de Tlaxcala Juan de Cevicos, publicada por Tejada y Ramiro,  se lee:
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El Padre Acosta propone en muchas de sus páginas el ideal de 1a figura misionera. Por ejemplo: exclusión de todo interés personal, y único objetivo, la salvación de los indios. Su castidad es un luminoso testimonio entre los paganos. Por oficio están más para consolar y reconciliar y hacer el bien.
  
“Es también digno de advertir el gran cuidado que este Concilio tuvo con lo que se juzgó ser conveniente al bien, y aumento espiritual y temporal de los indios: en cuya razón, siempre que se trató dellos, que fue en muchas partes, se decretaron cosas muy útiles y necesarias, como por ellas mismas manifiestamente parece, y en que se echa bien de ver que aquellos señores arzobispos y obispos tenían presentes las palabras del Santo Job, cap, 29: «Pater eram pauperum, et causam quam nesciebam diligentissime investigabam». Pues tan padres fueron destos miserables indios: y ojalá que las cosas que a ellos tocan, pues que no las han variado los tiempos, las viésemos guardar".
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El Tercer Concilio de México ordena que se trate con gran comprensión a los indios: ''“Pues que los indios son tímidos y pusilánimes, conviene que los párrocos se porten con ellos afables y benignamente, y que no los aterren con amenazas…''”<ref>TEJADA Y RAMIRO, 577.</ref>En una relación sobre este Concilio, del canónigo de Tlaxcala Juan de Cevicos, publicada por Tejada y Ramiro,<ref>TEJADA Y RAMIRO, 523ss.</ref>se lee:
  
El segundo Concilio de Lima ordena que la mansedumbre sacerdotal sea tanta, que nunca pongan sus manos sobre los indios: “Sobre todo siendo el evangelio una ley de amor y no de temor”. Y se impone una multa al sacerdote que se desviare de esto.  
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''“Es también digno de advertir el gran cuidado que este Concilio tuvo con lo que se juzgó ser conveniente al bien, y aumento espiritual y temporal de los indios: en cuya razón, siempre que se trató dellos, que fue en muchas partes, se decretaron cosas muy útiles y necesarias, como por ellas mismas manifiestamente parece, y en que se echa bien de ver que aquellos señores arzobispos y obispos tenían presentes las palabras del Santo Job, cap, 29: «Pater eram pauperum, et causam quam nesciebam diligentissime investigabam». Pues tan padres fueron destos miserables indios: y ojalá que las cosas que a ellos tocan, pues que no las han variado los tiempos, las viésemos guardar"''.
  
Para el bien de la Iglesia era necesario el buen nombre y opinión que se había de tener del misionero; los indios apreciaban temerosamente a los conquistadores, y en cambio veían a los misioneros en una suerte de inferioridad frente a los arma¬dos; por este motivo Hernán Cortés prodigaba en público tantas atenciones a los pobres frailes, precisamente para infundir un gran respeto por ellos. Ocurrió, a veces, que los misioneros tuvieran necesidad de presentarse con pompa ante los indios, muy ceremoniosos y acompañados de música.
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El segundo Concilio de Lima ordena que la mansedumbre sacerdotal sea tanta, que nunca pongan sus manos sobre los indios: ''“Sobre todo siendo el evangelio una ley de amor y no de temor”''. Y se impone una multa al sacerdote que se desviare de esto.<ref>VARGAS UGARTE, I, 218</ref>
  
Los Concilios insisten en el testimonio de pobreza y desprendimiento. Legislan hasta sobre el número de cabalgaduras: “Una o dos yeguas y hasta quince o veinte cabras”, dice el primer Concilio limense, cosa que repite el segundo Concilio donde se concede a los sacerdotes poseer dos asnos. Se prohibió severamente a los sacerdotes enrolarse en expediciones descubridoras. Se legisló sobre la gratuidad de los Sacramentos, como en Nueva Granada, el Sínodo convocado por Fray Juan de Los Barrios, en 1556:
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Para el bien de la Iglesia era necesario el buen nombre y opinión que se había de tener del misionero; los indios apreciaban temerosamente a los conquistadores, y en cambio veían a los misioneros en una suerte de inferioridad frente a los armados; por este motivo [[CORTÉS,_Hernán | Hernán Cortés]] prodigaba en público tantas atenciones a los pobres frailes, precisamente para infundir un gran respeto por ellos. Ocurrió, a veces, que los misioneros tuvieran necesidad de presentarse con pompa ante los indios, muy ceremoniosos y acompañados de música.
  
“Y por ser contra la ley divina y sacros cánones..., el pedir interés por la administración de los SS. Sacramentos y que no cause escándalo entre esta gente nueva, Sancta Synodo approbante, mandamos so pena de excomunión y veinte pesos, que directe ni indirecte pida ningún sacerdote cuesta entre los indios”.  
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Los Concilios insisten en el testimonio de pobreza y desprendimiento. Legislan hasta sobre el número de cabalgaduras: ''“Una o dos yeguas y hasta quince o veinte cabras”'', dice el primer Concilio limense, cosa que repite el segundo Concilio donde se concede a los sacerdotes poseer dos asnos. Se prohibió severamente a los sacerdotes enrolarse en expediciones descubridoras. Se legisló sobre la gratuidad de los Sacramentos, como en Nueva Granada, el Sínodo convocado por [[BARRIOS,_Juan_de_los | Fray Juan de Los Barrios]], en 1556:
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''“Y por ser contra la ley divina y sacros cánones..., el pedir interés por la administración de los SS. Sacramentos y que no cause escándalo entre esta gente nueva, Sancta Synodo approbante, mandamos so pena de excomunión y veinte pesos, que directe ni indirecte pida ningún sacerdote cuesta entre los indios”''.<ref>GROOT, ''Historia ecles. y civil de la Nueva Granada'', ed. 1953, 716.</ref>
  
 
Acabamos de hablar de la severidad con que se prohibió acompañar las expediciones conquistadoras; el Primer Concilio de Lima excomulga a los clérigos que hicieren tal cosa, pues no quiere que el clero se haga cómplice de pecados ajenos. En Santa Fe de Bogotá, el año antes indicado, prohibió el Sínodo lo mismo, en bien de los indios:
 
Acabamos de hablar de la severidad con que se prohibió acompañar las expediciones conquistadoras; el Primer Concilio de Lima excomulga a los clérigos que hicieren tal cosa, pues no quiere que el clero se haga cómplice de pecados ajenos. En Santa Fe de Bogotá, el año antes indicado, prohibió el Sínodo lo mismo, en bien de los indios:
  
“Mandamos so pena de excomunión mayor y cincuenta pesos de buen oro, que ningún clérigo vaya a nuevos descubrimientos, o castigue indios sin licencia nuestra in scripts. Si fuere necesario el acompañamiento de un sacerdote, se ha de ver si es persona celosa de la conversión, conservación y buen tratamiento de los naturales”.
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''“Mandamos so pena de excomunión mayor y cincuenta pesos de buen oro, que ningún clérigo vaya a nuevos descubrimientos, o castigue indios sin licencia nuestra in scripts. Si fuere necesario el acompañamiento de un sacerdote, se ha de ver si es persona celosa de la conversión, conservación y buen tratamiento de los naturales”''.<ref>GROOT, ibidem.</ref>
  
Las lenguas
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==Las lenguas==
  
Para poder evangelizar era preciso conocer la lengua del candidato a la fe. El Segundo Concilio dé Lima ordena: “Todos los sacerdotes estén obligados a aprender la lengua de los indios, dentro de un límite de tiempo”. Entre 1493 y 1501 fueron algunos misioneros a Indias. Entre ellos encontramos a fray Ramón Pané quien dejó escrita en 1496 una Relación, recogida muchos años después por Hernando Colón en su Historia del Almirante, y que constituye el testimonio más próximo y fidedigno de aquellos primeros pasos evangelizadores.
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Para poder evangelizar era preciso conocer la lengua del candidato a la fe. El Segundo Concilio dé Lima ordena: “''Todos los sacerdotes estén obligados a aprender la lengua de los indios, dentro de un límite de tiempo”''.<ref>VARGAS UGARTE, I, l6l.</ref>Entre 1493 y 1501 fueron algunos misioneros a Indias. Entre ellos encontramos a fray Ramón Pané quien dejó escrita en 1496 una Relación, recogida muchos años después por Hernando Colón en su Historia del Almirante, y que constituye el testimonio más próximo y fidedigno de aquellos primeros pasos evangelizadores.<ref>Cf. Josep-Ignasi SARANYANA, ''Métodos de evangelización'', en P. Borges (ed.), ''Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas'', I, BAC, Madrid 1992, 549-551.</ref>
  
 
Es importante notar el mandato encomendado a Fray Bernardo Boyl, monje jerónimo (antiguo benedictino). El probablemente de origen aragonés Boyl (c. 1445-1506), compañero de corte del futuro rey Fernando el Católico, su secretario y consejero y hombre polifacético, político e incluso militar, lo encontramos primero en Monserrat como ermitaño benedictino en aquella abadía cuyo abad era el cardenal de la Rovere, futuro Julio II; pasará más tarde al conocer al futuro san Francisco de Paula, fundador de los Mínimos, a la nueva Orden, cautivado por su estilo de reforma.  
 
