Diferencia entre revisiones de «CALENDARIO AZTECA»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Término utilizado para designar tanto al sistema mexica de cómputo del tiempo, como a la escultura mexica llamada Piedra del Sol.
 
Término utilizado para designar tanto al sistema mexica de cómputo del tiempo, como a la escultura mexica llamada Piedra del Sol.
 
  
 
La Piedra del Sol es un monolito de basalto en forma de disco que mide 3.6 metros de diámetro, 1.2 m de grosor y pesa 24 toneladas; fue tallado alrededor del año 1479<ref>“La Piedra del Sol consiste, formalmente, en un gran círculo que lleva esculpidos toda una serie de círculos menores, a manera de anillos, que separan distintos órdenes de elementos. Dichos anillos están dispuestos concéntricamente en torno a un círculo central, donde aparece representado el rostro de una deidad; ésta se ha identificado comúnmente con el sol, Tonatiuh, pero también se ha sugerido que se trataba de la cara de la diosa de la tierra, Tlaltecuhtli”. Ocampo Siquier, María Estela y Bidon-Chanal, Carlos, “La piedra del sol: notas sobre la concepción del tiempo entre los aztecas”, en Boletín americanista, no. 31 (1981), p. 173.</ref>. Se encontraba en el Templo Mayor de Tenochtitlán cuando fue derribado por los conquistadores españoles. Redescubierta en diciembre de 1790 en el zócalo de la Ciudad de México, permaneció a un costado de la Catedral Metropolitana hasta finales del siglo XIX cuando se trasladó al museo arqueológico de la calle Moneda. Desde 1964 se encuentra en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología e Historia en Chapultepec.
 
La Piedra del Sol es un monolito de basalto en forma de disco que mide 3.6 metros de diámetro, 1.2 m de grosor y pesa 24 toneladas; fue tallado alrededor del año 1479<ref>“La Piedra del Sol consiste, formalmente, en un gran círculo que lleva esculpidos toda una serie de círculos menores, a manera de anillos, que separan distintos órdenes de elementos. Dichos anillos están dispuestos concéntricamente en torno a un círculo central, donde aparece representado el rostro de una deidad; ésta se ha identificado comúnmente con el sol, Tonatiuh, pero también se ha sugerido que se trataba de la cara de la diosa de la tierra, Tlaltecuhtli”. Ocampo Siquier, María Estela y Bidon-Chanal, Carlos, “La piedra del sol: notas sobre la concepción del tiempo entre los aztecas”, en Boletín americanista, no. 31 (1981), p. 173.</ref>. Se encontraba en el Templo Mayor de Tenochtitlán cuando fue derribado por los conquistadores españoles. Redescubierta en diciembre de 1790 en el zócalo de la Ciudad de México, permaneció a un costado de la Catedral Metropolitana hasta finales del siglo XIX cuando se trasladó al museo arqueológico de la calle Moneda. Desde 1964 se encuentra en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología e Historia en Chapultepec.
 
  
 
Los aztecas registraban el tiempo en dos calendarios diferentes que se desarrollaban paralelamente: el solar y el ritual. El  calendario ritual o ''tonalpohualli''  estaba conformado por 260 días, divididos en 13 meses de 20 días cada uno; era utilizado principalmente con fines de adivinación y ''“dominaba todos los aspectos de la vida privada y pública”''<ref>Soustelle, Jacques. El universo de los aztecas. 1ª edición. Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p. 58.</ref>. El calendario solar o ''xihuitlpohualli'' estaba conformado por 365 días, divididos en 18 meses de 20 días cada uno, más 5 días inútiles o ''nemontemi''.
 
Los aztecas registraban el tiempo en dos calendarios diferentes que se desarrollaban paralelamente: el solar y el ritual. El  calendario ritual o ''tonalpohualli''  estaba conformado por 260 días, divididos en 13 meses de 20 días cada uno; era utilizado principalmente con fines de adivinación y ''“dominaba todos los aspectos de la vida privada y pública”''<ref>Soustelle, Jacques. El universo de los aztecas. 1ª edición. Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p. 58.</ref>. El calendario solar o ''xihuitlpohualli'' estaba conformado por 365 días, divididos en 18 meses de 20 días cada uno, más 5 días inútiles o ''nemontemi''.
 
  
 
Ambos calendarios indicaban las fiestas establecidas para honrar a sus dioses. La diferencia radicaba en que el calendario solar señalaba las fiestas fijas, mientras que el calendario ritual indicaba las fiestas movibles. Estas últimas eran movibles debido a que el calendario ritual estaba compuesto por menos días que el solar, y por ello ''“estas fiestas movibles caían en un mes, un año, y otro año en otro, y siempre variaban”''<ref>Sahagún, Fr. Bernardino de. Historia general de las cosas de la Nueva España. 1ª edición. Ed. Porrúa. México 1989, p. 94.</ref>.
 
