FILIPINAS. Inicio de su incorporación a la Corona española

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Descubrimiento del Archipiélago de las Filipinas

“El sábado 16 de marzo de 1521, dimos hacia la aurora con una tierra elevada, distante alrededor de trescientas leguas de las islas de los Ladrones y por nombre Zamal” escribe Antonio Pigafetta.[1]Magallanes se propuso mantener la paz con los isleños obedeciendo a las disposiciones de los reyes españoles de anunciarles la fe católica. Puede decirse que ya a partir de Magallanes comienza la evangelización y conversión al cristianismo de los isleños que aceptaron voluntariamente ser bautizados, dándose los primeros bautismos a partir del 14 de abril de ese mismo año.

Bien puede asentarse que con la llegada a Filipinas de la expedición de Magallanes y Elcano el 16 de marzo del año 1521, se inicia la historia cristiana en aquellas islas. “Los primeros bautismos de indígenas filipinos, cifrados en unos 800, fueron administrados por el clérigo Pedro de Valderrama, capellán de la expedición de Fernando Magallanes, en la isla de Cebú. El segundo en ejercer el ministerio sería el canónigo Juan de vivero, que llegó a Cebú en 1566. Se pueden citar otros nombres aislados, pero en realidad la evangelización del archipiélago fue iniciada por los agustinos (1565) y continuada por los franciscanos (1578), a los que posteriormente se unieron los jesuitas (1581) los dominicos (1587) y los recoletos de San Agustín (1606). Pero este proceso ya debe ser encuadrado en otro capítulo de esta larga historia”.[2]

Magallanes sintió con emoción aquellos bautismos por lo que quiso también establecer la dominación formal de aquellas islas bajo la Corona española. Comenzaba así, una etapa de estrechos lazos entre estas islas asiáticas y España. Desde entonces compartirían múltiples expresiones culturales, en parte y por algunos grupos también el idioma, y sobre todo la fe católica, además de producirse un intercambio o mestizaje cultural en varias modalidades que sigue presente hasta nuestros días.

Pero ya en el marco de la primera expedición marítima de Magallanes se vivió un hecho trascendente en la historia de la evangelización del archipiélago de las Filipinas: la celebración en ellas de la primera Misa, el 31 de marzo, domingo de Pascua. Poco después se daban los primeros bautismos: el del jefe Carlos (Humabón) y de su mujer Juana, quienes recibieron de Magallanes como regalo una imagen del Niño Jesús, conocida como el «Niño Jesús de Cebú», símbolo por excelencia de la cristiandad filipina.[3]

La primera Misa en Filipinas

Aunque la verdadera evangelización se retrasó hasta la expedición de Legazpi en 1565, en 1521 se puso la primera piedra de la construcción de la nación filipina, pues el Cristianismo contribuyó de manera esencial en la creación de la conciencia histórica de la misma, al otorgar la unidad a un espacio humano, cultural y geográfico muy fragmentado (Filipinas es un archipiélago formado por más de siete mil islas); pero lo más importante es que aportó una visión de la vida y una conciencia de trascendencia que sigue impregnando al pueblo filipino y le inserta de lleno en el mundo hispánico.

En parte junto a la lengua española, que no se extendió como lo fue en Hispanoamérica,[4]o junto a la historia compartida de tres siglos, lo que define en gran medida la llamada « hispanidad» es la manera de vivir el catolicismo.

La celebración de la primera Misa en el archipiélago constituye todo un símbolo: Filipinas es un bastión del catolicismo en Asia y la tercera nación del mundo con más presencia de católicos; y ello se debe a la evangelización de los misioneros (fundamentalmente de España y de México), que llegaban a estas tierras pasando necesariamente por la Nueva España, y al impulso de unos monarcas que antepusieron el servicio a lo espiritual sobre los intereses materiales como lo demuestra un nutrido acerbo documental conservado en el Archivo General de Indias (AGI) de Sevilla.

