CIHUACÓATL; Deidad femenina de la mitología azteca

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Cihuacóatl recibía también los nombres de Coatlicue y Tonántzin, y en la mitología azteca era considerada como la más importante de las diosas. La etimología náhuatl de Cihuacóatl es: cihuatl, mujer, y coatl, serpiente; es decir, mujer-serpiente. Pero conforme a su contexto mitológico Bernardino de Sahagún↗ señala que Cihuacóatl quiere decir “mujer de la culebra[1]”, y como los aztecas también la llamaban Tonántzin, que significa “nuestra madre”, Sahagún dice que “En estas dos cosas parece que esta diosa es nuestra madre Eva, la cual fue engañada por la culebra, y que ellos (los mexicas) tenían noticia del negocio que pasó entre nuestra madre Eva y la culebra.” A Cihuacóatl le atribuían el poder de dar “cosas adversas como pobreza, abatimiento, trabajos (…) decían que de noche voceaba y bramaba en el aire.[2]

Cihuacóatl es un ídolo de piedra, con la boca abierta y muy grande de la cual asoman unos dientes separados y en actitud de devorar; “los atavíos con que esta mujer aparecía eran blancos, y los cabellos los tocaba de manera que tenía como unos cornezuelos cruzados sobre la frente.[3]”El culto a ésta deidad se realizaba en el octavo mes del calendario azteca (correspondiente al mes de julio) en la fiesta llamada Uey Tecuilhuitl.

La fiesta iniciaba con varios días de bailes y danzas, y en el octavo día se trasladaban danzando al son del teponaztli, llevando los ministros de los ídolos a una mujer elegida veinte días antes, a la que vestían como a la diosa y daban entonces el nombre de Xilonen, (símbolo del maíz y del poder de fecundación) la cual estaba destinada a ser sacrificada en esa fiesta. “En llegando al cu (templo) del dios que se llamaba Cintéotl, donde había de morir esta mujer, poníase delante de ella el sátrapa que llevaba la tabla de sonajas, que se llamaba chicauaztli, y poníanla enhiesta delante de ella y comenzaba a hacer ruido con las sonajas, meneándole a una parte y a otra; sembraban delante de ella incienso, y haciendo esto, la subían a lo alto del cu: allí la tomaba luego uno de los sátrapas a cuestas, espaldas con espaldas, y luego llegaba otro y la cortaba la cabeza; en acabándola de cortar la cabeza la abrían los pechos y la sacaban el corazón, y le echaban en una jícara.[4]

Notas

  1. Sahagún Bernardino de. Historia General de las cosas de la Nueva España. Libro I, Cap. VI. Ed. Porrúa, México, 1989, p. 33.
  2. Ibídem.
  3. Ibídem.
  4. Ibídem, Libro II, capítulo 27, 52. Misma edición, p.126

Bibliografía

  • Sahagún Bernardino de. Historia General de las cosas de la Nueva España. Porrúa, México, 1989


'JUAN LOUVIER CALDERÓN