Ambos calendarios indicaban las fiestas establecidas para honrar a sus dioses. La diferencia radicaba en que el calendario solar señalaba las fiestas fijas, mientras que el calendario ritual indicaba las fiestas movibles. Estas últimas eran movibles debido a que el calendario ritual estaba compuesto por menos días que el solar, y por ello ''“estas fiestas movibles caían en un mes, un año, y otro año en otro, y siempre variaban”''<ref>Sahagún, Fr. Bernardino de. Historia general de las cosas de la Nueva España. 1ª edición. Ed. Porrúa. México 1989, p. 94.</ref>.
 
  
 
El detalle de las fiestas y la cuenta del tiempo por parte de los aztecas fue recogido por Fray Bernardino de Sahagún en su obra ''Historia general de las cosas de la Nueva España''. Esta obra fue redactada por mandato de su Superior, quien le había indicado, como él mismo lo relata, ''“que escribiese en lengua mexicana lo que me pareciese ser útil para la doctrina, cultura y manutencia (sic) de la cristiandad de estos naturales de la Nueva España, y para ayuda de los obreros y ministros que lo doctrinan”''<ref>Sahagún, Fr. Bernardino de. Obra citada, p. 73.</ref>. Esta información fue obtenida por el misionero franciscano durante dos años, gracias a un grupo de ancianos que colaboraron con él en esta tarea.
 
El detalle de las fiestas y la cuenta del tiempo por parte de los aztecas fue recogido por Fray Bernardino de Sahagún en su obra ''Historia general de las cosas de la Nueva España''. Esta obra fue redactada por mandato de su Superior, quien le había indicado, como él mismo lo relata, ''“que escribiese en lengua mexicana lo que me pareciese ser útil para la doctrina, cultura y manutencia (sic) de la cristiandad de estos naturales de la Nueva España, y para ayuda de los obreros y ministros que lo doctrinan”''<ref>Sahagún, Fr. Bernardino de. Obra citada, p. 73.</ref>. Esta información fue obtenida por el misionero franciscano durante dos años, gracias a un grupo de ancianos que colaboraron con él en esta tarea.
 
  
 
En el ''calendario ritual'' eran dieciséis las fiestas movibles, varias de las cuales, ''“en algunos años echan de su lugar a las fiestas del calendario [solar], como también acontece en nuestro calendario”''<ref>Sahagún, Fr. Bernardino de. Obra citada, p. 98.</ref>. En muchas de ellas se sacrificaban codornices, a diferencia de las fiestas establecidas por el calendario solar, donde por lo general se sacrificaban seres humanos.
 
En el ''calendario ritual'' eran dieciséis las fiestas movibles, varias de las cuales, ''“en algunos años echan de su lugar a las fiestas del calendario [solar], como también acontece en nuestro calendario”''<ref>Sahagún, Fr. Bernardino de. Obra citada, p. 98.</ref>. En muchas de ellas se sacrificaban codornices, a diferencia de las fiestas establecidas por el calendario solar, donde por lo general se sacrificaban seres humanos.
 
  
 
En efecto, el ''calendario solar'' señalaba las fiestas de los distintos dioses mexicas, en la mayoría de las cuales se realizaban sacrificios humanos. Por lo general, las víctimas eran prisioneros de guerra, o bien esclavos comprados con este fin. Dependiendo de la deidad que era homenajeada, variaban las víctimas sacrificadas (niños, mujeres, guerreros) y el tipo de sacrificio: las víctimas eran ahogadas, quemadas, decapitadas o se les abría el pecho con un cuchillo de pedernal para extraerles el corazón, siendo este último el procedimiento más común. A la par de los sacrificios humanos existía la práctica del canibalismo ritual. Los meses de acuerdo con el calendario solar, y sus fiestas, fueron a los que Sahagún dio una descripción más detallada y son los que se refieren a continuación.
 
En efecto, el ''calendario solar'' señalaba las fiestas de los distintos dioses mexicas, en la mayoría de las cuales se realizaban sacrificios humanos. Por lo general, las víctimas eran prisioneros de guerra, o bien esclavos comprados con este fin. Dependiendo de la deidad que era homenajeada, variaban las víctimas sacrificadas (niños, mujeres, guerreros) y el tipo de sacrificio: las víctimas eran ahogadas, quemadas, decapitadas o se les abría el pecho con un cuchillo de pedernal para extraerles el corazón, siendo este último el procedimiento más común. A la par de los sacrificios humanos existía la práctica del canibalismo ritual. Los meses de acuerdo con el calendario solar, y sus fiestas, fueron a los que Sahagún dio una descripción más detallada y son los que se refieren a continuación.
 
  
 
El primer mes del año llamado ''quauitleoa'' o ''atlacahualo'' (26 febrero – 17 marzo), comenzaba el segundo día del mes de febrero y celebraban sacrificios en honor de Tláloc, dios del agua o de la lluvia, los cuales consistían en sacarles el corazón a niños de pecho que sacrificaban en las cumbres de los montes, a los cuales posteriormente cocían y comían. Asimismo mataban un gran número de cautivos, acuchillándolos primero y sacándoles el corazón después. Obtenían a estos niños comprándolos a sus madres y eran sacrificados en todas las fiestas hasta que comenzaban las lluvias, de manera que había sacrificios de niños hasta el tercer o cuarto mes.
 
