AGUSTINOS EN LA EVANGELIZACIÓN DEL PERÚ; Doctrinas en el siglo XVI
Sumario
PRÓLOGO
La tarea evangelizadora de los agustinos en la segunda mitad del siglo XVI, resulta casi increíble dadas las dificultades geográficas, étnicas y lingüísticas en que la desarrollaron. Montañas y ríos desafiantes (vadeándolos murieron en ellos algunos doctrineros y algún provincial); las dificultades de ayudas impresas como catecismos, gramáticas, etc.; las comprensibles hostilidades entre los indígenas hacia los misioneros, de la misma raza que el conquistador; el ejemplo de los encomenderos, ávidos de oro; los altivos soldados, por una parte apoyo y, por otra, contradicción a los ideales evangélicos.
El Papa León X, por Bula del 25 de abril de 1521,[1]concedía a los religiosos-doctrineros amplias facultades para confirmar, dispensar impedimentos, conmutar votos, etc. Pero el Concilio Tridentino quitó a los religiosos el derecho a los curatos, en una marcha imparable de su necesidad, ante las conquistas luso-españolas.
Pío V, a instancia de los reyes, autorizó en 1562 a los religiosos el ejercer curatos; de esta manera podrían doctrinar en las zonas rurales, obteniéndose así progresos en la fe, gracias a los dominicos, franciscanos, mercedarios y agustinos. A los pocos días de su llegada al Perú, los agustinos ya se hacían presentes con las doctrinas de Huamachuco, Huarochirí y Pachacámac. Los que fueron a Huarochirí, debieron replegarse pronto, por las guerras civiles atizadas en la zona por Hernández Girón.[2]
En cada doctrina, el pueblo que ejercía de cabecera tenía varios anexos. Cuando se habla de valles o provincias se supone que la tarea se extendía a todos los pueblos asentados en ellos. El trabajo de los doctrineros en sierra y costa era más práctico, cuando se usaban las estructuras que se habían impuesto en el gobierno incaico. En el siglo XVII se incursionó en las misiones de selva, con menos éxito que los doctrineros del siglo XVI, pero en ambas acciones el trabajo fue arduo y admirable.
El P. Luis López Solís dirigió a Felipe II una carta con fecha del 15 de Abril de 1572, en la que narra lo que hacían los agustinos en este virreinato. Su mini estadística nos dice que los agustinos eran 90: que de ellos, 30 eran estudiantes y, de los 60 restantes, 40 estaban en trabajos de avanzada.[3]
El modelo de la doctrina de Huamachuco se extendió a otras doctrinas: a) Mañana y tarde se les decía la doctrina cristiana y la daban a entender, instruyéndoles en la ley de Dios y en toda cristiana urbanidad, asemejándoles en el trato, a los modos españoles, pero en cosas y casos que no dañasen a su propia naturaleza. b) Los agustinos dieron gran importancia a la enseñanza en lengua materna de los indios. Les ponían escuelas donde aprender a leer, escribir y contar. c) Les hacían aprender oficios y artes políticas, capacitándoles más para que medrasen en sus caudales, con trabajos honestos: pintores, carpinteros, sastres, plateros. d) Así aprendieron a dormir en barbacoas (parrillas) y no en el suelo; a cubrir sus carnes, por razón de cobijo y de modestia; a criar ganado y hacer producir las estancias; a no salir del pueblo sin permiso del doctrinero, para evitar las prácticas idolátricas; a tener y compartir médicos itinerantes.
DOCTRINAS EN EL SECTOR DE LA SIERRA NORTE DEL PERÚ
1) Doctrina de Huamachuco
Entró en ella el P. Juan Ramírez en los primeros días de junio de 1551. La formaban 22 pueblos y numerosos anexos. Los principales pueblos eran: San Agustín de Huamachuco, San Nicolás de Tolentino de Cajabamba –que fue curato de los agustinos hasta 1779-, Santiago de Chuco, Otuzco, Sinsicap. En los cinco pueblos había convento.
Pero además son dignos de enumerar: San Pedro de Usquil, Lucma (Norte), Simbal y Cajabamba. Los curatos de Simbal y Cajabamba duraron en la Orden hasta fines del siglo XVIII. El Obraje de Chusgón con conventillo para residir, produjo bienes que, hasta 1779, contribuían a financiar el sustento del Convento Grande de Lima.
