BUCARELI Y URSÚA, Antonio María de

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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(Sevilla, 1717 – México, 1779) Virrey de Nueva España.

Nació en Sevilla, España, en el año de 1717; sus padres fueron Luis de Bucareli y Henestrosa, y Ana de Ursúa y Ursúa, ambos provenientes de la nobleza. Ingresó al ejército a la edad de once años; años después fue nombrado capitán general de Cuba. Más tarde pasó a México, dejando a Pascual de Cisneros como encargado del mando de la isla. Llegó al puerto de Veracruz el 23 de Agosto de 1771, tomando el bastón de mando en el pueblo de San Cristóbal el 22 de septiembre, y posesión del gobierno del Virreinato al día siguiente.

Durante su administración combatió a numerosas cuadrillas de bandidos y pacificó a varias tribus indias en el norte de la Nueva España. Procuró arreglar las diferencias que existían entre franciscanos y dominicos sobre la evangelización de California; asimismo aprobó a los franciscanos que establecieran una misión en Pachuca, con el compromiso de pasar en la Cuaresma a la Sierra y la Huasteca.

Al igual que sus antecesores, encontró algunos obstáculos para sus proyectos en el temor que se tenía acerca de que los ingleses aumentaran su flota en Jamaica, especialmente después del incidente en que una fragata inglesa se había acercado a La Habana a reconocer el puerto para tomar información sobre la guarnición que custodiaba la fortaleza de El Morro, así como de los navíos españoles que allí se encontraban fondeados. Por esta razón, Bucareli prescribió reglas que habían de seguirse cuando alguna embarcación inglesa de guerra arribara a los puertos españoles en Las Indias, evitando cualquier acto que pudiera creerse hostil, aunque prohibiendo a la tripulación extranjera bajar a tierra.

Uno de sus logros fue mejorar la hacienda pública y el comercio. Prohibió la introducción y uso de géneros de fábrica extranjera; en 1772 dispuso que fuera recogida toda la moneda antigua y se sustituyera por una nueva con el busto de Carlos III. Mejoró el envío de la correspondencia que iba en cajones a España, aminorando su costo al reducir el volumen de su empaque. A Bucareli se le debe el proyecto de reformas en las ordenanzas de minería, al establecer un Consulado semejante al de comercio. También apoyó a los yucatecos para no estancar la pólvora y dejar libre el comercio de la sal.

Del mismo modo trabajó por los más necesitados; abrió el Hospicio de pobres y la Casa de huérfanos. El 25 de febrero de 1775 fundó el Monte de Piedad con ayuda del Conde de Regla, quien deseaba que fuera un banco para los pobres en el cual encontraran auxilio en circunstancias excepcionales. Asimismo se preocupó por los indígenas: muchos de ellos viajaban a la capital para atender asuntos diversos y pasaban muchas necesidades; por ello dispuso se les diera lo necesario para vivir mientras permanecieran en esta ciudad, así como la cantidad necesaria para su viaje de regreso. De la misma manera, durante su administración se concluyó la casa de dementes de San Hipólito y destinó para hospital militar el colegio de San Andrés que había sido de novicios y casa de ejercicios de jesuitas.

En cuanto a infraestructura adelantó la obra del desagüe del Valle de México, concluyó la fortaleza de Perote, mandó construir la de San Diego de Acapulco y hacer grandes reparaciones en la de San Juan de Ulúa. De igual forma ordenó reparar los edificios de la casa de Moneda, la Aduana y la Acordada, lo cuales se habían visto afectados por algunos terremotos. Impulsó la construcción del hospital, convento e iglesia de San Juan de Dios. También se preocupó por las obras de ornato y buscó embellecer la capital sin olvidarse de las provincias; en 1778 proyectó el paseo que actualmente lleva su nombre, mandando sembrar árboles en esta calzada.

En cuanto a la formación de las intendencias, Bucareli se manifestó en contra de ellas, debido a que consideraba provocarían confusión, ocasionarían mayores gastos y disminuirían la seguridad en la recaudación de impuestos, ya que se tendrían que cambiar las leyes dadas para administrar y recaudar la Hacienda, leyes que ya habían logrado mejorar el estado de la misma; además aseguraba que los intendentes no podrían cumplir sus obligaciones por la dificultad de encontrar a sus subalternos en la gran extensión que abarcaban las intendencias.

Falleció el 9 de abril de 1779 en la ciudad de México y fue sepultado en la Colegiata de Guadalupe. Fue uno de los gobernantes de la Nueva España más recordados e incluso el rey lo eximió del acostumbrado juicio de residencia, encomiando su rectitud y fidelidad.


Bibliografía

  • Serrano del Tornel, Emilia Baronesa de Wilson. México y sus gobernantes de 1519 a 1910. Editora Nacional. México 1958
  • Rivera Cambas, Manuel. Los gobernantes de México. Tomo I. Editorial del valle de México Enciclopedia de México. Tomo II


JUAN LOUVIER CALDERÓN