El primer mes del año llamado ''quauitleoa'' o ''atlacahualo'' (26 febrero – 17 marzo), comenzaba el segundo día del mes de febrero y celebraban sacrificios en honor de Tláloc, dios del agua o de la lluvia, los cuales consistían en sacarles el corazón a niños de pecho que sacrificaban en las cumbres de los montes, a los cuales posteriormente cocían y comían. Asimismo mataban un gran número de cautivos, acuchillándolos primero y sacándoles el corazón después. Obtenían a estos niños comprándolos a sus madres y eran sacrificados en todas las fiestas hasta que comenzaban las lluvias, de manera que había sacrificios de niños hasta el tercer o cuarto mes.
 
  
 
El segundo mes llamado ''tlacaxipehualiztli'' (18 marzo – 6 abril), realizaban sacrificios en honor a los dioses Xipe Tótec y Huitzilopochtli, en los que extirpaban el corazón a mujeres, hombres y niños cautivos, los desollaban y posteriormente los cocinaban y comían. Algunos vestían las pieles de los sacrificados y escaramuzaban con ellas.
 
El segundo mes llamado ''tlacaxipehualiztli'' (18 marzo – 6 abril), realizaban sacrificios en honor a los dioses Xipe Tótec y Huitzilopochtli, en los que extirpaban el corazón a mujeres, hombres y niños cautivos, los desollaban y posteriormente los cocinaban y comían. Algunos vestían las pieles de los sacrificados y escaramuzaban con ellas.
 
  
 
En las fiestas del tercer mes llamado ''tozoztontli'' (7 abril – 26 abril), nuevamente hacían fiesta al dios Tláloc. Sacrificaban niños en los montes con la finalidad de obtener abundantes lluvias. También se dedicaban a deshacerse de las pieles de los desollados durante las calendas del mes anterior.
 
En las fiestas del tercer mes llamado ''tozoztontli'' (7 abril – 26 abril), nuevamente hacían fiesta al dios Tláloc. Sacrificaban niños en los montes con la finalidad de obtener abundantes lluvias. También se dedicaban a deshacerse de las pieles de los desollados durante las calendas del mes anterior.
 
  
 
El primer día del cuarto mes llamado ''uey tozoztli'' (27 abril – 16 mayo), hacían fiesta en honra del dios del maíz Cintéotl y de la diosa de los mantenimientos Chicomecóatl. Realizaban ceremonias y procesiones con cañas y mazorcas de maíz de donde sacaban la semilla para sembrar el siguiente año.
 
El primer día del cuarto mes llamado ''uey tozoztli'' (27 abril – 16 mayo), hacían fiesta en honra del dios del maíz Cintéotl y de la diosa de los mantenimientos Chicomecóatl. Realizaban ceremonias y procesiones con cañas y mazorcas de maíz de donde sacaban la semilla para sembrar el siguiente año.
 
  
 
El quinto mes llamado ''tóxcatl'' (17 mayo – 5 junio), hacían fiesta en honor al dios Tezcatlipoca al cual consideraban el dios de los dioses. En esta festividad le sacaban el corazón y se le cortaba la cabeza a un joven que había sido preparado durante un año, tratándole de manera especial por considerarlo imagen de Tezcatlipoca.
 
El quinto mes llamado ''tóxcatl'' (17 mayo – 5 junio), hacían fiesta en honor al dios Tezcatlipoca al cual consideraban el dios de los dioses. En esta festividad le sacaban el corazón y se le cortaba la cabeza a un joven que había sido preparado durante un año, tratándole de manera especial por considerarlo imagen de Tezcatlipoca.
 
  
 
En las calendas del primer día del sexto mes llamado ''etzalqualiztli'' (6 junio – 25 junio), castigaban en la laguna a ministros de los ídolos que habían obrado incorrectamente, de tal modo que los daban por muertos. También sacrificaban en honor a los dioses de la lluvia a un gran número de esclavos y cautivos, cuyos corazones arrojaban en el sumidero de la laguna de México.
 
En las calendas del primer día del sexto mes llamado ''etzalqualiztli'' (6 junio – 25 junio), castigaban en la laguna a ministros de los ídolos que habían obrado incorrectamente, de tal modo que los daban por muertos. También sacrificaban en honor a los dioses de la lluvia a un gran número de esclavos y cautivos, cuyos corazones arrojaban en el sumidero de la laguna de México.
 
  
 
En el séptimo mes llamado ''tecuilhuitontli'' (26 junio – 15 julio), realizaban sacrificios en honor a la diosa de la sal, Uixtocíhuatl, donde morían cautivos y una doncella, considerada imagen de la diosa. Durante la vigilia de la fiesta todas las mujeres cantaban y bailaban junto con la que había de morir. Al día siguiente, un gran número de prisioneros eran llevados al templo de Tláloc, para ser sacrificados antes que la mujer escogida.
 
En el séptimo mes llamado ''tecuilhuitontli'' (26 junio – 15 julio), realizaban sacrificios en honor a la diosa de la sal, Uixtocíhuatl, donde morían cautivos y una doncella, considerada imagen de la diosa. Durante la vigilia de la fiesta todas las mujeres cantaban y bailaban junto con la que había de morir. Al día siguiente, un gran número de prisioneros eran llevados al templo de Tláloc, para ser sacrificados antes que la mujer escogida.
 
