Diferencia entre revisiones de «GUADALUPE; fuentes mestizas o indo-hispanas»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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'''FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ'''
 
'''FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ'''
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Revisión del 05:45 16 nov 2018


Son fuentes mestizas o indo-hispanas las que contienen algún elemento mestizo determinante: por razón de su autor, como en el caso de don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, (descendiente de español y de una india), o porque los autores firmantes del mismo documento son un indígena y un español, como en el Códice Escalada, o por otros elementos, como autor, composición o lengua que indican la presencia de un mestizaje cultural, que ya no es ni el puramente indígena prehispánico, ni el español importado. Entre estas fuentes habría que catalogar algunas de capital importancia, pero donde hay ya un nuevo tipo de acercamiento y de juicio cultural, fruto de la nueva situación.


Entre ellos, el Nican Motecpana de don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, el Inin Huey Tlamahuizoltica, el mapa del mismo Alva Ixtlilxóchitl, el Inin Huey Tlamahuizoltzin, [dudosamente atribuido al sacerdote español Juan González], el testamento de Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin, el llamado Códice Florentino [de fray Bernardino de Sahagún], el testimonio de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl respecto a favores recibidos por los habitantes de Teotihuacán, y el citado Códice Escalada con un testimonio guadalupano directo y una especie de “acta de defunción” de Juan Diego. Describamos estos documentos:


1. El Nican Motecpana.[1]

Es un documento del año 1590 escrito en náhuatl por el mestizo Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. Su nombre viene de las dos primeras palabras: “Aquí se pone en orden”. Aporta datos interesantes sobre la vida de Juan Diego Cuauhtlatoatzin y narra algunos milagros (concretamente 14) atribuidos a la Virgen de Guadalupe. El autor, fecundo historiador y escritor, fue descendiente por parte materna de los reyes de Texcoco, nahuatlato, intérprete oficial. Se conoce su autoría porque lo expresa el padre Carlos de Sigüenza y Góngora hablando del Nican Mopohua, que había publicado el bachiller y capellán en la ermita de Guadalupe, Lasso de la Vega, junto con esta parte se conoce como Nican Motecpana: “Digo y juro que esta relación hallé entre los papeles de don Fernando de Alva, que tengo todos [...]. El original en mejicano está de letra de don Antonio Valeriano, indio, que es verdadero autor, y al fin añadidos algunos milagros de letra de don Fernando, también en mejicano. Lo que presté al R. P. De Florencia fue una traducción parafrástica que de uno y otro hizo don Fernando y también está de su letra”.[2]


Con relación a la vida de Juan Diego, se nos narra que pide permiso al señor obispo para vivir junto a la ermita y servir mejor a la Señora del Cielo, por lo que deja su pueblo y su casa y se va a vivir en la ermita. “A diario se ocupaba de las cosas espirituales y barría el templo escribe el Autor . Se postraba delante de la Señora del cielo y la invocaba con fervor; frecuentemente se confesaba, comulgaba, ayunaba, hacía penitencia, se disciplinaba, se ceñía silicio de malla y escondía en la sombra para poder entregarse a solas a la oración y estar invocando a la Señora del cielo”. El documento nos da también la fecha de la muerte del tío Juan Bernardino, acaecida el 14 de mayo del año 1544: “[...] cuando se puso grave vio en sueños a la Señora del Cielo, quien le dijo que ya era hora de morir”.


Coloca la muerte de Juan Diego en el año de 1548 cuando tendría cerca de 74 años de edad, y después de haber servido de día y de noche en el templo por un espacio de 17 años. Para completar lo dicho por Alva Ixtlilxóchitl conviene recordar que la fecha de la muerte de Juan Diego es la misma que figura en el Códice Escalada, en los Anales de Puebla y Tlaxcala o Anónimo B y C, en los Anales de Catedral, y en el Analejo de Bartoloche, que también menciona su muerte en 1548. El Nican Motecpana da pues datos concretos sobre la vida de Juan Diego, refiere las fechas de su muerte y la del tío, lamenta que no haya más cuidado en consignar los innumerables favores de la Virgen de Guadalupe; da algunos datos sobre la de los Remedios y la de Cosamaloapan; y termina con la pertinente reflexión de que sólo gracias al Acontecimiento Guadalupano pudo convertirse México.


