Diferencia entre revisiones de «BIBLIA Y EVANGELIZACIÓN; Primeras referencias en América»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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BENVENUTO MURRIETA Pedro M. y  LOHMANN VILLENA G. (recopiladores) Los cronistas de convento. Selección de, Desclée de Brouwer, París, 1938
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BENVENUTO MURRIETA Pedro M. y  LOHMANN VILLENA G. (recopiladores) ''Los cronistas de convento.'' Selección de, Desclée de Brouwer, París, 1938
  
LEÓN PINELO ANTONIO DE, El Paraíso en el Nuevo Mundo: comentario apologético, historia natural y peregrina de las Islas Occidentales, islas de Tierra firme (sic) del Mar Océano, Ed. De Raúl Porras Barrenechea, Torres Aguirre, Lima, 1943.
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LEÓN PINELO ANTONIO DE, ''El Paraíso en el Nuevo Mundo: comentario apologético, historia natural y peregrina de las Islas Occidentales, islas de Tierra firme (sic) del Mar Océano,'' Ed. De Raúl Porras Barrenechea, Torres Aguirre, Lima, 1943.
  
PORRAS RAÚL, Una relación inédita de la conquista. La crónica de Diego de Trujillo, Instituto Raúl Porras Barrenechea, UNMSM, Miraflores, 2ª ed. Lima 1970
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PORRAS RAÚL, ''Una relación inédita de la conquista. La crónica de Diego de Trujillo'', Instituto Raúl Porras Barrenechea, UNMSM, Miraflores, 2ª ed. Lima 1970
  
SARANYANA,J.I. Teología en América Latina, I, Iberoamericana, Vervuet, 1999
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SARANYANA,J.I. ''Teología en América Latina, I'', Iberoamericana, Vervuet, 1999
  
VV.AA. Memorial de las Historias del Nuevo Mundo. Pirú, Universidad Nacional de San Marcos. Colección Clásicos Peruanos, Lima 1957
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VV.AA. ''Memorial de las Historias del Nuevo Mundo. Pirú'', Universidad Nacional de San Marcos. Colección Clásicos Peruanos, Lima 1957
  
 
'''JOSÉ ANTONIO BENITO RODRIGUEZ'''
 
'''JOSÉ ANTONIO BENITO RODRIGUEZ'''

Revisión del 22:15 12 may 2019

El Caribe

Los monarcas españoles incluyeron entre sus objetivos la evangelización de las nuevas gentes, tal como se ve en la consecución de las bulas alejandrinas que, si bien constituían el reconocimiento del derecho castellano a ocupar las nuevas tierras, implicaba un compromiso responsable de evangelizar a los naturales a través del envío de misioneros. De ello ser derivaba un lógico programa de legislación y acciones concretas. Así en el segundo viaje colombino, la instrucción real al Almirante Colón le insta a ocuparse de la conversión del indígena y de su buen trato. Para ello se envían varios religiosos capitaneados por Fray Bernardo Boyl, religioso formado en el centro benedictino de Montserrat y que era amigo de infancia del rey don Fernando. Entre los misioneros que se embarcan, destaca el P. Ramón Pané y dos legos franciscanos: fray Juan de Duela (o fray Juan el Bermejo) y fray Juan Tisín.

Para esa época contamos ya con estudios antropológicos que buscaban un mayor conocimiento del indígena, como las del ermitaño Ramón Pané «Relación acerca de las antigüedades de los indios», de 1498, o el informe de los franciscanos de 1500. El primero pasó a Indias en el segundo viaje colombino, 1493. Era ermitaño, jerónimo, sacerdote. En marzo de 1495 se trasladó a vivir entre los indios del cacique Guarionex donde permaneció por dos años.

Nos da cuenta en su obra que “El primero que recibió el bautismo en la isla Española fue Juan Mateo que se bautizó el día del evangelista San Mateo, en el año 1496, y después toda su casa, donde hubo muchos cristianos” (cap.26). Este neófito, escribano mayor, con su hermano Antón y otros cuatros hombres, murieron mártires a manos del cacique Guarionex y sus vasallos. Pané describe su método evangelizador y su fracaso achacándolo a las burlas y recriminaciones de otros caciques: “Estuvimos con aquel cacique Guarionex casi dos años, enseñándole siempre nuestra Santa Fe y las costumbres de los cristianos. Al principio mostró buen deseo y dio esperanza de que haría cuanto nosotros quisiéramos, y de ser cristiano, pues decía que le enseñásemos el Padre nuestro, el Ave María, le Credo y todas las otras oraciones y cosas que son propias del cristiano”.[1]