  
 
A los diez días del octavo mes llamado ''uey tecuílhuitl'' (16 julio – 4 agosto), festejaban a Xilonen diosa de los xilotes dando comer tamales a los pobres, hombres y mujeres. Asimismo sacrificaban a una mujer adornada como la diosa festejada. La noche anterior a este sacrificio, la víctima y las mujeres que servían en el templo velaban cantando y bailando; al amanecer se hacía el mismo ritual con los nobles y guerreros. Posteriormente era subida al templo donde era cargada a cuestas, espalda con espalda, y en esta posición era degollada; luego le sacaban el corazón, el cual ofrecían al sol.
 
A los diez días del octavo mes llamado ''uey tecuílhuitl'' (16 julio – 4 agosto), festejaban a Xilonen diosa de los xilotes dando comer tamales a los pobres, hombres y mujeres. Asimismo sacrificaban a una mujer adornada como la diosa festejada. La noche anterior a este sacrificio, la víctima y las mujeres que servían en el templo velaban cantando y bailando; al amanecer se hacía el mismo ritual con los nobles y guerreros. Posteriormente era subida al templo donde era cargada a cuestas, espalda con espalda, y en esta posición era degollada; luego le sacaban el corazón, el cual ofrecían al sol.
 
  
 
Al noveno mes lo llamaban ''tlaxochimaco'' (5 agosto – 24 agosto). El primer día de este mes celebraban a Huitzilopochtli, dios de la guerra, al cual ofrecían flores. La noche anterior a la celebración se dedicaban a matar perros y gallinas para el banquete que se llevaba a cabo el día siguiente, el cual era seguido de un baile general.
 
Al noveno mes lo llamaban ''tlaxochimaco'' (5 agosto – 24 agosto). El primer día de este mes celebraban a Huitzilopochtli, dios de la guerra, al cual ofrecían flores. La noche anterior a la celebración se dedicaban a matar perros y gallinas para el banquete que se llevaba a cabo el día siguiente, el cual era seguido de un baile general.
 
  
 
En el décimo mes llamado ''xócotl huetzi'' (25 agosto – 13 septiembre), arrojaban vivos al fuego a esclavos atados de pies y manos;  antes de que acabaran de morir los sacaban de la hoguera para extirparles el corazón delante de la imagen de Xiuhtecutli, dios del fuego. Un día antes del sacrificio, velaban toda la noche en el templo y después de muchas ceremonias, les salpicaban la cara con unos polvos llamados yiauhtli, los cuales les hacían perder el sentido para soportar semejante muerte.
 
En el décimo mes llamado ''xócotl huetzi'' (25 agosto – 13 septiembre), arrojaban vivos al fuego a esclavos atados de pies y manos;  antes de que acabaran de morir los sacaban de la hoguera para extirparles el corazón delante de la imagen de Xiuhtecutli, dios del fuego. Un día antes del sacrificio, velaban toda la noche en el templo y después de muchas ceremonias, les salpicaban la cara con unos polvos llamados yiauhtli, los cuales les hacían perder el sentido para soportar semejante muerte.
 
  
 
En el undécimo mes llamado ''ochpaniztli'' (14 septiembre – 3 octubre), hacían fiesta en honor a Teteo innan o Toci, madre de los dioses, sacrificando a una mujer llevándola al lugar de su muerte con engaños para que no se entristeciera ya que en esta festividad lo consideraban de mal agüero. Rápidamente le cortaban la cabeza y la desollaban. Asimismo daban muerte a varios cautivos sacándoles el corazón para Huitzilopochtli.
 
En el undécimo mes llamado ''ochpaniztli'' (14 septiembre – 3 octubre), hacían fiesta en honor a Teteo innan o Toci, madre de los dioses, sacrificando a una mujer llevándola al lugar de su muerte con engaños para que no se entristeciera ya que en esta festividad lo consideraban de mal agüero. Rápidamente le cortaban la cabeza y la desollaban. Asimismo daban muerte a varios cautivos sacándoles el corazón para Huitzilopochtli.
 
  
 
Durante las calendas del duodécimo mes llamado ''teotleco'' (4 octubre – 23 octubre), donde festejaban el regreso de todos los dioses, quemaban vivos a muchos cautivos los cuales eran arrojados al fuego por mancebos disfrazados. Al día siguiente hacían bailes por toda la ciudad, adornados con plumas de colores, hasta que caía la noche.
 
Durante las calendas del duodécimo mes llamado ''teotleco'' (4 octubre – 23 octubre), donde festejaban el regreso de todos los dioses, quemaban vivos a muchos cautivos los cuales eran arrojados al fuego por mancebos disfrazados. Al día siguiente hacían bailes por toda la ciudad, adornados con plumas de colores, hasta que caía la noche.
 
