GUATEMALA; Confrontación Iglesia-Estado

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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La Revolución de Octubre

La llamada «Revolución de Octubre», precedida por las movilizaciones populares de junio de 1944, trae consigo un cambio notable. En la transición entre la dictadura y la democracia se forma un triunvirato integrado por el civil Jorge Toriello y los militares coronel Francisco Javier Arana y capitán Jacobo Árbenz Guzmán. Se deroga la Constitución de 1879 y se convoca a elecciones generales, incluyendo una asamblea constituyente para elaborar una nueva constitución.

Surgen nuevas organizaciones políticas, medios de comunicación e iniciativas, como ha sucedido en la historia al caer las tiranías. Desde Argentina, donde estudió y era docente universitario, llega el doctor Juan José Arévalo para lanzar su candidatura a la presidencia. Es elegido presidente y toma posesión el 15 de marzo de 1945; comienza el sexenio del primer gobierno de la revolución (1945-1951).

En la nueva Constitución de 1945 se dan algunos pasos significativos; no así en el tema de la libertad la religiosa, en la cual son intolerantes. Se dan pasos para cambiar a Guatemala: el código del trabajo, la fundación del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), la autonomía municipal y de la Universidad de San Carlos, la promoción de la educación, la construcción de las escuelas, el apoyo al arte y la cultura popular, el fomento de la agricultura y la industria, la organización sindical, acompañados del fenómeno social conocido como la emergencia de la clase media.

Pero se producen varias tensiones; comienzan a darse fraccionamientos, incluso dentro del mismo Gobierno y del Ejército. 1948 es un año sumamente conflictivo. Según la nueva Constitución el poder legislativo irá intercalando la elección de diputados por mitades cada 3 años, de modo que en ese año debería elegirse a la mitad del Congreso.

Esto supuso una agresiva campaña de propaganda y acusaciones. Es el primer ensayo de elecciones democráticas en mucho tiempo. Crece el miedo al comunismo, se teme que se esté rompiendo para siempre la rígida estratificación social anterior. Se forman partidos que expresan la radicalización progresiva de la población.

En la lucha por el control del Ejército es asesinado el ex-triunviro conservador coronel Francisco Javier Arana, consolidándose la línea progresista representada por el coronel Arbenz, que apoya a los sectores izquierdistas de la región dándole soporte a la «Legión del Caribe» para luchar sobre todo contra las dictaduras de Trujillo, en República Dominicana,[1]y los Somoza, en Nicaragua.[2]

En 1949 los comunistas se organizan fundando el «Partido Guatemalteco del Trabajo» (PGT) y, cuando en Colombia comenzaba la IX reunión de Cancilleres de América Latina, se dio el dramático «bogotazo»,[3]presagio de la explosión social que alcanzará a todo el Continente. Al final se impone el proyecto dirigido por el presidente Arévalo. Así llegamos a 1950 cuando se inaugura la Ciudad Olímpica y se celebran en Guatemala los VI Juegos Olímpicos de Centroamérica y el Caribe. Es año de campaña electoral para elegir nuevo gobierno, alcaldes y a la mitad del Congreso. El candidato oficial es Jacobo Árbenz Guzmán. Gana Árbenz con muy alto porcentaje de los votos.

Árbenz choca con los intereses privados y con las multinacionales norteamericanas. Con la toma de posesión del coronel Jacobo Árbenz Guzmán del 15 de marzo de 1951, comienza el segundo gobierno de la revolución. Dentro de su proyecto revolucionario se construye la hidroeléctrica de Jurún-Marinalá, para ofrecer alternativa a la empresa norteamericana «Bond and Share», que tenía el control sobre toda la energía eléctrica en el país. Lo mismo hace con el nuevo puerto de Santo Tomás ante al control de puerto Barrios por la «United Fruit Co.»; y la construcción de la ruta al Atlántico para romper la dependencia exclusiva del ferrocarril de la «International Railroad of Central America» etc. El 9 de mayo de 1952 se aprueba la «ley de Reforma Agraria». Esta ley afectaba a los latifundios no cultivados.

