Diferencia entre revisiones de «DOCTRINAS; su publicación»
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Revisión del 12:34 2 may 2016
Las fuentes impresas nos han dejado alusiones más que suficientes para señalar la importancia de la Junta eclesiástica mexicana de 1546 en el campo catequético. Ya desde los inicios, Sebastián Ramírez de Fuenleal advirtió la importancia de los libros impresos como medio de evangelización. La presente Junta vino a dar un impulso más fuerte en esta dirección.
Se insistió en la necesidad de preparar y editar dos doctrinas, una breve y otra más amplia. Dos obras de fray Juan de Zumárraga tienen en esta junta su punto de partida: la «Doctrina Cristiana», con su «Suplemento», impresas ambas en 1546, y la «Regla cristiana breve», impresa en 1547.
Aunque el obispo Zumárraga recibió el cometido directamente de la Junta, hubo además otras obras que quisieron cubrir tal necesidad. Domingo de Betanzos y el mismo Zumárraga habían trabajado en la adaptación de la «Doctrina Cristiana» de fray Pedro de Córdoba o.p. Tello de Sandoval la aprobó y fue impresa en 1544.
Por influjo de la junta fue publicado el texto bilingüe, en 1548, con el título: «Declaración y exposición de la Doctrina Cristiana en lengua española y mexicana: hecha por los religiosos de la orden de Santo Domingo». La «Doctrina Cristiana breve traducida en lengua mexicana», de Fray Alonso de Molina, fue redactada por expresa solicitud de Zumárraga e impresa en 1546.
No es este el lugar más adecuado para resaltar la importancia e influjo positivo que estos instrumentos catequéticos tuvieron en la evangelización de la Nueva España. Se pueden consultar estudios en torno a este tema como la voz de este Diccionario “Misioneros y Lenguas en Hispanoamérica”, así como los siguientes excelentes estudios: DURAN J.G., Monumenta Catechetica Hispanoamericana, (Siglos XVI-XVIII) Buenos Aires 1984. CORTES CASTELLANOS J., El Catecismo en pictogramas de Fr. Pedro de Gante, Madrid 1987.
Los destinatarios de estas doctrinas eran principalmente los indígenas, adultos y niños. Para los adultos que ya sabían leer les podría ser de provecho personal y además, leyéndola en el ambiente familiar, les ayudaría a consolidar la formación catequética del grupo familiar.
Para los niños constituía la enseñanza básica y se aconsejaba que la aprendieran, toda o en parte, con los métodos ya experimentados por los misioneros.
CRISTÓFORO GUTIERREZ VEGA © Centro de Estudios Superiores, Roma