  
 
El décimo tercer mes llamado ''tepéilhuitl'' (24 octubre – 12 noviembre), en honra de los montes sobre los cuales se juntan las nubes de lluvia se sacrificaban a cuatro mujeres y a un hombre adornados con papeles. Las víctimas eran subidas en literas y llevadas en procesión. Les sacaban el corazón en ofrenda Tláloc, para posteriormente cortarles la cabeza, despedazarlos y comerlos.
 
El décimo tercer mes llamado ''tepéilhuitl'' (24 octubre – 12 noviembre), en honra de los montes sobre los cuales se juntan las nubes de lluvia se sacrificaban a cuatro mujeres y a un hombre adornados con papeles. Las víctimas eran subidas en literas y llevadas en procesión. Les sacaban el corazón en ofrenda Tláloc, para posteriormente cortarles la cabeza, despedazarlos y comerlos.
 
  
 
Durante el décimo cuarto mes llamado ''quecholli'' (13 noviembre – 2 diciembre), elaboraban saetas y dardos para la guerra, hacían ceremonias por los difuntos, salían de cacería y finalmente sacrificaban con gran ceremonia a cautivos y esclavos en honor al dios Mixcóatl y a su esposa la diosa Coatlicue.
 
Durante el décimo cuarto mes llamado ''quecholli'' (13 noviembre – 2 diciembre), elaboraban saetas y dardos para la guerra, hacían ceremonias por los difuntos, salían de cacería y finalmente sacrificaban con gran ceremonia a cautivos y esclavos en honor al dios Mixcóatl y a su esposa la diosa Coatlicue.
 
  
 
El décimo quinto mes del año llamado ''panquetzaliztli'' (3 diciembre – 22 diciembre), hacían fiesta a Huitzilopochtli, dios de la guerra. En esta celebración sacrificaban cautivos y esclavos, previamente pintados de diversos colores y adornados con papeles, a lo largo de un recorrido hasta el templo de Huitzilopochtli, donde se mataban el mayor número de ellos. Después de estos sacrificios comían, bebían, bailaban y cantaban, terminando así la festividad.
 
El décimo quinto mes del año llamado ''panquetzaliztli'' (3 diciembre – 22 diciembre), hacían fiesta a Huitzilopochtli, dios de la guerra. En esta celebración sacrificaban cautivos y esclavos, previamente pintados de diversos colores y adornados con papeles, a lo largo de un recorrido hasta el templo de Huitzilopochtli, donde se mataban el mayor número de ellos. Después de estos sacrificios comían, bebían, bailaban y cantaban, terminando así la festividad.
 
  
 
Durante las fiestas del décimo sexto mes llamado ''atemoztli'' (23 diciembre – 11 enero), se realizaba penitencia y sacrificios en honor de Tláloc, dios de la lluvia, con la finalidad de que ésta no faltara. Los mexicas hacían un ritual donde “sacrificaban” imágenes de papel, elaboradas la noche anterior, llamadas tepeme y que representaban los montes aledaños sobre los cuales suelen armarse las nubes de lluvia.
 
Durante las fiestas del décimo sexto mes llamado ''atemoztli'' (23 diciembre – 11 enero), se realizaba penitencia y sacrificios en honor de Tláloc, dios de la lluvia, con la finalidad de que ésta no faltara. Los mexicas hacían un ritual donde “sacrificaban” imágenes de papel, elaboradas la noche anterior, llamadas tepeme y que representaban los montes aledaños sobre los cuales suelen armarse las nubes de lluvia.
 
  
 
En las calendas del décimo séptimo mes llamado ''títitl'' (12 enero – 31 enero), mataban en honra de la diosa Ilama Tecutli a una mujer sacándole el corazón, posteriormente le cortaban la cabeza y bailaban con ella. Esta mujer había sido adornada con los atavíos de Ilama Tecutli y era obligada a bailar antes de subirla al templo donde había de morir.
 
En las calendas del décimo séptimo mes llamado ''títitl'' (12 enero – 31 enero), mataban en honra de la diosa Ilama Tecutli a una mujer sacándole el corazón, posteriormente le cortaban la cabeza y bailaban con ella. Esta mujer había sido adornada con los atavíos de Ilama Tecutli y era obligada a bailar antes de subirla al templo donde había de morir.
 
  
 
El décimo octavo y último mes del año mexica llamado ''izcalli'' (1 febrero – 20 febrero), se llevaba a cabo un festín de tamales en honor a Xiuhtecutli, dios del fuego. En esta celebración solamente realizaban sacrificios humanos cuando se registraba año bisiesto, es decir, cada cuatro años; en esta ocasión mataban cautivos y esclavos.
 
El décimo octavo y último mes del año mexica llamado ''izcalli'' (1 febrero – 20 febrero), se llevaba a cabo un festín de tamales en honor a Xiuhtecutli, dios del fuego. En esta celebración solamente realizaban sacrificios humanos cuando se registraba año bisiesto, es decir, cada cuatro años; en esta ocasión mataban cautivos y esclavos.
 
  
 
Los 5 días restantes del año, llamados ''nemontemi'' (21 febrero – 25 febrero), eran considerados de mala fortuna y durante estos días no realizaban actividad alguna; creían que aquellos niños que nacían en estos días tendrían una vida llena de malos acontecimientos.
 