México

Fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México y testigo del Acontecimiento Guadalupano, llegó en 1528 con la biblia en la mano y con el “explícito propósito de hacer llegar la Palabra de Dios a todos los fieles”.[2]Advierte en su «Doctrina cristiana» (1546) que “el primer paso para ser cristiano es conocer la Sagrada Escritura”. Es el sentir de Santa Teresa de Jesús: “porque todo el daño que viene al mundo es de no conocer las verdades de la Escritura con clara verdad” (Vida, XL) y “por cualquier verdad de la Sagrada Escritura, me pondría yo a morir mil muertes” (Vida, XXXIII), manifestando que las palabras del Evangelio le facilitaban mayor recogimiento que “libros muy comentados” (Camino de perfección XXXI, 4).

Perú: Atahualpa, Valverde y el Libro

En el lance de Cajamarca, la Palabra de Dios –más que Biblia sería una antología de textos de la Sagrada Escritura o quizá un Breviario o Liturgia de las Horas- se hizo presente. El 16 de noviembre de 1532 Atahualpa se dirigió a Cajamarca, tal como había prometido. Iba en una litera de oro, rodeado de señores, y acompañado por unos diez mil súbditos del Incario. En vanguardia iba un escuadrón limpiando el suelo y colocando mantas sobre él.

El Inca llegó a la plaza principal donde le esperaba Pizarro. Se le acercó entonces el padre Valverde, para leer el «Requerimiento». Comenzaba por sostener la creación del mundo y del hombre por un Dios Creador, el carácter institucional de la Iglesia y el carácter del poder temporal y espiritual del Papa, que había otorgado a los soberanos españoles. Si aceptaban que la Iglesia era «señora y superiora del Universo» y obedecían a los Reyes, el capitán requirente los recibía «con todo amor y caridad»; si no, se les amenazaba con la guerra, la esclavitud y la pérdida de todos sus bienes. En el caso de Cajamarca, un intérprete, el indio Felipillo, fue traduciendo las palabras del sacerdote. El Inca interrumpió el discurso y dijo algo que el religioso interpretó como dudas sobre la fuente de autoridad de lo que decía, y señaló entonces la Biblia.

Los cronistas afirman que Atahualpa tiró entonces el libro sagrado, lo que puso furioso al Padre, que se volvió indignado a Pizarro pidiéndole atacar. El Inca Garcilaso nos da una versión bastante sensata del asunto, y es que el indio Felipillo fue incapaz de traducir las palabras del Padre Valverde, pues no sabía español, ni quechua, ya que procedía de la isla de Puná.

Además, había expresiones intraducibles hasta para el más experimentado políglota, como eran las de Santísima Trinidad, etc. por lo que el Inca se quedó tan asombrado que dijo «Atac», palabra que en su lengua quería decir «¡Ay dolor!», lo que fue interpretado por los españoles como la orden de ataque. Esta última parte es poco creíble, pero no así la perplejidad del Inca al escuchar a un indio de Puná aquellas cosas tan extrañas y confusas.

Lo cierto es que en aquellos momentos sonó un tiro de arcabuz y se agitó una toalla blanca en el aire. Eran las señales convenidas para el ataque español. Pizarro se puso la armadura, se disparó la artillería, salieron los jinetes al galope por las calles y atacaron los infantes al batallero grito tradicional de Santiago. Los indios se asustaron, como era de esperar, y Pizarro aprovechó el desconcierto para abrirse camino hacía el Inca, seguido de 25 soldados.

La batalla duró una media hora, que fue lo que tardó en caer el imperio inca. Al día siguiente Atahualpa ofreció a Pizarro un rescate a cambio de su libertad: una habitación llena de oro y dos de plata.[3]El Adelantado de la Nueva Castilla aceptó. Empezó a reunirse el tesoro, recogiendo metales preciosos en todos los templos del imperio.