En los 2 primeros años se repartieron más de 600.000 hectáreas. Para ayudar a los nuevos propietarios se creó el Banco Nacional Agrario. Sin embargo según esta ley la tierra se les entregaba a los campesinos en usufructo, no en propiedad.[4]Para implementarla se formaron los «Comités Agrarios». Se estaba tocando la antigua estructura de tenencias y servidumbres.

Se estaban tocando también las tierras que durante los gobiernos liberales se les concesionaron a la «United Fruit Co.», que según su lógica imperialista no eran tierras guatemaltecas sino norteamericanas y, por eso, porque se tocaban intereses norteamericanos los Estados Unidos se decidieron a intervenir en esa pequeña «banana republic» llamada Guatemala.

Con los auspicios del Gobierno de los Estados Unidos, las grandes multinacionales que operaban en Guatemala y los dictadores Somoza y Trujillo, el 24 de diciembre de 1953 un grupo de empresarios y exilados firman el «Pacto de Tegucigalpa», por el que deciden liberar a Guatemala formando un ejército de liberación y nombrando como jefe al coronel Carlos Castillo Armas.

El Partido Guatemalteco de Trabajadores, con la ayuda personajes como el Ché Guevara y Fidel Castro, tratan de sostener la revolución. Las últimas semanas del Gobierno de Árbenz son tormentosas. Se presenta a Guatemala como “una amenaza al Hemisferio Occidental”. Los tristemente célebres jefes policíacos Rogelio Cruz Wer y Jaime Rosenberg hacen tropelías con los opositores.

El ejército de liberación invade desde Honduras por Esquipulas, donde para manipular a la opinión pública y por propia iniciativa desacralizadora, nombran al Señor (Cristo) de Esquipulas «Comandante General». Los Estados de la OEA reunida en Caracas aíslan a Guatemala, y los Gobiernos de Nicaragua y Honduras dan su apoyo a los alzados. Así el presidente Árbenz se ve forzado a presentar la renuncia el 27 de junio de 1954. Acababa así la Revolución de Octubre.

LA CONFRONTACIÓN DIRECTA DEL ESTADO CON LA IGLESIA

Conciencia siempre mayor de la Iglesia de su misión ante la renovada lucha estatal laicista

Tras el sufrido y tormentoso « modus vivendi» aceptando la separación de la Iglesia y el Estado, en Guatemala se asiste a una evolución en la que la Iglesia guatemalteca toma mayor conciencia de su misión, mientras que el Estado en Guatemala asume cada vez más posturas irreconciliables con la misma.[5]

Durante el primer período del ministerio episcopal de Mons. Mariano Rossell (1939-1944), toda la temática de sus enseñanzas se centra en temas fundamentalmente intra-eclesiales, debido al marco de represión que lo rodea. Con la llegada de la democracia, pocos días antes de la toma de posesión del presidente Arévalo, escribe una carta pastoral, «Acerca de la obra de la Iglesia», del 22 de febrero de 1945, presentando la obra de la Iglesia a lo largo de la historia de Guatemala, y ofreciendo su colaboración para el proyecto de nación que recién comienza, pidiendo que se tome en cuenta «el hecho católico».

La Iglesia continua siendo blanco de duros ataques anticlericales en la Asamblea Constituyente. Ese rechazo provoca un cambio en aquel pastor. A los 6 meses del nuevo gobierno vuelve a escribir otra carta pastoral, «Sobre la amenaza comunista» (1 de octubre de 1945); esta vez advirtiendo sobre la amenaza comunista y exigiendo una justicia social efectiva. Entre otras afirmaciones dice que “Las realidades nos han hecho ver que en Guatemala no existe la libertad religiosa... Guatemala sostiene la tesis injuriosa y totalitaria... de que las iglesias católicas son propiedad del Estado... ¿por qué motivo?”.

Ha comenzado el segundo período en el ministerio episcopal de Mons. Rossell (1944-1954). El semanario «Verbum» es el portavoz oficial de la Arquidiócesis, y en enero de 1945 nace el semanario «Acción Social Cristiana», representando a un sector de profesionales católicos. Ambos medios se constituyen en los defensores de la libertad religiosa y de los derechos de la Iglesia.