Es importante notar el mandato encomendado a Fray Bernardo Boyl, monje jerónimo (antiguo benedictino). El probablemente de origen aragonés Boyl (c. 1445-1506), compañero de corte del futuro rey Fernando el Católico, su secretario y consejero y hombre polifacético, político e incluso militar, lo encontramos primero en Monserrat como ermitaño benedictino en aquella abadía cuyo abad era el cardenal de la Rovere, futuro Julio II; pasará más tarde al conocer al futuro san Francisco de Paula, fundador de los Mínimos, a la nueva Orden, cautivado por su estilo de reforma.  
  
Será propuesto por los Reyes Católicos al Papa, para que viaje al Nuevo Mundo con el segundo viaje de Colón. El Papa le dirige la bula «Piis fidelium» de junio de 1493, dirigida a “Dilecto filio Bernardo Boil, fratri Ordinis minorum heremitarum”. Fue el primer vicario apostólico del Nuevo Mundo, pero no el primer obispo. Como expedición misionera aquella primera empresa misionera se mostró un fracaso por muchos factores, entre otros por la ignorancia total de aquel mundo, totalmente nuevo y como era lógico de la lengua, entre otras cosas. Ello se entiende perfectamente.  
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Será propuesto por los Reyes Católicos al Papa, para que viaje al Nuevo Mundo con el segundo viaje de Colón. El Papa le dirige la [[BULA | bula]] ''«Piis fidelium»'' de junio de 1493, dirigida a “''Dilecto filio Bernardo Boil, fratri Ordinis minorum heremitarum”''. Fue el primer vicario apostólico del Nuevo Mundo, pero no el primer obispo.<ref>Sobre el P. Boyl: cf. P. CASTAÑEDA, Boyl, Bernardo,en DHEE,I, col. 281-282. Tuvo serias diferencias con Colón, que testimonia también Fernández de Oviedo, que ''“a la actitud violenta y cruel de Colón, respondía el vicario con el entredicho. Lo cierto es que su acción misional no fue efectiva. Quizá no supo adaptarse a la tierra ni a os hombres. Una tierra que, más que oro, producía una «anemia tropical» que irritaba y hacía crueles a los hombres. Y sobre todo la dificultad de la lengua [como él mismo escribe al Rey]”'' por lo que después de un año, frustrado, regresa a España [3-12-1494] y seguiría ocupando notables cargos eclesiásticos y políticos al servicio del Rey Fernando (Castañeda). Castañeda ofrece una documentación y bibliografía histórica fundamental.</ref>Como expedición misionera aquella primera empresa misionera se mostró un fracaso por muchos factores, entre otros por la ignorancia total de aquel mundo, totalmente nuevo y como era lógico de la lengua, entre otras cosas. Ello se entiende perfectamente.  
  
 
No se puede pretender que los recién llegados a aquel Nuevo Mundo para ellos y caídos como de otro mundo, tuviesen el don de lenguas, al estilo de lo descrito por los «Hechos de los Apóstoles». El aprendizaje llevaría su tiempo y una gran paciencia.  Muy pronto los misioneros evangelizadores se dieron cuenta de la importancia del aprendizaje de las lenguas y del trabajo de traducción a las mismas de instrumentos de evangelización.
 
No se puede pretender que los recién llegados a aquel Nuevo Mundo para ellos y caídos como de otro mundo, tuviesen el don de lenguas, al estilo de lo descrito por los «Hechos de los Apóstoles». El aprendizaje llevaría su tiempo y una gran paciencia.  Muy pronto los misioneros evangelizadores se dieron cuenta de la importancia del aprendizaje de las lenguas y del trabajo de traducción a las mismas de instrumentos de evangelización.
  
Actitudes y medios para encontrarse con el mundo indígena
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==Actitudes y medios para encontrarse con el mundo indígena==
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Para comenzar aquel encuentro eran necesarios algunos presupuestos sin los cuales no se podía establecer una comunicación. Son parte de la metodología misionera desde sus primeros pasos cómo nos los describen los Hechos de los Apóstoles, que siendo totalmente hebreos los primeros necesariamente tuvieron que usar la lengua común del Imperio romano de entonces, el griego llamado común, lengua en la que además se encuentran redactados todos los libros del Nuevo Testamento. La liturgia cristiana, durante varios siglos usó esta lengua también como lengua litúrgica, incluso en Roma y los escritos de los Padres de la primerísima hora están todos redactados en ella.  
 
Para comenzar aquel encuentro eran necesarios algunos presupuestos sin los cuales no se podía establecer una comunicación. Son parte de la metodología misionera desde sus primeros pasos cómo nos los describen los Hechos de los Apóstoles, que siendo totalmente hebreos los primeros necesariamente tuvieron que usar la lengua común del Imperio romano de entonces, el griego llamado común, lengua en la que además se encuentran redactados todos los libros del Nuevo Testamento. La liturgia cristiana, durante varios siglos usó esta lengua también como lengua litúrgica, incluso en Roma y los escritos de los Padres de la primerísima hora están todos redactados en ella.  
  
Idéntica metodología en la comunicación la encontramos en el caso de la evangelización en el Continente americano y dará lugar también a aquel fenómeno del nacimiento de una nueva cultura o mestizaje cultural característico de Latinoamérica. Necesitaban aquellos primeros misioneros de la fe católica de una notable apertura de ánimo, además de los medios necesarios para expresarse. La actitud primera y fundamental era el interés cultural por aquel mundo.  
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Idéntica metodología en la comunicación la encontramos en el caso de la evangelización en el Continente americano y dará lugar también a aquel fenómeno del nacimiento de una nueva cultura o [[MESTIZAJE_CULTURAL;_Escritura_pictográfica,_jeroglífica_y_alfabética | mestizaje cultural]] característico de Latinoamérica. Necesitaban aquellos primeros misioneros de la fe católica de una notable apertura de ánimo, además de los medios necesarios para expresarse. La actitud primera y fundamental era el interés cultural por aquel mundo.  
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Los misioneros se interesaron desde los comienzos de aquel mundo sociocultural y psicológico del indio, como lo demuestran los diversos escritos que nos han dejado, ya desde los comienzos de su presencia en las [[CONQUISTA_PACÍFICA_(4);_Cuarteamiento_del_Plan_de_Tierra_Firme | Antillas]]. Aquel interés lo compartía también la Corona española, hasta el punto de que comentando una Real Cédula a [[BERLANGA,_Fray_Tomás_de | Fray Tomás de Berlanga]] en 1534, el Rey-Emperador Carlos I-V, escribe el historiador americanista Borges Morán que ''“la información que Carlos V pedía a Berlanga abrazaba prácticamente todos los aspectos de la psicología del indígena”''.<ref>BORGES, ''[[COMPAÑÍA_DE_JESÚS;_Métodos_misionales | Métodos Misionales]]''…, 60.</ref>
  
Los misioneros se interesaron desde los comienzos de aquel mundo sociocultural y psicológico del indio, como lo demuestran los diversos escritos que nos han dejado, ya desde los comienzos de su presencia en las Antillas. Aquel interés lo compartía también la Corona española, hasta el punto de que comentando una Real Cédula a Fray Tomás de Berlanga en 1534, el Rey-Emperador Carlos I-V, escribe el historiador americanista Borges Morán que “la información que Carlos V pedía a Berlanga abrazaba prácticamente todos los aspectos de la psicología del indígena”.   
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Por esto los misioneros empezaron muy pronto a estudiar como entrar culturalmente en aquel mundo. En México organizaron las llamadas «Juntas apostólicas»  que tuvieron como finalidad el aclarar las dudas que surgían en los mismos misioneros sobre los métodos de la evangelización, sobre lo que era necesario exigir a los neófitos, y después de 1541 se proponían también la finalidad de coordinar el trabajo misionero de las tres grandes órdenes que entonces trabajaban en México (franciscanos, dominicos y [[AGUSTINOS | agustinos]]).<ref>BORGES, ''[[COMPAÑÍA_DE_JESÚS;_Métodos_misionales | Métodos Misionales]]''…, 36; 55. Cf. C. GUTIÉRREZ VEGA, LC, ''Las primeras juntas Eclesiásticas de México (1524-1555),'' Centro de Estudios Superiores L.C., Roma 1991.</ref>  
  
Por esto los misioneros empezaron muy pronto a estudiar como entrar culturalmente en aquel mundo. En México organizaron las llamadas «Juntas apostólicas»  que tuvieron como finalidad el aclarar las dudas que surgían en los mismos misioneros sobre los métodos de la evangelización, sobre lo que era necesario exigir a los neófitos, y después de 1541 se proponían también la finalidad de coordinar el trabajo misionero de las tres grandes órdenes que entonces trabajaban en México (franciscanos, dominicos y agustinos).
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En los comienzos la tarea no resultó fácil. A veces los misioneros dudaban de ser entendidos o de entender a sus interlocutores. Una de las soluciones adoptadas fue el uso de intérpretes. El primer interprete de Cortés fue un antiguo diácono, Jerónimo de Aguilar, cautivo de los indios de [[YUCATÁN_EN_EL_TIEMPO._Enciclopedia | Yucatán]] durante ocho años. Otra intérprete de Cortés fue la princesa [[MALINCHE;_Tenépatl_(Doña_Marina) | Malinche]], que hablaba el maya y el náhuatl por lo que fue de gran ayuda a los primeros conquistadores.  
  