El P. Antonio Lozano, de los primeros 12 que llegaron al Perú, docto en ciencias eclesiásticas, doctrinó en Huamachuco, Cotabambas, Omasuyos y Tapacari. Consumido en ansias, antes del primer destino, solía decir: “Cada día que se dilata mi entrada entre los indios, es un plazo penoso y, hasta verme en su conversión, no estoy a gusto.” Tampoco estaba a gusto, cuando retornando a uno de esos cuatro lugares, en 1560, decía que el diablo le arrebataba los frutos de su trabajo. “En una hora, con amenazas y miedos destruían lo que en un año sembraba con su sudor y ansias, el sacramento de la confesión (que es el que menos se ha recibido entre los indios —se supone de los de la iniciación cristiana— porque los demás, si se confiesan, ocultan las culpas que acriminan los predicadores y castigan los justicias); al fin ellos no han entrado con amor en este Sacramento. En esto cargaba el P. Antonio su trabajo y con diligencias y dulzuras, solicitaba enamorarlos a este Sacramento.”[4]
2) Doctrina de Chachapoyas
También entró como pionero el P. Juan Ramírez en 1554, pues el 2° Capítulo Provincial la había aceptado. Además de Chachapoyas, tenía otros dos pueblos importantes: Laymebamba y Moyobamba. El terreno es cordillerano y de ceja de selva. Moyobamba era el centro de los doctrineros, tenía un conventillo y lo había fundado el P. Ramírez.
La Provincia siguió su consejo de dejar esta doctrina en 1567 para que los frailes no se ofuscaran, ni por la riqueza aparente de las minas, ni por la belleza de las chachapoyanas, “las más hermosas mujeres del reino”.[5]Yendo a dar cumplimiento al decreto capitular que dictaminó su abandono, el P. Provincial Ortega falleció en forma trágica, cumpliendo dicho acuerdo el P. Juan de San Pedro.
3) Doctrina de Conchucos
Esta región de las estribaciones orientales de la cordillera blanca, del departamento de Ancash, fue doctrinada por los agustinos entre 1559 y 1584. Los pueblos principales eran: San Juan de Pallasca, donde doctrinó el P. Juan de Pineda; Santo Domingo de Taúca, donde evangelizó el P. Marcos Pérez; San Pedro de Piscobamba, en donde trasmitieron la fe los PP. Miguel Carmona y el mismo Marcos Pérez; San Pedro de Corongo, donde enseñó el P. Juan Bautista y hasta donde llegó Santo Toribio de Mogrovejo, en visita pastoral, en 1585 y en 1594.
Más secundarios eran los pueblos de San Agustín de Huandoval, Santiago de Cabana, Sihuas y Sillabamba, donde evangelizó el P. Francisco Velásquez. El P. Juan de la Magdalena penetró hasta Lampas, al pueblo de Ticllos. El P. Juan es de los 14 fundadores de la Provincia del Perú; llegó desde la Nueva España, acompañando al P. Juan Estacio, que resultaría ser el primer Provincial. El P. Juan trabajó tanto en la conversión de los idólatras como en la ruina de sus ídolos y adoratorios.[6]También doctrinó en Ticllos el citado P. Miguel Carmona.
Con la hoja del tabaco peruano curó él, en Roma, de varios males, al Papa Gregorio XIII. El P. Carmona renunció a la Abadía que dicho Papa quería crear en Lunahuaná, pretendiendo complacerle. Murió ahogado en Canarias (su pequeña patria), cuando regresaba al Perú, trayendo insignes reliquias de santos.
Las distancias entre los pueblos de la doctrina eran notables: de Corongo a Sihuas son 128 kilómetros; de Piscobamba a Corongo hay 207 kilómetros; y de Lima a Corongo, 598 kilómetros. Corongo está abastecida por las aguas del río del mismo nombre, afluente del Cuyuchin y éste del Santa.
4) Doctrina de Huambos
Este nuevo campo fue aceptado por el 4° Capítulo Provincial en 1560. Nuevamente adquirió fama y experiencia el P. Juan Ramírez. Fundó Cutervo y Chota, pero atendió también, además del Huambos prehispánico, Querocoto, Cahén y otros anexos. En 1563 se dejó esta doctrina promisoria, con disgusto del Virrey. Continuaron la tarea los PP. Mercedarios, que, al decir de Calancha, todavía estaban en ella en 1630. En 1963, a los cuatro siglos, los agustinos recoletos comenzaron su ejemplar tarea, en la misma zona, con la Prelatura de Chota.
5) Doctrina de Cajamarca
Pasaron de administración franciscana a los agustinos en 1570, pues el virrey Toledo estaba molesto con ellos. Como hay más días que virreyes, los agustinos, apenas se les presentó la oportunidad, llegaron a una feliz coincidencia, retomándolas a los mismos franciscanos.