Los 5 días restantes del año, llamados ''nemontemi'' (21 febrero – 25 febrero), eran considerados de mala fortuna y durante estos días no realizaban actividad alguna; creían que aquellos niños que nacían en estos días tendrían una vida llena de malos acontecimientos.
 
 
  
 
= Notas =
 
= Notas =
Línea 84: Línea 57:
 
=Bibliografía=
 
=Bibliografía=
  
Calendarios Mesoamericanos, en ''Enciclopedia de México''. Tomo II , pp. 1160-1161.
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* Calendarios Mesoamericanos, en ''Enciclopedia de México''. Tomo II , pp. 1160-1161.
 
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* Clavijero, Francisco J. ''Historia Antigua de México''. Ed. Delfín. México D.F. 1944.
Clavijero, Francisco J. ''Historia Antigua de México''. Ed. Delfín. México D.F. 1944.
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* Ocampo Siquier, María Estela y Bidon-Chanal, Carlos, ''“La piedra del sol: notas sobre la concepción del tiempo entre los aztecas”'', en Boletín americanista, no. 31 (1981), pp. 173-185.
 
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* Sahagún, Fr. Bernardino de. ''Historia general de las cosas de la Nueva España''. 1ª edición. Ed. Porrúa. México 1989, pp. 77-155.
Ocampo Siquier, María Estela y Bidon-Chanal, Carlos, ''“La piedra del sol: notas sobre la concepción del tiempo entre los aztecas”'', en Boletín americanista, no. 31 (1981), pp. 173-185.
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* Soustelle, Jacques. ''El universo de los aztecas''. 1ª edición. FCE. México 1996.
 
 
Sahagún, Fr. Bernardino de. ''Historia general de las cosas de la Nueva España''. 1ª edición. Ed. Porrúa. México 1989, pp. 77-155.
 
 
 
Soustelle, Jacques. ''El universo de los aztecas''. 1ª edición. FCE. México 1996.
 
  
  
 
'''SIGRID MARÍA LOUVIER NAVA'''
 
'''SIGRID MARÍA LOUVIER NAVA'''

Revisión del 16:48 29 may 2014

Término utilizado para designar tanto al sistema mexica de cómputo del tiempo, como a la escultura mexica llamada Piedra del Sol.

La Piedra del Sol es un monolito de basalto en forma de disco que mide 3.6 metros de diámetro, 1.2 m de grosor y pesa 24 toneladas; fue tallado alrededor del año 1479[1]. Se encontraba en el Templo Mayor de Tenochtitlán cuando fue derribado por los conquistadores españoles. Redescubierta en diciembre de 1790 en el zócalo de la Ciudad de México, permaneció a un costado de la Catedral Metropolitana hasta finales del siglo XIX cuando se trasladó al museo arqueológico de la calle Moneda. Desde 1964 se encuentra en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología e Historia en Chapultepec.

Los aztecas registraban el tiempo en dos calendarios diferentes que se desarrollaban paralelamente: el solar y el ritual. El calendario ritual o tonalpohualli estaba conformado por 260 días, divididos en 13 meses de 20 días cada uno; era utilizado principalmente con fines de adivinación y “dominaba todos los aspectos de la vida privada y pública”[2]. El calendario solar o xihuitlpohualli estaba conformado por 365 días, divididos en 18 meses de 20 días cada uno, más 5 días inútiles o nemontemi.

Ambos calendarios indicaban las fiestas establecidas para honrar a sus dioses. La diferencia radicaba en que el calendario solar señalaba las fiestas fijas, mientras que el calendario ritual indicaba las fiestas movibles. Estas últimas eran movibles debido a que el calendario ritual estaba compuesto por menos días que el solar, y por ello “estas fiestas movibles caían en un mes, un año, y otro año en otro, y siempre variaban”[3].

El detalle de las fiestas y la cuenta del tiempo por parte de los aztecas fue recogido por Fray Bernardino de Sahagún en su obra Historia general de las cosas de la Nueva España. Esta obra fue redactada por mandato de su Superior, quien le había indicado, como él mismo lo relata, “que escribiese en lengua mexicana lo que me pareciese ser útil para la doctrina, cultura y manutencia (sic) de la cristiandad de estos naturales de la Nueva España, y para ayuda de los obreros y ministros que lo doctrinan”[4]. Esta información fue obtenida por el misionero franciscano durante dos años, gracias a un grupo de ancianos que colaboraron con él en esta tarea.

En el calendario ritual eran dieciséis las fiestas movibles, varias de las cuales, “en algunos años echan de su lugar a las fiestas del calendario [solar], como también acontece en nuestro calendario”[5]. En muchas de ellas se sacrificaban codornices, a diferencia de las fiestas establecidas por el calendario solar, donde por lo general se sacrificaban seres humanos.

