EVANGELIZACIÓN DE AMÉRICA; Cifras y datos

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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En Santo Domingo, República Dominicana, San Juan Pablo II se dirigía a los obispos de Latinoamérica el 12 de octubre de 1981 afirmando: “Hace casi 500 años se iniciaba en estas tierras la obra que Cristo confió a su Iglesia: la evangelización de todas las gentes. La preparación de ese centenario es el motivo que nos congrega. Me alegro, por ello, que en esta fecha, que recuerda el encuentro entre dos mundos, entre el continente europeo y americano, pueda el Papa reunirse con los Episcopados de la Iglesia que trajo la evangelización y de aquella que la recibió, realizando así una sola y misma Iglesia: la de Cristo”

La Española fue la primera isla donde habitaron los misioneros que llegaron en 1493 para evangelizar el Nuevo Mundo. Desde entonces, sólo de España han partido para toda América unos 200.000 misioneros. Hacia finales del siglo XX eran 17.000 los sacerdotes, religiosos y religiosas españoles que trabajaban en ese continente.

En los primeros años, Santo Domingo fue el centro de incul¬turación y evangelización por excelencia y por consiguiente las Antillas su área de expansión. Con la conquista de México y el Perú, se crearon los virreinatos y con ellos la rápida expansión por todo el Continente.

En 1492 ningún sacerdote viajó con Colón, pero ya desde el siguiente viaje estaban en América franciscanos y mercedarios. En 1510 llegaron los dominicos; después en 1532 los agustinos y, finalmente a partir de 1566, los jesuitas. A estas órdenes se les denomina Ordenes misioneras americanas, pues sobre ellas cargó el peso fundamental de la evangelización.

Los sacerdotes seculares fueron pasando a América en número creciente desde el comienzo. El envío de misioneros a América cargó sobre la Corona, que realizó una tarea de selección y autorización a través del Consejo de Indias. En 1570 y sólo en México había establecidos 74 conventos de franciscanos, 39 de dominicos y 40 de agustinos.

A lo largo del primer siglo de la Evangelización llegaron a existir 32 diócesis en toda América. El ritmo de crecimiento va acorde con la evangelización y pacificación de los territorios:

  1. 1511-1520: surgen 5 obispados en las Antillas.
  2. 1530-1548: Obispados de los grandes territorios conquistados como México y Perú.
  3. 1552-1577: se añaden 7 sedes y se dividen otras. Las diócesis creadas en el XVI por tanto fueron: 4 en la Audiencia de Santo Domingo, 2 en la de Guadalajara, 5 en la de México, 1 en la de Panamá, 3 en la de Santa Fe, 2 en la de Quito, 5 en la de Lima, 3 en la de Charcas y 2 en la de Chile.

Hasta 1546 el obispo metropolitano de todas las diócesis americanas fue el arzobispo de Sevilla. El 11 de febrero de 1546 se crearon los arzobispados de Santo Domingo (albergaban las Antillas, la costa Caribe de Venezuela y Colombia), de México (sobre los territorios del norte, desde Guatemala hasta el rio Mississippi) y de Lima (desde Nicaragua y Panamá en el istmo, hasta Tierra de Fuego), a los que se sumó en 1564 el de Santa Fe.

Entre los años 1500 a 1800 ocuparon las diócesis 681 obis¬pos. Para el periodo de 1500-1620 el número de Prelados era de 161 es decir el 23,6% del total.

El origen de esos obispos es de un 88,1% peninsulares y un 11,9% americanos; de todas formas muchos de los nombrados como peninsulares llevaban muchos años trabajando en América cuando fueron ordenados obispos. El 70% de los mismos procedían del clero regular (48% Dominicos, 25% franciscanos y 13% agustinos) y el 30% del secular.

Finalmente destacaremos su buena preparación intelectual: el 50% eran doctores (el 71.7% en Teología y el 8% en Derecho Canó¬nico), 32% Maestros, 17% licenciados y 1% bachiller; los lugares de estudio son significativos: el 37.7% lo hizo en la más impor¬tante Universidad europea de la época, Salamanca; el 7.2% en Sevilla, 5.2% en Alcalá, el 3.9% en Sigüenza, el 13% en México y el 13% en Lima.

Gobernaron una media de 14 años la diócesis, realizando un trabajo enorme de visitas pastorales, convocatoria de Sínodos de los que se tienen datos de medio centenar, desde el Concilio de Trento hasta el siglo XVIII, aparte de los diez Concilios provinciales inter-diocesa¬nos habidos en el siglo XVI; los más importantes fueron los de México (1555, 1565 y 1585) y los de Lima (1551, 1567, 1582, y 1601).

