BELICE: AFRODESCENDIENTES

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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El primer registro de población negra en Belice se remonta a 1720, con la llegada de los esclavos africanos traídos por los piratas ingleses para trabajar en la explotación del cedro, del palo de campeche y del tinte. Al poco tiempo, los esclavos superaban en número a los ingleses y en 1784 sólo el 10 por ciento del millar de habitantes era de origen europeo, proporción que ha continuado reduciéndose hasta la actualidad, por el mestizaje.


La base étnica se hizo más heterogénea si cabe a comienzos del siglo XIX, con la instalación forzosa en la costa sur del país de otro grupo de ascendencia africana: los garífuna. Este núcleo poblacional desciende de los supervivientes de los naufragios de dos barcos negreros en las costas de la isla de San Vicente (1655 y 1675) y de los esclavos negros fugados de las plantaciones de Barbados. Los africanos convivieron con los indios caribe, se casaron con mujeres indígenas y mezclaron sus costumbres con las de los nativos. Como fruto de esta unión se originó una población nueva, conocida como “garífuna”.


Para entonces, también llegaron a la isla de San Vicente colonos franceses e ingleses. Los garífuna coexistieron pacíficamente con los franceses, a los que apoyaron en una guerra contra los británicos en 1796. Derrotados, fueron expulsados junto con sus aliados hacia Belice, donde los 150 primeros garífuna se instalaron en la localidad de Stann Creek en 1802. Si bien representan el seis por ciento de la población, los garífuna han aportado a la sociedad beliceña una herencia cultural que se manifiesta a través de su lengua, el igñeri, de origen amerindio con influencia africana, francesa, española e inglesa. Lo mismo pasa con el kriol, idioma hablado por los descendientes de los esclavos africanos y europeos nacidos en Belice, que constituyen el 25 por ciento de la población.


La herencia africana en Belice se manifiesta a través de la gastronomía (machuca, tapado, kasave y guifiti), pero sobre todo por su ritmo particular, la punta, cuyo máximo exponente fue Andy Palacio, fallecido en 2008. Además, en 2001 la UNESCO declaró al garífuna Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.


©MUNDO NEGRO Febrero 2011