Ese mismo año, el arzobispo en su misma casa establece el «Instituto Indígena Santiago» para preparar maestros y profesionales indígenas; para el sector obrero industrial y de servicios funda la JOC (Juventud Obrera Católica), y para el sector universitario la JDCA (Juventud Universitaria Centro Americana); en el campo sigue expandiéndose la ACRO ( Acción Católica Rural y Obrera).

La Santa Sede nombra como nuevo nuncio apostólico para Guatemala y El Salvador al franciscano Mons. Emilio Castellani, que logra la autorización del Gobierno para permitir el ingreso de nuevo personal apostólico, principalmente franciscanos que se hacen cargo de importantes parroquias en varias regiones del país. Sin embargo pronto se acaba la tolerancia.

Todos los integrantes de la nueva Asamblea Constituyente habían sido formados en las más tradicionales escuelas liberales anticatólicas, intolerantes con todo lo que tenía que ver con la Iglesia, por lo que entre ellos había algunos fanáticamente anticlericales. Sin embargo, también hay una minoría católica combativa, decidida a recuperar para la Iglesia el respeto y la libertad que se le había negado a lo largo de los últimos 74 años.

La Constitución que se elabora da algunos pasos interesantes en el campo tanto social como en el de la tolerancia religiosa. El tema religioso es uno de los más ardorosamente discutidos, a tal extremo que el diputado y director (y no muy católico) del periódico «La Hora», escribe el 11 de enero de 1945:

“No se puede herir más viva y brutalmente a los católicos de Guatemala que en la forma en que ha comenzado a hacerlo la «Comisión de los Quince»: .. Y ahora Jorge Toriello y sus compañeros de Gobierno se preocupan, cuando el Clero de nuestros días no es ni la sombra de lo que fuera... La libertad completa regula su ejercicio y le será mortal si se la riega con la persecución”.

Respondiendo a las burlas por lo anteriormente escrito, el director de aquel periódico vuelve a la carga el 29 de enero de 1945: “Yo,…he seguido siendo el mismo. Incrédulo, a veces blasfemo, pero siempre amigo de la libertad...Quienes se han quedado barristas son mis amigos y compañeros de labores”. Los prejuicios seculares y falta de visión histórica se adueñan de la mayoría liberal radical gobernante.

En la XII sesión de la Asamblea Constituyente se da lectura a un «Memorial» firmado por varios miles de católicos, que termina con las siguientes peticiones: “Nosotros los católicos no pedimos que exista una religión oficial. No pedimos tampoco ningún privilegio, únicamente deseamos que no se coarte nuestra libertad... Concretando esta petición a la honorable Representación del Pueblo, pedimos: que con la rectitud y equidad con que deben siempre proceder quienes representan los más caros intereses de la Patria, entren a considerar nuestra justa solicitud, y, en la nueva Constitución se consagren los principios que desde hace mucho tiempo figuran en las constituciones de los pueblos libres, a saber: 1°. La libertad religiosa sin restricción ninguna; 2°. Personería jurídica para la Iglesia Católica incluyendo el derecho de la Iglesia para adquirir y poseer bienes; 3°. Libertad de asociación sin restricciones para los católicos; 4°. Libertad de enseñanza".[6]

En la siguiente sesión el Secretario de la Asamblea, José Manuel Fortuny, da lectura al «Memorial del Episcopado Católico» que entre otras cosas dice: “con profunda satisfacción se ha enterado del contenido del decreto 17 de la junta Revolucionaria de Gobierno, que entraña la promesa de libertad religiosa... No pide la jerarquía Católica, en el actual régimen de libertad, ningún privilegio para la Iglesia que ella representa, pero sí se permite manifestar que con no poca sorpresa y pena, se ha enterado de la tendencia restrictiva de algunos artículos del proyecto ahora en examen, que a ella conciernen y que no concuerdan con el espíritu de una nación democrática... Sin embargo, confía en que esa Alta Asamblea represente a un pueblo que en su mayoría es católico, y actuando con espíritu de equidad y comprensión, le conceda aquella libertad religiosa prometida, de la cual nunca ha gozado y que es propia de todo pueblo civilizado”.[7]