6) Doctrina de Huarochirí
En 1552 penetraron los agustinos a esta región fría, a 18 leguas de Lima, los padres Pedro de Cepeda y Baltazar Melgarejo. El primero debe ser pariente del matrimonio Hernán González de la Torre y Juana de Cepeda, que acogieron en Lima a los 12 primeros apóstoles agustinos y obsequiaron al primer Convento agustino de Lima una invalorable imagen de Ntra. Sra. de Gracia, que todavía subsiste.
En 1563 el P. Cepeda fue elegido Provincial. Era pariente del Beato Orozco. En 1568 fue seleccionado para la reforma de la provincia aragonesa de agustinos. El P. Baltazar Melgarejo era diácono cuando llegó al Perú, en el grupo de los primeros 12. Evangelizó sólo dos años y enfermo regresó a España, donde murió en su tierra sevillana en 1557. Estas doctrinas fueron dejadas pronto, como se mencionó anteriormente, a causa de las guerras civiles. Con la suma de estos seis bloques de doctrinas, la Orden agustina puede vanagloriarse de haber cristianizado más de un tercio de los Andes del Norte Peruano.
7) Doctrinas de Huamanga
Están en la llamada Sierra Central; debieron trabajarse hacia fines del siglo XVI y es natural que fueran apoyadas por algunos obispos agustinos. El primer Obispo de Huamanga, Agustín de Carvajal, murió envenenado en 1618 en el pueblo de Totos, provincia de Cangallo. Notable escritor, había nacido en Guadalajara (México) en 1558, y se había desempeñado como asistente general de la Orden agustiniana.
DOCTRINAS DE LOS ANDES DEL SUR DEL PERU
8) Doctrina de Cotabambas
Pertenece al departamento de Apurímac. Los agustinos se hicieron cargo de esta doctrina en 1570, año que se fundó, como centro de operaciones, el convento de San Agustín de Cotabambas. Otros centros poblados eran: Coyllurqui, San Juan de Totora, Colpa y Pituanca. No es una mera coincidencia que la Orden agustina haya retornado a esta zona, en las últimas décadas, con la Prelatura de Chuquibambilla, en una Vicaría apoyada por varias provincias italianas de agustinos.
Trabajaron en la Cotabambas virreinal el P. Juan de Pineda, vicario en 1579. El P. Diego de Arana era Prior en 1591.[7]Famoso doctrinero fue también el P. Juan Maldonado, cura de indios en Cotabambas y en las doctrinas contiguas de Omasuyos y Abancay, donde estaba el convento que fue desamparado en 1577. Nuevamente regresó a Cotabambas, donde trabajó incansablemente hasta 1592, año en que murió, “en opinión de gran siervo de Dios.”[8]
También evangelizó el criollo Juan de Riberos, quien fue prior de estas cuatro doctrinas: Cotabambas, Omasuyos, Paria y Aymaraes. Siendo Visitador de la Provincia murió en Potosí en 1603. Su venerable cuerpo se conservó incorrupto y fresco durante 26 años continuos, con admiración de cuantos lo veían.[9]
Igualmente fue prior de Cotabambas y Omasuyos el P. A. Lozano, que tanto destacara en Huamachuco. Con aclamaciones de santo fue enterrado en el Convento agustino Grande de Lima en 1584. El P. Buenaventura de Salinas, O.F.M., hace de él una honrosa memoria en el libro de «Las Excelencias del Perú».[10]
Ya hemos dicho que el P. Diego de Arana doctrinó en Cotabambas; a sus puertas, él y el P. Pablo Vásquez, fueron muy batalladores contra los hechiceros. El P. Alonso Ramos Gavilán narra sin embargo otra lucha contra el demonio, sucedida en Yanaguaras ad portas de Cotabambas. El hecho se ubicó en los pueblos de Piti y Mara y en 1596. Trataba de convencer un hechicero a los indios que una peste de sarampión y viruela era castigo de los antiguos dioses, por haber mudado el culto de los ídolos por el del único Dios.
Un día, en un monte ante 2000 personas de Piti, Mara y Aquira, el hechicero escogió para púlpito una roca; estando limpio el cielo, levantó la mano y cayó abundante nieve. También sosegó la lluvia, hizo temblar la tierra y levantó en alto la roca en la que estaba de pie y la despeñó. Tenemos un reto parecido al de Moisés y los hechiceros de Faraón que convirtieron en serpientes sus bastones. Los misioneros agustinos solían coronar los cerros con una cruz; mandó el brujo traer una, la despedazó y puso un ídolo en su lugar.