Una de las relaciones más fidedignas, la de Diego de Trujillo, nos completa el cuadro: “Y entonces con la lengua salió a hablarle Fr. Vicente de Valverde, y procuró darle a entender al efecto qué venía y que por mandado del Papa un hijo que tenía capitán de la cristiandad que era el Emperador Nuestro Señor y hablando con él palabras del santo Evangelio le dijo Atabalipa, quién dice eso, y él respondió Dios lo dice, y Atabalipa dijo cómo lo dice Dios y Fr. Vicente le dijo: «Vélas aquí escritas» y entonces le mostró un Breviario abierto y Atabalipa se lo demandó y le arrojó después que lo vio como un tío de herrón de allí diciendo, Ho Inga, que quiere decir hágase así y el alarido puso gran temor; y entonces se volvió Fr. Vicente y subió a donde estaba el Gobernador, qué hace Vmd. Que Atabalipa está hecho un Lucifer”.[4]

Por su parte, cuenta Francisco de Xerez, testigo presencial al igual que Diego Trujillo, que el Inca, llevado en litera, se presentó en toda su majestad ante un grupo deslucido de unos 170 barbudos españoles. El padre Valverde, dominico, inició su discurso religioso, y presentó al Inca su «breviario», donde estaba escrita la verdad, pero Atahualpa tiró el libro al suelo, despreciativo.

Entonces Pizarro se armó rápidamente de espada y adarga, “entró por medio de los indios, y con mucho ánimo, con solos cuatro hombres que le pudieron seguir, allegó hasta la litera donde Atabalipa estaba, y sin temor le echó mano del brazo, diciendo: «Santiago». Luego soltaron los tiros y tocaron las trompetas, y salió la gente de pie y de caballo... Parece que los indios, espantados por la artillería y los caballos de los españoles «procuraban más huir por salvar las vidas que de hacer guerra», derrumbándose en «poco más de media hora» de combate, el imperio formidable de los Incas.[5]

Valverde se esforzó en obtener la pacífica sumisión de Atahualpa; más tarde, en una historia muy discutida e incluso confusa, instruyó y bautizó al infortunado inca, ciertamente de manera muy superficial.

Fray Buenaventura de Salinas escribe acerca de su misión pastoral: “Pidió licencia Fray Vicente para hablar con Atahualpa y habiéndosela concedido le comenzó a predicar los misterios de la fe: un solo Dios y tres personas, que la segunda se habían hecho hombre y desnudo en una cruz había muerto para redimir el mundo, dejando en su lugar al Papa como a cabeza de la Iglesia; el cual con la potestad que tenia había dado todas las tierras de aqueste nuevo mundo, que él habitaba, al Emperador y rey Católico don Carlos señor nuestro: y que Su Majestad había enviado en su lugar al Gobernador don Francisco Pizarro para que en su lugar tomase la posesión, y él y los suyos recibiesen la fe de Jesucristo por para poderse salvar. Habiendo entendido Atahualpa aquellas cosas por intérprete, respondió que él no conocía a Jesucristo por Dios, porque ¿cómo lo podía ser si había muerto desnudo? Y que solo al Sol a quien llamaban Pachacama, adoraba por Dios y criador de todas las cosas. Y que él no sabía que hubiese en el mundo otro rey ni monarca y que cuando lo hubiese cómo podía el Papa dar sus tierras a otro; y que si las había dado que él no consentía en ello, ni se le daba nada”.[6]

Extravagante teoría según la cual el Paraíso estaba en Iquitos

Conviene recordar que Colón solía leer la Biblia; en voz alta durante las tormentas iba leyendo el prólogo de San Juan en la versión de la Vulgata. Inauguró una serie de escritos que ubicaban el Paraíso en América. En Perú el heterodoxo dominico Francisco de la Cruz, influido por el americanismo lascasiano soñó con trasladar la cristiandad europea a América y en la transformación de Lima en la Nueva Jerusalén-Nueva Roma, donde reinaría como rey-sacerdote, verdadero nuevo David, y de hecho algunos sectores criollos miraban con cierta simpatía aquellas teorías asombrosas.

También inaugura la actitud de asombro que escribían los primeros cronistas andinos y primitivos historiadores. Uno de ellos, F.A. de Montalvo, escribía en «El Sol del Nuevo Mundo» en 1683: “Es tan afortunado por naturaleza este Nuevo Mundo que no tiene cosa mala, porque su cielo es benévolo, su aire apacible, su agua saludable y su tierra fértil... La tierra del Perú es la más rica y feliz que conoce el mundo”.

