DE LUNA VICTORIA y CASTRO, Francisco Javier

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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(Panamá, 1695 – Trujillo, 1777) OBISPO

Nació en la ciudad de Panamá el 2 de diciembre de 1695, hijo del capitán Don Manuel de Luna y Victoria y doña Rosa Gordillo y Castro, ambos españoles, de distinguido nacimiento, vecinos de la ciudad de Natá de los Caballeros. Fue bautizado en la Pila del Sagrario de la Catedral el día siguiente 3 de diciembre, fiesta de San Francisco Javier, cuyo nombre se le puso.

Fue educado en los colegios de la capital, haciendo sus estudios de ciencias eclesiásticas en el Colegio Seminario. Sirvió en las milicias como soldado y desde joven abrazó la carrera eclesiástica. Ordenado sacerdote, prestó servicios religiosos en la Iglesia Catedral, desempeñando los cargos de Colector General del Obispado y después Mayordomo de la fábrica de la Catedral, trabajos a los que dedicó todo su celo apostólico y su interés.

Entre los años comprendidos entre 1749 y 1751, desempeñó su ministerio espiritual en la ciudad de Cartagena de Indias como Tesorero de esa Iglesia Catedral. Antes de partir para esa ciudad, tuvo el cargo de Visitador General de la Provincia del Darién.

Al ser trasladado en 1749 a Cuzco (Perú) el obispo Juan De Castañeda, quedó vacante la Diócesis por espacio de casi dos años. Tres candidatos fueron propuestos para ocupar la sede de Panamá, pero por diversos motivos, no aceptaron. El 26 de marzo de 1651 fue presentado al Papa Inocencio X por el Rey de España como candidato al episcopado, y con fecha 31 de julio de este mismo año fue nombrado Obispo de Panamá (vigésimo sexto obispo de esa Diócesis). Tomó posesión de su Diócesis el 15 de agosto de 1751 y continuó trabajando tesoneramente, a su costa, en la terminación de la Catedral.

La herencia recibida de sus padres fue utilizada en la obra de la Catedral, que acompañó y financió, a pesar de haber sido trasladado a Trujillo (1759), hasta su culminación el 3 de diciembre de 1760. La enriqueció con alhajas, ornamentos valiosos, y la dotó de campanas. Hoy se puede ver su nombre en la fachada de la Catedral Metropolitana.

Por sus obras, el Obispo De Luna y Victoria constituye uno de los más valiosos precursores y mecenas de la Educación Superior en Panamá. Entre las muchas obras que realizó, merece especial mención la fundación de una Universidad que costeó con sus propios fondos.

Al ver la falta de maestros para impartir la enseñanza a la juventud, siendo aún presbítero, y contando con la aprobación de los Padres Jesuitas, quienes tenían una buena residencia en la ciudad, solicitó a la Audiencia de Panamá el apoyo necesario para fundar tres cátedras. Interesó en el asunto al Gobernador Alcedo y al Obispo Castañeda, quienes le ofrecieron su apoyo.

Con estas recomendaciones hizo la solicitud para la autorización requerida. De la información suministrada por la Audiencia de Panamá se deducía la evidente necesidad de esta fundación, ya que era necesario trasladarse a las universidades de Lima, Santa Fé o Quito para continuar estudios superiores. El 3 de junio de 1749 por el Real Decreto de Aranjuez, el Rey de España Fernando VI expidió la Cédula Real por la cual mandaba establecer en el edificio del Colegio de los Padres Jesuitas, la Universidad de San Javier, donde se impartirían, las cátedras de Latín, Retórica, Filosofía y Teología moral y Escolástica.

Esta primera Universidad del Istmo estaba autorizada para conceder los títulos de Bachiller, Maestro y Licenciado en Filosofía y Teología, según las normas de la Compañía de Jesús y del Papa Pio IV. El primer Rector fue el jesuita Padre Hernando de Cavero, venido especialmente desde Quito para desempeñar este cargo.

A pesar de no pocas dificultades, aquellas cátedras, en el corto periodo de su existencia, solamente de tres lustros, contribuyeron a la formación de no pocos sacerdotes ejemplares y de excelentes ciudadanos. El 2 de abril de 1767 el rey Carlos III de España ordenó, mediante el decreto denominado «Pragmática Sanción», la expulsión del reino y sus colonias de los Jesuitas; el convento de Panamá sufrió las consecuencias.

Los historiadores coinciden en que el Obispo Luna Victoria y Castro fue un sacerdote ejemplar. Además de su sólida preparación filosófica y teológica, estaba adornado de virtudes cristianas que hacían de él un verdadero y auténtico hombre de Dios. Demostró un gran cariño para con la Iglesia y su tierra natal. Durante su misión episcopal a lo largo de los 8 años, su celo pastoral le llevó a visitar varias veces las parroquias del Istmo, testimonio de lo cual se refleja en los registros de las Confirmaciones que se encuentran en los libros parroquiales.

El 20 de enero de 1759 fue trasladado a Trujillo (Perú), embarcándose para esta ciudad el 10 de marzo. Tomó posesión de esa diócesis el 17 de junio de ese mismo año. Desempeñó una encomiable labor pastoral en Trujillo y reedificó los templos de Santa Rosa, Santa Ana y San Lorenzo.

Fue preconizado Arzobispo de Chuquisaca (hoy Sucre), en Bolivia, pero falleció en Trujillo a los 82 años, el 11 de marzo de 1777 sin haber tomado posesión de este cargo. Su cuerpo fue sepultado en la Iglesia de la Compañía de Jesús y después trasladado a la Catedral.

BIBLIOGRAFÍA

CEDEÑO DELGADO José Dimas, “Tercer Centenario del Nacimiento del Señor Arzobispo Francisco Javier de Luna y Victoria”, Revista Lotería No. 404, 1995, p. 8-10;

ROJAS y ARRIETA Guillermo, “Monseñor Francisco Javier de Luna Victoria y Castro” (Obispos que han ocupado la Silla de Panamá), Rev. Lotería No. 404, p. 27-29;

SUSTO Juan Antonio, “El primer Arzobispo Panameño Dr. Francisco Javier de Luna Victoria y Castro, Revista Lotería No. 404, 1995, p. 27-29; “La Fábrica de la Catedral en 1749 y la Real y Pontificia Universidad de San Javier”, Rev. Lotería, octubre 1943 pág. 13-14


MANUELITA NÚÑEZ CASTILLEROS