Un indio notificó al Visitador que estaba en esos pueblos, al que pudo avisar aunque afirmó que había sido derribado por el diablo en una ladera, cuando hacía el recorrido para la denuncia. El indio hechicero que tenía gafos los dedos de los pies y de las manos, fue prendido. Pero el corregidor de Yanaguaras D. Luis de Cárdenas hizo su propia investigación, mediante una amiga del indio hechicero, aunque con la ayuda de tormento; y el indio de los prodigios fue condenado a muerte, que soportó, mientras invocaba a Satanás.
Pero el mal se había extendido, en 1595, hasta Huamanga. Es el mismo P. Ramos el que cuenta que en 1615, siendo obispo de esta ciudad Agustín de Carvajal, O.S.A, se cometieron blasfemos martirios en la iglesia de la Compañía. Los PP. Diego de Arana y Pablo Vásquez, transeúntes circunstancialmente por Yanaguara y vecindades, predicaron a los indios para sacarles de su error[11]
9) Doctrina de Omasuyos
Como Priorato, desprendido del de Cotabambas, data de 1576. Comprendía los pueblos de Totora, Oropesa, Mamara, Turpay, Ariguanca, Corasco, Corpahuasi, Chirirqui, Anguanca y Chuquibamba. Con Chuquibamba y anexos se conformó después otro priorato en la Provincia de Aymaraes.
10) Doctrina de Aymaraes
En clima frío y áspero paisaje, es vecina de la de Omasuyos. La conformación de las doctrinas se circunscribe a las de provincias preexistentes, como vemos en estas tres últimas. En Aymaraes han estado los agustinos de 1579 a 1584. La conformaban estos pueblos: Chuquibamba, Huaquirca, Sabaíno, Calcauso, Antabamba y anexos.
El Definitorio del P. Luis López Solís (1583) acordó dejar esta y otras doctrinas porque los clérigos las administraran y los frailes vivieran mejor su carisma conventual. Después entraron los PP. Jesuitas y no encontraron sino idolatrías y miserias. “Echando al demonio de su habitación antigua y dando conocimiento a aquella inculta y bárbara gente de su verdadero Dios y Señor, con lo que quedó toda la provincia con mucho lustre y ser.”[12]En Huaquirca murió ahogado el P. Juan Morejón, O.S.A.
11) Doctrina de Abancay
Recibida en 1575 por los agustinos, que la atendían desde el Convento de Ntra. Sra. de la «O» de Abancay. Se atendían los pueblos de Huancarama, Cochacacas o Gochacajas. Cumplido el trabajo de cristianización, la dejaron al término de 1577. Abancay está a 20 leguas al oeste del Cuzco. Evangelizó el P. Juan Maldonado, que antes de fraile fue capitán y luchador en las guerras civiles contra Almagro. Es famosa la anécdota en que mata a un tigre que devoró a su antigua novia, quien llegó a casarse con un cacique del Cuzco.[13]
12) Doctrina de Chucuito
A orillas de lago Titicaca. Se doctrinó en los pueblos de Pomata, Zepita, Poaqui, Talavera y S. Jerónimo. Sucedía esto por 1582. Como no llegó permiso para construir convento, con autorización real, se dejó pronto;[14]Pomata, sin embargo, es de más tradición dominicana. Sucedió un litigio entre el obispo y los clérigos, por una parte, y por agustinos, por otra parte, en la Real Audiencia de Chuquisaca, por doctrinar en Chucuito y, concretamente, en Copacobana, antes que ésta pasara a los agustinos, en 1589.
13) Doctrina de Vilcabamba
En los recónditos desfiladeros de Vilcabamba, refugio obligado de los últimos Incas, donde establecieron su cuartel general en vísperas de la dominación total del Imperio Incaico. En este lugar y no precisamente amparados por la espada, entraron en 1568, el P. Juan de Bivero, primero, Marcos García, después. La entrada de Bivero debió ser coyuntural, para una finalidad muy precisa. Meses más tarde pasó también el P. Diego Ruiz Ortiz.
Los pueblos más importantes eran Vilcabamba (La Vieja), que cambió de nombre y lugar el 4 de octubre de1571, llamándose San Francisco de la Victoria; esto supone la conquista definitiva de los españoles y la nueva ubicación de Vilcabamba.[15]En la comarca está también Puquiura (donde el P. Marcos edificó iglesia y Convento). En ese lugar tenía su cuartel general el Inca Cusí Tito Yupanqui (Cusco 1535- Vilcabamba 1571), tercer soberano de la dinastía inca de Vilcabamba. Guarancalla, a donde llegó el P. Diego Ortiz, en 1569, y ganándose el ánimo del Inca, edificó Iglesia, casa y hospital.