En los comienzos la tarea no resultó fácil. A veces los misioneros dudaban de ser entendidos o de entender a sus interlocutores. Una de las soluciones adoptadas fue el uso de intérpretes. El primer interprete de Cortés fue un antiguo diácono, Jerónimo de Aguilar, cautivo de los indios de Yucatán durante ocho años. Otra intérprete de Cortés fue la princesa Malinche, que hablaba el maya y el náhuatl por lo que fue de gran ayuda a los primeros conquistadores.  
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Pero los intérpretes no eran el medio más adecuado para el anuncio evangélico y para el encuentro. Por lo que desde el primer momento los primeros misioneros se preocuparon de aprender las lenguas nativas. Ya los primeros misioneros franciscanos de México, llegados en 1523, emprenden la tarea del estudio de la lengua y de la fonética mexica. Eran el sacerdote Fray Juan de Tecto, confesor del Rey-Emperador Carlos I-V y profesor en la Sorbona durante 14 años, Fray [[AYORA,_Fray_Juan_de | Juan de Ayora]], también sacerdote, y Fray [[GANTE,_Pedro_de | Pedro de Gante]], pariente del mismo emperador.<ref>Los nombres flamencos de estos franciscanos eran: Fray Hans van Tacht (Juan Tecto), Fray Hans van Haar (Juan Ahora), y Piet van der Moere (Pedro Mura o de Gante).  Los dos primeros murieron en la desafortunada expedición a Honduras en 1525.</ref>
  
Pero los intérpretes no eran el medio más adecuado para el anuncio evangélico y para el encuentro. Por lo que desde el primer momento los primeros misioneros se preocuparon de aprender las lenguas nativas. Ya los primeros misioneros franciscanos de México, llegados en 1523, emprenden la tarea del estudio de la lengua y de la fonética mexica. Eran el sacerdote Fray Juan de Tecto, confesor del Rey-Emperador Carlos I-V y profesor en la Sorbona durante 14 años, Fray Juan de Ayora, también sacerdote, y Fray Pedro de Gante, pariente del mismo emperador.
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Cuando un año después llegaron sus compañeros franciscanos, los «doce apóstoles de México», que profundamente turbados por la terrible situación de decadencia moral e idolátrica, sobre todo por los sacrificios humanos y las diversas aberraciones morales practicadas, preguntan a los tres anteriores frailes franciscanos que es lo que habían hecho desde el primer momento de su llegada: ''“Aprendiendo la teología que no supo San Agustín, es decir, la lengua de los indios”'', respondió Fray Juan Tecto.<ref>YBOT LEON, 511 ss.</ref>Ante la barrera de los dos mundos, comenzaron con entusiasmo el estudio de la lengua indígena.
  
Cuando un año después llegaron sus compañeros franciscanos, los «doce apóstoles de México», que profundamente turbados por la terrible situación de decadencia moral e idolátrica, sobre todo por los sacrificios humanos y las diversas aberraciones morales practicadas, preguntan a los tres anteriores frailes franciscanos que es lo que habían hecho desde el primer momento de su llegada: “Aprendiendo la teología que no supo San Agustín, es decir, la lengua de los indios”, respondió Fray Juan Tecto.  Ante la barrera de los dos mundos, comenzaron con entusiasmo el estudio de la lengua indígena.
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Aquellos frailes misioneros pronto se dieron cuenta de que el primer instrumento para comenzar la comunicación del Evangelio estaba en el aprendizaje de la lengua de los indígenas. Empezaron inmediatamente y continuarán a lo largo de todo el periodo del Virreinato español, desde las tierras de [[NUEVA_ESPAÑA;_Virreinato_de_la | la Nueva España]] hasta la Tierra del Fuego. Hasta tal punto que, por ejemplo, los [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | jesuitas]] imprimían todavía en 1765 gramáticas, catecismo y diversas obras en las lenguas más diversas del continente americano, como «Dottrina Christiana y Pláticas doctrinales, traducidas en lengua opata por el R. Rector Manuel Aguirre de la [[JESUITAS_(Compañia_de_Jesús) | Compañía de Jesús]]».
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Este trabajo continuo de traducciones y de estudios lo llevaron adelante todas las Órdenes religiosas misioneras hasta el siglo XIX, y lo continuarían hasta nuestros días a pesar de supresiones y dificultades. Al principio, nos narra el franciscano Fray [[TORQUEMADA,_Fray_Juan_de | Juan de Torquemada]], los frailes misioneros hablaban a los indios con gestos, por lo que los indios los miraban como a locos, pero ''“al final Dios tocaba los corazones de muchos que se convertían y recibían el agua bautismal”''.<ref>YBOT LEON, I; R. RICARD, ''La conquista''…, 119-140.</ref>
  
Aquellos frailes misioneros pronto se dieron cuenta de que el primer instrumento para comenzar la comunicación del Evangelio estaba en el aprendizaje de la lengua de los indígenas. Empezaron inmediatamente y continuarán a lo largo de todo el periodo del Virreinato español, desde las tierras de la Nueva España hasta la Tierra del Fuego. Hasta tal punto que, por ejemplo, los jesuitas imprimían todavía en 1765 gramáticas, catecismo y diversas obras en las lenguas más diversas del continente americano, como «Dottrina Christiana y Pláticas doctrinales, traducidas en lengua opata por el R. Rector Manuel Aguirre de la Compañía de Jesús».
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[[MENDIETA,_Fray_Gerónimo_de | Gerónimo de Mendieta]], testigo de la primera hora, relata: ''“Y así fue, que dejando a ratos la gravedad y austeridad... se ponían a fugar con ellos con pajuelas o pedrezuelas los ratillos que tenían de descanso y esto hacían para quitarles el empacho de la comunicación, y traían siempre papel y tinta en las manos, y en oyendo el vocablo al indio lo escribían y al propósito que lo dijo. Y a la tarde juntábanse los religiosos y comunicaban los unos con los otros sus escritos. Y acontecioles que lo que hoy les parecía que habían entendido, mañana les parecía no ser así…».''<ref>MENDIETA, ''Historia'', L. III, cap. 16; Ed. Madrid 1970, III, 133 ss.; YBOT LEON, I, 513.</ref>
Este trabajo continuo de traducciones y de estudios lo llevaron adelante todas las Órdenes religiosas misioneras hasta el siglo XIX, y lo continuarían hasta nuestros días a pesar de supresiones y dificultades. Al principio, nos narra el franciscano Fray Juan de Torquemada, los frailes misioneros hablaban a los indios con gestos, por lo que los indios los miraban como a locos, pero “al final Dios tocaba los corazones de muchos que se convertían y recibían el agua bautismal” .
 
Gerónimo de Mendieta, testigo de la primera hora, relata: “Y así fue, que dejando a ratos la gravedad y austeridad... se ponían a fugar con ellos con pajuelas o pedrezuelas los ratillos que tenían de descanso y esto hacían para quitarles el empacho de la comunicación, y traían siempre papel y tinta en las manos, y en oyendo el vocablo al indio lo escribían y al propósito que lo dijo. Y a la tarde juntábanse los religiosos y comunicaban los unos con los otros sus escritos. Y acontecioles que lo que hoy les parecía que habían entendido, mañana les parecía no ser así…».
 
  
 
Mendieta dice que las dificultades en el aprendizaje de la lengua eran ingentes y que a veces los misioneros se desanimaban también porque no podían conversar fácilmente con los indios, en cuanto estos, temerosos por el respeto y por el temor inicial, no hablaban ante los misioneros. Esto, según Mendieta, habría empujado a los religiosos a hacerse como niños. Jugarán con ellos para poder descubrir los secretos de su lengua, que en el caso referido por Mendieta era el náhuatl.  
 
Mendieta dice que las dificultades en el aprendizaje de la lengua eran ingentes y que a veces los misioneros se desanimaban también porque no podían conversar fácilmente con los indios, en cuanto estos, temerosos por el respeto y por el temor inicial, no hablaban ante los misioneros. Esto, según Mendieta, habría empujado a los religiosos a hacerse como niños. Jugarán con ellos para poder descubrir los secretos de su lengua, que en el caso referido por Mendieta era el náhuatl.  
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A través de este sistema, los frailes misioneros han podido dar los fonemas de las antiguas lenguas pictográficas e ideográficas americanas, la correspondiente escritura fonética de las lenguas latinas. Pero el mismo fenómeno sucede en los niños indios, sin una intención explícita. Escuchando a los frailes misioneros aprendían el español. Así, paso a paso, se convirtieron a su vez en maestros de lengua en grado de corregir a los misioneros en sus errores.  
 
A través de este sistema, los frailes misioneros han podido dar los fonemas de las antiguas lenguas pictográficas e ideográficas americanas, la correspondiente escritura fonética de las lenguas latinas. Pero el mismo fenómeno sucede en los niños indios, sin una intención explícita. Escuchando a los frailes misioneros aprendían el español. Así, paso a paso, se convirtieron a su vez en maestros de lengua en grado de corregir a los misioneros en sus errores.  
  
Fueron de hecho los primeros intérpretes efectivos, entre los cuales hay que recordar a los mártires de Tlaxcala, los tres muchachos Cristóbal, Antonio y Juan, hijos de caciques, educados por los primeros franciscanos y santos protomártires de las Américas. En los conventos franciscanos de Tlaxcala y de Texcoco surgieron inmediatamente las primeras escuelas donde fueron educados docenas de muchachos, algunos de ellos, como dos de los citados tres niños Mártires de Tlaxcala, serán los primeros catequistas que los franciscanos pasarán a los dominicos cuando llegan a México en 1527.  
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Fueron de hecho los primeros intérpretes efectivos, entre los cuales hay que recordar a los mártires de Tlaxcala, los tres muchachos Cristóbal, Antonio y Juan, hijos de caciques, educados por los primeros franciscanos y santos protomártires de las Américas.<ref>CONGREGATIO PRÒ CAUSIS SANCTORUM, ''Tlaxcalensis beatificationis et Canonizationis... Christophori, Antonii et Joannis... Positio super martyrio'', Romae 1988 y 2016. Fueron martirizados en 1527 y en 1529, a Tizatlán (en el principado de Tlaxcala) y en Cuauhtinchán.</ref>En los conventos franciscanos de Tlaxcala y de [[TEXCOCO | Texcoco]] surgieron inmediatamente las primeras escuelas donde fueron educados docenas de muchachos, algunos de ellos, como dos de los citados tres [[NIÑOS_MÁRTIRES_DE_TLAXCALA | niños Mártires]] de Tlaxcala, serán los primeros catequistas que los franciscanos pasarán a los dominicos cuando llegan a México en 1527.  
  