Y estos dos preciados títulos de nobleza espiritual se mantienen pese a los intentos estadounidenses, desde 1898, fecha de la derrota española por los estadounidenses y de su ocupación militar de las Filipinas por la Potencia norteamericana, de apagar el catolicismo y protestantizar a la nación. La política norteamericana, decidida a imponer la lengua inglesa, hicieron llegar a Filipinas miles de maestros, que al mismo tiempo ejercían un proselitismo religioso de cariz protestante de varias confesiones, y la enseñanza del castellano quedó prohibida.[5]

“La fe cristiana es la herencia más grande, profunda y duradera de los más de tres siglos de presencia española en Filipinas”, pues la fe llegó a Filipinas por medio de España, un “modelo de entendimiento, elevación y fusión de los pueblos”.[6]Efectivamente, en Filipinas, como en América, la obra evangelizadora de España se manifestó también de forma especial en un mestizaje cultural alargado de las poblaciones. Es significativo que la primera obra impresa en esa Cristiandad naciente en el Oriente fue un catecismo en tagalo, mientras se prohibía la esclavitud y se unificaba a españoles y filipinos bajo un mismo régimen jurídico.

NOTAS

  1. Antonio Lombardo Pigafetta (nacido entre 1480 y 1491), llegado a España formando parte del séquito del nuncio Francesco Chierigati cuando éste fue nombrado nuncio apostólico del papa Adriano VI ante el rey don Carlos, y que nos dejará una especie de crónica de aquel viaje: «Relación del Primer Viaje alrededor del Mundo. Noticias del Mundo Nuevo con las figuras de los países que se descubrieron», Venecia, 1524 (ed. Paris, 1525; Madrid, Fortanet, 1899).
  2. Sobre esta historia de la evangelización en Filipinas: cf. P. Borges (Obra dirigida por), Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas, BAC, II, Madrid 1992, 721-774. La cita en p. 721.
  3. El Santo Niño de Cebú es la primera imagen cristiana llegada a Filipinas. Se trata de un niño Jesús de bellísima factura, de unos 30 cms. de altura, realizado en madera polícroma y, según se cree, en Flandes. El Niño porta en la mano izquierda una esfera de oro representando al mundo, buena prueba de que los marinos sabían bien que el mundo que pretendían circunvalar era redondo, y valiosa premonición de que alcanzarían su propósito, así como una corona de oro y varios ornamentos donados por los fieles. La imagen será bendecida por el Papa San Pablo VI, con ocasión de su visita a Filipinas, el 28 de abril de 1965, y luego por San Juan Pablo II en 1981.
  4. En Filipinas el español tuvo una difusión bastante limitada, aunque oficial en la administración y en centros educativos, pero tras la ocupación norteamericana de 1898, la nueva Potencia colonial impuso el inglés en la escuela y en la administración, con el abandono explícito de la lengua española.
  5. Cf. https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/publicaciones_centros/PDF/manila_2004/07_thaddeus_baut
    El español nunca se habló de forma mayoritaria en Filipinas, como ocurriera en Hispanoamérica con una lengua común, el español (o castellano) que le permite su vertebración cultural, administrativa, social, política y religiosa. El caso ha sido diferente en Filipinas, donde el castellano o español bajo España fue generalmente una lengua franca, pero no mayoritaria sobre todo en la mayoría rural de la población, donde predominaron siempre las muy numerosas lenguas aborígenes y el tagalo generalizado. Un uso progresivamente más extendido del español podría haber ocurrido si Filipinas si hubiera independizado en 1898 en vez de caer bajo la soberanía de Estados Unidos, hasta 1946 —con el paréntesis de tres años de ocupación japonesa— siendo el inglés la lengua que desempeñaría ese rol de lingua franca.
  6. Discurso del Nuncio de Su Santidad en España, monseñor Bernardito Auza, filipino, a la Conferencia Episcopal Española conmemorando el V centenario de la primera misa-evangelización en Filipinas (1522-2022).


FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