En la comarca estaban también Chuquipalpa, Yurac-Rumi, Oyara, Lucma (del sur), Pampacona y Marcaray, en cuyos términos, en un lugar llamado «La Horca del Inca», terminó el martirio del P. Diego Ortiz. El convento de apoyo fue el del Cuzco, fundado por el P. Bivero. (Vivero, escribe B. Torres).[16]
El virrey Don Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete,[17]“le envió a la Ciudad del Cuzco para que tratase de reducir a nuestra santa fe al Inca Sayri Túpac, Rey de los Indios;[18]y puso nuestro Señor tal virtud en sus palabras y en el ejemplo de su vida, que fuera de la esperanza común, convirtió y bautizó al Inga y a la Coya, su mujer, año de 1558, y el siguiente, 1559, fundó la casa (Convento) del Cuzco, gobernándola con gran religión y prudencia”.[19]
El Convento del Cuzco llegó a ser sede de uno de los tres distritos; en 1563 fue nombrado el P. Bivero prior del Cuzco. En 1571 el virrey Toledo le seleccionó para los Censos y Ordenanzas. En 1575 fue nombrado prior de Quito. Felipe II le presentó para Obispo de Cartagena de Indias y poco después para la sede de Charcas. Pero él se retiró a la ciudad de Toledo, en 1577, donde según B. Torres “No se sabe el año, ni el día de su muerte, ni otras particulares circunstancias de ella.”[20]
Del P. Diego Ortiz ya han escrito muchos autores agustinos y no agustinos. El proceso de su martirio ya estaba concluido en 1600. Pero, incomprensiblemente, no llegó a feliz culminación. La Conferencia Episcopal del Perú se ha pronunciado por apoyar la prosecución de este proceso en la Asamblea General de Enero de 1991.
El P. Diego Ortiz no pudo callar las exigencias de la moral y, por tanto, tuvo que corregir los vicios del Inca y de sus principales, especialmente lo relacionado con las “segundas bodas con Doña Angelina Polanquilaco, estando viva su primera esposa (…) De lo cual ella, hecha un áspid contra el siervo de Dios... quisiera beberle la sangre.” El Inca invitó al P. Diego a un banquete y se rehusó éste con cortesía. “Quedó picado el Inca, porque tuvo por desacato la disculpa, y sus caciques juraron de vengarle.”
Cinco días después, se fue el Inca a celebrar el aniversario fúnebre de su padre, al uso gentílico. El rey Manco Cápac, de este nombre, estaba enterrado en el mocadero [huaca]. Remató la fiesta en banquete, en el que el Inca comió y bebió en exceso, hasta “quedar embriagado.” Falleció el Inca y Fray Diego Ortiz fue acusado de su muerte y de no haberlo resucitado, por lo que fue torturado cruelmente y ejecutado de la misma manera.
El P. Marcos García vistió el hábito agustiniano en Lima, en 1557. Era de Oteruelo, Provincia de León (España). Trabajó en el curato de Capinota, siendo el primer apóstol estable en Vilcabamba (1566). Convirtió y bautizó a innumerables indios, y a su Inga Don Felipe CusíTitu y a la reina su mujer. Torres da, como año de su destierro, el 1568. Estando en el Cuzco, tuvo noticia de la muerte del venerable Diego de Ortiz, y, “con envidia santa, lloraba amargamente haber perdido tan buena ocasión de dar la vida por Cristo... Envióle la obediencia al convento de Chuquisaca, y en el viaje, pasando un rio caudaloso, pereció en él.”
Con estas doctrinas y las misiones entre los Ninarvas del Apurímac, los agustinos cultivaron en la fe la mayor parte de este departamento, así como extensas zonas de los fríos Andes del Sur.
