CARRILLO CÁRDENAS, SILVIANO

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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( Pátzcuaro, 1861 ; Culiacán, 1921) Obispo. Fundador de las Siervas de Jesús Sacramentado.


Silviano Carrillo Cárdenas nació en Pátzcuaro, Michoacán el 4 de mayo de 1861; sus padres fueron Juan Carrillo y Librada Cárdenas. Realizó sus primeros estudios en el colegio de Miguel Castellanos en Pátzcuaro.

En 1872 ingresó al Seminario Conciliar de Zamora, aunque no terminó sus estudios en él sino en el Seminario de Guadalajara, en 1884. En estas instituciones “(…) tuvo contacto con maestros que no desconocían las corrientes católicas europeas y ciertamente sabían las posibilidades que tenían los sacerdotes de reorganizar el espacio social, sobre todo en el campo y en lugares más tradicionales y menos afectados por los procesos modernos”.[1]

Recibió la ordenación sacerdotal después de haber perdido a sus padres, el 26 de diciembre de 1884, en la capilla del palacio arzobispal de manos del arzobispo de Guadalajara, monseñor Pedro Loza y Pardavé.

Ejerció su ministerio por poco tiempo como Capellán en el templo de Nuestra Señora de la Soledad y como ministro de la Parroquia de Jesús, en Guadalajara; más tarde en Cocula donde construyó el templo de San Pedro, acondicionó el edificio destinado a hospital y mejoró la Casa de los Ejercicios; después, a partir del 16 de julio de 1895, se desempeñó como párroco en Zapotlán el Grande, Jalisco, donde terminó la construcción del templo parroquial, el que actualmente es la Catedral de Ciudad Guzmán.

Posteriormente fue nombrado canónigo del cabildo de Guadalajara por Mons. Francisco Orozco y Jiménez. Era un hombre de oración constante y especialmente devoto de la Eucaristía, de Nuestra Señora de Guadalupe y de San José. Asimismo fue modelo de sacerdote y párroco, obediente y respetuoso de sus superiores.

Siguiendo la doctrina de León XIII enseñada en la encíclica Rerum Novarum, defendió a obreros y campesinos fundando organizaciones para promover su desarrollo. En efecto, siguiendo la formación recibida durante sus años de seminarista, el padre Carrillo supo “(…) distinguir el meollo del pensamiento social cristiano frente a los planteamientos del liberalismo modernizador” pero sin oponerse a las leyes y autoridades, sirviendo en cierto modo de “(…) intermediario entre la nueva situación que ya se preveía, o de hecho ya se experimentaba, y la antigua sociedad que él representaba”.[2]

En septiembre de 1897 fundó en Zapotlán la Unión Católica Obrera, una “agrupación mutualista de amplias miras, ya que no agotaba sus actividades –como algunas de sus homónimas- en la caja de ahorros o en el auxilio en caso de enfermedad o defunción (…) también estableció una escuela para adultos (…) promovió el establecimiento de una escuela de artes y oficios (…) e incluso organizó una banda de música integrada por trabajadores, la Banda Josefina”. La Unión Católica Obrera, al igual que muchas otras asociaciones mexicanas surgidas como respuesta a la Rerum Novarum, tuvo mucho éxito y excelentes resultados.[3]

Asimismo, en los años siguientes el padre Carrillo continuó impulsando otras organizaciones como la Mutualista Femenina de la Sagrada Familia, el Orfanatorio Josefino, el Asilo del Salvador, el Hospital del Sagrado Corazón, la Sociedad del Niño Dios, y la Escuela Elemental y Superior de Niñas.

Igualmente instituyó dos periódicos: “La Unión Católica”, destinado a los obreros, y “La Luz de Occidente”, destinado a todo público.[4]“La Unión Católica” existió durante seis años y “La Luz de Occidente”, durante nueve, hasta que la revolución carrancista destruyó la imprenta que el padre Carrillo había adquirido para economizar los gastos de la edición.[5] También organizó centros de catecismo, promovió la vocación sacerdotal entre los indígenas y fue consejero del Monte de Piedad local. Además estableció el suministro de energía eléctrica en la ciudad entre 1900 y 1901,[6]en un inicio, para hacer trabajar los motores de la escuela de artes y oficios, aunque más tarde una compañía particular se hizo cargo de proveer a dicha escuela y a un centenar de casas particulares de energía eléctrica.[7]

Finalmente fundó también la «Congregación de las Siervas de Jesús Sacramentado», la cual estaba dedicada a la educación escolar. La idea de fundar esta Congregación surgió después de que un ladrón robó del sagrario del templo de Zapotlán un copón con hostias consagradas; después del sacrílego acontecimiento, el padre Carrillo decidió emprender la fundación con el objetivo de amar y adorar a Jesús Sacramentado y darlo a conocer por medio de la educación.

Esta fundación muestra cómo el padre Carrillo, quien era un hombre práctico preocupado por la vida material de los fieles, no descuidaba la vida espiritual de la comunidad. En este fragmento de una carta escrita en 1909, encontramos el resumen de la misión de las Siervas de Jesús Sacramentado: “Sigan mis queridas hijas, trabajando mucho por su propia santificación y por instruir y educar cristianamente a los niños que Dios les ha confiado”.[8] Las Siervas de Jesús Sacramentado vieron la luz el 25 de noviembre de 1904 y recibieron la primera aprobación el 12 de septiembre de 1907; el decreto laudatorio el 19 de mayo de 1933 de manos de S.S. Pío XI y la aprobación definitiva el 17 de diciembre de 1940 de manos de S.S. Pío XII. También sufrieron las persecuciones derivadas de la revolución, siendo encarceladas algunas de ellas. De 1914 a 1916, durante la revolución carrancista, tuvo que vivir oculto padeciendo carencias.

El 30 de julio de 1920 fue promovido al episcopado por S.S. Benedicto XV; el 24 de febrero de 1921 fue consagrado como obispo de Sinaloa en la Catedral de Guadalajara por monseñor Francisco Orozco y Jiménez, tan solo unos meses antes de su muerte ocurrida el 10 de septiembre de 1921 en Culiacán, a causa de un mal endémico de la costa que contrajo durante su primera visita pastoral. De acuerdo con monseñor Orozco, “(…) el Ilmo. Sr. Carrillo pensaba únicamente en la bendición al supremo Señor, y por eso su apostolado como sacerdote, y después, especialmente en la parroquia de Zapotlán, fue tan fecundo, porque fue una constante bendición a Dios”. [9]Actualmente se encuentra abierto su proceso de beatificación.

NOTAS

  1. Ceballos Ramírez, p. 124.
  2. Ceballos Ramírez, p. 124.
  3. Ceballos Ramírez, p. 122.
  4. Ceballos Ramírez, p. 123.
  5. Almaraz y Guzmán, pp. 7 y 15.
  6. Almaraz y Guzmán, p. 17.
  7. Ceballos Ramírez, p. 123.
  8. Comisión Precapitular, p. 6.
  9. Almaraz y Guzmán, p. 22.

BIBLIOGRAFÍA

Ceballos Ramírez, Manuel. El catolicismo social: un tercero en discordia. El Colegio de México, México, 1991.

Comisión Precapitular del XV Capítulo General SJS. Herencia siempre nueva. (s.e.). Guadalajara, 1997.

Almaraz, Sor María Guadalupe y Guzmán, Sor Luz Margarita (comp.). Silviano Carrillo. El sacerdote visto por sus contemporáneos. (s.e.). Guadalajara, (s.f.).


SIGRID MARÍA LOUVIER NAVA