Otro caso célebre es el de un niño español de 10 años, Alonso de Molina, que habiendo aprendido muy bien el náhuatl, gracias al contacto en los juegos con los niños indios, fue pedido por los franciscanos a su madre. Se convirtió enseguida en su intérprete y cuando llegó a la adolescencia entró en la Orden franciscana. Será autor de numerosas obras en lenguas mexicas, como el náhuatl: catecismos, prontuarios para los confesores, libros de oraciones, de indulgencias, de devociones marianas, el Kempis, la vida de San Francisco, los Evangelios, las Epístolas del Misal, libros sobre arte y un vocabulario.
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Otro caso célebre es el de un niño español de 10 años, Alonso de Molina, que habiendo aprendido muy bien el náhuatl, gracias al contacto en los juegos con los niños indios, fue pedido por los franciscanos a su madre. Se convirtió enseguida en su intérprete y cuando llegó a la adolescencia entró en la Orden franciscana. Será autor de numerosas obras en lenguas mexicas, como el náhuatl: catecismos, prontuarios para los confesores, libros de oraciones, de indulgencias, de devociones marianas, el Kempis, la vida de San Francisco, los Evangelios, las Epístolas del Misal, libros sobre arte y un vocabulario.<ref>MENDIETA, ''Historia''…, L. III, Madrid 1970, 133 ss.</ref>
  
 
==NOTAS==
 
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BAYLE C., SJ., El protector de indios. Otros estudios: El Clero secular y la evangelización en América, Biblioteca, en Missionalia Hispanica  (publicado por el Instituto Santo Toribio de Mogrovejo), vol. 6, Madrid 1950; El campo propio del sacer¬dote secular en la evangelización américana, en Missionalia Hispanica 3 (1946) 469- 510; Los clérigos y la extirpación de la idolatría entre los neófitos americanos, en Missionalia Hispanica 3 (1946) 53-98; Órdenes religiosas no misioneras en Indias, en Missionalia Hispanica 1 (1944) 517-558; Planes antiguos de seminario de misiones y de reclutar clero secular para la evangelización de América, en Missionalia Hispanica 6 (1949) 379-388.)
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BAYLE C., SJ., ''El protector de indios. Otros estudios: El [[EVANGELIZACIÓN;_participación_del_clero_secular | Clero secular]] y la evangelización en América, Biblioteca, en Missionalia Hispanica'' (publicado por el Instituto Santo [[MOGROVEJO_Y_ROBLEDO,_Toribio_Alfonso_de | Toribio de Mogrovejo]]), vol. 6, Madrid 1950; ''El campo propio del sacerdote secular en la evangelización américana, en Missionalia Hispanica'' 3 (1946) 469- 510; ''Los clérigos y la extirpación de la idolatría entre los neófitos americanos,'' en ''Missionalia Hispanica'' 3 (1946) 53-98; ''Órdenes religiosas no misioneras en Indias, en Missionalia Hispanica'' 1 (1944) 517-558; ''Planes antiguos de seminario de misiones y de reclutar [[EVANGELIZACIÓN;_participación_del_clero_secular | clero secular]] para la evangelización de América, en Missionalia Hispanica'' 6 (1949) 379-388.)
  
BORGES Pedro, Métodos misionales en la cristianización de América. Siglo XVI, Madrid 1960.
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BORGES Pedro, ''[[COMPAÑÍA_DE_JESÚS;_Métodos_misionales | Métodos misionales]] en la cristianización de América''. Siglo XVI, Madrid 1960.
  
CECCHERELLI, C., OFM, El bautismo y los franciscanos en Méjico, Missionalia Hispanica, 1955, 209-289.  
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CECCHERELLI, C., OFM, ''El bautismo y los franciscanos en Méjico, Missionalia Hispanica'', 1955, 209-289.  
  
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ESCALANTE, GUMERSINDO de., OFM Cap., ''El problema psicológico de la conversión, Missionali Hispanica,'' 1946, 209-241.  
  
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LOPETEGUI, L., SJ-F. ZUBILLAGA, SJ, ''Historia de la Iglesia en la América Española'', BAC, Madrid 1965  
  
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MARAVALL, J.A., ''La utopía político-religiosa de los franciscanos en Méjico (Estudios americanos'') a. 1948, 199-227.  
  
 
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METZLER, J., America Pontificia, 2 vols., città del Vaticano, 1992.
  
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PÉREZ DE TUDELA BUESO, J., ''El Legado de España'' (Colaboración de C. Bayle), I.
  
RICARD, R., La conquista espiritual de Méjico, Fondo de Cultura Económica, México 1986, reimpresión México 1991.
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RICARD, R., ''La [[HERNÁN_CORTÉS;_Su_hallazgo_espiritual | conquista espiritual]] de Méjico,'' Fondo de Cultura Económica, México 1986, reimpresión México 1991.
  
TEJADA Y RAMIRO J., Concilios de la Iglesia de España y de América, T.V. Titulo completo: Colección de cánones de la Iglesia española / publicada en latín a expensas de nuestros reyes por el señor Don Francisco Antonio González; traducida al castellano, con notas e ilustraciones por Juan Tejada y Ramiro (fl. 1849). Traductor: González, Francisco Antonio (1773-1833) - editor literario. Fecha entre 1849 y 1859: Madrid: [s.n.] (Imp. de José María Alonso)
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TEJADA Y RAMIRO J., ''Concilios de la Iglesia de España y de América, T.V. Titulo completo: Colección de cánones de la Iglesia española / publicada en latín a expensas de nuestros reyes por el señor Don Francisco Antonio González; traducida al castellano, con notas e ilustraciones por Juan Tejada y Ramiro (fl. 1849).'' Traductor: González, Francisco Antonio (1773-1833) - editor literario. Fecha entre 1849 y 1859: Madrid: [s.n.] (Imp. de José María Alonso)
  
VARGAS UGARTE, R., Concilios Limenses, T.I.; cf. también: Los jesuitas del Perú (1568-1767), Lima 1941.
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VARGAS UGARTE, R., ''Concilios Limense''s, T.I.; cf. también: ''Los [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | jesuitas]] del Perú (1568-1767)'', Lima 1941.
  
YBOT-LEON, A., La Iglesia y los eclesiásticos españoles en la em¬presa de Indias, I, Barcelona 1954
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YBOT-LEON, A., ''La Iglesia y los eclesiásticos españoles en la empresa de Indias'', I, Barcelona 1954
  
ZUBILLAGA F. SJ., Métodos misionales de la primera instrucción de San Francisco de Borja para la América española, en Arch. Hist. S.I., 1943, 58-88.
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ZUBILLAGA F. SJ., ''[[COMPAÑÍA_DE_JESÚS;_Métodos_misionales | Métodos misionales]] de la primera instrucción de San Francisco de Borja para la América española, en Arch. Hist. S.I''., 1943, 58-88.
  
ZUBILLAGA, F., SJ, (ed.), Monumenta Antiquae Floridae (1566-1572), Romae 1946. (Monumenta Historica Societatis Iesu, vol. 69).
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ZUBILLAGA, F., SJ, (ed.), ''Monumenta Antiquae Floridae (1566-1572), Romae 1946. (Monumenta Historica Societatis Iesu'', vol. 69).
  
EDUARDO CARDENAS – FIDEL GONZALEZ FERNANDEZ
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'''EDUARDO CARDENAS – FIDEL GONZALEZ FERNANDEZ'''
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[[CONCILIOS_Y_SÍNODOS_LATINOAMERICANOS|CONCILIOS Y SÍNODOS LATINOAMERICANOS]]
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[[INDÍGENAS;_Su_actitud_ante_la_Evangelización|INDÍGENAS; Su actitud ante la Evangelización]]
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[[CONCILIOS_LIMENSES;_Su_atención_a_la_población_nativa|CONCILIOS LIMENSES; Su atención a la población nativa]]
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[[REDUCCIONES_DE_LOS_INDIOS;_directrices_de_la_Junta_eclesiástica_de_1546|REDUCCIONES DE LOS INDIOS; directrices de la Junta eclesiástica de 1546]]
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[[QUIROGA,_Vasco_de|QUIROGA, Vasco de]]
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[[INSTITUTOS_RELIGIOSOS_EN_PERÚ;_Siglo_XIX|INSTITUTOS RELIGIOSOS EN PERÚ; Siglo XIX]]
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[[CHICHIMECA|CHICHIMECA]]
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[[GARCÉS,_Fray_Julián|GARCÉS, Fray Julián]]
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[[MISIONEROS_Y_LENGUAS_EN_HISPANOAMÉRICA|MISIONEROS Y LENGUAS EN HISPANOAMÉRICA]]
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[[TLAXCALTECAS|TLAXCALTECAS]]
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[[NUEVA_ESPAÑA;_Virreinato_de_la|NUEVA ESPAÑA; Virreinato de la]]
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[[SAHAGÚN,_Bernardino_de_Fray|SAHAGÚN, Bernardino de Fray]]
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[[SINCRETISMO_AFRO-BRASILEIRO|SINCRETISMO AFRO-BRASILEIRO]]
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EL PROBLEMA DE LOS VALORES INDÍGENAS

El historiador Robert Ricard analiza los dos modos con que la Iglesia misionera se enfrentó a la realidad pagana en las Indias Occidentales (refiriéndose sobre todo a México, pero sus apreciaciones se pueden generalizar al resto del Continente):

A- Una corriente misionera creyó que debería hacerse «tabla rasa» de toda la civilización indiana, de modo que se llegara a una ruptura total con el pasado. En tal caso no se entiende la conversión como una perfección complemento de lo que existía. Podría establecerse alguna comparación con la visión de unos pocos cristianos antiguos, como, por ejemplo, Taciano, que no encuentran nada bueno en la civilización grecorromana.