DOCTRINAS DE LA COSTA PERUANA
14) Doctrina de Guadalupe
Se hicieron cargo los agustinos de esta milagrosa imagen (advocación extremeña), año 1563. Años más tarde (1569) el virrey Toledo, en agradecimiento por haber sido salvado en un naufragio, le hizo entrega, en feudo, 5 pueblos del Valle de Pacasmayo, al mismo tiempo que las doctrinas de la zona: Mocupe, Pueblo Nuevo o Chérrepe, Jequetepeque, San Pedro de Lloc y Chépen. Además evangelizaron en Zaña y Pacasmayo. La Parroquia de Pacasmayo tiene por titular a Ntra. Sra. de Guadalupe; la de Guadalupe, a San Agustín. El santuario y convento de Guadalupe fue un imán de peregrinaciones marianas. Cerca de Chepén se conformó la hacienda de Talambo para el sostenimiento del Colegio-Universitario de Lima, llamado San Ildefonso. El Conventillo de Talambo se llamó de San Nicolás de Tolentino; el de Saña, de San Agustín. Allí murió el Jueves Santo, 23 de marzo de 1606, Toribio Alfonso de Mogrovejo. Todavía muestra Saña las impresionantes ruinas del Convento agustino y los efectos del tremendo aluvión de 1720. La comunidad agustina siguió viviendo allá algunas décadas más. El P. Jerónimo Ramírez, llamado por el santo obispo, hizo más dulce la agonía del segundo Arzobispo de Lima, tocando el arpa. Durante dos años había tratado Santo Toribio al Provincial, P. Andrés de Villa-Real. “Sintió tanto el comunicar poco tiempo (fueron dos años) con dicho religioso, que gustó de su trato cuando le comunicó.” El P. Andrés fue prior de Guadalupe. Los agustinos mantuvieron el culto en este Santuario hasta 1827. En él vivió, en 1666, el venerable P. Francisco de Villegas; a su muerte, más parecía que oraba que estaba muerto. Tiene Guadalupe la imagen que “truxo de España, un vecino de la dicha ciudad de Trujillo, llamado Francisco Pérez Lascano, a contemplación de la santa Imagen de nuestra Señora de Guadalupe, y así el assiento de Pacasmayo, en honra de aquesta Señora que aquí tiene, mudó el nombre en el de Guadalupe, y es ya su vocación.” Fue el “primer santuario —se sobreentiende mariano- del Pirú y la primera imagen que resplandeció en milagros.” Pues los de Copacabana y Pucarani son posteriores.
Alonso Ramos fue conventual de Guadalupe y de Copacabana. Los habitantes de Guadalupe, dice Alfonso Ramos, “por ser yungas, son gente distinta de los serranos, en costumbre, traje y modo de vivir, y permitió la Magestad divina, que también entre estos indios, que eran muy supersticiosos, y dados a la idolatría, para desengaño dellos, uviesse, otra imagen de Nuestra Sra., como la tienen los Serranos (los de Copacabana). La de los llanos se intitula Ntra. Sra. de Guadalupe.”
Las haciendas de Moro y Tecapa, en el Valle de Jequetepeque, también fueron asiento de doctrina; pero antes de imprimirse el volumen de Alfonso Ramos, hay un documento de 1614 (siete años antes), probablemente de Calancha («Varones Ilustres», según un manuscrito inédito, del archivo del Convento de San Agustín de Lima).
Esta es la opinión del P. Bonifacio del Moral, O.S.A. Dice dicho documento: “La segunda y no menos milagrosa imagen es la de Ntra. Sra. de Guadalupe, que se puso en un despoblado para mayor devoción suya, y para que la casa sirviese de colegio de Gramática a nuestra Orden, donde se hace mucho fruto en el estudio, y la Virgen hace cada día innumerables milagros. Diónosla un caballero muy devoto nuestro, vecino de la ciudad de Trujillo y que fue el Sr. Francisco Pérez Lezcano, el cual y su mujer, la Sra. Doña Luisa de Mendoza fueron muy grandes benefactores del Convento que tenemos en aquella ciudad.”
De Chepén y Moromoro era encomendero el capitán Francisco Lezcano y ambas posesiones dejó su generosidad para brillo del culto de Ntra. Sra. de Guadalupe. El P. Jerónimo de Escobar, Obispo de Nicaragua y el P. Francisco Velázquez fueron incansables doctrineros en los 5 pueblos de la Virgen de Guadalupe. El virrey Toledo ayudó también a ganar un pleito de tres pueblos que tenían clérigos por doctrineros y que no querían dejar los lugares: Mocupe, Chérrepe y San Pedro (se supone de ‘Lloco’ o ‘Lloc’). “Mandóles el virrey saliesen luego de las doctrinas y que las entregasen a los Capellanes de la Virgen.”
15) Doctrina de la Barranca
Desde 1561 evangelizó el P. Francisco Martínez Viedma, venido en la tercera barcada. Estas doctrinas se hicieron gracias a la generosidad del Licenciado Rodrigo Niño de Guzmán, casado con Doña María de Valverde, hermana del obispo Fray Vicente Valverde. Tenía el matrimonio un hijo con las facultades mentales perdidas, llamado Pedro Ordoñez, a quien curó la Virgen de Gracia.