La importancia de este documento deriva en que es complemento de la información que nos proporciona el Nican Mopohua. En cuanto a la fiabilidad histórica, el estudioso guadalupano Fidel de Jesús Chauvet, OFM, afirma que la publicación hecha por Luis Lasso de la Vega que narra las apariciones de la Virgen de Guadalupe, se compone de escritos de diversa procedencia entre los que se encuentra el Nican Mopohua. Enseguida de éste viene el Nican Motecpana, atribuido a don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. De éste último afirma que historiadores modernos, como Robert Ricard, consideran de escaso o nulo valor histórico documentos como éstos por tratarse de hechos milagrosos. Propenden –dice a estimar en poco tales narraciones. Sin embargo, Chauvet se propone mostrar algunos datos que muestran el fundamento histórico de las narraciones en cuestión:

1) Para el párrafo: «la procesión ordenada por el electo para la traslación de la Sagrada Imagen», véase el Canto del Atabal o Teponaxcuícatl[3], una de cuyas estrofas dice: “Tu alma, oh Santa María, está como viva en la Pintura. Nosotros los señores le cantamos en pos del Libro Grande, y le bailamos con perfección, y tú, Obispo, padre nuestro, predicabas allí a la orilla del lago”. Según Chauvet, a este cantar puede dársele por lo menos dos interpretaciones: una prehispánica, la señalada por Garibay; y otra cristiana, cuando se mantienen las alusiones y palabras cristianas que contiene. Pues bien, la interpretación cristiana ciertamente es anterior a 1597, como opina también el mismo Garibay, y bien puede remontarse, por lo menos, a mediados del siglo XVI. Esta interpretación cristiana del siglo XVI es la que abona parcialmente la veracidad de la procesión de que nos habla este primer párrafo del Nican Motecpana.

2) El remedio de la peste de 1544 en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco. Tal hecho es negado por algunos historiadores, pero tenemos el testimonio del Virrey Martín Enríquez en carta al Rey, del 31 de octubre de 1576.[4]

3) Sobre la Virgen de los Remedios hay un poema del capitán Ángel de Betancourt, quien en 1621 confirma la noticia respectiva.[5]

4) Sobre la gracia concedida a D. Antonio Carvajal, está el testimonio de su hijo D. Andrés de Carvajal, recogido por Francisco de Florencia en su obra Estrella del Norte; refiere que el favor estuvo consignado en un lienzo de muy buena mano en el santuario.[6]

5) Sobre la fuente o pocito cerca del Santuario, el testigo inglés Miles Philips escribió que vio allí ‘unos baños fríos que brotan a borbollones… dicen que han sanado a muchos’[7]. Dos años antes, 1566, el náhuatl Juan Bautista dejó constancia de la existencia de una casa de enfermos junto al santuario.

6) El favor concedido al P. Pedro de Valderrama está comprobado por fray Bartolomé de Medina que lo refiere en Crónica de la Provincia de San Diego (III, 14).

7) El caso de Teotihuacan es narrado por fray Jerónimo de Mendieta en Cartas de Religiosos, Ed. Chávez-Hayhoe, VII p. 85-90; y en la Historia Eclesiástica Indiana, Ed. Porrúa, p. 347-353. En conclusión, de 15 párrafos del Nican Motecpana, por lo menos parcialmente ocho se han podido comprobar por fuentes históricas independientes, no cuanto a sus pormenores, sino en lo referente a alguna circunstancia histórica conexa. Excusado será decir que, después de esta serie de comprobaciones, -dice Chauvet- mi respeto por el valor histórico de este escrito ha aumentado considerablemente[8]

2. Inin Huey Tlamahuizoltica.

El título significa “El gran acontecimiento”, también “La gran Maravilla”. Se trata de un libro en náhuatl, publicado en 1649 por Lasso de la Vega, con leves adiciones personales, de los documentos Nican Mopohua de Antonio Valeriano y Nican Motecpana de Fernando de Alva Ixtlixóchitl. Del análisis interno se colige que Lasso de la Vega escribió solo la introducción y la conclusión.