B- La segunda corriente creyó descubrir en las civilizaciones más desarrolladas, una «praeparatio evangelica». Fue una corriente minoritaria. Lo explicaremos brevemente: no sabemos que en España, la gran teología haya ideologizado sobre el tema; los misioneros quisieron abolir la competencia de la religión pagana; y este tipo de paganismo aparecía demasiado nefando. Un estudioso tan concienzudo como García Icazbalceta opina que esos templos siniestros, “materialmente impregnados de sangre humana, tenían que desaparecer necesariamente en interés de la cultura”.[1]Ahora bien, “todas las Indias aparecían a los ojos del español, y más, del misionero, como un inmenso templo siniestro.”

Lo afirma también a su manera, el Padre José de Acosta S.J., misionero en Perú, que por otra parte es consciente de los valores indígenas.[2]Es cierto que los jesuitas de India y de China dieron otra orientación al método, que recuerda la valoración que Oxigenes o Clemente Alejandrino hacían de la cultura griega. Pero existía diferencia entre la civilización del Imperio Chino y la de Moctezuma o Atahualpa.

Los misioneros, especialmente del siglo XVI, tuvieron más la actitud del exorcista que del Buen Samaritano. Pero esto no significa que en absoluto liquidaran todos los valores. Los franciscanos se entregaron con pasión al estudio etnográfico y lingüístico. Incluso entrevieron la posibilidad de la formación de un clero indígena. Los dominicos se mostraron menos optimistas; les preocupaba mucho la ortodoxia; fueron los Agustinos entre los más hábiles y anhelosos “de dar a los nuevos fieles una formación espiritual más honda y progresiva”.[3]

La óptica no es exclusivista, hay un sincretismo metodológico y de apreciación del mundo americano, y dentro de una misma orden, como la franciscana, tenemos a Bernardino de Sahagún, inteligente escrutador de la civilización azteca; dice de sí mismo: “Pues, porque los ministros del Evangelio que sucederán a los que primero vinieron, en la cultura de esta nueva viña del Señor, no tengan ocasión de quejarse de los primeros, por haber dejado a oscuras las cosas destos naturales desta Nueva España... escribí doce libros de las cosas divinas, o mejor decir, idolátricas y humanas y naturales desta Nueva España”.[4]

El franciscano se inclina con simpatía a los valores indígenas; pero, en general, lamenta Ricard, una falta de intuición que acompañó la obra de evangelización, en referencia a los valores autóctonos. Otro misionero sagaz, como en el Perú el jesuita José de Acosta, no acaban de liberarse del temor al confusionismo o sincretismo religioso. Hemos de pensar que eran hijos de su patria y de su tiempo.

Hasta en la terminología influyó el temor de provocar confusiones religiosas, y por eso palabras como «Dios», «cristiano», «bautismo», etc., pasan tal cual a las lenguas indígenas -habiendo ocurrido exactamente lo contrario en la evangelización antigua, cuando- fue la cultura grecorromana la que cedió al cristianismo sus vocablos: altar, sacerdote, basílica, bautismo, templo, etc.

Una cierta visión pesimista de la persona del indio

Habría que reconocer también que los misioneros tuvieron un concepto, a veces muy bajo, de la capacidad espiritual de los indios. Se muestra claro en la suma meticulosidad con que se les sometió a algunos sacramentos. En general se concedía el “bautismo y el matrimonio, sin los cuales no hubiera habido sociedad propiamente cristiana”.[5]No hay que exagerar la reticencia de los misioneros para conceder la comunión a los indios; pero, si tenemos presente “que España ha sido y es, antes y después de Jansenio uno de los países menos jansenistas del mundo... las barreras con que los misioneros (mexicanos) rodeaban la comunión de los indios, sólo ponen de manifiesto el temor que sentían de no hallarlos dignos de ella”.[6]

El Padre Pérez de Ribas, S.J., escribe sin embargo que los indios, “nacieron y se criaron en espesas tinieblas de ignorancia de lo divino y de lo humano; no sabían que hubiera gentes políticas y sabias en el mundo, ni Señor que lo hubiese criado, y aun después que les llega la luz de la doctrina, esa la oyen a un padre que llega a sus tierras, pobre, desconocido y como caído de las nubes...”.[7]

Esta aceptación de las “espesas tinieblas de la ignorancia de lo divino y de lo humano”, impidió “acercar el cristianismo a los naturales, presentándolo como consumación y perfección de los anhelos paganos”.[8]Hoeffner cree que la razón por la que el Evangelio se presentó como una cosa absolutamente nueva, se debe a la idea que tuvieron los escolásticos sobre la Evangelización.

Es preciso resumir el núcleo de las ideas no imponer coactivamente la fe, pero buscar todas las condiciones para facilitar su posibilidad; es decir, coacción indirecta. Hoeffner afirma que “tampoco Francisco Vitoria superó el principio imperante en la época de la Reforma- «Cuius regio, eius religio...».”[9]Esto explicaría la conciencia de los misioneros de verse asistidos por un derecho a la supresión indirecta de la idolatría, pero queda por explicar la razón por la que creyeron irreductible la civilización amerindia a moldes autóctonos cristianos. A no ser que, como dice García Icazbalceta, el paganismo se imponía como un hecho forzoso sombrío que todo lo impregnaba, y apenas dejaba cosa que pudiera auténticamente conservarse.


Pero se buscaba una presentación auténtica de Cristo

Esto, no obstante, había resquicios salvables: el Padre Acosta expresamente dice que hay que permitir las costumbres de los indios que no repugnen al Evangelio,[10]y tiene en cuenta las normas de San Gregorio Magno, en la evangelización da los ingleses. Critica el atropello con que se procede muchas veces. Ricard asegura que “a nadie le vino a la mente transformar a los indios en españoles”; pero la promoción humana del indio se entendía bastante en moldes europeos.

Continúa Ricard: “Parece bien claro que el misionero se propuso crear no un nuevo formalismo, sino un nuevo ambiente en el cual pudiera nacer un nuevo espíritu. Antes de la conquista, el paganismo religioso penetraba la vida del indio de la manara más completa, y absoluta, de la cuna al sepulcro, del templo al hogar, en la paz y en la guerra. Era necesario impregnar de cristianismo la vida en la misma forma”.[11]

Por esto, frente a la idolatría cruel y sin sonrisa, la Iglesia quiere colocar en forma obstinada a Cristo, con quien el indio deberá encontrarse durante todas las horas del día. Fray Gerónimo Mendieta habla del éxito con que fue acogido en México el signo de la Cruz: “Y ellos lo tomaron tan de gana que levantaron muchas (cruces) en los mogotes de los cerros y en otras muchas partes, y cada uno de ellos quería tener cruz frontera de su casa… Finalmente en todo lo que ellos pueden y se les ofrece, muestran la devoción que tienen a la Santa Cruz”.[12]

Naturalmente la transformación debía ser interior, y esta preocupación acompañó a los misioneros que “supieron transmitir a los indios un cristianismo integral, ya que el cristianismo no merece tal nombre sino cuando informa y penetra y hace la vida entera del hombre, hasta en sus menores acciones, hasta en sus últimos pensamientos”.[13]


Aspiraciones religiosas del indio

De acuerdo con la experiencia de muchos misioneros, en cuyas obras se ha dejado tal constancia, el dogma de la Encarnación seducía a los indios, oprimidos por la cruel numinización de su vida; les impresionaba el dogma de la inmortalidad y remuneración eterna: “saltaban de placer y palmoteaban”; e incluso la poligamia y sobre todo los sacrificios humanos les repugnaban fundamentalmente. El cristianismo podía ser saludado como una liberación.

Muchos misioneros, a pesar da la propaganda peyorativa ventilada en Europa, registran las magníficas disposiciones morales de los indios: son niños, maleables como cera; humildes, pobres, lo cual los dispone como a nadie para ser cristianos y apostólicos. El historiador americanista Pedro Borges aduce infinidad de referencias para confirmar estas disposiciones.[14]El «Tercer Catecismo de Lima» insiste en la predicación afectiva, llena de fuego y recursos; los indios son como “tabla rasa y cera muy blanda”.

