BARROCO INDIANO

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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BARROCO INDIANO

Su origen: el mestizaje cultural

La arquitectura fue definida por Octavio Paz como “testigo insobornable de la historia” y, en ese sentido, el barroco indiano es testigo insobornable lo mismo del « mestizaje cultural», que de la magnitud de la obra evangelizadora y civilizadora llevada a cabo en la Nueva España? por las órdenes religiosas en los siglos XVI y XVII. “Justino Fernández afirmó que en México todos los caminos conducen a una obra de arte. Efectivamente, por lo que respecta a las obras de arte colonial, se puede decir que aún en los pueblos más pequeños y remotos, casi siempre es posible experimentar una emoción estética: una capilla, un cuadro, una cruz tallada, un retablo, etcétera.” [1]

Con el arribo a Nueva España de los misioneros franciscanos? surgió de manera muy concreta la necesidad de contar con edificios para llevar a cabo las actividades fundamentales que en todo tiempo exige la evangelización: prédica del Evangelio; ceremonias de culto, especialmente la eucaristía; enseñanza de la doctrina y la moral cristianas; atención a las carencias de los indígenas, además de los espacios necesarios para la vida de los mismos misioneros. Dicho de otro modo, era indispensable erigir templos, conventos, escuelas, hospitales, etc. Pero “los frailes eran hombres de acción y no podían esperar pacientemente la llegada de arquitectos para planear y dirigir esas obras (…) No es ilógico pensar, entonces, que los impacientes frailes se echaron a cuestas la tarea de dirigir ellos mismos la construcción de sus edificios.” Los frailes eran muy pocos –inicialmente sólo doce franciscanos- por eso la mano de obra tuvo que ser indígena.

Los indígenas tenían unos métodos y una tradición constructiva, pero éstos eras diferentes de la europea: “El tipo de construcción prehispánica consistía en la acumulación de grandes cantidades de material inerte, que podía ensamblarse, o recibir forma, por artesanos con escasa calificación. Los templos, de estructura muy simple, se levantaban sobre grandes plataformas de sólidos materiales (…) El trabajo especializado en el México prehispánico se empleaba sólo en la decoración de los edificios, con la cual los pintores, canteros, yeseros y talladores de madera enriquecían las superficies.

La estrecha convivencia de los misioneros con los indígenas, basada en la paternal y amorosa solicitud de los frailes, se vio ampliamente reforzada con el trabajo realizado en común para construir los edificios: “Si bien los frailes no fueron arquitectos calificados, irían resolviendo –con paciencia, imaginación y a base de ensayos- las composiciones de las obras que sus feligreses llevarían a la práctica. Este proceso explica el porqué y el cómo de las peculiaridades de ciertas portadas que poseen un desarrollo estructural y decorativo que no coincide con lo existente en la arquitectura española.” El «mestizaje cultural» fue pues resultado lógico del celo de los misioneros por evangelizar a los naturales. Los frailes dieron acceso a los indígenas a las técnicas y estilos arquitectónicos europeos, además de proporcionarles instrumentos de trabajo desconocidos en la época prehispánica como cinceles, martillos y sierras de acero.

Este «mestizaje» tuvo lugar en todas las disciplinas que intervienen en la construcciones de los edificios: estructura, arquitectura, escultura, pintura, etc. “Los indios, como buenos escultores, tallaron los diseños que se les entregaron, pero es indudable que no fueron ellos quienes los elaboraron, puesto que carecían de los modelos ornamentales y tampoco tenían fácil acceso a los libros en que existían tales ejemplos. Pero si se piensa que hubo una cooperación íntima entre frailes y feligreses, los problemas se aclaran un poco más.” Los indígenas se occidentalizaron, porque primero los frailes se indianizaron; el resultado fue una nueva cultura manifestada, entre otras cosas, en el barroco.

Preeminencia del barroco

Los estilos artísticos que en el siglo XVI fueron introducidos en América por los frailes y artistas que posteriormente les siguieron fueron el Románico, el plateresco, el gótico, el manierista y el mudéjar; pero el más utilizado fue el barroco. Se denomina de estilo barroco a una obra formada por una gran cantidad de detalles, y por ello algunos lo consideran “recargado” y “desmesurado”. Sin embargo en la práctica este estilo fue el más utilizado porque coincidía mejor con la mentalidad indígena que de algún modo exigía muchos detalles; y también con la necesidad de explicar gráficamente la multitud de detalles de la fe cristiana.

Pero el barroco que se desarrolló en la Nueva España – al igual que en Perú y otras regiones de la América española- fue distinto del barroco español porque sus realizadores fueron artistas con una sensibilidad distinta. Para finales del siglo XVI y principios del XVII los artistas eran ya también mestizos y criollos, pero ellos estaban fuertemente influenciados por la visión artística de los indígenas; por ello sus obras continuaron siendo distintas del barroco español. “El gusto criollo, con evidentes deseos de diferenciación, desarrolló en la práctica de la arquitectura nuevas directrices barrocas que no tienen equivalente en España, aunque sus formas básicas hayan sido trasplantadas de allá. Pueden mencionarse varias escuelas regionales: la talaveresca de Puebla; la de ladrillo y argamasa blanca de Tlaxcala; la de cantera verde de Oaxaca, etc. En cada escuela existió una tradición local en cuanto a la selección de materiales y de elementos estructurales, pero sobre todo es en la ornamentación arquitectó nica en donde reside la mayor diferenciación y carácter del barroco mexicano.”

Ciertamente es en la ornamentación arquitectónica donde el barroco se manifiesta con mayor proliferación y fuerza, pero no es su único ámbito; también lo son la pintura y la literatura. En esta última encontramos obras tan significativas como la de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, Sor Juana Inés de la Cruz y Carlos de Sigüenza y Góngora; en pintura encontramos las obras de Juan Gerson, Miguel Cabrera, Juan Correa, Cristóbal de Villalpando y José de Ibarra. Todos estos artistas novohispanos fueron eminentemente barrocos.

Notas

  1. Vargas Lugo Elisa. Introducción al arte colonial. VV.AA. El Arte Mexicano, Tomo 5. Ed. SEP-Salvat, Segunda edición, 1986, p. 610

Bibliografía

El Arte Mexicano, Tomo 5. Ed. SEP-Salvat, Segunda edición, 1986

Kubler George. Arquitectura mexicana del siglo XVI. Ed. Fondo de Cultura Económica. México, 1984


JUAN LOUVIER CALDERÓN