A tanto llegó aquella idealización que uno de ellos, Antonio de León Pinelo, en su obra «El Paraíso en el Nuevo Mundo», llega a ubicarlo en la tierra peruana, en las inmediaciones de Iquitos, en las márgenes del río Marañón.[7]Interesa subrayar cómo León Pinelo fundamenta todos sus argumentos en la Biblia, concluyendo su trabajo: “Sea, pues, principio de esta materia tan difícil lo que debemos creer y afirmar por infalible, para que cumpliendo lo indubitable y cierto, pasemos a lo dudoso y no sabido... Lo que del Paraíso con la pluma de Moisés nos dejó escrito el Espíritu Santo en el Libro 1º del Sagrado Pentateuco” (Gén 2,8; 3, 6)

Con singular simpatía y gracia lo pondera el agustino Fray Antonio de la Calancha (1584-1654): “Don Cristóbal Colón tuvo por cierto, que en esta tierra estaba el Paraíso como lo alega Gómara y el Padre Martín del Río y el que más lo procura publicar es Antonio de Herrera, cronista del Rey, y no era muy fuera de camino, porque el Paraíso lo sitúan debajo de la tórrida zona Santo Tomás, San Buenaventura, y otros muchos con Durando y Nicolás de Lira... El Padre José de Acosta dice, que ya no que no se debe decir que es el Paraíso este Perú... se puede llamar el huerto de los deleites y otro temperario de los placeres”.[8]

Cronistas e historiadores

Si nos fijamos en un cronista religioso como Antonio de la Calancha, veremos que su «Crónica moralizada del Orden de San Agustín en el Perú» del primer tercio del Siglo XVII, está plagada de textos bíblicos y alusiones a la Sagrada Escritura en asuntos tan diversos como el uso de metáforas en la Biblia, las promesas, la fundamentación bíblica de que “el Nuevo Mundo está habitado antes del diluvio”, o que los habitantes del Nuevo Mundo descienden de Jafet, o del lenguaje empleado en la Biblia como afirma en el sabroso texto siguiente: “y llamándose Rafael, dio a entender que era hijo de hombre y que se llamaba Azarías, y es, que se valió el ángel del lengua de la Sagrada Escritura, que varias veces toma uno el nombre, no de lo que dice la corteza de las letras, sino de lo que encierra la significación del vocablo” (CALANCHA 1981: 2014)

Las viñetas de Felipe Guamán Poma de Ayala acerca de las verdades de la fe en su «Nueva Crónica y Buen gobierno», nos brindan una popular y sintética enseñanza bíblica con cuatro dibujos: La Trinidad, la creación, el nacimiento, la redención.

Como acertadamente refiere el cardenal hondureño Oscar A. Rodríguez Madariaga, “la vida de los pioneros de la fe latinoamericana, que bebieron de las fuentes bíblicas, aseguró que esta semilla no muriera con el correr de los siglos y que se mantuviera encendida a través de la catequesis, las predicaciones, las presentaciones literarias y una cuantiosa presentación bíblica en las obras de arte coloniales”.[9]Hubo órdenes religiosas como los franciscanos que se hicieron camino en su prédica tomando “el Evangelio como la verdadera regla de su orden”.

Instrumentalización de la Biblia para sostener teorías extrañas y absurdas sobre los orígenes de los pobladores del Nuevo Mundo

Una de las polémicas más frecuentes fue la del origen de los nativos del Nuevo Mundo, por la trascendencia acerca de su dignidad y los derechos o deberes de los descubridores y conquistadores para con ellos. Cristóbal Colón, eufórico, basándose en las Profecías, creó una visión que abarcaba el pasado, el presente y el futuro: la Conquista serviría para el rescate de Jerusalén y para el fin de los tiempos.

El 6 de enero de 1503 llegaba el Almirante Colón a Río de Belén en la costa de Veragua. Allí fundó un pueblo en el que se quedaría su hermano Bartolomé, el Adelantado, y otra gente con un barco para crear la factoría, pacificar la región y organizar el rescate. Pero, al poco tiempo, se rebelaron los indios, matando a algunos españoles. Por esta razón Colón decide volverse en abril con todos los supervivientes; los barcos estaban medio podridos. En tal situación habría recibido, según él, una famosa revelación. En la «Carta de Jamaica» o del cuarto viaje, el 7 de julio de 1503 escribe:

Mi hermano y la otra gente toda estaban en un navío que quedó adentro; yo, muy solo, de fuera, en tan brava costa, con fuerte fiebre, en tanta fatiga; la esperanza de escapar era muerta, subía así trabajando lo más alto; llamando a voz temerosa, llorando, y muy aprisa, los maestros de la guerra de vuestras Altezas, a todos cuatro lo vientos, por socorro; mas nunca me respondieron. Cansado, me adormecí gimiendo, una voz muy piadosa oí diciendo: «Oh, estulto y tardo a creer y a servir a tu Dios, Dios de todos». ¿Qué hizo él más por Moisés o por David sus siervos? Desde que naciste, siempre él tuvo de ti muy grande cargo. Cuando te vio en edad de que él fue contento, maravillosamente hizo sonar tu nombre en la tierra. Las Indias, que son parte del mundo, tan ricas, te las dio por tuyas; tú las repartiste adonde te plugo, y te dio poder para ello.