Pocos evangelizadores defendieron con mayor tesón estas disposiciones interiores para el Evangelio, como el protector y abanderado de los indios, Fray Julián Garcés O.P. Fue él quien escribió una larga carta al Papa Paulo III, muy razonada y muy enérgica. No se ha escrito ningún mayor elogio de la disposición del mundo americano para recibir el Evangelio. Esta carta ha sido llamada “venerable documento y piedra fundamental del humanismo en México”.[15]

Su carta, llena de optimismo, asegura que los indios superan a los españoles en ingenio. Ya es tiempo, dice, de levantar la voz contra los detractores de los indios; tensiones de «razas superiores». Insurge implacablemente contra aquellos que: “Ofuscados por esta sugestión diabólica, afirman que los indios son incapaces de nuestra religión. Esa es una afirmación satánica”

El obispo de Tlaxcala continúa razonando: supongamos que sea un hecho su barbarie: “Entonces, cuanto más crueles y brutales hayan sido, su holocausto será ofrecido con mayor agrado a Dios, si realizan una verdadera conversión”. Con ironía alude a su propia patria española en donde los peninsulares fueron igualmente brutales antes de la venida del Evangelio.[16]

Ricard afirma que la breve duración del catecumenado obedecía al respeto por el alma del indio,[17]e igualmente la facilidad con que se concedía el bautismo. Pensaban por eso los misioneros, cómo todo hombre es «capax Dei». El Padre Acosta afirma que en la conversión de los indios no se puede desesperar, ni llenarse de impaciencia: lo contrario es ir contra el espíritu del Evangelio,[18]y que además su reluctancia a la fe se debe no a su naturaleza sino a su deseducación;[19]analiza cuanto han dicho neciamente los detractores de los indios; concluye: Que Dios aparte de un cristianismo semejante imaginación impía. Se debe afirmar sin titubear que ninguna situación de alienación moral carece necesariamente de disposiciones para el Evangelio.[20]

CAPACIDADES RELIGIOSAS Y APOSTÓLICAS DEL INDIO

Sabemos que los misioneros encontraron excelentes colaboradores en los indios. El obispo de Santo Domingo, Ramírez de Fuenleal (escribe entre 1526-1532) afirma: “así la conversión y doctrina de esta gente se hará cómo y por quien debe hacerse, los indios”.[21]

El jesuita Gonzalo de Tapia, se llevó consigo desde Sinaloa a México unos indios para que luego vieran y divulgaran entre sus hermanos de raza cuanto habían visto y oído.[22]Y el Virrey Toledo, en el Perú (1572), abogaba por la formación de indios ladinos que hicieran de fermento; así lo hizo un vecino de Quito.[23]En otra ocasión se pidió trasladar 400 familias de tlaxcaltecas cristianos para distribuirlas por las reducciones de indios chichimecas levantiscos, a fines del Siglo XVI.[24]

En otro caso los bancoas, convertidos por los jesuitas, emigrados de sus tribus, pensaron en sus compatriotas y algunos regresaron a los infieles para evangelizarlos. Estos se dejaron convencer, enviaron una comisión de nobles a llamar a los misioneros para ser educados en la fe y bautizados. El hecho de que en las misiones jesuíticas de Sinaloa y Tucumán vinieran los indios espontáneamente a pedir el bautismo, puede indicar una evangelización subterránea, verificada por los compatriotas.

¿Incapacidad para el ministerio sacerdotal?

No es objeto de este artículo el estudio del complejo problema del clero indígena en América. Sólo lo señalamos periféricamente, en cuanto demuestra que la Iglesia misionera de aquel entonces (sobre todo en el XVI) no tuvo todavía suficiente confianza, y en general habría que decir, careció de clarividencia, como para crear una cristiandad plenamente autóctona.[25]

La sensibilidad en tal sentido en aquella época moderna solamente se irá abriendo paso con la creación del Dicasterio de propaganda Fide en 1622, y sus continuas Instrucciones en tal sentido a los misioneros de ella dependientes, y que retoman las ya antiguas directivas de los tiempos de San Gregorio Magno y en la primera época de la evangelización de los pueblos bárbaros anglosajones y germánicos.

“La Corona, como los conquistadores, los religiosos y los obispos, pensaron seriamente en la probabilidad de un sacerdocio indígena. Lo prueba elocuentemente la institución de colegios de caciques, sobre todo el de Tlatelolco, en México, creado principalmente para la formación de sacerdotes. «Debía ser el primer seminario indígena del Nuevo Mundo (Ricard...)». Pero fracasado este hermoso proyecto, quizá por lo prematura de su realización, se pasó al extremo opuesto y se excluyó a los indios del Orden sagrado, más estrictamente en los institutos religiosos, y con menos rigor en los concilios y cédulas reales. Esto no obstó para que en todas las Indias hubiera un número no pequeño de sacerdotes indios. Que faltó la alta jerarquía indígena, es cosa notoria”.[26]

Ricard emite un juicio extremadamente severo, aunque comprensivo, frente a esta situación: “...los misioneros bautizaron a los indios porque contaban con hallarse siempre a su lado, para ser garantes de la realización de los compromisos que al entrar a la Iglesia contraían. Pero apenas llegaron a pensar que se les podía llevar hasta el sacerdocio, porque esta elevación implicaba una emancipación que no entraba en sus previsiones. Un clero indígena les pareció inútil y un episcopado indígena les hubiera parecido una locura. Crear sacerdotes y obispos indios era contra el sistema de tutela que ellos tuvieron tan en el alma. Y, sin embargo, en esta falta de clero indígena radicaba un grave peligro: la Iglesia tenía que aparecer...con un carácter insuficientemente nacional”.[27]

Iglesia, por tanto, organizada sobre el modelo español, dirigida por españoles en la que los fieles indígenas hacían un poco, figura de cristianos de segundo orden.[28]Pero este autor reconoce abiertamente la imposibilidad práctica de tal obra, por la complejidad étnica del país, y la necesidad de que los fundadores hubieran buscado por base y por modelo la Iglesia de la nación conquistadora.[29]Höeffner afirma también, que la Iglesia conservó un carácter de institución extranjera.

Esta afirmación merecería una seria discusión. La Iglesia española sintió una apremiante impaciencia por convertir y bautizar cuando se reflexiona sobre la conversión y autoctonización de la antigua Iglesia, aparece pronto la transformación social, en forma de capilaridad, de ósmosis. En el caso de América, la Iglesia aparecería, en expresión del misionero Pérez de Ribas refiriéndose a los evangelizadores «como caída de las nubes».

La Iglesia antigua tuvo que buscar y promover dentro de sus propios ámbitos, el servicio sacerdotal; la Iglesia de Indias creyó que no lo necesitaba, porque a fin de cuentas, los sacerdotes le llegaban de España. Y no obstante, hay quienes se dan cuenta de lo provechoso que sería para la Iglesia americana la promoción de un clero indígena. Así los jesuitas de México escriben en 1577 al general de su orden: “que, si Nuestro Señor hiciese dellos a algunos capaces de la perfección, fuesen estos dignos ministros de su nación, y harían uno dellos, más que ciento de nosotros”.[30]

Pero estos juicios deben ser también aquilatados. No se puede poner como ejemplo la Iglesia antigua porque ésta nace y se desarrolla en el contexto de una cultura, la greco-romana, donde los niveles de pertenencia cultural son los mismos e iguales. Tampoco es aplicable al mundo de la evangelización de los llamados pueblos «barbaros» en el que evangelizadores y evangelizados en la práctica pertenecían al mismo mundo cultural.

Es muy distinto el caso de la evangelización en mundos como el indoamericano donde y casi contemporáneamente el del mundo asiático oriental (India, China, Japón, Vietnam...) y muy tardíamente en el mundo del continente negro-africano (s. XIX). Además, hubo intentos claros de superar aquellas barreras en algunos casos, como fueron, entre otros, los del pionero Don Vasco de Quiroga al querer crear un centro formativo para sacerdotes nativos en Michoacán (México).

En conclusión, no cristalizó la promoción del clero indígena, que tampoco en realidad llegó a formarse en otros continentes, superando prejuicios y prevenciones, hasta los tiempos de la encíclica sobre el anuncio de la fe en el mundo entero, «Maximum illud», de Benedicto XV (30 noviembre de 1919).

No se puede afirmar sin más que la Iglesia conservara un carácter de institución extranjera en el Continente latinoamericano; la historia de la formación mestiza del mismo hace imposible distinciones de carácter matemático; por ello estas afirmaciones se deben matizar cuidadosamente, pues la Iglesia era consciente de que no pretendía transportar al nuevo mundo lo español o europeo, sino lo cristiano.

LA EVANGELIZACIÓN ASEGURADA SÓLO POR MISIONEROS EXCELENTES

La Iglesia entendió muy bien que toda metodología y toda empresa misional no podía tener garantías sino a través de un excelente personal evangelizador. Este lo componen los obispos, los curas doctrineros, los religiosos. Se urgió la realización de un ideal como este a través de la Corona, de los Concilios provinciales y de los superiores eclesiásticos.

a) la figura ideal del obispo

Ofrecemos un punto de referencia en los Concilios celebrados en América, durante el siglo XVI: Las Juntas eclesiásticas de Nueva España en 1524, 1526 y 1546. Los Concilios y sínodos, y los grandes concilios provinciales que fueron los Concilios Limenses, y los concilios en Nueva España, especialmente el Tercer concilio mexicano.

La legislación exige una extraordinaria y magnifica calidad de obispos. El Tercer Concilio de México nos lo presenta en forma que su vida, sirva de modelo a los demás, como sucesores de los apóstoles, con oración diaria. Sean afables y no atemoricen a los demás, “atiendan con celo piadoso y paternal a sanar las dolencias, y aliviar las miserias de los pobres, y pórtense de modo que tolerando con paciencia las molestias de los súbditos, les franqueen la entrada para que no se detengan con temor, antes bien recurran con toda confianza a los obispos a pedir consuelo en sus trabajos…”.