Al aprobarse la Constitución de 1945 se restringe el ejercicio de todas las religiones “al interior de los templos” (art, 29), aunque se da cierta libertad para las manifestaciones en el exterior (art. 31). Sobre el régimen de propiedad de bienes de la Iglesia no se le reconoce «personería jurídica» quedando vigente la «ley de las manos muertas». Por su valor cultural los templos católicos siguen siendo propiedad del Estado.

Los postulados laicizantes de la Constitución de 1879 permanecen invariables: necesaria condición seglar para el desempeño de cargos públicos (arts. 112, 130, 140, 166 Y 191); prohibición del establecimiento de instituciones monásticas [religiosas] (art.42) y de que las instituciones religiosas intervengan en política, añadiendo un nuevo inciso: “y en las organizaciones del trabajo” (art. 29); la educación oficial será «laica» (art. 81).

En resumen, la situación jurídica de la Iglesia sigue igual que con los liberales laicistas, pero con la diferencia de que ahora para los otros sí hay libertad y para la Iglesia no. La confrontación de la Iglesia con el Estado está firmada, sobre todo cuando al frente del Arzobispado hay un líder nato humillado, respaldado por una tradición de lucha y muchas personas e instituciones que, con sanas u otras intenciones, la capitalizarán a su favor.

El Gobierno tiene buena relación con la Nunciatura pero no así con el Arzobispado. Observando atentamente esta situación se percibe que el conflicto, aunque se fundamenta en diferencias estructurales e ideológicas reales, en buena parte está determinado por choque de personalidades.

Con mucha frecuencia el arzobispo escribe cartas pastorales advirtiendo sobre el peligro comunista y va tratando cada vez más de identificar el sentido nacionalista con el ser católico, atrayéndose las antipatías de los sectores progresistas y las simpatías de los sectores tradicionales liberal-conservadores de la sociedad.

En enero de 1948 son repatriados los restos del arzobispo Luis Javier Muñoz y Capurón, ocasión que se aprovechó para atacar a los perseguidores de la Iglesia. El ministro de educación ordena clausurar la recién inaugurada emisora católica «Radio Pax» por funcionar desde una propiedad del Estado -el templo del Cerrito del Carmen- y por difundir propaganda «falangista»; lo mismo hace con otra radio católica que los padres Maryknoll estaban instalando en Huehuetenango.

Emplazan al ministro del Gobierno para que dé pruebas. No responde. El viejo líder cívico Manuel Cobas Batres, muy allegado al arzobispo, como en tiempos de Orellana inicia la diaria protesta popular en el parque central con los famosos «minutos de silencio». A mediados de julio se corre el rumor que el Gobierno ha decidió desterrar al arzobispo, como anteriormente se había hecho con sus antecesores.

Esta vez miles de católicos rodean el palacio arzobispal, haciendo guardia de día y de noche, para impedir tal medida. El ministro de Defensa llega a asegurar que el Ejército no lo permitirá y el presidente declara que jamás se ha pensado en algo semejante. Siempre en 1948, el 8 de junio el arzobispo había publicado una polémica «Instrucción Pastoral sobre el deber y las condiciones del sufragio»; esto desencadena una tempestad que trata de aplacar en sus «Declaraciones sobre el civismo apolítico de la Iglesia» (7 de agosto de 1948).

El 12 de octubre de 1948 nuevamente escribe «Sobre el deber de la caridad en la práctica del sufragio electoral», le sigue la carta pastoral «La justicia social, fundamento del bienestar social» (15 de noviembre de 1948), y otra anunciando el próximo Primer Congreso Eucarístico Nacional (30 de noviembre de 1938) y para terminar el año una «Instrucción Pastoral sobre la Navidad» (15 de diciembre de 1948). En agosto de 1949 es difundida profusamente la encíclica «Divini Redentoris» del papa Pío XI condenando el comunismo, en momentos en el que el comunismo hacía estragos y cometía crímenes de lesa humanidad en medio mundo.