3. Mapa de Alva Ixtlixóchitl.[9]

Se trata de un mapa elaborado por Fernando de Alva Ixtlixóchtlil, intérprete del Juzgado de Indios de la ciudad de México y descendiente de la casa real de Texcoco. Sometió sus escritos a examen y hacia 1608 el gobierno de Otumba sentenció que sus pinturas y escritos eran verídicos. Entre ellos se encuentra el mapa donde, sin que de por sí sea necesario, figura la aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego.

4. Inin Huey Tlamahuitzoltzin[10]

Se trata de una copia tardía escrita en náhuatl, posiblemente contemporáneo al Acontecimiento Guadalupano. Es importante por su independencia del Nican Mopohua. Se le llama “La Relación Primitiva”. Se encontró entre los papeles del jesuita Juan Tovar. Aunque algunos lo atribuyen a Juan González (intérprete de Zumárraga) se argumenta que este documento no pudo ser de él porque no coinciden las fechas de su elaboración con las de la actividad desarrollada por tal personaje en México.

5. Testamento de Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin.[11]

Se hizo el 2 de abril de 1563. No constituye una prueba directa de las apariciones ni menciona a Juan Diego, pero certifica que el testador era devoto de la Virgen de Guadalupe (pues dirige a ella su primer pensamiento) y la familiaridad que tenía con los franciscanos (recuerda a muchos de ellos, especialmente Sahagún) y, siendo bisabuelo de Fernando de Alva Ixtlixóchitl, se comprende que él es la fuente de todo lo que éste narra en el Nican Motecpana.

6. Códice Florentino.[12]

Fue escrito por Bernardino de Sahagún entre 1564 y 1565. En él menciona la devoción guadalupana, a la que considera “invención satánica”; el texto demuestra que él no desconocía el hecho, antes bien, le preocupa hondamente: “Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde solían hacer muy grandes sacrificios, y que venían a ellos de muy lejanas tierras. El uno de estos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama Tepayácac, y los españoles llaman ahora Tepeaquilla, y ahora se llama Nuestra Señora de Guadalupe; en este lugar tenía un templo dedicado a la madre de los dioses que llamaban Tonantzin, que quiere decir Nuestra Madre…”[13]Este texto es una de las objeciones más serias contra la datación del Códice Escalada.

7. Testimonio de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl respecto a favores a los habitantes de Teotihuacan.

Se encuentra referido en el Nican Motecpana y en Mendieta. Por el Nican Motecpana se sabe la gran acogida que los indios dieron a la Virgen del Tepeyac; la invocaban todos por igual para que los socorriera y los defendiera en sus necesidades y a la hora de la muerte. Alva Ixtlilxóchitl cuenta lo que le pasó a Don Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin, señor de Teotihuacan, que pasó grandes apuros y arriesgó su vida por oponerse al virrey Don Luis de Velasco, al no aceptar frailes agustinos en su pueblo en cambio de los franciscanos ya existentes, muy queridos por la gente. Esto provocó la desbandada de todo el pueblo que, abandonando sus casas, huyó. Don Francisco Verdugo llegó a Atzcapotzalco y, secretamente, rogaba “a la celestial Señora de Guadalupe” que iluminara al virrey y a la Audiencia Real para que perdonaran al pueblo, para que los vecinos pudieran volver a sus casas y que nuevamente les dieran a los frailes franciscanos[14]. Cuando, contra toda expectativa, obtuvo todo lo que pedía, lo consideró como un gran milagro de la Virgen de Guadalupe. Este mismo acontecimiento es narrado con lujo de detalles por Mendieta en su obra Historia Eclesiástica Indiana, dedicándole el capítulo 59 de su libro III. Cuenta que, siendo provincial Francisco Bustamante, se negó al pueblo la presencia franciscana exhortándolos a aceptar a los agustinos; nos encontramos en 1557, año de plena polémica con los frailes. El problema viene asociado a la Virgen de Guadalupe, quien al parecer del autor asumió el papel central. Esto hace, pues, que Mendieta no pueda dejar de mencionar su devoción mariana.