Lucha reñida sostuvo el P. Viedma con brujos, magos y hechiceros, donde estaba el ingenio de Rodrigo Niño de Guzmán. “Eran estos brujos de los que llaman striges o lamias, por asimilarse a la bestia de este nombre. Estas lamias eran entre los antiguos unos fantasmas de demonios, en forma de mujeres hermosas, que trayendo con halagos a los niños y mozos, se los tragaban. Sesenta y tres casos fueron hallados culpables en este diabólico maleficio; unos más y otros menos, en cuatro pueblo de los llanos: Barranca, Huaura, San Juan de Végueta y San Bartolomé de Huacho.”
Las doctrinas incluían también los pueblos de Callenade, Vilcahuaura, Andahuasi, Cupe (hoy Supe), Aucallama (famoso Niño Jesús milagrero) y muchos anexos. En Supe fundaron el convento de San Nicolás de Tolentino del Valle de Toro. Doctrinó también el P. Gonzalo de Santiago y también aquí tiene su aportación el increíble P. Juan Ramírez que doctrinó en Ocros y Lampas. Dejaron estas doctrinas en 1585.
El P. Viedma, famoso teólogo y predicador, pasó a Barranca; hasta de noche predicaba por sus calles “en su lengua bárbara, que supo con primor”. Fue sub-prior de Lima y prior en 1571. De Lima pasó a México con solo el Breviario y la Biblia. Leyó un año teología expositiva en la Universidad de México, en 1574.
Después se alistó para Filipinas, saliendo con la misión del P. Diego de Herrera, uno de los fundadores de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas, que regresaba con otros 9 religiosos. Zarparon de Acapulco el 18 de noviembre de 1575. Calancha dice que Viedma salió nadando a la playa de Catanduanes, isla de Filipinas, pero que, predicando la fe, lo mataron los Catanduanes a lanzadas y le pone la aureola de mártir.
Grijalba dice que murió ahogado al naufragar la embarcación. Pero el autor del manuscrito «Osario», opina que a laicos y religiosos los mataron con lanzas para robarles todas sus pertenencias, no por odio de su fe. Y lo mismo pudo sucederle al P. Gerónimo Marín, en viaje de regreso a su Provincia en el navío «San Felipe». El Capitán Pedro de Chaves, encomendero de Naga, había ido a vengar los asesinatos del barco «Espíritu Santo», en donde iban los 10 agustinos, entre ellos el P. Viedma. Tampoco aclara esta situación el autor del «Alfabeto Agustiniano», Tomás de Herrera, que acaba su opinión de un modo dubitativo.
16) Doctrina de Guañape y Moche:
Fueron atendidas desde el convento de Trujillo. Se hicieron cargo en 1565.
17) Doctrina del Licenciado Rengifo
Trabajó en ella el P. Alonso Maldonado, cuando el P. Francisco M. Viedma fue trasladado a Lima, lo que supone vecindad con los de Barranca. El P. Alonso Maldonado, “ministro de toda satisfacción, que hizo provechosos frutos en aquellos hechiceros.” También doctrinó el P. Maldonado en las doctrinas del Valle de Chilca, al sur de Pachacámac. En 1573 estaba conformando la comunidad fundadora del Convento de Quito.
18) Doctrina de Pachacámac
Funcionó en las encomiendas de Hernán González, tío de Hernán González de la Torre, esposo de Juana Cepeda. Están a cinco leguas de Lima. «Universidad de Idolatría», llamó Calancha al lugar. Allí fue el excapitán Fray Antonio Ruiz de Baeza, profeso desde el 21 de julio de 1562, a doctrinar. En 1571 continuó la tarea otro excapitán: Fray Francisco Tristán. Dejaron estas doctrinas en 1583, por ser “demasiado fáciles y cómodas para nuestros misioneros.”
El Inca Sayuri Túpac consultó a Pachacámac antes de someterse al rey de España. El 5 de enero de 1558 firmó el acta de sumisión. Los misioneros vencieron a los ídolos con la Cruz, la Eucaristía y el Bautismo. Los que no se sometían, se autoexiliaban. El P. Tristán fue Procurador General de la Provincia en 1571. “Era de mucha caridad con los enfermos y riguroso con los hechiceros, idólatras y fugitivos.” También doctrinó en Cajamarca y se retiró a bien morir a Guadalupe. Cuando se dejaron en 1583, vinieron estos poblados muy a menos.
