ARQUIDIÓCESIS DE MONTEVIDEO

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Historia

La Iglesia tuvo una presencia activa en el territorio que en la actualidad es el Uruguay desde un siglo antes de la fundación de Montevideo (1724-1730); en particular, lo hizo a través de las misiones que los franciscanos dirigieron desde 1625. En el siglo XVI este territorio, conocido con el nombre de «Banda Oriental», dependía de las autoridades establecidas en el distante virreinato del Perú, hasta la creación del obispado de Asunción (Paraguay) en 1547; más adelante pasó a integrar la diócesis de Buenos Aires creada en 1620, situación que permaneció inalterada hasta fines del siglo XIX.


Antecedentes.


Las primeras tentativas de erigir un obispado en Montevideo datan de finales del periodo colonial. En febrero de 1809 el Síndico Procurador del Cabildo de Montevideo, Bernardo Suárez, escribía a la Junta de Gobierno de España pidiendo la remoción del Obispo de Buenos Aires, Mons. Benito Lué y Riega, en razón del malestar ocasionado tras su visita pastoral del año 1804, y solicitaba además «que se dignase dividir en dos, el Obispado de Buenos Aires, estableciendo uno en la parte Occidental, y otro en la parte Oriental, teniendo el Río Uruguay por límite y división de los dos Obispados, en vista de que los diezmos de esta Banda eran suficientes para que en esta ciudad (Montevideo) tuviese su Silla el nuevo Obispo, sin gravar en nada á la Real Hacienda».[1]

La solicitud, que no tuvo mayores repercusiones en aquel momento, volvió a reiterarse en abril del año siguiente cuando los cabildantes de Montevideo se sirvieron de la visita de Mons. Rafael Andreu y Guerrero, obispo auxiliar de Charcas, Chile, Arequipa y Córdoba del Tucumán, para insistir en la independencia eclesiástica de Buenos Aires. Mons. Andreu y Guerrero recomendó a Pedro Garibay, agente de negocios de Indias, para efectuar el trámite del expediente en España. La solicitud, que llegó a tratarse en la metrópoli, se vio interrumpida con el estallido revolucionario en el Río de la Plata.

Con la gesta independentista la mayoría de los sacerdotes de la Banda Oriental se volcaron a las filas revolucionarias. A la muerte del último Cura Rector y Vicario de Montevideo designado por las autoridades españoles, el Pbro. Juan José Ortiz, el gobernador de la diócesis porteña José León Planchón, designó al presbítero Dámaso Antonio Larrañaga para desempeñar aquellos interinamente en abril de 1815. Por solicitud del caudillo oriental D. José Artigas, Planchón concedió mayores facultades a Larrañaga, según decreto del 20 de julio de 1815.

Durante la invasión portuguesa y la agonía del proyecto artiguista, el gobierno eclesiástico recayó en Larrañaga y en el Pro. Tomás Xavier Gomensoro, delegado eclesiástico por decisión de Buenos Aires en 1817. La situación continuó sin cambios hasta 1820 cuando, tras la pacificación de la campaña, Larrañaga volvió a reunir en su persona el mando de la jurisdicción eclesiástica de toda la Provincia Oriental, por disposición del provisor de la diócesis Juan Dámaso de Fonseca.

En 1821 el Congreso Cisplatino votó la incorporación de la provincia al Imperio de Portugal, Brasil y Algarve, pero las tentativas de elevar a Montevideo a sede episcopal no cesaron. Una nueva oportunidad surgió con la visita del delegado pontificio Mons. Juan Muzi, Arzobispo de Filipos in partibus infidelium. Lo acompañaban el joven canónigo Juan María Mastai Ferretti -futuro Pío IX- y el abate José Sallusti. En su viaje de retorno a Roma, tras el fracaso de sus visitas a Chile y Argentina, Muzi permaneció en Montevideo durante los meses de diciembre de 1824 a febrero de 1825. Fue entonces que recibió de parte del Cabildo de Montevideo la solicitud de que se designase obispo para la ciudad. Muzi, quien carecía de tales potestades, se comprometió sin embargo a transmitir la petición al Papa. Entretanto, en 1826, confirmó a Larrañaga las facultades que le habían sido delegadas.

Constituido el Uruguay en república independiente, se hizo cada vez más necesaria la consecución de una diócesis propia, tornándose desde ese momento el tema en asunto de dignidad nacional. El 17 de julio de 1830, contando con la previa actividad desplegada por Nicolás Herrera ante el Nuncio en Río de Janeiro Mons. Ostini, la Asamblea General Constituyente y Legislativa decretó -sin éxito- la gestión de una nueva solicitud para el establecimiento del obispado de Montevideo, que se colocó bajo responsabilidad del Poder Ejecutivo nacional.