NUEVO DESARROLLO ECLESIAL

Creación de nuevas jurisdicciones eclesiásticas ante un desierto eclesial

En los comienzos de los años de 1950, eclesialmente Guatemala es un desierto eclesial por falta de sacerdotes y de diócesis.[8]El 10 de marzo de 1951 la Santa Sede crea nuevas diócesis en Guatemala. Se temía que el arzobispo Mariano Rossell, al igual que sus antecesores terminara en el destierro; para enfrentar eso era importante crear nuevas circunscripciones eclesiásticas en Guatemala.

En consecuencia, de la diócesis de Los Altos se desmiembran las nuevas diócesis de San Marcos y Sololá; de la diócesis de Verapaz se separa El Petén, constituyéndolo en Administración Apostólica; de la Arquidiócesis de Guatemala se separan los departamentos de Zacapa, Chiquimula e Izabal para crear la diócesis de Zacapa, y con los departamentos de Jutiapa, Jalapa y El Progreso se establece la diócesis de Jalapa.

Dadas las circunstancias se nombra obispo titular de ésta última a Mons. Miguel Ángel García y Arauz (29 de julio de 1951), mientras que las otras nuevas diócesis deben esperar 5 años para nombrarles su obispo-fundador. Así se pasa de una sola jurisdicción eclesiástica hasta 1928, a 3 hasta 1951 y a 8 a partir de ese año. Para implementar esas medidas, el papa Pio XII nombra como nuncio a Mons. Genaro Verolino, un hábil diplomático que, navegando en mar turbulento y agarrando firmemente el timón, termina llevando la nave a buen puerto.

La pobreza en la Iglesia en Guatemala era sumamente grande, a tal grado que se llegó a afirmar que era el país del mundo con menos sacerdotes por número de fieles: un sacerdote para atender 60.000 habitantes. La mayoría de la población andaba como «ovejas sin pastor».

Además había dos amenazas reales para el catolicismo: el comunismo en un país agobiado por la injusticia y la miseria, y en el que diariamente llegan noticias de la feroz persecución contra los cristianos en Europa oriental y Asia. La otra amenaza era la expansión del protestantismo que, sin las trabas legales que tenía el catolicismo, venía a romper la unidad de la Iglesia y de la familia, en una población cristiana insuficientemente evangelizada y mal atendida pastoralmente.

En segundo lugar 1951 es muy importante para la vida de la Iglesia por la celebración del Primer Congreso Eucarístico Nacional. La víspera de la inauguración estalla una extraña huelga de ferrocarriles que dificulta el traslado de muchos miles de participantes de los departamentos; sin embargo eso exalta más los ánimos.

La celebración es espléndida, con la presencia de todos los sectores de la sociedad. Se hacen presentes todas las parroquias, colegios católicos, asociaciones, hermandades, cofradías y delegaciones de todos los pueblos y etnias con sus trajes ceremoniales. Las mayores reservas del catolicismo están en el campo, por eso es muy significativa la participación masiva de la Acción Católica Rural y Obrera (ACRO). Participan miles de catequistas, muchos sacerdotes, 14 obispos, 6 arzobispos de Centroamérica, Belice, México, Cuba, Colombia y Estados Unidos, y el papa envía como delegado personal al cardenal Manuel Arteaga y Betancourt, arzobispo de La Habana, Cuba.