De los atamientos de la mar Océana, que estaban cerrados con cadenas tan fuertes, te dio las llaves; y fuiste obedecido en tantas tierras, y de los cristianos cobraste tan honrada fama. ¿Qué hizo el más alto pueblo de Israel cuando le sacó de Egipto? Tórnate a él, y conoce ya tu yerro; su misericordia es infinita; tu vejez no impedirá a toda cosa grande; muchas heredades tiene él grandísimas. Abraham pasaba de cien años cuando engendró a Isaac, ¿ni Sara era moza? Tú llamas por socorro incierto; responde: ¿quién te ha afligido tanto y tantas veces, Dios o el mundo? Los privilegios y promesas que da Dios no las quebrante, ni dice después de haber recibido el servicio que su intención no era ésta y que se entiende de otra manera, ni de martirios por dar color a la fuerza; él va al pie de la letra; todo lo que él promete cumple con acrecimiento: ¿esto es uso?

Dicho tengo lo que tu Criador ha hecho por ti y hace con todos. Ahora me dio muestra del galardón de estos afanes y peligros que has pasado, sirviendo a otros´. Yo, así amortecido, oí todo, mas no tuve yo respuesta a palabras tan ciertas, salvo llorar por mis yerros. Acabó él de hablar, quienquiera que fuese, diciendo: No temas, confía: todas estas tribulaciones están escritas en piedra mármol, y no sin causa.”

Fray Bartolomé de las Casas insiste en los textos mesiánicos de los evangelios y cómo era necesario eliminar la mentalidad cruel de los conquistadores españoles, siguiendo al Jesús de Nazaret y liberando a los pobladores de la Nueva España. Por su parte, Fray Bernardino de Sahagún interpreta su experiencia pastoral del Nuevo Mundo ayudado por el Libro de la Sabiduría, como una lucha continua entre Dios y el diablo, o como un volver a conquistar al demonio la buena creación de los orígenes.

Diego Andrés Rocha (Oidor), en 1681 escribió «Tratado único y singular del origen de los indios occidentales del Perú, México, Santa Fe y Chile» y se sirvió de la versión de la Biblia Vulgata con 140 referencias al Antiguo Testamento, 27 al Nuevo y 11 a III-IV Esdras para defender la absurda y extraña teoría de que los indios americanos procedían originariamente de los antiguos españoles y que siglos después llegaron al Nuevo Mundo, mezclándose con los indios, hebreos procedentes de las diez tribus perdidas de Israel tras la deportación de Salmanasar, rey de Asiria.[10]

El historiador Juan Luis de León Azcárate concluye en su estudio que esta obra es un ejemplo típico de la exégesis asociativa y en ocasiones alegórica, llevada hasta su extremo con el fin de poner la Biblia al servicio de unos intereses políticos y religiosos determinados, como eran la posesión política y la evangelización de América.

Para justificar rebeliones como la de Túpac Amaru

También hay personajes y movimientos que en momentos de particular agitación y levantamientos políticos insurreccionales, de reivindicaciones y otros semejantes, indígenas apelan a la Biblia o a pasajes de la misma para justificarlos o apoyarlas, lo que demuestra el conocimiento que la población tenía, al menos de la historia sagrada bíblica, como en el caso de Túpac Amaru.[11]

El célebre rebelde de estirpe incaica compara la suerte de los indios con la del pueblo de Israel: “Un humilde joven con el palo y la honda, y un pastor rústico, por providencia divina, libertaron al infeliz pueblo de Israel del poder de Goliat y Faraón: fue la razón porque las lágrimas de estos pobres cautivos dieron tales voces de compasión, pidiendo justicia al cielo, que en cortos años salieron de su martirio y tormento para la tierra de promisión...Mas nosotros, infelices indios, con más suspiros y lágrimas que ellos, en tantos siglos no hemos podido conseguir algún alivio”.