No hubo entonces obispado, pero se avanzó en la independencia eclesiástica cuando el nuevo nuncio en Río de Janeiro, Mons. Escipión Domingo Fabbrini, confirmó en enero de 1833 a Larrañaga en las facultades concedidas por Mons. Muzi tiempo atrás. Y el 20 de marzo le notificó que Gregorio XVI, por Breve fechado el 14 de agosto de 1832, le había nombrado «Vicario Apostólico sin carácter episcopal, con todos los derechos y facultades que son propias de los Vicarios capitulares, Sede vacante […] en aquella parte de la Diócesis de Buenos Aires que en lo civil depende de Montevideo o República de Uruguay».[2]

En el espacio de casi medio siglo transcurrido entre la creación del Vicariato Apostólico y la erección de la Diócesis de Montevideo, continuaron insistentemente los esfuerzos del gobierno nacional y la autoridad eclesiástica del país, para alcanzar un acuerdo con la Santa Sede que permitiera desvincular al territorio uruguayo de la diócesis bonaerense. Algunas de las instancias más significativas de ese desarrollo fueron:

a) En 1847, con el país enfrentado en una guerra civil, el usurpador gobierno de la Defensa facultó a Francisco Magariños en carácter de ministro plenipotenciario, para llegar a la firma de un concordato con Roma. La misión fracasó por vicisitudes de ese gobierno;

b) A la muerte del Pbro. Larrañaga en 1848, la Santa Sede designó nuevo vicario en la persona del Pbro. Lorenzo Fernández. La acción de la Iglesia entorpecida por la división del país se prolongó hasta 1851; en ese año, en el que se firmó la paz entre los contendientes, el delegado apostólico Ludovico María de Besi, reconoció únicamente al Pbro. Fernández como Vicario Apostólico pero, al mismo tiempo, designó al Pbro. Rivero como Vicario Apostólico para la campaña;

c) En 1848, por iniciativa del Papa Pío IX, el Poder Ejecutivo de la Defensa reconoció a Salvador Ximénez como Cónsul Pontificio en el Uruguay. Un año más tarde, Manuel Herrera y Obes acredita a Andrés Lamas, representante del gobierno de la Defensa en Río de Janeiro, con el propósito de que pueda negociar la separación jurídica de la Iglesia oriental de la bonaerense;

d) Durante el gobierno provisorio de Venancio Flores (1854), se designó a Salvador Ximénez como agente confidencial ante la Santa Sede, con vistas a obtener un acuerdo en la designación del nuevo Vicario Apostólico, luego del fallecimiento del Pbro. Lorenzo Fernández. Se preveía también que el nuevo Vicario fuese consagrado obispo in partibus infidelium. El Papa Pío IX nombró al Pbro. José Benito Lamas Vicario Apostólico del Uruguay, pero las gestiones por consagrar a Lamas obispo in partibus se vieron truncadas con su muerte repentina a causa de la epidemia de fiebre amarilla que azotó Montevideo en 1857;

e) En 1859, el Siervo de Dios, Jacinto Vera, párroco de Guadalupe de los Canelones, fue designado Vicario Apostólico. En un informe dirigido al delegado Apostólico Mons. Marino Marini, hablando de la situación del Vicariato, señalaba Vera que la erección de la diócesis «la considero no sólo de conveniencia importante, sino aún de necesidad social, moral, religiosa y política»;

f) En 1864, el presidente interino Atanasio Aguirre dirigió al Santo Padre una nueva solicitud para constituir el obispado. Pío IX, solícito al pedido, puso como condición al gobierno la obligación de sustentar el obispado con su cabildo y el seminario. No obstante, el 22 de septiembre de ese mismo año designó al Pbro. Jacinto Vera obispo de Megara in partibus;

g) En 1874 el Senado aprobó un nuevo proyecto autorizando al Poder Ejecutivo a tramitar ante la Santa Sede la creación del obispado de Montevideo.


Creación de la diócesis.

Varias razones habían puesto en entredicho la posibilidad de erigir una diócesis en el país. Dentro de las principales, sin duda figuraba la escasez de sacerdotes -problema crónico de la Iglesia en el Uruguay- y, en evidente relación, la ausencia de seminario. Las magras finanzas del Estado constituían también otro motivo para poner límite a los proyectos de creación de la diócesis.