El tono de los mensajes es de fidelidad incondicional a la tradición católica, de gratitud por lo mucho que ha hecho y sufrido la Iglesia por Guatemala y de compromiso para defender la libertad religiosa, que es defender la libertad de todos. El papa Pío XII se dirige vía radio y en directo al pueblo católico de Guatemala, reconociendo la gran devoción al Santísimo de la « Guatemala eucarística», la habilidad de las prodigiosas manos de los orfebres guatemaltecos que llenaron las iglesias de media América con sus obras de arte sacro, el derecho a la libertad y el justo equilibrio en la vida social, la aclaración de que la Iglesia nunca podrá ser un peligro para nada ni para nadie, ofreciendo su colaboración para la felicidad y el progreso de los pueblos, invitando a ser fieles a la vocación cristiana, deseando que nadie les despoje de su mejor bien que es su fe.[9]

Ese Congreso dejó huella, definió actitudes y posiciones, al reforzar la identidad y sentido de pertenencia de los católicos, reconociendo y haciendo participar a todos los sectores de la sociedad, sobre todo mayas, al romper una vieja tradición liberal que marcaba una total separación entre las autoridades civiles y eclesiásticas, al poner de manifiesto el militante renacer de la fe católica en Guatemala.

Trabajo constante y metódico de reconstrucción eclesial

A partir de mayo de 1952 se inicia la Reforma Agraria, y las izquierdas y las derechas radicales luchan a vencer o a morir en pro o en contra de la reforma del Estado. A comienzos de 1953 Mons. Rossell inicia la «Peregrinación Nacional del Señor de Esquipulas» para visitar hasta el último pueblo de Guatemala, rogando porque nunca se caiga en manos del comunismo.

Tres días después de comenzada la Peregrinación, personas afines al arzobispo fundan el «Partido Anticomunista Demócrata Cristiano». Otros miembros de las clases medias se alzan en armas en Salamá el 29 de marzo de 1953, pero fracasan. A comienzos de 1954, desde Italia son repatriados los restos del gran poeta y jesuita guatemalteco Rafael Landívar,[10]ocasión aprovechada por el arzobispo para nuevamente denunciar a los perseguidores de la Iglesia.

Pero la inmensa mayoría católica de Guatemala trabaja silenciosamente en su trabajo de reconstrucción eclesial, mientras el arzobispo Rosell de hecho se había declarado «enemigo jurado» del Gobierno.

La Nunciatura logra la entrada al país de más sacerdotes y religiosos, llegan nuevas congregaciones a hacerse cargo de departamentos enteros, se fundan importantes centros educativos católicos como los colegios María Auxiliadora, Monte María, el Liceo Javier en la Capital, y el Encarnación Rosal en Quetzaltenango.

La JUCA, dirigida por los jesuitas, inaugura el «Instituto de Artes y Letras», como un primer ensayo de universidad católica, los periódicos católicos circulan sin restricciones, las procesiones salen sin trabas a las calles y plazas, las cartas pastorales circulan libremente. Pero con el «Pacto de Tegucigalpa», firmado el 24 de diciembre de 1953, cambian los rumbos. En su punto 12 promete: “El reconocimiento de la personalidad jurídica de la Iglesia y de las facultades que le son propias en los terrenos educacionales, sociales y del trabajo”; y más adelante dice: “Las trabas al Magisterio de la Iglesia han favorecido en gran manera la penetración del comunismo en Guatemala”.

Dejándose manipular quizás por algunos colaboradores e incluso se dice por agentes de la CIA norteamericana -como luego se ha confirmado por los documentos desclasificados-, sin escuchar las recomendaciones del nuncio apostólico, el 4 de abril de 1954 el arzobispo Rossell publica una fuerte carta pastoral «Sobre los avances del comunismo en Guatemala», la que leyéndola a la distancia es una proclama.

Entre otras cosas dice: “Obedeciendo los mandatos de la Iglesia que nos ordena combatir y desbaratar los esfuerzos del comunismo, debemos una vez más elevar nuestra voz de alerta a los católicos ... Ahora, de nuevo hemos de hablar a todos vosotros, muy amados hijos, para que sepáis con más certeza lo que es el comunismo, contra el que se ha levantado el espíritu honrado del pueblo de Guatemala ... Estas palabras del Pastor quieren orientar a los católicos en justa, nacional y digna cruzada contra el comunismo. El pueblo de Guatemala debe levantarse como un solo hombre contra el enemigo de Dios y de la Patria... en esta Cruzada Nacional contra el comunismo”.[11]

Guatemala es aislada internacionalmente. Se fracciona la alianza política que sostiene al Gobierno. Se cometen brutalidades por parte de los jefes de la policía. El Ejército se niega a combatir al «ejército de liberación». El contexto geo-político y coyuntural es desfavorable. Árbenz se queda solo y cae en la cuenta que el único camino que le han dejado es el de la renuncia o la muerte.