8. Códice Escalada[15]

Es uno de los documentos guadalupanos hoy día objeto de enconadas polémicas por parte de algunos, pero precisamente por ello de los más estudiados. Se trata de un pequeño fragmento rectangular de piel animal (20 X 13.3 cm. aprox.) encontrado por casualidad en 1995 en una biblioteca particular. Tiene color natural de piel de venado, sin pelo, con una pátina amarillenta presentando bastantes arrugas en sentido longitudinal. Los trazos son de color entre sepia y negro que ha degenerado en tiznes rojizos en ciertas partes, quizá por sustancias empleadas para el curtido. Las letras presentan características de importante antigüedad. En la parte central superior se lee el año: 154-8. Bajo esa fecha hay cuatro renglones escritos en náhuatl por mano indígena que, de acuerdo al Maestro Rafael Tena, dice:

“154-8 Zano ipan inin 15031 [sic] ziu(itl in) cuauhtlactoatzin omonexti(tzino) in totlazonantzin sihuapilli Gadalope mexico”. '

En la parte central izquierda aparece un indígena hincado con la vista hacia el lado derecho, casi de perfil, portando el clásico ayate. Dirige su mirada hacia una imagen de la Guadalupana en medio de nubes, aunque carente de rayos, ángel y corona. El hecho ocurre en la falda de un cerro rocoso en el que se ven plantas propias del altiplano de México. Hacia la izquierda, bajo la figura del indígena se lee: “omomoquili cuauhtlactoatzin”. En la parte inferior central, pero cargada hacia la derecha, aparece nítida una firma de mano europea. En la parte superior derecha se ve el sol que se asoma entre las cimas de unos montes distantes. En el lado opuesto aparece una figura, identificada también con un indígena. Bajo el sol aparece una figura no bien identificada todavía y, bajo ésta, un indígena sentado mirando al lado izquierdo y llevando un bastón de mando; tiene sobre el respaldo una cabeza de ave, con torrente acuoso, que equivale a A-tótotl (Antón) y se identificó con el glifo fonético correspondiente a Antonio Valeriano. El conjunto de todos estos elementos representa una o dos apariciones de María de Guadalupe a Juan Diego. La traducción castellana sería:

1548 También en ese año de 1531, se le apareció a Cuauhtlactoatzin nuestra amada madre y señora Guadalupe de México. Murió Cuauhtlactoatzin Fray B. de Sahagún Juez Antón Valeriano

El documento es de mano indígena y lo más notable son los dibujos. La investigación se orientó primordialmente hacia la identificación y autenticidad de la firma que aparece en el documento, al estudio científico en cuanto al soporte y tintas usadas y a su fecha de ejecución. En cuanto a la firma de fray Bernardino de Sahagún, el primero en identificarla como auténtica fue el nahuatlato Mario Rojas Sánchez, y para confirmarla se recurrió al Dr. Charles E. Dibble, quien se ha dedicado al estudio de dicho fraile poseyendo una de las colecciones más completas de sus firmas en diferentes fechas. Además, el Banco Central de México, con capacidad profesional, ratificó el peritaje coincidiendo en el resultado positivo.[16]

El documento fue fotografiado tanto en el Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como en “El Taller”, especialistas en restauración de antigüedades. Las investigaciones concluyeron que, dado que el anverso del códice se ve cubierto por una pátina amarillenta sucia, sería imposible modificar los dibujos, letras y números sin dejar huella visible al microscopio, por lo que se deduce que ninguna parte del documento ha sido alterada. La investigación de tintas fue el reto más grande al que se enfrentó la investigación, debido a la condición impuesta al Instituto de no dañar el Códice, por lo que se usaron las técnicas denominadas espectroscopia al infrarrojo y espectroscopia “Pixe”.