En efecto, el calendario solar señalaba las fiestas de los distintos dioses mexicas, en la mayoría de las cuales se realizaban sacrificios humanos. Por lo general, las víctimas eran prisioneros de guerra, o bien esclavos comprados con este fin. Dependiendo de la deidad que era homenajeada, variaban las víctimas sacrificadas (niños, mujeres, guerreros) y el tipo de sacrificio: las víctimas eran ahogadas, quemadas, decapitadas o se les abría el pecho con un cuchillo de pedernal para extraerles el corazón, siendo este último el procedimiento más común. A la par de los sacrificios humanos existía la práctica del canibalismo ritual. Los meses de acuerdo con el calendario solar, y sus fiestas, fueron a los que Sahagún dio una descripción más detallada y son los que se refieren a continuación.

El primer mes del año llamado quauitleoa o atlacahualo (26 febrero – 17 marzo), comenzaba el segundo día del mes de febrero y celebraban sacrificios en honor de Tláloc, dios del agua o de la lluvia, los cuales consistían en sacarles el corazón a niños de pecho que sacrificaban en las cumbres de los montes, a los cuales posteriormente cocían y comían. Asimismo mataban un gran número de cautivos, acuchillándolos primero y sacándoles el corazón después. Obtenían a estos niños comprándolos a sus madres y eran sacrificados en todas las fiestas hasta que comenzaban las lluvias, de manera que había sacrificios de niños hasta el tercer o cuarto mes.

El segundo mes llamado tlacaxipehualiztli (18 marzo – 6 abril), realizaban sacrificios en honor a los dioses Xipe Tótec y Huitzilopochtli, en los que extirpaban el corazón a mujeres, hombres y niños cautivos, los desollaban y posteriormente los cocinaban y comían. Algunos vestían las pieles de los sacrificados y escaramuzaban con ellas.

En las fiestas del tercer mes llamado tozoztontli (7 abril – 26 abril), nuevamente hacían fiesta al dios Tláloc. Sacrificaban niños en los montes con la finalidad de obtener abundantes lluvias. También se dedicaban a deshacerse de las pieles de los desollados durante las calendas del mes anterior.

El primer día del cuarto mes llamado uey tozoztli (27 abril – 16 mayo), hacían fiesta en honra del dios del maíz Cintéotl y de la diosa de los mantenimientos Chicomecóatl. Realizaban ceremonias y procesiones con cañas y mazorcas de maíz de donde sacaban la semilla para sembrar el siguiente año.

El quinto mes llamado tóxcatl (17 mayo – 5 junio), hacían fiesta en honor al dios Tezcatlipoca al cual consideraban el dios de los dioses. En esta festividad le sacaban el corazón y se le cortaba la cabeza a un joven que había sido preparado durante un año, tratándole de manera especial por considerarlo imagen de Tezcatlipoca.

En las calendas del primer día del sexto mes llamado etzalqualiztli (6 junio – 25 junio), castigaban en la laguna a ministros de los ídolos que habían obrado incorrectamente, de tal modo que los daban por muertos. También sacrificaban en honor a los dioses de la lluvia a un gran número de esclavos y cautivos, cuyos corazones arrojaban en el sumidero de la laguna de México.

En el séptimo mes llamado tecuilhuitontli (26 junio – 15 julio), realizaban sacrificios en honor a la diosa de la sal, Uixtocíhuatl, donde morían cautivos y una doncella, considerada imagen de la diosa. Durante la vigilia de la fiesta todas las mujeres cantaban y bailaban junto con la que había de morir. Al día siguiente, un gran número de prisioneros eran llevados al templo de Tláloc, para ser sacrificados antes que la mujer escogida.

A los diez días del octavo mes llamado uey tecuílhuitl (16 julio – 4 agosto), festejaban a Xilonen diosa de los xilotes dando comer tamales a los pobres, hombres y mujeres. Asimismo sacrificaban a una mujer adornada como la diosa festejada. La noche anterior a este sacrificio, la víctima y las mujeres que servían en el templo velaban cantando y bailando; al amanecer se hacía el mismo ritual con los nobles y guerreros. Posteriormente era subida al templo donde era cargada a cuestas, espalda con espalda, y en esta posición era degollada; luego le sacaban el corazón, el cual ofrecían al sol.

Al noveno mes lo llamaban tlaxochimaco (5 agosto – 24 agosto). El primer día de este mes celebraban a Huitzilopochtli, dios de la guerra, al cual ofrecían flores. La noche anterior a la celebración se dedicaban a matar perros y gallinas para el banquete que se llevaba a cabo el día siguiente, el cual era seguido de un baile general.

En el décimo mes llamado xócotl huetzi (25 agosto – 13 septiembre), arrojaban vivos al fuego a esclavos atados de pies y manos; antes de que acabaran de morir los sacaban de la hoguera para extirparles el corazón delante de la imagen de Xiuhtecutli, dios del fuego. Un día antes del sacrificio, velaban toda la noche en el templo y después de muchas ceremonias, les salpicaban la cara con unos polvos llamados yiauhtli, los cuales les hacían perder el sentido para soportar semejante muerte.

En el undécimo mes llamado ochpaniztli (14 septiembre – 3 octubre), hacían fiesta en honor a Teteo innan o Toci, madre de los dioses, sacrificando a una mujer llevándola al lugar de su muerte con engaños para que no se entristeciera ya que en esta festividad lo consideraban de mal agüero. Rápidamente le cortaban la cabeza y la desollaban. Asimismo daban muerte a varios cautivos sacándoles el corazón para Huitzilopochtli.