Hay también una alusión a Moisés, Saúl y David y una velada comparación de su persona con los caudillos israelitas: “Y así esperando que otro u otros sacudiesen el yugo de este Faraón, no habiendo salido alguno a la voz y defensa de todo el Reyno...” (Carta al Obispo Moscoso, 3 de enero de 1781).

Presenta la rebelión por él levantada como una causa justa querida por Dios que vela por los maltratados indios y que desenmascara a los corregidores españoles. Casi todos los movimientos de reivindicación social cercanos al cristianismo han recurrido al Antiguo Testamento para buscar en el Éxodo la justificación de una lucha santa para conseguir la libertad del pueblo y crear un reino mesiánico en la tierra. Pueden aducirse otros testimonios como los de Juan Santos Atahualpa, quien se proclama como Apu Inca –entre el Inca redivivo y el Jesús resucitado, o Gabriel Aguilar y Juan Manuel Ubalde, quienes recurren constantemente a la Biblia (Deuteronomio, Job, Juan, Corintios) para su revolución en Cuzco en 1805. Sin entrar en la compleja polémica de la Iglesia popular y la Teología de la Liberación, baste apuntar que también aquí se encuentran exegesis y una persistente hermenéutica bíblica del término «liberación».

NOTAS

  1. Cit. en J.I. SARANYANA, Teología en América Latina, I, Iberoamericana, Vervuet, 1999, p.36.
  2. [Cardenal] ÓSCAR ANDRÉS RODRÍGUEZ MADARIAGA, América tiene hambre de la Palabra de Dios, en L´Osservatore romano, nº 42, 17 de octubre 2008, p.13: Intervención en el Sínodo de los Obispos el 6 de octubre del 2008.
  3. Nota del DHIAL: Para los indígenas en la época prehispánica, la plata era un mineral sin interés pues desconocían su aleación, y en estado puro la plata no tiene ninguna utilidad (ver la voz «Minería»)
  4. RAÚL PORRAS, Una relación inédita de la conquista. La crónica de Diego de Trujillo, Instituto Raúl Porras Barrenechea, UNMSM, Miraflores, 2ª ed. Lima 1970, p.54.
  5. XEREZ, Verdadera relación 112.
  6. Memorial de las Historias del Nuevo Mundo. Pirú, Universidad Nacional de San Marcos. Colección Clásicos Peruanos, Lima 1957, Discurso I, Cap. IV.
  7. 14 ANTONIO DE LEÓN PINELO, El Paraíso en el Nuevo Mundo: comentario apologético, historia natural y peregrina de las Islas Occidentales, islas de Tierra firme (sic) del Mar Océano, Ed. De Raúl Porras Barrenechea, Torres Aguirre, Lima, 1943.
  8. 15 “Crónica moralizada del orden de San Agustín en el Perú”, Cap. I, cit. en Los cronistas de convento. Selección de Pedro M. Benvenuto Murrieta y G. Lohmann Villena, Desclée de Brouwer, París, 1938, pp.40-41.
  9. Ibidem, p.13.
  10. Cf. “Un ejemplo de manipulación política de la Biblia” en Religión y cultura, Revista trimestral de los PP. Agustinos - Provincia de España, Madrid L (2004), 93-118.
  11. Lo ha destacado el P. KEFFREY KLAIBER en su artículo “Religión y justicia en Túpac Amaru” (Allpanchis, Cusco 1982, Vol. XVI, n° 19) 173-186.

BIBLIOGRAFÍA

BENVENUTO MURRIETA Pedro M. y LOHMANN VILLENA G. (recopiladores) Los cronistas de convento. Selección de, Desclée de Brouwer, París, 1938

LEÓN PINELO ANTONIO DE, El Paraíso en el Nuevo Mundo: comentario apologético, historia natural y peregrina de las Islas Occidentales, islas de Tierra firme (sic) del Mar Océano, Ed. De Raúl Porras Barrenechea, Torres Aguirre, Lima, 1943.

PORRAS RAÚL, Una relación inédita de la conquista. La crónica de Diego de Trujillo, Instituto Raúl Porras Barrenechea, UNMSM, Miraflores, 2ª ed. Lima 1970

SARANYANA,J.I. Teología en América Latina, I, Iberoamericana, Vervuet, 1999

VV.AA. Memorial de las Historias del Nuevo Mundo. Pirú, Universidad Nacional de San Marcos. Colección Clásicos Peruanos, Lima 1957

JOSÉ ANTONIO BENITO RODRIGUEZ