Se concluyó que las tintas usadas son de origen orgánico, animal o vegetal. No se encontró ningún elemento que sea extraño en la composición de las tintas usadas en el siglo XVI, pero no existe algún producto cuya presencia en las tintas fuese exclusivo de las usadas durante el mismo siglo. El Instituto de Física (10 de julio de 1996) propuso que el mejor argumento técnico para establecer la fecha del documento, es la autentificación de la firma de fray Bernardino de Sahagún que en el mismo aparece. Éste murió en 1590, por lo que el códice en cuestión necesariamente fue hecho en el siglo XVI.

El Dr. Charles Dibble, basándose en las características de la firma, determinó que la fecha en la que se hizo el documento debe estar entre 1550 y 1560. Con todo, una vez que los expertos comprobaron la autenticidad del documento en general y de la firma en particular, debemos darle crédito a la fecha e información que aparecen en el mismo. Existen dos evidencias seguras de qué personas tuvieron en sus manos el códice: a) El primero fue Luis Becerra Tanco en 1666 quien incluyó en su obra “Felicidad...”, una lámina publicada en 1675 que a simple vista es imposible dejar de aceptar que está relacionada con el Códice Escalada; b) También es imposible el no ver que los autores de la obra México y la Guadalupana, escrita para celebrar el cuarto centenario de las apariciones guadalupanas[17]hayan tomado de modelo el glifo del “Códice” y su glosa “Juez Antón Valeriano”, puesto que los mismos autores, prestigiosos por cierto, afirman el deseo de buscar para la publicación “ilustraciones inéditas y poco conocidas”.[18]

Las objeciones al Códice y las respuestas a las mismas dadas por cuantos sostienen su autenticidad se pueden resumir como sigue:

a) se dijo que en el siglo XVI la palabra Cuauhtlactoatzin se escribía con “Qv”, en vez de “Cu”. Y se responde que el texto en el Códice es de mano indígena, lo cual es muy importante en este caso, debido a que aparentemente eran los españoles quienes usaban más comúnmente “Qv[19]. Los naturales no conocían el abecedario latino o castellano; apenas se estaban escribiendo las primeras gramáticas, todas ellas por españoles.

b) Existió la duda de si el Códice dio origen a las láminas atribuidas a Antonio de Castro o viceversa. La investigación aclara que el Códice Escalada o Códice de 1548 es anterior, ya que tiene una firma que necesariamente es anterior a la muerte de Sahagún, ocurrida en 1590, siendo que las láminas fueron hechas por 1666, puesto que una de ellas se elaboró para la obra de Becerra Tanco, y la otra es posterior, con lo cual la objeción cronológica dejaría de serlo.

c) Por el aspecto externo del Códice hubo quien supuso que podría haber sido originalmente la pasta de un libro. Se responde que por lo que se refiere al soporte material del documento, no implica ningún problema el aceptarlo, aunque no parezca que hubiera sido la pasta de algún libro.

d) Se dijo que la supuesta pasta podría haber estado firmada previamente por fray Bernardino de Sahagún, y que posteriormente se hubiese dibujado y escrito alrededor de dicha firma lo demás. A esta hipótesis responden que con todo y ser ésta una mera hipótesis, se estudió la posibilidad; rápido se desechó porque los estudios realizados por el Instituto de Física determinaron que todo el Códice fue realizado en la misma época. Todos los libros del siglo XVI y posteriores que cuentan con pasta de piel, la misma está recubierta interiormente por una papel o pigmento blanco, sobre el que necesariamente se hubiera tenido que estampar la firma, y en el caso de este Códice, firma, letras, números y dibujos están ejecutados directamente sobre la piel. Se encuentran muchos libros firmados por sus dueños, pero todas las firmas están dentro de la carátula impresa y no sobre la pasta; además la Regla Franciscana impedía que ningún fraile pudiese considerarse dueño de nada.