Las diócesis estaban integradas por parroquias o doctrinas, según el desarrollo de la evangelización. Cuando la zona estaba suficientemente desarrollada, normalmente iban pasando las doctri¬nas a parroquias, y del clero regular al clero secular. Estaban bajo la jurisdicción del obispo.

Eran los territorios indios aún no cristianizados. Lo que estaban en manos de los religiosos. Una vez cristianizado el territorio se convertía en doctrina.

La tarea educativa se puso en marcha enseguida a todos los niveles, primaria, secundaria, profesional y universitaria. La creación de la Universidad de Santo Domingo (1538), Lima (1551) y México (1551) sirvieron de modelo para otras muchas que fueron surgiendo. Lógicamente empezaron con pocos medios, en lugares poco adecuados, casi itinerantes, y con escasos alumnos: en México había en 1553 más de un centenar de ellos, hijos de conquistadores en su mayoría; en 1630 eran ya 500 y a finales del XVII se habían graduado allí cerca de 28.000 bachilleres y 580 doctores y maestros. Así pues, aunque fueran pocos alumnos, suponía un gran avance, un florecimiento de la cultura y del saber. Los principales dirigentes de América, con el transcurso del tiempo acabarían saliendo de esas aulas.

Muchos antiguos alumnos de Salamanca acaban en América: de los profesores, misioneros y altos funcionarios con formación universitaria que pasan a Indias en el periodo de 1535-1580, 180 han sido identificados como discípulos directos de los grandes Maestros de Salamanca: 113 son personalidades de la vida civil o eclesiástica, 33 son obispos o arzobispos, y 35 son profesores universitarios.

Respecto a los libros se ha demostrado cómo los títulos que circulaban en Europa también lo hacían en Améri¬ca: Los inventarios que se conservan hablan de obras de teología, derecho, sagrada escritura, ciencias naturales, poesía, artes, libros piadosos etc. Un ejemplo es la enorme obra «Thesaurus indicus» del jesuita Diego de Avendaño, escrita sin salir de Lima: por las citas de esa obra se puede descubrir la variada y actualizada biblioteca que tenía a su disposición. García Icazbalceta reseña más de cien títulos publicados en el siglo XVI; ochenta corres¬ponden a temas teológicos

La llegada de abundantes libros es índice del interés por el estudio que, desde el primer momento, había en todas las órdenes religiosas, aunque más de los dominicos, agustinos y después los jesuitas. Esa producción literaria, teológica, jurídica, filosó¬fica etc., hacía que hubiera una gran conformidad de pensamiento con la Metrópoli. Esto se manifestará en la misma producción teológica que se hace en América.

Gracias al esfuerzo catequético se fijaron por escrito 51 lenguas indígenas con 60 dialectos, clasificados en 11 familias idiomáticas. Lo cual quiere decir gramáticas, diccionarios, etc., que se imprimieron y estudiaron en el siglo XVI. Fruto de ello es la creación en las Universidades de las cátedras de lenguas; la asistencia a las mismas llegó a ser condición imprescindible para poder ejercer el ministerio pastoral.

La inculturación necesaria para la predicación, llevó a los misioneros a realizar extensos trabajos etnográficos, muchos de los cuales han llegado hasta nosotros. Destacan fundamentalmente los de Fray Bernardino de Sahagún en Nueva España. Como consecuencia de todo lo anterior se conservan cientos de catecismos, doctrinas, cartillas, sermo¬narios, confesonarios, etc., que constituyeron los elementos auxiliares para la predicación del Evangelio.

Finalmente el número de obras asistenciales, que sería interminable de resumir. Actualmente, por ejemplo, sólo en las Antillas existen 70 Hospitales, 288 Dispensarios, 2 leproserías, 36 Orfelinatos, 30 Jardines de Infancia y 47 Centros asistenciales di¬versos creados por la Iglesia.


BIBLIOGRAFÍA

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PEREÑA Luciano (ed.), Tomás LOPEZ MEDEL. Colonización de América. Informes y Testimonios (1549-1572), Corpus Hispanorum de pace, Vol.XXVIII, CSIC, Madrid 1990

SANCHEZ BELLA Ismael, Iglesia y Estado en la América Española, Eunsa, Pamplona, 1990,


JOSÉ CARLOS MARTÍN DE LA HOZ