En 1876 asume como Gobernador Provisorio el Coronel Lorenzo Latorre. Interesándose personalmente en concretar las aspiraciones de independencia eclesiástica, envió en 1878 al vicario general Inocencio María Yéreguy como Ministro Plenipotenciario para gestionar ante Roma la creación de la diócesis. La misión fue coronada por el éxito. León XIII erigió el nuevo obispado por bula fechada el 13 de julio de 1878. Por petición del gobierno, la diócesis de Montevideo –con jurisdicción sobre todo el territorio uruguayo- era constituida independientemente del arzobispado de Buenos Aires. Mons. Jacinto Vera fue nombrado primer obispo de Montevideo. El gobierno dio el pase a las bulas y breves -según el pretendido derecho de Patronato- el 31 de diciembre de 1878. El 12 de enero de 1879, Mons. Vera fue consagrado por el Arzobispo de Buenos Aires Mons. León Federico Aneiros.

La creación de la diócesis de Montevideo fue resultado de la suma del interés del gobierno y de la propia Iglesia en el Uruguay, pero no hubiera sido posible en aquel tiempo –como ha observado Villegas- si no se hubiese contado con la benevolencia de León XIII, quien con esa decisión «fundaba una silla episcopal donde se disponía de escaso clero; se carecía de seminario para formarlo; y de concordato en la regulación de las relación entre Iglesia y Estado».[3]


Creación del Arzobispado.


La década de 1880 se presenta como un periodo de gran conflictividad para la Iglesia, que debe hacer frente a la amenaza laicista del gobierno militarista de Máximo Santos, y al continuo choque con las corrientes racionalistas y positivistas. El sucesor de Mons. Vera fue Inocencio María Yéregui (1881-1890), y a éste le sucedió su condiscípulo en el Colegio Pío Latinoamericano de Roma, Mons. Mariano Soler (1891-1908). Soler, mente brillante de la cultura católica, había exhibido su celo por elevar a la dignidad de arzobispado a la Iglesia nacional ya desde los tiempos de Mons. Vera.

Pero fue el laicado el que tomó la iniciativa a través del Directorio de la Unión Católica, cuando en carta fechada el 15 de junio de 1893, se dirigió a León XIII por medio de su Secretario de Estado, el cardenal Rampolla, para pedirle «como gracia especial» se dignara en «promover á Mons. Soler á la dignidad Arzobispal con el nombramiento de titular». Rampolla respondió que «el Santo Padre de buen grado estaría dispuesto a elevarla [a la sede episcopal] a Metropolitana, siempre que el Gobierno haga los trámites necesarios para la erección de al menos una Diócesis Sufragánea a la misma».[4]

Pocos años más tarde, gracias a las cordiales relaciones entre Monseñor Soler y el Presidente de la República Idiarte Borda, éste presentó a las Cámaras un proyecto de creación del Arzobispado y dos diócesis sufragáneas. Aprobado el 2 de febrero de 1897, se acreditó a Juan Zorrilla de San Martín para realizar ante la Santa Sede los trámites correspondientes. La exitosa misión determinó que el 19 de abril Mons. Soler, que se encontraba en esos momentos en Roma, fuese preconizado Arzobispo de Montevideo.

Del 14 de abril de 1897 data la bula por la cual León XIII dispuso la elevación de la sede de Montevideo a metropolitana, junto a la creación de dos nuevas diócesis (Salto y Melo). Sin embargo, el asesinato de Borda y el consecuente ascenso al poder de Lindolfo Cuestas, dio al nuevo gobierno anticlerical oportunidad para obstaculizar el nombramiento de los obispos sufragáneos. Las sedes episcopales permanecerían vacantes hasta 1919. Una vez consagrada la separación constitucional entre Iglesia y Estado, la provincia eclesiástica pudo organizarse con libertad y sin oficiosidad alguna del gobierno. Benedicto XV designó en 1919 a Francisco Aragone segundo Arzobispo de Montevideo, y a Tomás Camacho y José Semería, obispos de Salto y Melo, respectivamente.

Instituciones

Cabildo Eclesiástico.

Según la bula de León XIII el cabildo catedralicio se integraría con cuatro dignidades (deán, arcediano, chantre y tesorero), seis prebendados y dos canónigos no prebendados. El acta de erección y constitución del primer Cabildo Eclesiástico Metropolitano de Montevideo es del 13 de julio de 1922.

Monasterios.

