MEDELLÍN, Diego De

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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(Medellín de Extremadura, 1469; Santiago 1593) Franciscano y Obispo


Del periodo español de fray Diego, sabemos de su ingreso a la Orden de San Francisco en el convento de Hornachos (Badajoz), correspondiente a la provincia de Santiago, y de la profesión religiosa solemne allí emitida[1].


En 1561 pasa al Perú con fray Luis de Zapada, donde “no menos que sus virtudes, sus talentos lo hicieron sobresalir en la ciudad de Lima, donde con universal aplauso enseñó filosofía, teología y jurisprudencia y recibió uno de los primeros el grado de doctor en la universidad de San Marcos[2]. En Lima es docente, guardián del convento de Jesús y como provincial de la orden impulsa los estudios y visita a la extensa provincia. Además defiende a los indígenas en lo relativo “al sustento de la tierra por los españoles y a la libertad de los indios[3], y participa en el II Concilio Provincial (1567-1568).


En la Real Cédula del 30 de diciembre de 1573[4]dirigida al Deán y Cabildo de Santiago de Chile, el rey Felipe II da noticia haber presentado a fray Diego al papa Gregorio XIII para el obispado de Santiago como sucesor de fray Fernando de Barrionuevo, fallecido en 1571; el año siguiente el Papa lo nombra obispo y, dejada Lima, entra en Santiago, a mediados de 1576; recibidas las bulas canónicas, en 1577 es consagrado obispo por fray Antonio de San Miguel, O.F.M., obispo de La Imperial de Chile.


El Obispado de Santiago se había erigido en junio de 1561, sin embargo, los dos primeros obispos no alcanzaron a ejercer su misión pastoral[5]y por ello a fray Diego de Medellínle correspondió la tarea y la responsabilidad de ser el primer organizador de la diócesis y de darle las bases de su acción pastoral[6]. Las cartas enviadas a Felipe II muestran las problemáticas halladas y su línea pastoral[7]. La diócesis se encuentra en una extrema pobreza a la que se suma la carestía del momento; las continuas guerras con los indígenas mapuches impiden una evangelización estable; la iglesia catedral ha sido destruida por el terremoto de 1570 y el obispado carece también de lo necesario para las celebraciones litúrgicas; mientras que el clero catedralicio es relajado, el clero diocesano es muy reducido en número e insuficiente para servir un territorio que incluye también la provincia transandina de Cuyo (Mendoza); las irregularidades canónicas en la fundación del monasterio femenino de la Limpia Concepción de María; los indios postrados por trabajos injustos y sin defensa efectiva (los “Protectores” son llamados “Destructores” por Fray Diego: Carta al Rey, 15 de abril de 1580).


Considerando las difíciles condiciones y su edad avanzada, la obra que el obispo Medellín despliega tiene algo de excepcional y de largo alcance; se lo ha indicado como “uno de los Prelados más grandes que en toda su historia ha tenido la Iglesia de Chile[8]. Medellín se preocupa para que su clero viva dignamente y pueda atender a las necesidades espirituales; visita al cabildo eclesiástico y su postura resulta ser un ejemplo moralizador; visita su obispado y viaja a Lima participando en el III concilio provincial (1582-1583) presidido por Toribio de Mogrovejo; por su sensibilidad cultural y la necesidad de la evangelización, se funda en 1578 una cátedra de gramática y en 1584 instituye el primer seminario conciliar de América para la formación del clero, primera institución educativa de Chile y de las más antigua del continente; manda que se traduzca el catecismo del III Concilio Limense, Doctrina Christiana a la lengua mapuche y se lo usa en el obispado;[9]convoca en 1586 el primer sínodo diocesano y sus actas, no conservadas, influyen en los sínodos sucesivos; actúa en favor de los indios espiritualmente y socialmente, organizando las doctrinas con la ayuda de las ordenes religiosas, y defendiéndolos de los abusos de los encomenderos.


A Medellín pueden aplicarse las palabras del III Concilio Limense: “si bien en todos lados conviene que los obispos [...] reproduzcan la vida y la doctrina apostólica, no hay nadie que no se percate que allí donde los pueblos, por una cierta razón especial, son llamados por primera vez a la luz evangélica [...] la luz y la santidad apostólicas deben corresponder verdaderamente al deber apostólico de los obispos[10]. Falleció en Santiago de Chile en 1593. Sus restos descansan en la actual catedral, en la base de la primera columna de la nave central, en dirección de la capilla de la Virgen del Carmen, Patrona de Chile.


Notas y referencias

  1. Rehbein, 129
  2. Errázuriz, 254
  3. Levillier, 53
  4. Colección, Maulén, II, 155
  5. Barrios, 26
  6. Rehbein, 131
  7. Rehbein, 131
  8. Olivares, 186
  9. Rehbein, 147
  10. SesIón III, decreto. 1

BIBLIOGRAFÍA

BARRIOS, M. Presencia franciscana en Chile. Sinopsis histórica 1553-2003, Santiago 2003

ERRÁZURIZ, Los orígenes de la Iglesia Chilena (1540-1603), Santiago 1873

LEVILLIER,R. La Organización de la Iglesia y Órdenes religiosas en el Virreinato del Perú en el siglo XVI. Documentos del Archivo de Indias, I, Madrid 1919,

REHBEIN, A. Diego de Medellín, en Episcopologio Chileno. 1561-1815, C. OVIEDO (Dir.), I, Santiago 1992

SILVA, L. Fray Diego de Medellín. Obispo de Santiago, en Anuario de Historia de la Iglesia en Chile, 2 (1984),

VARGAS, R. Concilios limenses (1551-1772), III, Lima 1954

MAULÉN, P. Colección de documentos históricos del Archivo del Arzobispado de Santiago. Cedulario I 1548-1649, Cedulario II. 1650-1699, y Cedulario III. 1700-1720, II-IV, Santiago 1920-1921

LIZANA, M. Colección de documentos históricos recopilados del Arch. del Arch. de Stgo. Cartas de los Obispos al Rey. 1564-1814, Santiago 1919

OLIVARES, L. La provincia franciscana de Chile de 1553 a 1700 y la defensa que hizo de los Indios, Santiago 1961


MARIO L. GRIGNANI