Durante las calendas del duodécimo mes llamado teotleco (4 octubre – 23 octubre), donde festejaban el regreso de todos los dioses, quemaban vivos a muchos cautivos los cuales eran arrojados al fuego por mancebos disfrazados. Al día siguiente hacían bailes por toda la ciudad, adornados con plumas de colores, hasta que caía la noche.

El décimo tercer mes llamado tepéilhuitl (24 octubre – 12 noviembre), en honra de los montes sobre los cuales se juntan las nubes de lluvia se sacrificaban a cuatro mujeres y a un hombre adornados con papeles. Las víctimas eran subidas en literas y llevadas en procesión. Les sacaban el corazón en ofrenda Tláloc, para posteriormente cortarles la cabeza, despedazarlos y comerlos.

Durante el décimo cuarto mes llamado quecholli (13 noviembre – 2 diciembre), elaboraban saetas y dardos para la guerra, hacían ceremonias por los difuntos, salían de cacería y finalmente sacrificaban con gran ceremonia a cautivos y esclavos en honor al dios Mixcóatl y a su esposa la diosa Coatlicue.

El décimo quinto mes del año llamado panquetzaliztli (3 diciembre – 22 diciembre), hacían fiesta a Huitzilopochtli, dios de la guerra. En esta celebración sacrificaban cautivos y esclavos, previamente pintados de diversos colores y adornados con papeles, a lo largo de un recorrido hasta el templo de Huitzilopochtli, donde se mataban el mayor número de ellos. Después de estos sacrificios comían, bebían, bailaban y cantaban, terminando así la festividad.

Durante las fiestas del décimo sexto mes llamado atemoztli (23 diciembre – 11 enero), se realizaba penitencia y sacrificios en honor de Tláloc, dios de la lluvia, con la finalidad de que ésta no faltara. Los mexicas hacían un ritual donde “sacrificaban” imágenes de papel, elaboradas la noche anterior, llamadas tepeme y que representaban los montes aledaños sobre los cuales suelen armarse las nubes de lluvia.

En las calendas del décimo séptimo mes llamado títitl (12 enero – 31 enero), mataban en honra de la diosa Ilama Tecutli a una mujer sacándole el corazón, posteriormente le cortaban la cabeza y bailaban con ella. Esta mujer había sido adornada con los atavíos de Ilama Tecutli y era obligada a bailar antes de subirla al templo donde había de morir.

El décimo octavo y último mes del año mexica llamado izcalli (1 febrero – 20 febrero), se llevaba a cabo un festín de tamales en honor a Xiuhtecutli, dios del fuego. En esta celebración solamente realizaban sacrificios humanos cuando se registraba año bisiesto, es decir, cada cuatro años; en esta ocasión mataban cautivos y esclavos.

Los 5 días restantes del año, llamados nemontemi (21 febrero – 25 febrero), eran considerados de mala fortuna y durante estos días no realizaban actividad alguna; creían que aquellos niños que nacían en estos días tendrían una vida llena de malos acontecimientos.

Notas

  1. “La Piedra del Sol consiste, formalmente, en un gran círculo que lleva esculpidos toda una serie de círculos menores, a manera de anillos, que separan distintos órdenes de elementos. Dichos anillos están dispuestos concéntricamente en torno a un círculo central, donde aparece representado el rostro de una deidad; ésta se ha identificado comúnmente con el sol, Tonatiuh, pero también se ha sugerido que se trataba de la cara de la diosa de la tierra, Tlaltecuhtli”. Ocampo Siquier, María Estela y Bidon-Chanal, Carlos, “La piedra del sol: notas sobre la concepción del tiempo entre los aztecas”, en Boletín americanista, no. 31 (1981), p. 173.
  2. Soustelle, Jacques. El universo de los aztecas. 1ª edición. Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p. 58.
  3. Sahagún, Fr. Bernardino de. Historia general de las cosas de la Nueva España. 1ª edición. Ed. Porrúa. México 1989, p. 94.
  4. Sahagún, Fr. Bernardino de. Obra citada, p. 73.
  5. Sahagún, Fr. Bernardino de. Obra citada, p. 98.

Bibliografía

  • Calendarios Mesoamericanos, en Enciclopedia de México. Tomo II , pp. 1160-1161.
  • Clavijero, Francisco J. Historia Antigua de México. Ed. Delfín. México D.F. 1944.
  • Ocampo Siquier, María Estela y Bidon-Chanal, Carlos, “La piedra del sol: notas sobre la concepción del tiempo entre los aztecas”, en Boletín americanista, no. 31 (1981), pp. 173-185.
  • Sahagún, Fr. Bernardino de. Historia general de las cosas de la Nueva España. 1ª edición. Ed. Porrúa. México 1989, pp. 77-155.
  • Soustelle, Jacques. El universo de los aztecas. 1ª edición. FCE. México 1996.


SIGRID MARÍA LOUVIER NAVA