En el territorio de la diócesis se halla el monasterio de Nuestra Señora de la Esperanza y el Silencio (Carmelitas Descalzas).

Santuarios.

Los más importantes son el Santuario Nacional de la Gruta de Lourdes, y el Santuario Nacional del Sagrado Corazón de Jesús en el Cerrito de la Victoria. Otros: Santuario de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa; Nuestra Señora del Rosario de Pompeya; Santuario Nacional María Auxiliadora; Santuario Diocesano de Santa Rita; Santuario de la Virgen de la Merced y San Judas Tadeo; Santuario Nacional de Nuestra Señora del Sagrado Corazón; Santuario Eucarístico Nacional; Santuario del Señor de la Paciencia; Santuario del Señor Resucitado; Santuario de la Beata Francisca Rubatto.

Universidades.

La Universidad Católica del Uruguay Dámaso Antonio Larrañaga (UCUDAL), obra de la Conferencia Episcopal Uruguaya y confiada a la Compañía de Jesús, fue inaugurada en 1985, constituyéndose en la primera universidad privada del país. La Facultad de Teología del Uruguay Monseñor Mariano Soler fue erigida canónicamente en el año 2000, por decreto de la Congregación para la Educación Católica.

Seminarios.

El Seminario Conciliar abrió sus puertas en 1880, cuando ingresaron los doce primeros seminaristas, permaneciendo hasta 1922. En 1933 se inauguró el Seminario Mayor Interdiocesano y Menor Cristo Rey de Montevideo. Actualmente funciona también el Seminario Arquidiocesano Redemptoris Mater (Camino Neocatecumenal).

Archivos.

Diocesano, con documentación a partir del siglo XVIII, con dos fondos documentales, uno con documentación colonial (hasta 1830), el otro, histórico de la Curia Eclesiástica (hasta 1966). Se dispone de fondos en custodia (cerrados) de organizaciones católicas inexistentes en la actualidad.

Boletín Oficial Eclesiástico.

Actualmente no se publica un boletín eclesiástico, existe un quincenario arquidiocesano.

Geografía diocesana

La extensión de la diócesis comprende el departamento de Montevideo, con un territorio de 530 km2. El número de files es de 875.000. Hay 240 sacerdotes; Prelatura del Opus Dei 12; 63 religiosos y 230 religiosas. Existen 84 parroquias erigidas en el territorio diocesano.

Situación actual (2015)

ÓRDENES Y CONGREGACIONES RELIGIOSAS

Religiosos. Institutos de vida consagrada.

Agustinos (OSA); Capuchinos (OFM Cap.) Orden Frailes Menores Capuchinos; Carmelitas (OCD) Orden Carmelitas Descalzos; Claretianos (CMF) Misiones Hijos del Inmaculado Corazón de María; Jesuitas (SJ) Compañía de Jesús; Conventuales (OFM Conv.) Orden Frailes Menores Conventuales; Dehonianos (SCJ) Sacerdotes del Sagrado Corazón; Divina Providencia (FDP) Pequeña Obra de la Divina Providencia. Hijos de Don Orione; Dominicos (OP) Orden de Predicadores; Oblatos de San Francisco de Sales (OSFS); Oblatos de María Inmaculada (OMI); Palotinos (SAC) Sociedad del Apostolado Católico; Pasionistas (CP) Misioneros Pasionistas; Pobres Siervos de la Divina Providencia (PSDP); Salesianos de Don Bosco (SDB) Sociedad de San Francisco de Sales; Scalabrinianos (CS) Misioneros de San Carlos Borromeo; Sociedad de Cristo (C.S.); Vascos (SCJ) Sagrado Corazón de Betharram (Betharramitas o Bayoneses);

Institutos Laicales Masculinos.

Hermanos de la Instrucción Cristiana de Ploërmel (La Mennais); Hermanos Maristas; Hermanos de Nuestra Señora de la Misericordia (Misericordistas); Hermanos de la Sagrada Familia de Belley; Hermanos del Sagrado Corazón.

Religiosas.

