LOS ANDES, Santa Teresa de Jesús de

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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(Santiago, 1900; Los Andes, 1920) Santa, religiosa O.C.D.


Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones es bautizada el 15 de julio de 1900 en la histórica iglesia parroquial de Santa Ana en Santiago, hija de Miguel Fernández Jaraquemada y de Lucía Solar Armstrong, quinta de siete hijos.


Después de un breve periodo transcurrido en el colegio de las Teresianas, pasa, desde 1907, a frecuentar primero el Externado del Sagrado Corazón y después en 1915 el Internado. La educación familiar y la formación dada por las hermanas del Sagrado Corazón alimentan en Juanita el deseo de Dios. En 1907 nace en ella una especial devoción a la Virgen María, cultivada con el rezo del Rosario cotidiano a la Madre de Dios. Empieza además a participar de la Misa cotidiana con su madre pidiéndole con insistencia poder recibir la Primera Comunión: “En el mes del Sagrado Corazón, yo modifiqué mi carácter por completo. Tanto que mi mamá estaba feliz de verme prepararme tan bien a mi Primera Comunión[1].


La preparación, a cargo de las hermanas del Sagrado Corazón, respira del clima renovado por el Primer Congreso Eucarístico Nacional de 1904 y las instrucciones del Papa Pío X en materias eucarísticas y litúrgicas. Juana recibe la Eucaristía en 1910: “El día de mi Primera Comunión fue un día sin nubes para mí”.[2]Cinco años después reconoce y se decide por su vocación: “Hoy, ocho de diciembre de 1915, de edad de quince años, hago el voto delante de la Santísima Trinidad y en presencia de la Virgen María y de todos los santos del Cielo, de no admitir otro Esposo sino a mi Señor Jesucristo, a quien amo de todo corazón y a quien quiero servir hasta el último momento de mi vida. Hecho por la novena de la Inmaculada para ser renovado con el permiso de mi confesor[3].


En un contexto histórico de grandes cambios en la sociedad chilena (demográficos, culturales, económicos e incluso urbanísticos), en 1916 comunica a su hermana Rebeca como piensa realizarse como mujer y cristiana, escribiéndole “Voy a ser carmelita”, sin embargo solamente el 7 de mayo de 1919 puede ingresar en las Carmelitas de Los Andes -tomado el nombre de Teresa de Jesús- y vivir así su “ideal infinito[4]. Este ideal, que le hace escribir a su hermano Luis que “existe en el alma una sed insaciable de felicidad. No sé porqué, pero en mí la encuentro duplicada[5], se concreta en las palabras puestas al inicio de su Diario: “La historia de mi alma se resume en dos palabras: «Sufrir y amar»”.


Estas dos experiencias, fundamentales en la vida humana, caracterizan la vida del Carmelo y expresan la espiritualidad chilena en la que ha crecido la Santa. “La formación religiosa entregada por los colegios católicos, especialmente, en los internados, conjugaba equilibradamente la profundidad y la racionalidad de los principios con la emotividad de los sentimientos. [...] Los escritos de santa Teresa de los Andes constituyen un ejemplo de síntesis admirable para una joven de su edad, quien sabía conjugar las exigencias de la vida interior con los imperativos en sus proyecciones hacia el exterior[6]. Esta educación, ofrecida a muchas generaciones de adolescentes y señoritas chilenas, constituyó para Juana el ámbito insustituible para el crecimiento de su personalidad y el futuro cumplimiento de la tarea histórica que ella sentía para sí, en el Carmelo.


El Padre Alberto Hurtado Cruchaga, S.J., segundo santo de Chile, contemporáneo de Juana y conocidos por medio del hermano de ella, Luis, escribía que “La acción social de la oración es la mayor de todas, porque [...] sin ella ninguna acción tiene garantías de perseverar”;[7]en Teresa de los Andes, durante los once meses de su vida como novicia carmelita, se manifiesta la santidad de su alma contemplativa con la que abraza los horizontes del mundo desde su monasterio ofreciendo su vida por la salvación de los pecadores, en la oración y en el silencio. El tifus lleva a Teresa a morir con solo 19 años. El Papa Juan Pablo II la proclama Beata en Santiago en 1987 y Santa en Roma en 1995, y la indica como “testimonio de una existencia que proclama a los hombres y mujeres de hoy, que en el amar, adorar y servir a Dios están la grandeza, la libertad y la realización plena de la criatura humana”. Sor Teresa es la primera santa chilena, y la primera santa carmelita de América, y si “pertenece a América [...] desde Roma, pasa a ser de todos, Teresa de la humanidad[8].


Hoy su estatua adorna la Basílica de San Pedro en Roma y sus restos mortales descansan en el Santuario de Los Andes, meta de continua peregrinación a la “Patrona de todos los niños y jóvenes que viven sin sus familias, que carecen de ellas y que no tienen o no han tenido oportunidad de una educación alentadora en sus vidas[9].


OBRAS.

TERESA DE LOS ANDES, Obras completas, Burgos 1995.


Notas y referencias

  1. Diario, c. 5
  2. Diario, c. 6
  3. Diario, c.15
  4. Diario, c.16
  5. Carta, 81
  6. Barrios Valdés, 58-59
  7. Hurtado C., 287-288
  8. Orden del Carmen Descalzo, 158
  9. Oviedo Cavada, 19

Bibliografía

  • ALIAGA, F. La Iglesia en Chile. Contexto histórico, Santiago 1986
  • BARRIOS, M. La Espiritualidad Chilena en tiempo de Santa Teresa de Los Andes, Santiago 1994 Sánchez M. (Dir). Historia de la Iglesia en Chile, III, Santiago 2011
  • HURTADO, A. Humanismo social, Santiago 1947
  • JUAN PABLO II, Decreto de beatificación, Santiago, 1987, en Acta Apostolicae Sedis, LXXX (1988), JUAN PABLO II, Decreto de canonización, Roma 21-III-1993, en Acta Apostolicae Sedis, LXXXVI (1994) ORDEN DEL CARMEN DESCALZO-
  • CHILE, Santa Teresa de Los Andes, Carmelitas Descalzas del Monasterio del Espíritu Santo, 1992.
  • OVIEDO, C. Homilía con motivo de la recepción de la imagen y reliquias de Santa Teresa de los Andes, Catedral de Santiago 24-III-1993, en Iglesia de Santiago 249 (1993)

Positio de la Causa de Beatificación y Canonización de Teresa de Los Andes, en Archivo Causa de los Santos, Ciudad del Vaticano, signatura H 66

  • SÁNCHEZ, E. Juanita Fernández y Alberto Hurtado, en Humanitas 39 (2005), Una Santa para Chile, en Iglesia de Santiago 248 (1993)


MARIO L. GRIGNANI.