Todo fue fiel reflejo de la «Guerra Fría». Los radicales de la izquierda le dieron más importancia a las doctrinas y luchas de clase que a la realidad de su gente de raíces mayas y cristianas. Desconocieron la cultura popular ancestral, la religiosidad católica profundamente arraigada, negaron algo obvio a la Iglesia como era su derecho a ser reconocida jurídicamente, y el pueblo pobre de Guatemala quedó marginado de su propia historia.


NOTAS

  1. Rafael Leónidas Trujillo Molina (San Cristóbal, 24 octubre de 1891 – Santo Domingo, 30 mayo 1961) político y militar dominicano llamado “el Jefe”, “el Bienechor”, dictador durante más de treinta años durante los que fue dueño absoluto de la República Dominicana. Su dictadura fue fuertemente anticomunista y su mandato con un culto extremo a su personalidad; sin embargo su dictadura trajo al país también cambios importantes en el proceso de industrialización y renovación financiera. Fue sin embargo una dictadura donde la represión estaba a la orden del día, por lo que su dictadura es considerada como una de las más sangrientas en la moderna historia latinoamericana con varios miles de asesinatos en su haber.
  2. El último Somoza es Anastasio (“Tachito” Somoza) (5 Diciembre de1925 – 17 Septiembre de1980) 73 y 76 Presidente de Nicaragua (mayo de 1967 a 1 mayo de 1972 y del 1 diciembre de 1974 al 17 de julio de 1979). Fue el último miembro de la familia Somoza a ser presidente, una dinastía que gobierna el país desde 1936. Fue derrocado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), escapa de Nicaragua y fue asesinado en Paraguay.
  3. El “Bogotazo” fue un episodio de violentas protestas, saqueos, incendios de tranvías, de iglesias, y edificaciones importantes y de los mismos locales, con la consecuente represión de las fuerzas policiales en el centro de Bogotá, la capital de Colombia, que siguieron al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, candidato presidencial del Partido Liberal con ideas socialistas, quien había quedado en tercer lugar en las pasadas elecciones, y que fue asesinado el 9 de abril de 1948 en la capital del país. Un día antes, Gaitán tuvo una reunión con un joven cubano llamado Fidel Castro, que había arribado a Colombia el 31 de marzo.
  4. Tal y como se había realizado la reforma agraria de la revolución mexicana
  5. Cf. Bruce Johnson CALDER, Crecimiento y cambio de la Iglesia Católica Guatemalteca 1944-1966, Seminario de Integración social, Guatemala 1970, 21.
  6. Diario de Sesiones de la asamblea Constituyente, 10 de febrero de 1945, 247ss.
  7. Diario de Sesiones de la Asamblea Constituyente, 12 de febrero de 1945, citada por Clemente MARROQUIAN ROJAS, Crónicas de la Constitución del 45, 71ss.
  8. Cf. Ricardo BENDAÑA PERDOMO, Ella es lo que nosotros somos y mucho más. Síntesis Histórica del Catolicismo guatemalteco, II parte: 1951-2000, Artemis Editor, Guatemala 2001.
  9. Cf. Memoria del Primer Congreso Eucarístico Nacional, 18-22 de abril. Byron Zadic, Guatemala 1952.
  10. Rafael Landívar (Santiago de los Caballeros, 1731 - Bolonia, 1793) Jesuita y poeta guatemalteco autor de la célebre obra Rusticatio mexicana, grandioso himno en verso a la naturaleza y a la vida rural del virreinato de Nueva España.
  11. Carta pastoral “Sobre los avances del comunismo en Guatemala, 9 de abril de 1954.

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RICARDO BENDAÑA PERDOMO

(La Iglesia en la historia de Guatemala 1500-2000, Artemis Edinter©)