Adoratrices del Santísimo Sacramento; Capuchinas de la Madre Rubatto; Carmelitas de la Caridad-Vedruna; Carmelitas Misioneras Teresianas; Compañía de Santa Teresa de Jesús-Teresas; Congregación de Religiosas de San José; Dominicas de la Anunciata; Dominicas de Santa Catalina de Siena; Educacionistas Franciscanas de Cristo Rey; Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús; Franciscanas Misioneras de la Natividad de Nuestra Señora; Franciscanas Misioneras de María; Hermanas de la Caridad Cristiana-Alemanas; Hermanas de la Inmaculada Concepción-Azules; Hermanas de la Presentación de la Virgen María de Granada; Hermanas de la Providencia; Hermanas de la Sagrada Familia de Bérgamo; Hermanitas de la Asunción; Hijas de la Divina Pastora; Hijas de María Auxiliadora; Nuestra Señora de la Misericordia; Hijas de San José; Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús; Misioneras Catequistas de Jesús Redentor; Misioneras de la Caridad de Calcuta; Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús y María; Misioneras de San Pedro Claver; Misioneras Franciscanas del Verbo Encarnado; Oblatas del Santísimo Redentor; Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad-Don Orione; Perpetuo Socorro-Instituto Hermanas Nuestra Señora del Perpetuo Socorro; Pobres Bonaerenses de San José; Religiosas de María Inmaculada; Siervas de María; Siervas de María de Anglet; Sociedad del Sagrado Corazón; Trinitarias; Vicentinas-Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.

Seminaristas.

El número de seminaristas a la fecha en Montevideo es de 27.

Institutos seculares y de vida apostólica.

Cooperadoras Oblatas Misioneras de la Inmaculada (C.O.M.I.); Hijas de la Natividad de María (Banneux); Instituto Secular Filiación Cordimariana; Instituto Secular Hermanas de María de Schoenstatt; Fraternidad Contemplativa María de Nazareth; Sociedad del Magisterio y del Apostolado Parroquial; Voluntarias de Don Bosco.

Asociaciones de fieles.

Institución Teresiana; Prelatura del Opus Dei

Colegios.

Colegio Cristo Divino Obrero (Dehonianos); Colegio Divina Providencia (Hnas. del Perpetuo Socorro); Colegio Divina Providencia (Salesianos); Colegio Domingo Savio (Salesianos); Colegio Elisa Q. de Mailhos (Dominicas de Santa Catalina de Siena); Colegio Federico Ozanam (Hnas. de la Presentación de la Virgen María de Granada); Colegio Madre Paulina (Alemanas); Colegio María Inmaculada (Dominicas de Santa Catalina de Siena); Colegio Monseñor José Benito Lamas; Colegio Monseñor Ricardo Isasa; Colegio Nazareth; Colegio Nuestra Señora del Carmen (Hijas de San José); Colegio Nuestra Señora de Luján (Hijas de María Auxiliadora); Colegio Nuestra Señora de Montserrat (Teresas); Colegio Obra Banneux (Hijas de la Natividad de María); Colegio Rosa Mística (Hermanas de la Providencia); Colegio Sagrada Familia (Ursulinas); Colegio Sagrado Corazón; Colegio San Cayetano; Colegio San José (Oblatos de María Inmaculada); Colegio San José (Hijas de María Auxiliadora); Colegio San José (Hijas de María Auxiliadora); Colegio San José (Virgen Niña); Colegio San José y Leopoldo Gianelli; Colegio San Luis (Hermanas del Huerto); Colegio San Miguel Arcángel; Colegio Santa Bernardita (Dehonianos); Colegio Santa Clara (Congregación de las Religiosas de San José); Colegio Santa María de la Ayuda; Colegio Santa Teresita del Niño Jesús; Colegio Santo Tomás; Colegio y Liceo Beata Imelda (Dominicas de la Anunciata); Colegio y Liceo Clara Jackson de Heber (Dominicas de la Anunciata); Colegio y Liceo Divina Pastora (Hijas de la Divina Pastora); Colegio y Liceo Don Orione; Colegio y Liceo El Carmen (Carmelitas Misioneras Teresianas); Colegio y Liceo Inmaculada Concepción (Alemanas); Colegio y Liceo Inmaculada Concepción (Vascos); Colegio y Liceo Inmaculado Corazón de María (Adoratrices del Santísimo Sacramento); Colegio y Liceo Inmaculado Corazón de María (Educ. Franciscanas de Cristo Rey); Colegio Jesús María; Colegio y Liceo La Mennais (Hnos. de la Instrucción Cristiana); Colegio y Liceo Mariano (Oblatos de San Francisco de Sales); Colegio y Liceo María Reina (Carmelitas Misioneras Teresianas); Colegio y Liceo Notre Dame (Azules); Colegio y Liceo Nuestra Señora de Fátima (Claretianos); Colegio y Liceo Nuestra Señora de la Misericordia (Misericordistas); Colegio y Liceo Nuestra Señora del Huerto (Hermanas del Huerto); Colegio y Liceo Nuestra Señora del Líbano (Maronitas); Colegio y Liceo Nuestra Señora de Lourdes (Capuchinas de la Madre Rubatto); Colegio Nuestra Señora del Perpetuo Socorro - Liceo Madre Ana (Hnas. del Perpetuo Socorro); Colegio y Liceo Palotti (Palotinos); Colegio y Liceo Pedro Poveda (Institución Teresiana); Colegio y Liceo Pio IX (Salesianos); Colegio y Liceo Regina Martyrum; Colegio y Liceo Sagrada Familia (Hnos. de la Sagrada Familia de Belley); Colegio y Liceo Sagrado Corazón (Jesuitas); Colegio y Liceo Sagrado Corazón (Hnos. del Sagrado Corazón); Colegio Sagrado Corazón – Liceo Vedruna (Carmelitas de la Caridad); Colegio y Liceo San Francisco de Asís Colegio y Liceo San Francisco de Sales (Maturana) (Salesianos); Colegio y Liceo San José de la Misericordia (Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia); Colegio y Liceo San José de la Providencia (Capuchinas de la Madre Rubatto); Colegio y Liceo San Juan Bautista (Hnos. de la Sagrada Familia de Belley); Colegio Santa Elena - Liceo Monseñor Luquese; Colegio y Liceo Santa Luisa de Marillac (Vicentinas); Colegio y Liceo Santa María (Maristas); Colegio y Liceo Santa Rita (Agustinos); Colegio y Liceo Santa Teresa de Jesús (Teresas); Colegio y Liceo Santo Domingo (Dominicas de Santa Catalina de Siena); Colegio y Liceo Stella Maris (Christian Brothers); Colegio y Liceo Zorrilla de San Martín (Maristas); Instituto Juan XXIII (Salesianos); Instituto María Auxiliadora (Hijas de María Auxiliadora); Liceo Dr. Andrés Pastorino (Hijas de María Auxiliadora); Liceo Jubilar Juan Pablo II.

