MÚSICA PREHISPÁNICA

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Usada en las ceremonias y rituales religiosos, en las de guerra antes y después de las batallas, y en las diferentes fiestas y juegos, la música prehispánica en Mesoamérica, al igual que en el resto del Continente, fue pentáfona, es decir, se formaba únicamente de cinco notas; así las melodías eran estrechas y la necesaria repetición de notas la hacía monótona. La música iba siempre acompañada de danzas y bailes llamados «mitotes». Los instrumentos musicales eran de aliento y de percusión, pues los instrumentos de cuerdas fueron totalmente desconocidos. Por ello Clavijero afirma que “toda su música se reducía al huéhuetl, al teponaztli, a bocinas, a caracoles marinos y a ciertas flautillas que más servían para silbar que para otra cosa.”[1]


Los instrumentos de aliento eran el atecocolli (caracol marino) cuyo sonido grave se transmitía a larga distancia y eran muy usado en las ceremonias de guerra; el tlapitzalli que era una pequeña flauta de sonido agudo y el chililihtli que era una flauta grande de cuatro cañas que producía un sonido más grave; si las flautas eran de barro se llamaban tlapitzalli, entre las cuales está una en forma de paloma y que se llamaba huilacapiztli; las fabricadas de carrizo o madera se llamaban cocoloctli.


En los instrumentos de percusión, “El huehuetl o tambor mexicano era un cilindro de unos cinco palmos castellanos de altura, hueco, entallado por de fuera y bien pintado; sobre la boca tenía un cuero de ciervo bien curtido y estirado que apretaban o aflojaban para subir o bajar el tono; tocábase solamente con los dedos y exigía especial destreza en el tañedor.”[2]


Más usado era el teponaztli (o teponaxtle), fabricado de madera de una sola pieza, generalmente se fabricaba ahuecando el tronco de un árbol y podía ser de distintos tamaños. “En uno de los costados tenía dos pequeñas hendiduras paralelas y poco distantes entre sí. El intervalo (espacio) que había entre las dos hendiduras era donde se tocaba con dos palillos semejantes a los de nuestros tambores, pero con las extremidades cubiertas de un ulle para hacer más suave su melancólico sonido.”[3]Otros instrumentos de percusión eran el tzicahuitli que era un raspador fabricado con huesos humanos, y las sonajas llamadas ayacatchtli.[4]


Notas

  1. Clavijero Francisco Javier. Historia antigua de México. Porrúa, 5 edición, México, 1976, p. 243
  2. Ibídem
  3. Ibídem
  4. Cfr. http://www.uv.mx/popularte/esp/scriptphp.php?sid=524


JUAN LOUVIER CALDERÓN