Establece el diálogo cuando legisla que “consulten a los párrocos todas las semanas”, y enseña, según el Tridentino,[31]que “el principal cuidado de los obispos debe emplearse en enseñar al pueblo el Evangelio de Dios”.[32]A su vez el Concilio Tercero de Lima habla de la paternal relación de los obispos con los indios. Nada les está tan encomendado como el afecto paternal “por este nuevo y tierno rebaño de Dios”.[33]

b) los sacerdotes de los indios

El segundo Concilio de Lima encarece el cuidado en escoger a los sacerdotes que se deben encargar de los indios: “Aunque siempre y en todo lugar los obispos han de observar particular cuidado en la selección de los sacerdotes a quienes se debe encomendar el cuidado de los fieles...sin embargo en este nuevo mundo, en donde la Iglesia empieza a multiplicarse en forma extraordinaria, cuyas pequeñas plantas pueden fácilmente estropearse por cualquier mala obra o el más insignificante escándalo, se ha de poner especial empeño, para poner al frente de las iglesias únicamente a los idóneos”.[34]

El Padre Acosta propone en muchas de sus páginas el ideal de 1a figura misionera. Por ejemplo: exclusión de todo interés personal, y único objetivo, la salvación de los indios. Su castidad es un luminoso testimonio entre los paganos. Por oficio están más para consolar y reconciliar y hacer el bien.

El Tercer Concilio de México ordena que se trate con gran comprensión a los indios: “Pues que los indios son tímidos y pusilánimes, conviene que los párrocos se porten con ellos afables y benignamente, y que no los aterren con amenazas…[35]En una relación sobre este Concilio, del canónigo de Tlaxcala Juan de Cevicos, publicada por Tejada y Ramiro,[36]se lee:

“Es también digno de advertir el gran cuidado que este Concilio tuvo con lo que se juzgó ser conveniente al bien, y aumento espiritual y temporal de los indios: en cuya razón, siempre que se trató dellos, que fue en muchas partes, se decretaron cosas muy útiles y necesarias, como por ellas mismas manifiestamente parece, y en que se echa bien de ver que aquellos señores arzobispos y obispos tenían presentes las palabras del Santo Job, cap, 29: «Pater eram pauperum, et causam quam nesciebam diligentissime investigabam». Pues tan padres fueron destos miserables indios: y ojalá que las cosas que a ellos tocan, pues que no las han variado los tiempos, las viésemos guardar".

El segundo Concilio de Lima ordena que la mansedumbre sacerdotal sea tanta, que nunca pongan sus manos sobre los indios: “Sobre todo siendo el evangelio una ley de amor y no de temor”. Y se impone una multa al sacerdote que se desviare de esto.[37]

Para el bien de la Iglesia era necesario el buen nombre y opinión que se había de tener del misionero; los indios apreciaban temerosamente a los conquistadores, y en cambio veían a los misioneros en una suerte de inferioridad frente a los armados; por este motivo Hernán Cortés prodigaba en público tantas atenciones a los pobres frailes, precisamente para infundir un gran respeto por ellos. Ocurrió, a veces, que los misioneros tuvieran necesidad de presentarse con pompa ante los indios, muy ceremoniosos y acompañados de música.

Los Concilios insisten en el testimonio de pobreza y desprendimiento. Legislan hasta sobre el número de cabalgaduras: “Una o dos yeguas y hasta quince o veinte cabras”, dice el primer Concilio limense, cosa que repite el segundo Concilio donde se concede a los sacerdotes poseer dos asnos. Se prohibió severamente a los sacerdotes enrolarse en expediciones descubridoras. Se legisló sobre la gratuidad de los Sacramentos, como en Nueva Granada, el Sínodo convocado por Fray Juan de Los Barrios, en 1556:

“Y por ser contra la ley divina y sacros cánones..., el pedir interés por la administración de los SS. Sacramentos y que no cause escándalo entre esta gente nueva, Sancta Synodo approbante, mandamos so pena de excomunión y veinte pesos, que directe ni indirecte pida ningún sacerdote cuesta entre los indios”.[38]

Acabamos de hablar de la severidad con que se prohibió acompañar las expediciones conquistadoras; el Primer Concilio de Lima excomulga a los clérigos que hicieren tal cosa, pues no quiere que el clero se haga cómplice de pecados ajenos. En Santa Fe de Bogotá, el año antes indicado, prohibió el Sínodo lo mismo, en bien de los indios:

“Mandamos so pena de excomunión mayor y cincuenta pesos de buen oro, que ningún clérigo vaya a nuevos descubrimientos, o castigue indios sin licencia nuestra in scripts. Si fuere necesario el acompañamiento de un sacerdote, se ha de ver si es persona celosa de la conversión, conservación y buen tratamiento de los naturales”.[39]

Las lenguas

Para poder evangelizar era preciso conocer la lengua del candidato a la fe. El Segundo Concilio dé Lima ordena: “Todos los sacerdotes estén obligados a aprender la lengua de los indios, dentro de un límite de tiempo”.[40]Entre 1493 y 1501 fueron algunos misioneros a Indias. Entre ellos encontramos a fray Ramón Pané quien dejó escrita en 1496 una Relación, recogida muchos años después por Hernando Colón en su Historia del Almirante, y que constituye el testimonio más próximo y fidedigno de aquellos primeros pasos evangelizadores.[41]

Es importante notar el mandato encomendado a Fray Bernardo Boyl, monje jerónimo (antiguo benedictino). El probablemente de origen aragonés Boyl (c. 1445-1506), compañero de corte del futuro rey Fernando el Católico, su secretario y consejero y hombre polifacético, político e incluso militar, lo encontramos primero en Monserrat como ermitaño benedictino en aquella abadía cuyo abad era el cardenal de la Rovere, futuro Julio II; pasará más tarde al conocer al futuro san Francisco de Paula, fundador de los Mínimos, a la nueva Orden, cautivado por su estilo de reforma.

Será propuesto por los Reyes Católicos al Papa, para que viaje al Nuevo Mundo con el segundo viaje de Colón. El Papa le dirige la bula «Piis fidelium» de junio de 1493, dirigida a “Dilecto filio Bernardo Boil, fratri Ordinis minorum heremitarum”. Fue el primer vicario apostólico del Nuevo Mundo, pero no el primer obispo.[42]Como expedición misionera aquella primera empresa misionera se mostró un fracaso por muchos factores, entre otros por la ignorancia total de aquel mundo, totalmente nuevo y como era lógico de la lengua, entre otras cosas. Ello se entiende perfectamente.

No se puede pretender que los recién llegados a aquel Nuevo Mundo para ellos y caídos como de otro mundo, tuviesen el don de lenguas, al estilo de lo descrito por los «Hechos de los Apóstoles». El aprendizaje llevaría su tiempo y una gran paciencia. Muy pronto los misioneros evangelizadores se dieron cuenta de la importancia del aprendizaje de las lenguas y del trabajo de traducción a las mismas de instrumentos de evangelización.

Actitudes y medios para encontrarse con el mundo indígena

Para comenzar aquel encuentro eran necesarios algunos presupuestos sin los cuales no se podía establecer una comunicación. Son parte de la metodología misionera desde sus primeros pasos cómo nos los describen los Hechos de los Apóstoles, que siendo totalmente hebreos los primeros necesariamente tuvieron que usar la lengua común del Imperio romano de entonces, el griego llamado común, lengua en la que además se encuentran redactados todos los libros del Nuevo Testamento. La liturgia cristiana, durante varios siglos usó esta lengua también como lengua litúrgica, incluso en Roma y los escritos de los Padres de la primerísima hora están todos redactados en ella.

Idéntica metodología en la comunicación la encontramos en el caso de la evangelización en el Continente americano y dará lugar también a aquel fenómeno del nacimiento de una nueva cultura o mestizaje cultural característico de Latinoamérica. Necesitaban aquellos primeros misioneros de la fe católica de una notable apertura de ánimo, además de los medios necesarios para expresarse. La actitud primera y fundamental era el interés cultural por aquel mundo.

Los misioneros se interesaron desde los comienzos de aquel mundo sociocultural y psicológico del indio, como lo demuestran los diversos escritos que nos han dejado, ya desde los comienzos de su presencia en las Antillas. Aquel interés lo compartía también la Corona española, hasta el punto de que comentando una Real Cédula a Fray Tomás de Berlanga en 1534, el Rey-Emperador Carlos I-V, escribe el historiador americanista Borges Morán que “la información que Carlos V pedía a Berlanga abrazaba prácticamente todos los aspectos de la psicología del indígena”.[43]

Por esto los misioneros empezaron muy pronto a estudiar como entrar culturalmente en aquel mundo. En México organizaron las llamadas «Juntas apostólicas» que tuvieron como finalidad el aclarar las dudas que surgían en los mismos misioneros sobre los métodos de la evangelización, sobre lo que era necesario exigir a los neófitos, y después de 1541 se proponían también la finalidad de coordinar el trabajo misionero de las tres grandes órdenes que entonces trabajaban en México (franciscanos, dominicos y agustinos).[44]

En los comienzos la tarea no resultó fácil. A veces los misioneros dudaban de ser entendidos o de entender a sus interlocutores. Una de las soluciones adoptadas fue el uso de intérpretes. El primer interprete de Cortés fue un antiguo diácono, Jerónimo de Aguilar, cautivo de los indios de Yucatán durante ocho años. Otra intérprete de Cortés fue la princesa Malinche, que hablaba el maya y el náhuatl por lo que fue de gran ayuda a los primeros conquistadores.