Episcopologio

Obispado:

1º) Mons. Jacinto Vera y Durán (1878-1881); 2º) Mons. Inocencia María Yéreguy (1881-1890); 3º) Mons. Mariano Soler (1891-1897);

Arzobispado metropolitano:

1º) Mons. Mariano Soler (1897-1908); Administrador Apostólico: Mons. Ricardo Isasa (1908-1918); Visitador Apostólico: José Johannemann (1918-1919); 2º) Mons. Juan Francisco Aragone (1919-1940); 3º) Mons. Antonio María Barbieri (1940-1976. Cardenal desde 1958); Administrador Apostólico Sede Plena: Mons. Antonio Corso (1964-1966); Arzobispo Coadjuntor y Administrador Apostólico Sede Plena: Mons. Carlos Partelli (1966-1976); 4º) Mons. Carlos Partelli (1976-1985); 5º) Mons. José Gottardi (1985-1998); 6º) Mons. Nicolás Cotugno (1998).

NOTAS

  1. cit. en De María, 103
  2. cit. en Arteaga 1987, 24
  3. Villegas 1978, 264
  4. cit. en Gaudiano, p. 94, 93 y 91

BIBLIOGRAFÍA

Arquidiócesis de Montevideo. http://www.arquidiocesis.net/(consulta 30.5.2012);

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BAZZANO, Daniel et al, Breve visión de la historia de la Iglesia en el Uruguay, Obsur, Montevideo 1993.

DE-MARÍA, Isidoro, Montevideo antiguo: tradiciones y recuerdos, t. I, El Siglo Ilustrado, Montevideo, 1888.

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METHOL, Alberto, Las corrientes religiosas, en Nuestra tierra, Nº. 35, Montevideo 1969.

MAGARIÑOS DE MELLO, Mateo J., El Gobierno del Cerrito, t. II, vol. 1, El Siglo Ilustrado, Montevideo 1954.

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SALABERRY, Juan, Diplomacia pontifica en el Uruguay. 1826-1852, en Razón y Fe, Madrid, 1935.

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VILLEGAS, Juan, La erección de la diócesis de Montevideo. 13 de julio de 1878, en AA.VV., La Iglesia en el Uruguay, Cuadernos del ITU Nº. 4, Montevideo, 1978.

VIOLA, Mons. Alfredo, La Iglesia Católica en el Uruguay, en AA.VV., La Iglesia en el Uruguay, Cuadernos del ITU Nº. 4, Montevideo, 1978.


FERNANDO AGUERRE