e) Alguien mencionó que durante el siglo XVI, no se acostumbraba a hacer paisajes como el que presenta el Códice. Y se responde que tal parecer es falso, ya que existen paisajes en códices de la época, como el que ilustra la llegada de los españoles a Michoacán, que aparece en la Relación de 1541 hecha por fray Jerónimo de Alcalá[20].

f) En los códices, objeta alguno, no se usaba tinta roja. A lo que se responde que efectivamente, no hay pruebas de que ésta se usase. Pero el Códice en cuestión, como ha sido probado por los estudios, fue hecho con tinta negra o sepia, el tono rojizo (no rojo) que no es el original, se debe a una probable acción de algún producto usado en el tratamiento de la piel.

g) Hubo quien al ver las figuras humanas del Códice las encontraba demasiado simples e imperfectas, ya que en esa época se dibujaban con gran perfección. Se responde que no hay exactitud en el argumento, puesto que existen ejemplos de lo contrario en los Catecismos Testerianos de la época, en donde las figuras son bastante más imperfectas que en el Códice en cuestión.

h) Hubo extrañeza en algunos de que en el Códice Escalada apareciera la firma de Sahagún, quien en algunos de sus escritos se mostraba contrario a la devoción guadalupana. A ello se responde que podría ser raro esto pensando en cualquier códice, pero no en los de Sahagún, ya que, además de documentos en donde era obvio que firmara (cartas, procesos de inquisición, etc.), se encontró una firma bajo una rueda calendárica correspondiente al fin del Libro IV de su Historia y otras tres firmas al término de algunos “libros” o capítulos en los que él fue recopilador ( Códice Florentino y Manuscritos Matritenses). La razón que tuvo para firmar estos escritos no la sabemos de cierto, pero el hecho es que así lo hizo.

i) Alguno objeta que Valeriano, según el Códice Aubin, no fue juez sino a partir de 1573. A esta observación se responde que lo que dice el Códice Aubin no es que Valeriano hubiera sido nombrado juez en 1573, sino que “el juez Antonio Valeriano” se convirtió en gobernador dicho año: “Vino el juez Antonio Valeriano hoy domingo, se hizo cargo de su puesto el 11 de enero”. Claramente se ve que “juez” no es lo mismo que “gobernador”. No sabemos cuándo comenzó a ser juez, pero consta que lo era al menos desde 1565[21]Dificultad sería si se diera una fecha diferente a 1548 para la muerte de Juan Diego.

j) También alguno ha objetado que el Códice Escalada o 1548 muestra simultáneamente mano y técnica indígena y española. Se responde que efectivamente, igual que en la inmensa mayoría de los códices post-hispánicos, lo cual lejos de ser obstáculo, es garantía de autenticidad.

k) También se pregunta alguno del porqué aparece Juan Diego con su nombre náhuatl de Cuauhtlactoatzin, si estaba bautizado desde 1524. Y se responde señalando cómo prácticamente ningún indio prescindió de su nombre original, que se añadía al del bautismo, por ejemplo: Fernando Cortés Ixtlilxóchitl, Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin, Isabel Huanitzin, Beatriz Papatzin, etc.

Referente a la objeción sobre el texto de Sahagún en su Historia General, se puede contestar afirmando que Fray Bernardino de Sahagún no podía ni debía aprobar ninguna aparición como auténtica, porque la Iglesia no lo había hecho; le extrañaba, eso sí, que acudían demasiadas gentes a rendir culto a esa imagen, noticia muy valiosa para la causa Guadalupana y que existía el peligro real de una ambigüedad sincretista por parte de algunos indígenas, como sucedía y continuó sucediendo en muchos lugares, y no sólo de México o del mundo americano. Se sabe que fray Bernardino era un misionero que luchaba incansablemente contra la idolatría de los mexicas; sin embargo, como buen cronista dejaba por escrito lo que le indicaban sus colaboradores indígenas, y así nos dejó capítulos completos de su obra en que se habla de sus dioses, sus atavíos y sus fiestas, sin que ello se tome como alabanza a la idolatría, sino que sencillamente era lo que existía y él, sin más, recogía y dejaba por escrito.