19) Doctrina de Manchay, Chilca y Malla (Mala)
Fueron como un eco de las de Pachacámac. Las dio Antonio de Ribera y el Licenciado Ramírez de Cartagena. Era de población india. “Aquí obraron con fervores angélicos el citado Francisco Tristán, Fray Diego Flores y el ya conocido Alonso Maldonado. Redujeron a pueblos a los indios escondidos por las guerras civiles, congregaron sus familias, bautizaron a muchos, ganando más con los indios el agasajo cariñoso de los doctrinantes, que el amor que tenían a nuestra ley. Cuando dejaron la mitad de las doctrinas, dejaron las de estos pueblos, por más aprovechadas y menos trabajosas.”
La mayor parte de las doctrinas en suelo peruano se conservaron atendidas el tiempo suficiente para la conversión de los nativos. Otras permanecieron bajo los cuidados de los agustinos hasta casi finalizado el siglo XVIII. El informe del P. Raya es preciso en 1779: “Habiéndose secularizado [entrega al clero secular] el mayor número de los curatos, en virtud de la nueva y justificada disposición de S.M., por la muerte de los religiosos, permanecen sólo cuatro curatos en Trujillo, cuya vacante se considera próxima, por ser sus curas (religiosos) ancianos y accidentados.” Se trata de los curatos de Chepén, San Pedro de Lloc, Cajabamba y Simbal, que ocupaban en su atención a 10 religiosos.
Con las doctrinas de este capítulo de la costa, los agustinos se extendieron nada menos que 1000 kilómetros.
NOTAS
- ↑ Bula “Alias felices recordationis”, en J. Metzler, “America Pontificia”, I, n. 28, 160-163. También en Hernández I 377-379.
- ↑ Francisco Hernández Girón (Cáceres, años 1510 - Lima, diciembre de 1554), militar y conquistador, fue leal a la Corona española y peleó en las filas realistas, pero luego se enfrentó al rey de España y fue ejecutado en Lima.
- ↑ Archivo General de Indias (AGI), Lima, 270.
- ↑ Calancha, “Crónica”, libro III, Cap. 44.
- ↑ Calancha, “Crónica”, Libro III, Cap. XIV y XVI.
- ↑ Calancha-B. Torres, “Epitome de Crónica”, libro I, Cap. 10.
- ↑ Calancha-B. Torres, Ibid., libro II, Cap. 13.
- ↑ Calancha-B. Torres, Ibid., libro III, Cap. 6.
- ↑ Calancha-B. Torres, “Epitome de Crónica”, libro IV. Cap. 7.
- ↑ Calancha-B. Torres, “Epitome de Crónica”, libro IV, Cap. 12.
- ↑ Calancha-B. Torres, “Crónica”, Tomo II de la Crónica inconclusa de Calancha, libro II, Cap. 5. Año 1653.
- ↑ Mateos, F.S.J., “Historia General de la Compañía de Jesús en la Provincia del Perú. Crónica Anónima de 1600”, 2 Tomos, Madrid, 1954.
- ↑ Calancha-B. Torres, “Epitome de Crónica”, libro m, Cap. 8.
- ↑ Calancha-B. Torres, “Epitome de Crónica”, libro n, Cap. 1.
- ↑ Agradecemos esa fecha a unos apuntes inéditos, obsequiados por Cosme Arcángel do la Cruz.
- ↑ Calancha-B. Torres, “Epitome de Crónica”, libro n, Cap. 1.
- ↑ Andrés Hurtado de Mendoza y Cabrera, II Marqués de Cañete (Cuenca, 1510 - Lima, 14 de septiembre de 1560), III Virrey del Perú, entre 1556 y 1560. Su gobierno marcó la culminación del período de guerras civiles, caracterizado por continuas revueltas y modificaciones en el escenario del poder. Pacificó el Virreinato, impuso el respeto a la autoridad y fomentó la colonización.
- ↑ (?, h. 1516 - Yucay, actual Perú, h. 1561), hijo de Manco Inca, y hermano de Titu Cusi Yupanqui y de Túpac Amaru, Sayri Túpac sucedió en 1554 a su padre en el trono de Vilcabamba, el último reducto de resistencia de los incas, fundado por el propio Manco Inca.
- ↑ Calancha-B. Torres, Ibid., libro II Cap. 8.
- ↑ Calancha-B. Torres, Ibid., libro II, Cap. 8.
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
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BENIGNO UYARRA CÁMARA
[©Revista Peruana de Historia Eclesiástica, 2 (1992) 153-189]