Pero los intérpretes no eran el medio más adecuado para el anuncio evangélico y para el encuentro. Por lo que desde el primer momento los primeros misioneros se preocuparon de aprender las lenguas nativas. Ya los primeros misioneros franciscanos de México, llegados en 1523, emprenden la tarea del estudio de la lengua y de la fonética mexica. Eran el sacerdote Fray Juan de Tecto, confesor del Rey-Emperador Carlos I-V y profesor en la Sorbona durante 14 años, Fray Juan de Ayora, también sacerdote, y Fray Pedro de Gante, pariente del mismo emperador.[45]

Cuando un año después llegaron sus compañeros franciscanos, los «doce apóstoles de México», que profundamente turbados por la terrible situación de decadencia moral e idolátrica, sobre todo por los sacrificios humanos y las diversas aberraciones morales practicadas, preguntan a los tres anteriores frailes franciscanos que es lo que habían hecho desde el primer momento de su llegada: “Aprendiendo la teología que no supo San Agustín, es decir, la lengua de los indios”, respondió Fray Juan Tecto.[46]Ante la barrera de los dos mundos, comenzaron con entusiasmo el estudio de la lengua indígena.

Aquellos frailes misioneros pronto se dieron cuenta de que el primer instrumento para comenzar la comunicación del Evangelio estaba en el aprendizaje de la lengua de los indígenas. Empezaron inmediatamente y continuarán a lo largo de todo el periodo del Virreinato español, desde las tierras de la Nueva España hasta la Tierra del Fuego. Hasta tal punto que, por ejemplo, los jesuitas imprimían todavía en 1765 gramáticas, catecismo y diversas obras en las lenguas más diversas del continente americano, como «Dottrina Christiana y Pláticas doctrinales, traducidas en lengua opata por el R. Rector Manuel Aguirre de la Compañía de Jesús». Este trabajo continuo de traducciones y de estudios lo llevaron adelante todas las Órdenes religiosas misioneras hasta el siglo XIX, y lo continuarían hasta nuestros días a pesar de supresiones y dificultades. Al principio, nos narra el franciscano Fray Juan de Torquemada, los frailes misioneros hablaban a los indios con gestos, por lo que los indios los miraban como a locos, pero “al final Dios tocaba los corazones de muchos que se convertían y recibían el agua bautismal”.[47]

Gerónimo de Mendieta, testigo de la primera hora, relata: “Y así fue, que dejando a ratos la gravedad y austeridad... se ponían a fugar con ellos con pajuelas o pedrezuelas los ratillos que tenían de descanso y esto hacían para quitarles el empacho de la comunicación, y traían siempre papel y tinta en las manos, y en oyendo el vocablo al indio lo escribían y al propósito que lo dijo. Y a la tarde juntábanse los religiosos y comunicaban los unos con los otros sus escritos. Y acontecioles que lo que hoy les parecía que habían entendido, mañana les parecía no ser así…».[48]

Mendieta dice que las dificultades en el aprendizaje de la lengua eran ingentes y que a veces los misioneros se desanimaban también porque no podían conversar fácilmente con los indios, en cuanto estos, temerosos por el respeto y por el temor inicial, no hablaban ante los misioneros. Esto, según Mendieta, habría empujado a los religiosos a hacerse como niños. Jugarán con ellos para poder descubrir los secretos de su lengua, que en el caso referido por Mendieta era el náhuatl.

A través de este sistema, los frailes misioneros han podido dar los fonemas de las antiguas lenguas pictográficas e ideográficas americanas, la correspondiente escritura fonética de las lenguas latinas. Pero el mismo fenómeno sucede en los niños indios, sin una intención explícita. Escuchando a los frailes misioneros aprendían el español. Así, paso a paso, se convirtieron a su vez en maestros de lengua en grado de corregir a los misioneros en sus errores.

Fueron de hecho los primeros intérpretes efectivos, entre los cuales hay que recordar a los mártires de Tlaxcala, los tres muchachos Cristóbal, Antonio y Juan, hijos de caciques, educados por los primeros franciscanos y santos protomártires de las Américas.[49]En los conventos franciscanos de Tlaxcala y de Texcoco surgieron inmediatamente las primeras escuelas donde fueron educados docenas de muchachos, algunos de ellos, como dos de los citados tres niños Mártires de Tlaxcala, serán los primeros catequistas que los franciscanos pasarán a los dominicos cuando llegan a México en 1527.

Otro caso célebre es el de un niño español de 10 años, Alonso de Molina, que habiendo aprendido muy bien el náhuatl, gracias al contacto en los juegos con los niños indios, fue pedido por los franciscanos a su madre. Se convirtió enseguida en su intérprete y cuando llegó a la adolescencia entró en la Orden franciscana. Será autor de numerosas obras en lenguas mexicas, como el náhuatl: catecismos, prontuarios para los confesores, libros de oraciones, de indulgencias, de devociones marianas, el Kempis, la vida de San Francisco, los Evangelios, las Epístolas del Misal, libros sobre arte y un vocabulario.[50]

NOTAS

  1. HF.500.
  2. De procuranda, L.V, c.Xl.
  3. RICARD, 490.
  4. SAHAGÚN, Historia de las cosas de la Nueva España. Prólogo
  5. RICARD, 493.
  6. Cf. ZUBILLAGA, BAC 248, 407-8.
  7. Historia de los triunfos ... 426. BORGES, 527-8.
  8. HF. 500.
  9. HF. 496.
  10. L.3, c.2.
  11. Ibidem, o,c, 497-8.
  12. BORGES, 268.
  13. RICARD, 498.
  14. BORGES, 83, n,76)
  15. ZUBILLAGA, cita, BAC 248, p. 363),
  16. Datos más concretos en M. CUEVAS SJ., Historia de la Iglesia en México, I, cap.. XV, ZUBILLAGA, BAC, 248, 363-4.
  17. RICARD, 496.
  18. ACOSTA, 1,15)
  19. ACOSTA,1,8)
  20. ACOSTA, 1,7.
  21. BORGES,441.
  22. Ib.
  23. Carta del Virrey a S.M., BORGES, ib.
  24. BORGES, ib. Nota: en la portada de este Diccionario ponemos la imagen de la partida de las 400 familias que se encuentra en los Murales del Palacio de Tlaxcala
  25. Cfr. "España y el Clero indígena en América", C. BAYLE, SJ, En Razón y Fe, 1931, 213-225; 521-535.
  26. GH, 196. Cita a Ricard, Acosta, Baluffi.
  27. RICARD, 500.
  28. GH, 196 citando al mismo RICARD.
  29. Ib. 196-7.
  30. Monumenta Mex. S . J. 1, 318.
  31. De reform. Sess.5.
  32. TEJADA Y RAMIRO, 577.
  33. Cf. VARGAS UGARTE.
  34. VARGAS UGARTE, l. c.p, 160,
  35. TEJADA Y RAMIRO, 577.
  36. TEJADA Y RAMIRO, 523ss.
  37. VARGAS UGARTE, I, 218
  38. GROOT, Historia ecles. y civil de la Nueva Granada, ed. 1953, 716.
  39. GROOT, ibidem.
  40. VARGAS UGARTE, I, l6l.
  41. Cf. Josep-Ignasi SARANYANA, Métodos de evangelización, en P. Borges (ed.), Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas, I, BAC, Madrid 1992, 549-551.
  42. Sobre el P. Boyl: cf. P. CASTAÑEDA, Boyl, Bernardo,en DHEE,I, col. 281-282. Tuvo serias diferencias con Colón, que testimonia también Fernández de Oviedo, que “a la actitud violenta y cruel de Colón, respondía el vicario con el entredicho. Lo cierto es que su acción misional no fue efectiva. Quizá no supo adaptarse a la tierra ni a os hombres. Una tierra que, más que oro, producía una «anemia tropical» que irritaba y hacía crueles a los hombres. Y sobre todo la dificultad de la lengua [como él mismo escribe al Rey]” por lo que después de un año, frustrado, regresa a España [3-12-1494] y seguiría ocupando notables cargos eclesiásticos y políticos al servicio del Rey Fernando (Castañeda). Castañeda ofrece una documentación y bibliografía histórica fundamental.
  43. BORGES, Métodos Misionales…, 60.
  44. BORGES, Métodos Misionales…, 36; 55. Cf. C. GUTIÉRREZ VEGA, LC, Las primeras juntas Eclesiásticas de México (1524-1555), Centro de Estudios Superiores L.C., Roma 1991.
  45. Los nombres flamencos de estos franciscanos eran: Fray Hans van Tacht (Juan Tecto), Fray Hans van Haar (Juan Ahora), y Piet van der Moere (Pedro Mura o de Gante). Los dos primeros murieron en la desafortunada expedición a Honduras en 1525.
  46. YBOT LEON, 511 ss.
  47. YBOT LEON, I; R. RICARD, La conquista…, 119-140.
  48. MENDIETA, Historia, L. III, cap. 16; Ed. Madrid 1970, III, 133 ss.; YBOT LEON, I, 513.
  49. CONGREGATIO PRÒ CAUSIS SANCTORUM, Tlaxcalensis beatificationis et Canonizationis... Christophori, Antonii et Joannis... Positio super martyrio, Romae 1988 y 2016. Fueron martirizados en 1527 y en 1529, a Tizatlán (en el principado de Tlaxcala) y en Cuauhtinchán.
  50. MENDIETA, Historia…, L. III, Madrid 1970, 133 ss.


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EDUARDO CARDENAS – FIDEL GONZALEZ FERNANDEZ