De igual manera el Códice Escalada documenta lo que los indígenas sabían de las apariciones Guadalupanas a Cuauhtlatoatzin, quién había muerto en 1548. El Códice Escalada es por ello un documento que buena parte de los estudiosos guadalupanistas consideran auténtico aunque escueto, y con la problemática apuntada. No hubiera merecido mayor atención si no fuese por su valor como prueba de la existencia histórica de Juan Diego Cuauhtlatoatzin y de la tradición sobre las apariciones de Santa María de Guadalupe, así como del aspecto original de la Imagen que en él ya se refleja, a parte de la tilma original donde se halla estampada.

Notas y referencias

  1. Biblioteca pública de Nueva York. Col. Lennox, Monumentos guadalupanos.
  2. SIGÜENZA Y GÓNGORA
  3. Cuevas, Álbum histórico, 21-32
  4. Cartas de Indias, edición facsimilar de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, México 1980, 331.
  5. GARCÍA GUTIÉRREZ, Primer siglo Guadalupano. 1531-1648, 113
  6. FLORENCIA, FRANCISCO DE. Estrella del Norte, 117.
  7. A discourse written by one Miles Philips Englishman,, en HAKLUYT, Voyages and Discoveries, 143.
  8. CHAUVET, El verdadero valor, 1-6.
  9. Mapa de Alva Ixtlixóchitl, en Biblioteca Nacional de México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México 1891-1892.
  10. Biblioteca Nacional de México, Vol. 132 bis, de los MS en náhuatl, MS. 1475, Fondo de Origen.
  11. Se encuentra en el Archivo General de la Nación, Sección Vínculos, Vol. 232, exp. 1, folios 15-20. El texto en náhuatl del testamento está en los folios. 11-14.
  12. Se conserva en la Biblioteca Laurenzio Mendicea, Florencia, Italia: Lau. Med. Palat. 218-20.
  13. SAHAGÚN, Historia General, libro XI, cap. XII, 704-705.
  14. ALVA IXTLIIXÓCHITL, Nican Motecpana, 304.
  15. Se encuentra en el Archivo de la Basílica de Guadalupe, cedido por la Familia Vera, que lo poseía.
  16. Cf. Pruebas en XAVIER ESCALADA, Enciclopedia Guadalupana, vol. V.
  17. FERNÁNDEZ DEL CASTILLO - GARCÍA GRANADOS - MAC GREGOR - ROSELL, México y la Guadalupana, p. 25
  18. Ib., 9
  19. DE ARENAS, Vocabvlario Manval de las Lenguas Castellana y Mexicana, UNAM, México 1982, 159-160, se encuentra una importante explicación del modo de transcribir los vocablos náhuatl por parte de los españoles de la época.
  20. Ilustración en LUIS GONZÁLEZ, Atraídos por la Nueva España, Clío, México 1995, 144
  21. Cf. Cantares Mexicanos, facsímil publicado por M. LEÓN-PORTILLA, UNAM, México 1994, 41: en relación al Antonio Valeriano como juez.

Bibliografía

DE MEDINA, BARTOLOMÉ. Crónica de la Provincia de San Diego CUEVAS, MARIANO, Álbum histórico del IV Centenario, Tip. Salesiana, México, 1930- .GARCÍA GUTIÉRREZ, Primer siglo Guadalupano. 1531-1648 . PATRICIO SANZ, MÉXICO, 1931 GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, FIDEL, - CHÁVEZ SÁNCHEZ, E. - GUERRERO ROSADO, J.L., El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego, Porrúa, México 1999. - GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Fidel, Guadalupe: pulso y corazón de un pueblo. El Acontecimiento Guadalupano cimiento de la fe y de la cultura americana. EE., Madrid 2004. MENDIETA, Fray Gerónimo de. Historia Eclesiástica Indiana, Porrúa, México, 1971 SIGÜENZA Y GÓNGORA, La Piedad Heroica de D. Fernando Cortés, Marqués del Valle, Talleres de la Librería Religiosa, México 1898.


FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